karlacris
09/03/2007, 15:36
Hoy releí las palabras que en algún momento escribiste, y las que yo te escribí. Recorrí el ir y venir de los mensajes que llevaban nuestro sentir en sus alas.
Sé que fueron reales, que tuvieron significado profundo… están ahí para validar momento a momento lo que vivimos, para demostrarme que no fue un dulce sueño o un espejismo producto de mi imaginación. Fue real, tan real como mi corazón palpitante.
Sin embargo hay preguntas suspendidas en el aire: ¿qué se hizo todo ese sentimiento? ¿dónde está? Y a lo mejor no deben ser contestadas…
Me salgo voluntariamente de esta lectura, porque no la soporto, porque los recuerdos son demasiados, porque la nostalgia me invade, porque la añoranza me atraganta.
Me refugio en otras lecturas y divagando, divagando tropiezo con esta pregunta hecha a un pleno virtual “¿El amor muere?”, y una tras otra las respuestas se suceden, diversas opiniones pero un mismo sentir: que el amor palidece, languidece y finalmente muere.
Y es entonces cuando siento a mi alma y corazón en el banquillo de los acusados y les confronto con dureza al reclamarles porqué el mío no ha muerto, que porqué se mantiene incólume, que porqué lo siento, que porqué me hace extrañar, que porqué me hace temblar, que porqué me hace llorar por las madrugadas cuando no hay nadie alrededor que sienta, que extrañe, que tiemble y que llore por mi ausencia! ¡¡Nadie!!
Les pregunto que porqué no lo dejan morir, les explico que así como nació merece morir y ser enterrado en lo más profundo de mi ser, porque no existe el amor circular, aquel amor en el que el principio y el final se unen de tal forma que se confunden haciendo un continuo imperecedero. Les explico que eso simplemente no existe: todo tiene un principio y un final, que lo digo yo, que lo dicen todos…
Pero mi corazón y mi alma no comprenden mis lógicas razones y me explican, una vez más, que el amor permanece a pesar del dolor, a pesar de ser rechazado y despreciado antes de diluirse en las brumas del recuerdo, que todo es un proceso, a veces rápido, a veces lento. Y que mi amor está destinado a permanecer por un tiempo, mientras conserve tus besos en el recuerdo de mis labios, tus caricias en el registro de mi piel y tus miradas en mis pupilas.
Se levantan y se retiran dejando el interrogatorio atrás… Y mientras se alzan reflexiono que, dentro de todo, mi amor sigue siendo verdadero, tan verdadero como el día en el que descubrí que me enamoré…
(San Salvador, viernes 2 de marzo de 2007, 11:30 pm)
Sé que fueron reales, que tuvieron significado profundo… están ahí para validar momento a momento lo que vivimos, para demostrarme que no fue un dulce sueño o un espejismo producto de mi imaginación. Fue real, tan real como mi corazón palpitante.
Sin embargo hay preguntas suspendidas en el aire: ¿qué se hizo todo ese sentimiento? ¿dónde está? Y a lo mejor no deben ser contestadas…
Me salgo voluntariamente de esta lectura, porque no la soporto, porque los recuerdos son demasiados, porque la nostalgia me invade, porque la añoranza me atraganta.
Me refugio en otras lecturas y divagando, divagando tropiezo con esta pregunta hecha a un pleno virtual “¿El amor muere?”, y una tras otra las respuestas se suceden, diversas opiniones pero un mismo sentir: que el amor palidece, languidece y finalmente muere.
Y es entonces cuando siento a mi alma y corazón en el banquillo de los acusados y les confronto con dureza al reclamarles porqué el mío no ha muerto, que porqué se mantiene incólume, que porqué lo siento, que porqué me hace extrañar, que porqué me hace temblar, que porqué me hace llorar por las madrugadas cuando no hay nadie alrededor que sienta, que extrañe, que tiemble y que llore por mi ausencia! ¡¡Nadie!!
Les pregunto que porqué no lo dejan morir, les explico que así como nació merece morir y ser enterrado en lo más profundo de mi ser, porque no existe el amor circular, aquel amor en el que el principio y el final se unen de tal forma que se confunden haciendo un continuo imperecedero. Les explico que eso simplemente no existe: todo tiene un principio y un final, que lo digo yo, que lo dicen todos…
Pero mi corazón y mi alma no comprenden mis lógicas razones y me explican, una vez más, que el amor permanece a pesar del dolor, a pesar de ser rechazado y despreciado antes de diluirse en las brumas del recuerdo, que todo es un proceso, a veces rápido, a veces lento. Y que mi amor está destinado a permanecer por un tiempo, mientras conserve tus besos en el recuerdo de mis labios, tus caricias en el registro de mi piel y tus miradas en mis pupilas.
Se levantan y se retiran dejando el interrogatorio atrás… Y mientras se alzan reflexiono que, dentro de todo, mi amor sigue siendo verdadero, tan verdadero como el día en el que descubrí que me enamoré…
(San Salvador, viernes 2 de marzo de 2007, 11:30 pm)