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Ver la versión completa : Violencia urbana



Pompilio Zigrino
15/05/2007, 17:50
La violencia urbana, como todo hecho sociológico, es un efecto que tiene causas que lo producen y lo favorecen. Como siempre, reconocemos en las ideas y creencias predominantes en la sociedad la causa principal de todos los hechos que acontecen.

Para muchos, la causa principal radica en el marginamiento social, o la desigualdad social, que favorece el surgimiento de la violencia en los menos favorecidos económicamente. De ahí que el delincuente es considerado como una víctima previa de la sociedad y el ciudadano común termina siendo el mayor culpable por esa situación. Jorge Bosch escribió: “Uno de los argumentos favoritos de los ideólogos de la desestructuración en el ámbito de la justicia, consiste en afirmar que el delincuente no es el verdadero culpable, sino que siempre hay alguien detrás de él, alguien más poderoso y en consecuencia perteneciente a clases sociales más altas, y además detrás de este hay otro, y finalmente se llega a la estructura social propiamente dicha. Así, la culpabilidad del delincuente se diluye en el océano de un orden social supuestamente injusto” (De “Cultura y contracultura” – Emecé)

Esta postura surge en quienes consideran que el factor económico determina completamente al individuo, quien, además, sólo actuaría por influencia del medio social. Justifican de esa forma a la violencia, a la que consideran como una justa venganza contra ese medio. Sin embargo, sabemos que hay personas de limitados recursos económicos que poseen altos valores éticos e incluso aceptables niveles intelectuales. Alentar la violencia en la gente de menos recursos implica degradarlos e intentar marginarlos totalmente de la sociedad, aunque se culpe a otros sectores por esa situación. Mientras que en los países avanzados se cita como ejemplo al gerente de una empresa quien comenzó a trabajar en los puestos menos jerárquicos, en la Argentina se supone que el que nació pobre, ha de seguir siéndolo durante toda la vida, excepto que se haga delincuente o participe en la “revolución socialista”.

Cuando el ciudadano común pide “mano dura”, por lo general no espera una venganza hacia el delincuente, sino que busca que sea separado de la sociedad para que no constituya un peligro para los demás. Jorge Bosch escribió: “En uno de los momentos en que la gente se sentía más insegura por los estragos de la ola delictiva, los diarios publicaron declaraciones de un Premio Nobel de la Paz según las cuales la policía estaba actuando con exceso de rigor, lo que se veía ejemplificado –según aquellas declaraciones- por el elevado número de delincuentes muertos en enfrentamientos con la fuerza de seguridad”.

Muchos son los que lamentan más la muerte de un delincuente que la de un policía, o incluso sienten cierto beneplácito cuando muere un habitante común, víctima de un hecho delictivo, especialmente si se trata de alguien con aceptables recursos materiales. También desde la justicia se apoya a los delincuentes, ya que se ha establecido que el policía, o el habitante común, sólo puede actuar legalmente si lo hace en defensa propia, luego de que la iniciativa la tome el delincuente. Esta ventaja otorgada a los “marginados por la sociedad” ha favorecido notablemente el accionar delictivo. Hay quienes afirman que tales leyes han sido establecidas para debilitar el accionar policial favoreciendo un posible rebrote subversivo similar al de épocas pasadas.

El delincuente juvenil se va formando de a poco, en una sociedad en que a los adolescentes se les inculca hacer respetar sus derechos, pero pocas veces se les pide cumplir con sus deberes, que son generalmente los derechos de los demás. La precocidad para los vicios y para el libertinaje es por todos conocida, sin embargo, cuando se trata de un hecho delictivo, la ley los ampara a través de la “inimputabilidad de los menores de edad” por los delitos cometidos. En lugar de hacerlos imputables, para su propio beneficio, para que no sigan delinquiendo y marginándose cada vez más de la sociedad, la ley favorece ese accionar.

Mientras que el policía debe dar una “ventaja” al delincuente común, en el caso del menor que delinque se le hace casi prohibitivo su accionar, ya que cualquier exceso, o incluso una falsa denuncia, puede costarle la pérdida de su empleo. Ello ha llevado a la inefectividad casi total de la policía. Jorge Bosch escribió: “Llamo contrajusticia al conjunto de normas legales, procedimientos y actuaciones que, bajo apariencia de un espíritu progresista interesado en tratar humanitariamente a los delincuentes, conduce de hecho a la sociedad a un estado de indefensión y propicia de este modo un trato antihumanitario a las personas inocentes. Muchas veces este «humanitarismo» protector de la delincuencia es una expresión de frivolidad: «queda bien» hacer gala de humanitarismo y de preocupación por los marginados que delinquen, sin mostrar el mismo celo en la defensa de las víctimas y sin siquiera preocuparse por reflexionar seriamente y profundamente sobre el tema”.

