apostolvs
16/03/2007, 10:05
Hace 150 años, en 1846, Nuestra Señora se apareció a dos pastorcillos franceses en La Salette y les comunicó un mensaje en el que se relataba como serían los tiempos finales, los que precederían al retorno de Jesucristo a la Tierra.
Ahora, en el 2007, ya disponemos de perspectiva temporal suficiente para valorar si las predicciones se han cumplido o no.
Publico el mensaje más abajo, pero de entre todas las predicciones, destaco una muy actual. La Virgen María afirmó que justo antes del reino del anticristo CAMBIARÍAN LAS ESTACIONES. Y esto nadie duda que es ya un hecho. Está científicamente demostrado que ya tenemos tres semanas de calor más al año. Y el calor no dejará de aumentar en el futuro a causa del efecto invernadero.
Aparte de ésta, se habla de varias guerras globales, de enfermedades contagiosas, de la apostasía generalizada y del nacimiento del anticristo.
Que cada quien saque sus propias conclusiones.
La Santísima Virgen María a Melania:
Melanie, lo que voy a decirte ahora no será siempre un secreto; puedes hacerlo público en 1858.
Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por sus vidas malvadas, por sus irreverencias y su impiedad en la celebración de los santos misterios, por su amor al dinero, su amor a los honores y los placeres, los sacerdotes se han convertido en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes están pidiendo venganza, y la venganza está suspendida sobre sobre sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y de las personas consagradas a Dios, que por sus infidelidades y su vida malvada están crucificando de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no queda nadie para implorar misericordia y perdón para la gente; no hay más almas generosas, no queda nadie digno de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno por el bien del mundo.
Dios sobrevendrá de un modo sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios derramará Su ira sobre ellos, y nadie podrá escapar a tantas aflicciones juntas. Los jefes, los guías del pueblo de Dios han desdeñado la oración y la penitencia, y el demonio les ha ofuscado la inteligencia; se han transformado en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la vieja serpiente sembrar la división entre los reinantes, en todas las sociedades y en todas las familias, donde se padecerán males físicos y morales: Dios abandonará a los hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de 35 años.
La sociedad está en vísperas de los más terribles y más grandes acontecimientos; debe aguardar ser gobernada por una barra de hierro y beber el cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no salga más de Roma después del año 1859; pero que sea firme y generoso, que luche con las armas de la fe y del amor, Yo estaré con él. Que esté en guardia contra Napoleón. Tiene dos caras, y cuando quiera ser a la vez Papa y Emperador, Dios pronto se apartará de él; es el águila que, queriendo siempre elevarse, caerá sobre la espada de la que deseaba valerse para forzar a la gente a hacerle ascender.
Italia será castigada por su ambición de sacudirse del yugo del Señor de los Señores; así, será abandonada a luchar una guerra; la sangre fluirá por todas partes; las iglesias serán cerradas o profanadas. Se dará caza a los sacerdotes y a los religiosos; se les hará morir, y morir de una muerte cruel. Algunos abandonarán la fe, y será grande el número de sacerdotes y de religiosos que se apartarán de la verdadera religión; entre esas personas habrá incluso obispos.
Que el Papa esté en guardia contra los hacedores de milagros, porque ha llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar sobre la tierra y en los aires.
En el año 1864, Lucifer junto con un gran número de demonios serán desatados desde el infierno; poco a poco abolirán la fe, incluso para las personas consagradas a Dios; los cegarán de tal manera que, salvo el caso de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de los ángeles malignos; algunas casas religiosas perderán totalmente la fe y perderán muchas almas.
Los malos libros abundarán sobre la tierra y los espíritus de las tinieblas difundirán por todas partes un relajamiento universal para todo lo que se relacione con el servicio de Dios; éstos adquirirán un enorme poder sobre la naturaleza; habrá iglesias construidas para servir a esos espíritus. Algunas personas serán transportadas de un lugar a otro por esos espíritus malignos, incluso sacerdotes, porque ellos no habrán sido guiados por el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, caridad y celo por la gloria de Dios. Se hará resucitar a muertos y a justos. (es decir, que esos muertos tomarán la imagen de las almas justas que habían vivido sobre la Tierra, con el fin de seducir mejor a los hombres; esos presuntos muertos resucitados, que no serán otra cosa que el demonio adquiriendo sus apariencias, predicarán otro evengelio contrario al del verdadero Jesucristo, negando la existencia del Cielo, o sea las almas de los condenados. Todas esas almas parecerán como unidas a sus cuerpos)
Habrá en todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz ilumina el mundo.
