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Ver la versión completa : El pragmatismo desde la conciencia.



ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
01/06/2007, 07:00
Las acciones humanas vistas a través del mismo hombre se dan como su conclusión o, dicho de otro modo, en lo que terminan, el acto final, fenómeno que a su vez se vuelca de nuevo en la reflexión. De esta forma sencilla, se puede plantear una parte del problema de la ética, y la ética en mi opinión es fruto de la conciencia y nuestra relación con ella.
El despliegue del conocimiento se va a extender a través de los resultados de nuestros esfuerzos. Este lugar remite al párrafo anterior, pues el conocimiento es el acto final o el principio de una nueva posibilidad.
El pragmatismo establece como posición referencial la acción o sus consecuencias en términos de verdad. La proposición de las alternativas conforme a más lugares que la acción es la que va a brindar el grado de improbabilidad, y eso se dará en función de la conciencia en sus posibilidades.
La conciencia improbable e indeterminada es la posibilidad del despliegue o el despliegue como posibilidad, el ser en potencia de Aristóteles.
El conocimiento es la objetivación de una subjetividad, la conciencia que se deshace de ella misma y se agarra, igualmente, a sí, pero esos sí mismos no son tales, sino son efecto de la misma inclinación de la conciencia. La identidad de los momentos no es real o sólo es real conforme a su representabilidad.
El conocimiento no es la conciencia, sino que son una dualidad del fenómeno humano visto filosóficamente. Las relaciones que guarden entre los dos son lo que va a caracterizar el avance del mismo despliegue, su determinación.
La conciencia como salto, que se ve a sí misma, es un espejismo de la actualización del sujeto o síntesis, que se vive en sí, pero que espera la determinación para avanzar.
La conciencia sin determinación es vacía o se agota en ella misma. Una de las cosas que propuse en mi Evidencias era el no contenido, sino todo formas. El contenido puede ser ese acceso privilegiado que sea ruido tras el velo.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
01/06/2007, 09:11
“Las acciones humanas … se dan … en lo que terminan, el acto final”. En mi Sobre la libertad hice mención a Hobbes y su idea de que más allá de nuestras visiones de las acciones estaba la acción misma, final, idea que desarrollaba, pero no en profundidad, en su Libertad y necesidad. Fijarnos en el carácter objetivo de nuestras acciones es una forma de desvincularlas de la voluntad que las ejecutó.
Según Leibniz, las mónadas reflejan todo el universo en sí mismas, son partes del todo y el todo está esencialmente unido con sus partes. Ya Anaximander propuso hace meses, en un tema sobre Leibniz, la interrelación o el mundo como un haz de relaciones de alcance infinitesimal, idea que propuso Leibniz y más tarde Hegel.
La ética, en la conciencia humana, no tiene esa realidad microscópica que no se da más allá de los instrumentos que desarrolla y que pierden fácilmente sentido, cayendo en la miopía que el pragmatismo supone al desvincular sujeto y acción que debiera ser concebido como uno, como en mi La Acción social de Weber.
El conocimiento determinado históricamente en un sentido, pero revisable a través de las posibilidades que da la conciencia, nos acerca, no verdadera, sino realmente, a nuestras intenciones.
Esta especie de dualidad entre conocimiento histórico y lógico es una idea que, ya he comentado, saqué de la Lógica de Hegel. No soy simpatizante de las ideas de ese filósofo, como creo haber dejado claro, pero las teorías son buenas si nos ayudan a conformar una realidad.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
03/06/2007, 06:09
Siendo el sujeto el portador de la conciencia, o la conciencia el portador del sujeto, se confunde consigo misma en el mismo proceso del que se sirve para unificarse. La síntesis es totalizadora y deriva en la identidad de su resultado. La crisis del sujeto con su objeto siempre llega tarde, pero es en ese retraso donde se recupera. El conocimiento así se presenta como el intento trascendental de hacer reversible lo andado.
La acción, como principio de movimiento, es contraria a la identidad, pero, insisto, es la conciencia quien la lleva de vuelta a ella.
La memoria es parte básica de la identidad y la conciencia, pero confunde con su mera presencia.
La identidad se da en su aplicación y se retoma fuera de sí, como conciencia y conocimiento.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
03/06/2007, 06:29
El problema de la identidad, en mi fenomenología, descansa en que no es en sí.
¿Es la conciencia en el mundo o el mundo en la conciencia?. Es la síntesis derivada en identidad que se abre como conciencia. De este modo, la conciencia es condición de la revisibilidad.