La delincuencia también se ve favorecida por los medios masivos de comunicación cuando legitiman la burla y la grosería, que terminan siendo otro factor de marginamiento social. No sólo los asesinatos son cometidos junto con asaltos y robos, sino que existe un gran porcentaje de crímenes entre personas conocidas, hechos derivados casi siempre del trato irrespetuoso entre seres humanos, que afecta también al que posee un aceptable nivel económico.

A los alumnos secundarios se les permite actitudes caprichosas y exigentes, por ello no es extraña la ocurrencia de casos como el de un docente, cuya firma fue falsificada por un alumno, y que fue culpado del hecho por el directivo de la escuela quien adujo que el “buen alumno” tuvo que actuar de esa forma por alguna deficiencia del docente. Presionado a renunciar ante tal bajeza, el docente tuvo que soportar faltas de respeto de algunos alumnos dentro y fuera del ámbito escolar ante el tácito apoyo del directivo mencionado. (Caso ocurrido en la Escuela G. del Mazo, de Mendoza).

La demagogia es el efecto que surge de la actitud del que quiere congraciarse con el menos favorecido tratando de defenderlo de su “enemigo”. Esta actitud no sólo crea divisiones y antagonismos, sino que remarca la incapacidad del “protegido” y debilita sus fuerzas para la posterior adaptación al medio social.

La contracultura, amparada por el relativismo cultural y por el relativismo moral, ejercida a través de la demagogia, en sus distintas formas, está llevando a la sociedad hacia la masificación y la violencia. Desde la política, los medios de comunicación, la educación y la justicia se trata de mostrar un verdadero interés por la sociedad. Sin embargo, se actúa como el padre irresponsable que se pone violento ante los docentes de sus hijos, ante el mínimo motivo, para mostrarles a éstos que se interesa mucho por ellos, cuando en realidad trata de disfrazar un profundo desinterés por lo que les habrá de suceder en sus vidas. La hipocresía es lo que predomina en estos casos.

www.geocities.com/pompiliozigrino

Mircko
15/05/2007, 18:02
.....¿sólo la hipocresía?
El interés personal ¿se considera egoísmo?
Saludos.

Pompilio Zigrino
17/05/2007, 09:36
El interés personal no es egoísmo si no atenta contra los intereses de los demás.

Flavio Vespaciano
18/05/2007, 19:49
El problema de la violencia urbana es bastante serio en la Argentina. Supongo que también en otros países.

Flavio Vespaciano
18/06/2007, 20:01
En la TV Argentina se mostraba el caso de un adolescente de unos 13 años que realizó un asalto a mano armada y fue liberado al poco tiempo por ser menor de edad. Lleva unos 14 ilícitos y tiene a los vecinos aterrorizados, pero se ve que están esperando a que mate a alguien para encerrarlo, al menos por un tiempo.

MackSwain
22/06/2007, 01:13
Es un tema altamente complicado, no hay una causa única de la violencia urbana.
No se a que corriente adhiere Bosch, pero hay infinidad de corrientes criminológicas y sociológicas que buscan las causas y ninguna la ha encontrado.
Todas coinciden en un facto común que es la problemática social, a mejores condiciones de vida, menos violencia. Pero es lógico que no es la única solución. Por ejemplo, en países del primer mundo, altamente industrializados como EEUU o Reino Unido, los índice de violencia son altos en comparación con el resto. En Argentina por ejemplo, hay mayor tasa de homicidio en una Provincia como La Pampa que en la Provincia de Buenos Aires que es la más poblada e industrializada.
En los últimos años, se utiliza el método sociológico para medir los niveles de violencia, no es del todo efectivo pero da una muestra que se acerca bastante a la realidad, incluso con la cifra negra.
El caso del delincuente juvenil es particular, si bien es violencia, es más complejo, en Argentina aún subsiste el viejo sistema tutelar, ya obsoleto que no sirve para nada, los reformatorios son fábricas de delincuentes, y sin bien hay proyectos para el paso al sistema integral, estos se ven truncados por los intereses económico que hay de fondo.
Otro factor que el texto no incluye, es la influencia de los medios de comunicación, que no es de menor importancia, más cuando se persiguen fines económicos (que es en la totalidad de los casos) y solo se muestra “sangre” creando o favoreciendo en el común de la sociedad, la sensación de inseguridad, que nunca va de la mano con la inseguridad real.

Pompilio Zigrino
22/06/2007, 20:01
Interesante su opinión. Jorge Bosch es un matemático dedicado a la docencia y a la investigación.

Es verdad que hay muchas causas, pero, si eliminamos el apoyo tácito que se le está dando, mejoraremos la sociedad.