¡Ay de los príncipes de la Iglesia que sólo se ocupan de acumular riquezas sobre riquezas, de salvaguardar su autoridad y de dominar con orgullo!
El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque durante un tiempo la Iglesia será víctima de grandes persecuciones; será ese el tiempo de las tinieblas; la Iglesia pasará por una horrorosa crisis. La Santa Fe de Dios será olvidada, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Los poderes civiles y eclesiásticos serán abolidos, todo orden y toda justicia serán pisoteados; no se verán más que homicidios, odio, envidia, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia.
El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin, para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán varias veces contra su vida sin poder hacerle daño y acortar sus días; pero ni él ni su sucesor, que no reinará largo tiempo, verán el triunfo de la Iglesia de Dios.
Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo designio, que será el de abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. En el año 1865 se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se erigirá en rey de los corazones. Que los que se hallan a la cabeza de las comunidades religiosas presten atención a las personas que deben recibir, porque el demonio empleará toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, porque los desórdenes y la pasión por los placeres carnales serán difundidos por toda la tierra.
Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; los franceses lucharrán contra franceses, italianos contra italianos; a continuación habrá una guerra general que será espantosa. Durante un tiempo Dios no se acordará de Francia e Italia, porque el Evangelio de Jesucristo será ignorado. Los malvados desplegarán toda su malicia; los hombres se matarán y se masacrarán unos a otros incluso en sus casas. Al primer golpe de Su espada fulminate, las montañas y la tierra entera temblarán de pavor, por los desordenes y los crimenes de los hombres que perforan la bóveda de los cielos. París será quemada y Marsella sepultada; algunas grandes ciudades serán agitadas y sepultadas por terremotos; la gente creerá que todo está perdido; no se verá mas que homicidios, no se oirá más que ruido de armas y blasfemias.
Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas ascenderán hasta el Cielo, y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y buscará mi ayuda y mi interseción. Entonces Jesucristo, por un acto de Su justicia y de Su gran misericordia por los justos, ordenará a sus ángeles que den muerte a todos sus enemigos. De pronto, los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres entregados al pecado perecerán y la tierra se hará como un desierto.
Ahora, en el 2007, ya disponemos de perspectiva temporal suficiente para valorar si las predicciones se han cumplido o no.
Publico el mensaje más abajo, pero de entre todas las predicciones, destaco una muy actual. La Virgen María afirmó que justo antes del reino del anticristo CAMBIARÍAN LAS ESTACIONES. Y esto nadie duda que es ya un hecho. Está científicamente demostrado que ya tenemos tres semanas de calor más al año. Y el calor no dejará de aumentar en el futuro a causa del efecto invernadero.
Aparte de ésta, se habla de varias guerras globales, de enfermedades contagiosas, de la apostasía generalizada y del nacimiento del anticristo.
Que cada quien saque sus propias conclusiones.
La Santísima Virgen María a Melania:
Melanie, lo que voy a decirte ahora no será siempre un secreto; puedes hacerlo público en 1858.
Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, los sacerdotes, por sus vidas malvadas, por sus irreverencias y su impiedad en la celebración de los santos misterios, por su amor al dinero, su amor a los honores y los placeres, los sacerdotes se han convertido en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes están pidiendo venganza, y la venganza está suspendida sobre sobre sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y de las personas consagradas a Dios, que por sus infidelidades y su vida malvada están crucificando de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al Cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a sus puertas, pues no queda nadie para implorar misericordia y perdón para la gente; no hay más almas generosas, no queda nadie digno de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno por el bien del mundo.
Dios sobrevendrá de un modo sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios derramará Su ira sobre ellos, y nadie podrá escapar a tantas aflicciones juntas. Los jefes, los guías del pueblo de Dios han desdeñado la oración y la penitencia, y el demonio les ha ofuscado la inteligencia; se han transformado en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la vieja serpiente sembrar la división entre los reinantes, en todas las sociedades y en todas las familias, donde se padecerán males físicos y morales: Dios abandonará a los hombres a sí mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de 35 años.
La sociedad está en vísperas de los más terribles y más grandes acontecimientos; debe aguardar ser gobernada por una barra de hierro y beber el cáliz de la cólera de Dios. Que el Vicario de mi Hijo, el Soberano Pontífice Pío IX, no salga más de Roma después del año 1859; pero que sea firme y generoso, que luche con las armas de la fe y del amor, Yo estaré con él. Que esté en guardia contra Napoleón. Tiene dos caras, y cuando quiera ser a la vez Papa y Emperador, Dios pronto se apartará de él; es el águila que, queriendo siempre elevarse, caerá sobre la espada de la que deseaba valerse para forzar a la gente a hacerle ascender.
