ALBERTO RODRIGUEZ-SEDANO
12/02/2007, 08:40
Han pasado tantos años ya de mi estudio de las obras de Aristóteles, que su recuerdo no lo tengo fresco, si bien hubo tres ideas que siempre me han acompañado: importancia de la costumbre en la reflexión ética, la teoría del estudio del ser en tanto que ser, fundamental para toda mi reflexión sobre la subjetividad, y la teoría de la ciencia como el pensamiento con arreglo a principios. Esta idea es de importancia fundamental para determinar el pensamiento. Aristóteles no era el más profundo de los filósofos, algo que no tiene demasiada importancia si pensamos el área que cubríó su reflexión. Platón, su maestro, sí era un pensador profundo, y bien mirado se podría decir que el estalinita es el hombre de ciencia, y el fundador de la Academia el filósofo.
Mi mujer es socióloga y en repetidas ocasiones le he indicado que es una de las faltas terribles de esa disciplina. Yo no soy sociólogo, soy filósofo, y para hacer sociología hay que hacer filosofía. Mi interés por el tema está centrado en lo que se considera teoría sociológica. He estudiado profundamente las obras de Marx, Weber, Durkheim, Pareto, Simmel, Parsons y otros, las he dado una lectura abierta y creativa, y cuando mejores son sus obras es cuando hacen filosofía de la sociedad, nunca ciencia de la sociedad. Y el problema de la teoría social en este sentido es que no está considerada científicamente, en el sentido de pensamiento con arreglo a principios.
Karl Popper siempre menospreció la sociología por estar en período de formación pseudo-científica, y sus razones aun distintas de las mías son básicamente iguales. Es paradójico que un filósofo de la ciencia escribiese uno de los libros más influyentes de toda la sociología: La miseria del historicismo. Nunca me cansaré de elogiar a Popper, autor del que más me considero heredero, y sobre el que mi reflexión es mucho más profunda que los tratados que sobre él se han escrito. Popper no pensó todo con arreglo a principios, lo intentó y nos dejó la teoría de los tres mundos, una de las teorías más importantes de toda la historia del pensamiento. El mérito de Popper está asociado a su criterio de falsación, que supuso el golpe de gracia del positivismo lógico, que ha sido la madurez de la filosofía; pero la teoría de los tres mundos tiene tal sencillez, claridad y posibilidades que no es comparable a nada que ese hombre hiciese. Me desagrada que la sociología, que conoce algunos méritos de Popper, haya ignorado una teoría que tiene la flexibilidad que su propia naturaleza necesita, y permitiría sin dificultad pensar con arreglo a principios lo social.
Mi mujer es socióloga y en repetidas ocasiones le he indicado que es una de las faltas terribles de esa disciplina. Yo no soy sociólogo, soy filósofo, y para hacer sociología hay que hacer filosofía. Mi interés por el tema está centrado en lo que se considera teoría sociológica. He estudiado profundamente las obras de Marx, Weber, Durkheim, Pareto, Simmel, Parsons y otros, las he dado una lectura abierta y creativa, y cuando mejores son sus obras es cuando hacen filosofía de la sociedad, nunca ciencia de la sociedad. Y el problema de la teoría social en este sentido es que no está considerada científicamente, en el sentido de pensamiento con arreglo a principios.
Karl Popper siempre menospreció la sociología por estar en período de formación pseudo-científica, y sus razones aun distintas de las mías son básicamente iguales. Es paradójico que un filósofo de la ciencia escribiese uno de los libros más influyentes de toda la sociología: La miseria del historicismo. Nunca me cansaré de elogiar a Popper, autor del que más me considero heredero, y sobre el que mi reflexión es mucho más profunda que los tratados que sobre él se han escrito. Popper no pensó todo con arreglo a principios, lo intentó y nos dejó la teoría de los tres mundos, una de las teorías más importantes de toda la historia del pensamiento. El mérito de Popper está asociado a su criterio de falsación, que supuso el golpe de gracia del positivismo lógico, que ha sido la madurez de la filosofía; pero la teoría de los tres mundos tiene tal sencillez, claridad y posibilidades que no es comparable a nada que ese hombre hiciese. Me desagrada que la sociología, que conoce algunos méritos de Popper, haya ignorado una teoría que tiene la flexibilidad que su propia naturaleza necesita, y permitiría sin dificultad pensar con arreglo a principios lo social.