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Pompilio Zigrino
13/06/2007, 18:05
El pensamiento que sustenta a la religión tradicional es un pensamiento mágico, irracional, ya que no es compatible con la lógica natural. Y ello proviene, seguramente, de basarse en los Libros Sagrados antes que en la propia realidad y en las leyes que la rigen. Se prioriza un libro escrito por hombres inspirados en Dios antes que adoptar como referencia a las propias leyes de Dios. Ahí radica una de las principales diferencias entre la actitud del científico y la del religioso.

En el caso de la Biblia, no habría inconvenientes en su comprensión si tuviéramos siempre presente que está constituida en gran parte por un lenguaje simbólico. Si tenemos puestos los ojos en la propia realidad, las simbologías adquieren todo su significado. En cambio, si tomamos como referencia a la Biblia y a su simbología, ésta deja de ser una simbología para constituirse en el fundamento de un mundo paralelo, casi mágico, que se superpone al mundo real.

Este mundo paralelo es un mundo subjetivo, ya que existirán tantos mundos paralelos como personas adhieran a las variadas formas posibles de contemplar la realidad. Por el contrario, cuando se toma como referencia a la realidad única estamos en la búsqueda del conocimiento objetivo.

En épocas pasadas, la existencia de cierta justicia natural, o de cierto ordenamiento del universo, sólo era admisible suponiendo intervenciones directas del Creador, o de los dioses especializados en alguna parte de ese universo. Con el progreso del conocimiento humano se vio la posibilidad de suponer que ese ordenamiento no estaba producido por las decisiones de un Dios personal, o de los dioses mencionados, sino que el universo estaba ordenado en base a leyes naturales estrictas e inmodificables. Estas leyes no son otras que las estudiadas por la ciencia experimental.

La coincidencia de opiniones y el entendimiento entre distintas religiones y entre religión y ciencia, sólo podrá darse a partir de la aceptación del mundo real como la única referencia común a todos los buscadores de la verdad.

La religión tradicional se aleja de la gente por cuanto ésta tiende a identificarse con el pensamiento científico. Como la religión tradicional actúa como un mediador que nos acerca a la ética y nos da un sentido de la vida, tal alejamiento implicará también cierto distanciamiento de la ética y cierta desorientación existencial asociada a la ausencia de un sentido para vivir. De ahí que se hace necesario buscar un fundamento de la religión que sea accesible al pensamiento predominante en nuestra época. Y ello es posible a partir de aspectos observables del comportamiento humano, tal como las actitudes básicas y los sentimientos a ellas asociados. Con ellos se construye una ética natural, que ha de ser el verdadero fundamento de la religión.

Podemos denominar “paganismo” a todo intento religioso que no contempla la ley natural. Incluso la religión basada en la existencia de leyes naturales, como el cristianismo, puede caer en un simple y vulgar paganismo cuando se la interpreta fuera de su vínculo con dicha ley. De ahí que, generalmente, se denomina “creyente” al que supone la existencia de interrupciones de la ley natural asociadas a ciertas decisiones de Dios. Por ello se lo alaba y se lo adula. El hombre se siente un títere de Dios y a su vez Dios pasa a ser un títere imaginario del hombre, quien le asigna decisiones, voluntad, pensamientos, sentimientos, etc. Este subjetivismo lo traslada al Bien y a la verdad. De ahí que la “ética pagana” es totalmente subjetiva y también es una forma encubierta de relativismo moral y de relativismo de la verdad. Por el contrario, “creyente” debería denominarse al que cree en la palabra de Cristo y que, por ello, cumple sus mandamientos.

Uno de los reformadores más conocidos del cristianismo fue Johannes Calvino (1509-1564). Se lo recuerda, entre otras cosas, por haber enviado a la hoguera al médico y científico aragonés Miguel Servet. Lo quemaron vivo con leña verde, durante unas dos horas, para que fuera mayor su sufrimiento. Y todo por haber escrito algunas frases en contra de Calvino. Si nos preguntamos acerca de lo que hubiese hecho Cristo en una circunstancia similar, sabemos que nunca habría actuado de esa forma. De ahí que Calvino no debe ser considerado como cristiano, sino como un usurpador del cristianismo.

El pagano cree en un Dios que, desde un orden sobrenatural, influye sobre el visible y accesible orden natural. Luego supone estar en la cima del conocimiento debido a esa creencia, interpretada como un “llamado desde lo superior”. Por ello surgen expresiones como las de Manuel M. Carreira, quien escribió: “Para el científico que ha vivido con la fe en el poder de la razón, el libro termina como una pesadilla. Ha escalado las montañas de la ignorancia; está a punto de conquistar la cima más elevada; cuando se remonta sobre la última roca, le saluda un grupo de teólogos que están sentados allí desde hace siglos” (De “El creyente ante la ciencia”- Cuadernos BAC).

Pero esta aparente supremacía en el conocimiento también es trasladada al nivel ético. Así, quien cree en lo sobrenatural se siente, generalmente, un “ser sobrenatural” y mira en menos a los simples seres naturales “carentes de fe”. La creencia en su superioridad les hace ser autoindulgentes suponiéndose libres de culpa por acciones y pensamientos que incluso llevan cierta maldad asociada.

En la Enciclopedia Temática Ciesa aparece lo siguiente: “”El estudio de la Carta a los Romanos de San Pablo constituyó para Lutero un verdadero descubrimiento. En ella creyó entender que el hombre debía salvarse por la fe, por la fe sola, sin necesidad de obras externas”. Al respecto puede decirse que, como el “Amarás al prójimo…..” es difícil de cumplir, se prioriza la fe a las obras, la creencia a los sentimientos humanos, la actitud filosófica a la actitud ética. Es la forma efectiva para llegar a la irremediable destrucción del cristianismo.

El pagano se rebela contra Dios ya que no acepta sus leyes y pretende incluso que Dios se adapte a sus deseos cambiándolas con sus oportunas intervenciones. Anthony de Melo escribió: “Milagro no significa que Dios cumpla con los deseos humanos, sino que los hombres cumplan con los deseos de Dios”.

Flavio Vespaciano
16/06/2007, 09:49
Interesante punto de vista........