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lucasz
29/06/2007, 18:56
Los deseos insatisfechos

La sociedad globalizada obliga a consumir sus bienes y servicios pero también genera frustración y hartazgo.


Hace años, estaba misionando en un pequeñísimo pueblo de la provincia de La Rioja, llamado Amaná, lugar de montaña, donde los pobladores dejaban salir sus rebaños de cabras, muy tempranito, acompañados por perros pastores. La capilla tenía piso de tierra, las mujeres tejían en telar, con lana que sacaban de sus ovejas y teñían con hierbas del lugar. Sin duda una experiencia única para cualquiera que venía de la Capital

Una tarde caminando por una de esas calles polvorientas, entré en una casa de adobe donde había un televisor encendido... estaban viendo una serie americana de aquella época: "Los Carrington", por esa ventana abierta al mundo, desfilaban personajes totalmente ajenos a su cultura. Por un momento quedé pensativo ¿Qué podía significar para esta gente de vida rural, (atrasada desde los parámetros de la civilización occidental, pero armónica, por lo que se deducía luego de conversar un rato con ellos) la comparación entre esa vida de ostentaciones y la pobreza de la suya? La respuesta la obtuve de los jóvenes del lugar: les generaba el deseo de escaparse a la ciudad.

Ya no estaban los españoles para venderles espejitos de colores, ahora era la televisión la que podía acercarse y ofrecer "una vida distinta". La televisión, aunque no se lo proponga estimula el deseo de todo y de tanto... y lo deja insatisfecho. La sociedad globalizada funciona en torno a la generación de bienes y servicios que hay que consumir, aunque miles queden afuera de las fronteras de la riqueza, y los jóvenes pobres se droguen y se alcoholicen por frustración. Los hijos de los ricos —por otra parte— que disfrutan de la mayoría de los bienes que producen las sociedades en donde sus padres viven, se drogan y se alcoholizan por aburrimiento. La sociedad contemporánea como ninguna otra en la historia ha sido capaz de generar, en la mayoría de los pueblos de la tierra, la sensación de "frustración". Una enorme cantidad de deseos insatisfechos.

Bastaría hacer una lista de los pedidos que les formulan a los candidatos durante las elecciones y tener una sana cuota de realismo para saber que la inseguridad, la generación de empleo, el caos en el tránsito, la falta de atención en los hospitales, la gente que revuelve la basura, etcétera, no son cuestiones a solucionar en un abrir y cerrar de ojos. Seguirán estando presentes entre nosotros, gane quien gane, aunque siempre será virtuoso y necesario el esfuerzo por mejorar. ¿Qué hacer entonces? ¿Estaremos condenados a vivir con deseos frustrados?

El libro de la sabiduría de la Biblia dice: "No me des pobreza ni riqueza, no sea que en la pobreza te maldiga y en la riqueza me olvide de ti". No significa esto quitarle validez a todos los deseos de mejorar, muchas veces válidos; pero en este caso estoy hablándoles de los deseos interiores: de cierta "moderación en los propios deseos", para adecuarlos a las propias posibilidades. La felicidad, después de todo, es un estado de satisfacción interior que está más ligado al ser que al tener.

Una franja no menor de la población del mundo desea superarse por el esfuerzo y el trabajo. Cree que la felicidad está en las cosas pequeñas de la vida cotidiana y en la posibilidad de generar vínculos de amor con el prójimo. Prefiere no vivir deseando cosas que después de todo seguirán siendo espejitos de colores para sus posibilidades reales.

lucasz
01/07/2007, 17:06
texto plagiado de religiosos misioneros y periodistas