jorgesalaz
20/02/2007, 11:53
Según antiguas crónicas —que por veraces son ahora llamadas “apócrifas”— Eva se presentó un día ante el Creador. Le dijo: “Señor: has sido un Padre bueno y generoso. Hiciste para mí este hermosísimo edén, jardín de todas las delicias en el que no falta nada y todo sobra, pues corren por él ríos de leche y miel, y es abundante en frutos de la tierra. También me diste la buena compañía de todos estos maravillosos animales: aves que surcan el aire con su grácil vuelo; peces que nadan en la corriente de los ríos y en la callada inmensidad del mar; bestias de gran tamaño que caminan, majestuosas, y bestezuelas mínimas que saltan graciosamente o se arrastran con mansa lentitud por la espaciosa vastedad del mundo. Mi corazón debería estar contento en este perfecto paraíso. Sin embargo, Señor, tengo un deseo insatisfecho. Mal hago, bien lo sé, en turbar el sosiego de tu eternidad con esta nadería. Pero, Padre: me hiciste ser mujer. Debes tolerar de vez en cuando algún capricho mío”.
“Vamos, vamos —respondió el Augusto con tono paternal—. Eres mi hija, y no hay padre que se pueda resistir a los deseos de una hija suya que le da su amor. Dime: ¿qué es lo que quieres? ¿Cuál es esa ansia insatisfecha?”.
“Señor —contestó Eva—. Todos los frutos hiciste para mí, menos uno: la manzana. Quizá por eso tengo antojo de manzana”. “Caramba, Eva —se rascó la divina cabeza el Creador—. ¡En qué aprieto me pones! Claro que puedo hacer para ti un árbol de manzanas. Pero, por razones que no puedo explicarte ahora, si comes de él sobrevendrán consecuencias”.
“¿Como cuáles?” —se inquietó la mujer.
“Bueno —respondió el Padre—, por principio de cuentas tendré que hacer al hombre”.
“¿El hombre? —preguntó Eva intrigada—. ¿Qué es el hombre?”.
Contestó el Señor: “Es una criatura un poco rara. Ya lo conocerás. Se cree el rey del mundo. Tiene tendencias agresivas, un ego monumental; es vanidoso y dado a disfrazar su debilidad con actitudes arrogantes. Además tendrá una incapacidad natural para entenderte, y nunca sabrá apreciarte en lo que vales. Aunque lo atraigas y no pueda vivir sin tu presencia sentirá temor de ti, pues en el fondo conoce tu superioridad, y eso lo llevará a cometer abusos e injusticias en su relación contigo, que no siempre será sencilla y grata.
“Te hará pasar algunos malos ratos, y siempre tendrás que estarlo guiando —sin que él se dé cuenta— para que sus defectos no te causen daño o lo hagan a tus hijos. En compensación, el hombre será más grande y más fuerte que su compañera; podrá hacer en la casa algunas tareas difíciles para la mujer, como levantar cajas pesadas o sacar un ratón de la cocina. Será mejor que tú en cosas que no sirven para nada, por ejemplo darle patadas a una pelota o contar chistes. Y otra cosa: a veces te hará pasar algunos buenos ratos en la cama”.
“No suena mal —ponderó Eva—. Está bien, Señor: si para cumplir mi antojo de comerme una manzana tengo que soportar al hombre toda la vida, venga el hombre”.
“Todavía hay otra condición” —añadió el Padre.
“¿Cuál es?” —preguntó Eva.
Y contestó el Señor: “Como el hombre es tan vanidosillo tendrás que dejar que crea que lo hice primero a él”...
Por Armando Fuentes Aguirre "Catón". Diario de Yucatán. México
“Vamos, vamos —respondió el Augusto con tono paternal—. Eres mi hija, y no hay padre que se pueda resistir a los deseos de una hija suya que le da su amor. Dime: ¿qué es lo que quieres? ¿Cuál es esa ansia insatisfecha?”.
“Señor —contestó Eva—. Todos los frutos hiciste para mí, menos uno: la manzana. Quizá por eso tengo antojo de manzana”. “Caramba, Eva —se rascó la divina cabeza el Creador—. ¡En qué aprieto me pones! Claro que puedo hacer para ti un árbol de manzanas. Pero, por razones que no puedo explicarte ahora, si comes de él sobrevendrán consecuencias”.
“¿Como cuáles?” —se inquietó la mujer.
“Bueno —respondió el Padre—, por principio de cuentas tendré que hacer al hombre”.
“¿El hombre? —preguntó Eva intrigada—. ¿Qué es el hombre?”.
Contestó el Señor: “Es una criatura un poco rara. Ya lo conocerás. Se cree el rey del mundo. Tiene tendencias agresivas, un ego monumental; es vanidoso y dado a disfrazar su debilidad con actitudes arrogantes. Además tendrá una incapacidad natural para entenderte, y nunca sabrá apreciarte en lo que vales. Aunque lo atraigas y no pueda vivir sin tu presencia sentirá temor de ti, pues en el fondo conoce tu superioridad, y eso lo llevará a cometer abusos e injusticias en su relación contigo, que no siempre será sencilla y grata.
“Te hará pasar algunos malos ratos, y siempre tendrás que estarlo guiando —sin que él se dé cuenta— para que sus defectos no te causen daño o lo hagan a tus hijos. En compensación, el hombre será más grande y más fuerte que su compañera; podrá hacer en la casa algunas tareas difíciles para la mujer, como levantar cajas pesadas o sacar un ratón de la cocina. Será mejor que tú en cosas que no sirven para nada, por ejemplo darle patadas a una pelota o contar chistes. Y otra cosa: a veces te hará pasar algunos buenos ratos en la cama”.
“No suena mal —ponderó Eva—. Está bien, Señor: si para cumplir mi antojo de comerme una manzana tengo que soportar al hombre toda la vida, venga el hombre”.
“Todavía hay otra condición” —añadió el Padre.
“¿Cuál es?” —preguntó Eva.
Y contestó el Señor: “Como el hombre es tan vanidosillo tendrás que dejar que crea que lo hice primero a él”...
Por Armando Fuentes Aguirre "Catón". Diario de Yucatán. México