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
08/06/2007, 09:33
Las acciones como consecuencias enlazan con la propia condicionalidad en la que derivan, que es la esencia de la conciencia

ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
07/08/2007, 05:50
“La memoria es parte básica de la identidad y la conciencia, pero confunde con su mera presencia”

La confusión que produce se debe, principalmente, a su carácter indeterminado o profundamente complejo. Es importante insistir en la naturaleza por definir de las esencias que son pozos repletos de contenidos supuestos y no claramente definidos.
En la tradición fenomenológica de Husserl o del Heidegger de Ser y tiempo se especula profundamente con estos temas. Si bien, siempre he disfrutado con la lectura de Husserl, con el tiempo he llegado a ver a Heidegger como un modelo de lo que no tenía que ser. A través de la determinación de nuestras complejas elaboraciones conceptuales podremos ver qué podrían dar de sí, pues a veces no son más que complejos trucos verbales o conceptualizaciones oscuras, si no vacías, que entendidas se desinflan y aportan poco. La fortaleza de la determinación científica, creo, viene avalada por su desanclaje ideal en favor de uno real. Esto mismo lo quiso hacer Marx con su interpretación de Hegel.
Es extraño que filósofos tan dispares como Heidegger y Wittgenstein llegasen o fuesen al mismo puerto, aun cuando sus filosofías se me antojan incompatibles. El mapa visionario del espíritu de Heidegger me temo que había asimilado demasiado los peligrosos excesos de Hegel. No tengo fresca la interesante lectura de Ser y Tiempo, mas recuerdo creer estar asistiendo a una majestuosa clase de antropología filosófica, tal y como me la habían enseñado. Por aquel entonces, pensaba que eso era realmente el quehacer filosófico. Recuerdo charlando con mi mujer en un encantador bar de Galapagar y haciendo derroche de los profundos pozos a los que estaba accediendo. ¡Qué metafísica tan bella sugería el Dasein!. Desgraciadamente, o por fortuna, no me volví a interesar por aquel libro en años, cosa que he vuelto a hacer en los últimos dos o tres. Sigo pensando que Heidegger es muy profundo y muy rico, pero es el mejor camino para extraviar a un pensador. Me llama la atención la cantidad de gente que está metida en doctorados y se empapa de esa Biblia filosófica. Aconsejo lo de siempre, tengan paciencia y léanlo,
La fenomenología de Husserl, como yo la interpreté, era entrar en el mundo de las esencias a través de la conciencia. Las posturas de Kant y Hegel, en ese sentido, son contrarias, aun son las que él tomó. Lamentablemente, Husserl vendió el alma al diablo. Lo que el buen Kant quiso hacer para dignificar la filosofía y la metafísica, esos hombres lo tomaron como la excusa para montar una fiesta desenfrenada del espíritu.
No soy un pensador especialmente realista, pero es una de las razones por las que me interesa tanto una disciplina como la sociología. Esa especie de realismo al que me refiero, lo saqué de Kant y Husserl, y no sé si alguien dice que Husserl sea un realista, más bien creo que es un esencialista. El lugar en el que se plasma la intencionalidad de la conciencia, el sitio al que está dirigido, es el mundo en general (también he sostenido una intencionalidad hacia el conocimiento, pero no es más que un particular definido del mundo en general). En este punto, muchos filósofos entrarían en cólera por la falta de fundamento de ese mundo al que nos remitimos. Pensé que el “Pienso luego existo” tenía ciertos problemillas ya aclarados, y se ve que no.
La escuela que se asocia o se conoce como pragmatismo, defiende una postura bien clara: el mundo se nos desenvuelve en las posibilidades que nosotros mismos generamos y a las que atendemos.
El tercer escrito que hice, cuando era oficialmente estudiante de filosofía, lo llamé Nihilismo Aforístico. Entonces, atacaba el lenguaje, la metafísica, el ser y aceptaba, casi a tientas, un radical pragmatismo. Aunque ese escrito lo concebí en un profundo trance filosófico sobre la infinitud, cuando lo recuerdo me doy cuenta de que intuí bastante bien los problemas que suscita el pragmatismo. Por aquel entonces, yo no había leído ni a Dewey ni a Darwin. El argumento del pragmatismo se basa en la función del conocimiento y, a través de la conciencia, queda establecido como categorías de realidad.
Pompilio, que ataca a la antropología y la etnometodologia, y no sé por qué aunque se lo pregunto, debiera entender que el mundo de la ciencia sin ese requisito de realidad como dimensión de alternativas posibles a reducir a conocimiento, sería no sólo fútil, sino vacío. Esa futilidad y vaciedad, o como se ha llegado a ellas, termina, necesariamente, si lo queremos someter a conocimiento, en la categorización. Es interesante comentar que esas categorías se pueden plantear como no claras y distintas, pero a su vez claras y distintas.
Su crítica a Marx y a las comentadas disciplinas suele ir acompañada de términos como acientífico, irracional o relativista. Pero ya he sostenido que todas las síntesis son irracionales. Es la síntesis del pragmatismo la que la propone como racional, aun sin serlo. Remito de nuevo a Pompilio a que reconsidere a Marx, aun cuando los dos tenemos grandes diferencias con él