Italia será castigada por su ambición de sacudirse del yugo del Señor de los Señores; así, será abandonada a luchar una guerra; la sangre fluirá por todas partes; las iglesias serán cerradas o profanadas. Se dará caza a los sacerdotes y a los religiosos; se les hará morir, y morir de una muerte cruel. Algunos abandonarán la fe, y será grande el número de sacerdotes y de religiosos que se apartarán de la verdadera religión; entre esas personas habrá incluso obispos.
Que el Papa esté en guardia contra los hacedores de milagros, porque ha llegado el tiempo en que los prodigios más asombrosos tendrán lugar sobre la tierra y en los aires.
En el año 1864, Lucifer junto con un gran número de demonios serán desatados desde el infierno; poco a poco abolirán la fe, incluso para las personas consagradas a Dios; los cegarán de tal manera que, salvo el caso de una gracia particular, esas personas tomarán el espíritu de los ángeles malignos; algunas casas religiosas perderán totalmente la fe y perderán muchas almas.
Los malos libros abundarán sobre la tierra y los espíritus de las tinieblas difundirán por todas partes un relajamiento universal para todo lo que se relacione con el servicio de Dios; éstos adquirirán un enorme poder sobre la naturaleza; habrá iglesias construidas para servir a esos espíritus. Algunas personas serán transportadas de un lugar a otro por esos espíritus malignos, incluso sacerdotes, porque ellos no habrán sido guiados por el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, caridad y celo por la gloria de Dios. Se hará resucitar a muertos y a justos. (es decir, que esos muertos tomarán la imagen de las almas justas que habían vivido sobre la Tierra, con el fin de seducir mejor a los hombres; esos presuntos muertos resucitados, que no serán otra cosa que el demonio adquiriendo sus apariencias, predicarán otro evengelio contrario al del verdadero Jesucristo, negando la existencia del Cielo, o sea las almas de los condenados. Todas esas almas parecerán como unidas a sus cuerpos)
Habrá en todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz ilumina el mundo.
¡Ay de los príncipes de la Iglesia que sólo se ocupan de acumular riquezas sobre riquezas, de salvaguardar su autoridad y de dominar con orgullo!
El Vicario de mi Hijo tendrá mucho que sufrir, porque durante un tiempo la Iglesia será víctima de grandes persecuciones; será ese el tiempo de las tinieblas; la Iglesia pasará por una horrorosa crisis. La Santa Fe de Dios será olvidada, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. Los poderes civiles y eclesiásticos serán abolidos, todo orden y toda justicia serán pisoteados; no se verán más que homicidios, odio, envidia, mentira y discordia, sin amor por la patria ni por la familia.
El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin, para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán varias veces contra su vida sin poder hacerle daño y acortar sus días; pero ni él ni su sucesor, que no reinará largo tiempo, verán el triunfo de la Iglesia de Dios.
Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo designio, que será el de abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios. En el año 1865 se verá la abominación en los lugares santos; en los conventos, las flores de la Iglesia se pudrirán y el demonio se erigirá en rey de los corazones. Que los que se hallan a la cabeza de las comunidades religiosas presten atención a las personas que deben recibir, porque el demonio empleará toda su malicia para introducir en las órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, porque los desórdenes y la pasión por los placeres carnales serán difundidos por toda la tierra.
Francia, Italia, España e Inglaterra estarán en guerra; la sangre correrá por las calles; los franceses lucharrán contra franceses, italianos contra italianos; a continuación habrá una guerra general que será espantosa. Durante un tiempo Dios no se acordará de Francia e Italia, porque el Evangelio de Jesucristo será ignorado. Los malvados desplegarán toda su malicia; los hombres se matarán y se masacrarán unos a otros incluso en sus casas. Al primer golpe de Su espada fulminate, las montañas y la tierra entera temblarán de pavor, por los desordenes y los crimenes de los hombres que perforan la bóveda de los cielos. París será quemada y Marsella sepultada; algunas grandes ciudades serán agitadas y sepultadas por terremotos; la gente creerá que todo está perdido; no se verá mas que homicidios, no se oirá más que ruido de armas y blasfemias.
Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas ascenderán hasta el Cielo, y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia, y buscará mi ayuda y mi interseción. Entonces Jesucristo, por un acto de Su justicia y de Su gran misericordia por los justos, ordenará a sus ángeles que den muerte a todos sus enemigos. De pronto, los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres entregados al pecado perecerán y la tierra se hará como un desierto.