jorgesalaz
24/03/2007, 02:42
Un tipo estaba cortándose el pelo en una peluquería días antes de hacer un viaje a Roma. Le mencionó el viaje al peluquero, y éste le dijo:
- ¿A Roma? ¿Por qué alguien querría ir a Roma? Siempre está lleno de italianos que apestan. Estás loco si vas Roma. ¿Y en que te vas a ir?
- Voy por Alitalia -respondió el tipo. Aprovechamos una gran oferta.
- ¿Por Alitalia? -exclamó el peluquero. ¡Esa porquería de aerolínea! Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?
- Vamos a estar en el Hotel International Marriot.
- ¿Esa porquería de hotel? Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad. ¡Las piezas son chicas, el servicio es malo y encima son careros! ¿Y que vas a hacer cuando estés por allí?
- Voy a ir al Vaticano y espero ver al Papa.
- ¡Esa sí que está buena! -se rió el peluquero. Tú y un millón de personas más tratando de verlo. ¡Se va a ver del tamaño de una hormiga! Pero, de todas maneras te deseo mucha suerte en tu viaje. La vas a necesitar.
Pasó un mes y el tipo volvió por su corte de pelo regular. El peluquero le preguntó acerca de su viaje a Roma:
- Fue maravilloso -contestó el tipo. No solamente llegamos a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia, sino que estaba sobrevendido y nos pasaron a primera clase. La comida y el vino estuvieron deliciosos y tuvimos una azafata preciosa que nos atendió como a los dioses. Y el hotel: fue fantástico. Recién habían terminado un trabajo de remodelacion de 25 millones de euros y ahora dicen que es el mejor hotel de Europa. Ellos también estaban sobrevendidos, de manera que se disculparon hospedándonos en la suite presidencial. ¡¡Sin cargos extra!!
- Bueno, -exclamó sin mucho entusiasmo el peluquero- pero supongo que no pudiste ver al Papa.
- La verdad es que fuimos muy afortunados, porque mientras paseaba en el Vaticano un guardia suizo me dió unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para llevarme a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos recibiría. Cinco minutos mas tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi mano. ¡Incluso me dirigió algunas palabras!
- ¿De veras? -dijo el peluquero conmovido. ¿Y qué te dijo?
- Me dijo: Hijo mío, ¿dónde demonios te cortaron el pelo de esta manera?
- ¿A Roma? ¿Por qué alguien querría ir a Roma? Siempre está lleno de italianos que apestan. Estás loco si vas Roma. ¿Y en que te vas a ir?
- Voy por Alitalia -respondió el tipo. Aprovechamos una gran oferta.
- ¿Por Alitalia? -exclamó el peluquero. ¡Esa porquería de aerolínea! Sus aviones son viejos, sus azafatas feas y siempre llegan tarde. ¿Y dónde te vas a quedar en Roma?
- Vamos a estar en el Hotel International Marriot.
- ¿Esa porquería de hotel? Todo el mundo sabe que es el peor hotel de la ciudad. ¡Las piezas son chicas, el servicio es malo y encima son careros! ¿Y que vas a hacer cuando estés por allí?
- Voy a ir al Vaticano y espero ver al Papa.
- ¡Esa sí que está buena! -se rió el peluquero. Tú y un millón de personas más tratando de verlo. ¡Se va a ver del tamaño de una hormiga! Pero, de todas maneras te deseo mucha suerte en tu viaje. La vas a necesitar.
Pasó un mes y el tipo volvió por su corte de pelo regular. El peluquero le preguntó acerca de su viaje a Roma:
- Fue maravilloso -contestó el tipo. No solamente llegamos a tiempo en uno de los aviones nuevos de Alitalia, sino que estaba sobrevendido y nos pasaron a primera clase. La comida y el vino estuvieron deliciosos y tuvimos una azafata preciosa que nos atendió como a los dioses. Y el hotel: fue fantástico. Recién habían terminado un trabajo de remodelacion de 25 millones de euros y ahora dicen que es el mejor hotel de Europa. Ellos también estaban sobrevendidos, de manera que se disculparon hospedándonos en la suite presidencial. ¡¡Sin cargos extra!!
- Bueno, -exclamó sin mucho entusiasmo el peluquero- pero supongo que no pudiste ver al Papa.
- La verdad es que fuimos muy afortunados, porque mientras paseaba en el Vaticano un guardia suizo me dió unos golpecitos en el hombro y me explicó que al Papa le gusta conocer personalmente a algunos visitantes. Me invitó cordialmente a seguirlo para llevarme a las habitaciones privadas del Santo Padre, donde en persona nos recibiría. Cinco minutos mas tarde, el Papa entró por la puerta y estrechó mi mano. ¡Incluso me dirigió algunas palabras!
- ¿De veras? -dijo el peluquero conmovido. ¿Y qué te dijo?
- Me dijo: Hijo mío, ¿dónde demonios te cortaron el pelo de esta manera?