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Ver la versión completa : El Mendigo



jorgesalaz
02/06/2007, 02:57
A lo lejos observé la luz verde del semáforo y pensé que como siempre, la Ley de Murphy se cumpliría: "Mientras más prisa lleves, más lento será el tráfico". Así fué. Sólo estaban por delante dos automóviles y por supuesto, tenía que sucederme. Casi en mi ventana, convenientemente situado, quedó el limosnero propietario de esa esquina. Recordé un consejo dado por un experto: "No hagas contacto visual con ellos, pues éso equivale a un contrato, a una promesa formal que lamentarás no cumplir". Mi mente viajó hacia Albert Einstein, quien nos hizo ver que el tiempo es relativo y así la luz roja podría permanecer inmóvil hasta el fin del universo. Sentía su mirada buscando la mía, exigiendo su limosna. No era de ésos mendigos implorantes, no, éste era peor. Sus piernas como trapos ¿sería la poliomielitis? lo mantenían postrado en el suelo caliente y polvoriento. El sol daba a plomo sobre su cabeza descubierta. Un rictus en su cara le daba una forma de sonrisa sardónica que denotaba además de su defecto físico, un evidente extravío mental. Y mientras yo, tan sano, exitoso, con la vida resuelta negándole unas monedas a tan miserable pordiosero. Yo sabía que las autoridades habían querido retirarlo del lugar y llevarlo a una institución apropiada, pero sus parientes se negaron, claro, él era la fuente de ingresos de toda su holgazana familia. Gente altruista le había regalado varias sillas de ruedas, mismas que eran vendidas por sus familiares, ya que despertaba más compasión si estaba sentado en el suelo. La gente de poca educación caía de inmediato en sus redes. Había quién pasaba deliberadamente por ésa esquina a dar su aportación y se iban tan orondos y satisfechos pues la obra de caridad había borrado sus pecados. Eso no debía ocurrirme a mí, dueño de mi cerebro, de mi voluntad. No, debo ser fuerte pero mi fortaleza necesita estar fincada en una frialdad absoluta, no dejar que penetren en mi los sentimientos. ¡Maldito limosnero! me has agriado el día. Sé que en el fondo de mi pensamiento andará revoloteando el remordimiento. Pero si le doy una moneda me sentiré aún peor. Lo que debo hacer es pasar por la otra calle, pero que estoy diciendo, si por allá está la anciana parapléjica. Hace tiempo, harto de todo ésto, decidí mudarme a otra ciudad. Cuando fuí a reconocer el área observé horrorizado el comité de recepción que me esperaba: Ciegos, mancos, seres cubiertos de llagas. No puedo estar en paz ni en mi propia casa. Mi correo electrónico escupe cadenas de gente que se está muriendo de cáncer y necesita el reenvío a 12 direcciones. Retiro mi sueldo en el cajero automático y aparece en la pantalla una solicitud para aportar a un fondo de becas, a un hospital, al orfanatorio. A la salida, unos niños que realizan una colecta para la Cruz Roja. ¡Dios! Esta es una nación de pedigüeños. Los sidosos, los maestros, los viejos, los niños, los estudiantes, todos, todos le piden, le exigen al gobierno una ayuda, mientras yo, el ciudadano que pago mis impuestos ¿Quién me ayuda?. ¡Vaya! Por fin el semáforo ha cambiado a verde de nuevo. Fugazmente volteo a ver al limosnero y ... ahí estaba su mirada. La sentí como lanzas en mis ojos. Me dejó una gran angustia. Y pensar que aún me faltan ocho esquinas como ésta, cada una con su mendigo, con la exigencia de su mirada...

Mircko
02/06/2007, 11:36
.....oportuno y muy real.
Una constante en nuestros pueblos.
Saludos George, un gusto leerte.