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Ver la versión completa : [Cuentos Cortos]



Mircko
06/02/2007, 00:10
..... aprovechando el impasse de las vacaciones que aún no terminan, porque no matizar dos de mis amores, literatura y fútbol, y presentarles unos cuentos que no son mas que relatos futboleros, reseñas breves sobre personajes tan mundanos como nosotros, con historias como las nuestras pero contadas por quiénes saben..

Espero que les guste, si alguien se anima y comparte alguna, que especialmente represente su historia, o se relacione directamente con uds, será un gusto leerlos, a todos.

Saludos.

Mircko
06/02/2007, 00:12
* Como un cuadro de Quinquela.
Autor: José María Pascual.


Ni bien terminaba con la ultima lustrada agarraba la franela, la caja, el banquito y empezaba a caminar para el barrio. Ese rincón de río de la Plata que tan bien estampaba en sus cuadros Quinquela. Esa agua tranquila, el chaperio colorido y ese adoquinado grueso que pisaba todos los días para ir a buscar el mango que ayude a poner algo en la olla.
El nombre no importa, porque todos lo conocían por "Boquita", debe ser porque comía, dormía y soñaba con la misma camiseta desde que tenían memoria.

Nació ahí, pegadito al puente Avellaneda; aprendió el lenguaje de la calle tratando de entender que el mundo nunca es tan justo como a él le hubiera gustado.

Cuando la vida le daba un poco de tiempo para poder ser lo que era: un pibe, jugaba muy en serio a capitanear al equipo de la calle Necochea.

Si habrá visto al sol aparecer por sobre las tribunas de su querida bombonera para ir a dormirse, ahí, donde el río pega la vuelta.

! Boquita ! le gritaban las viejas desde las ventanas cuando lo querían para algún mandado, y dejaba de hacer cualquier cosa con tal de cachar algún vueltito, eso sino estaba corriendo detrás de la pelota.

En verano, cuando el sol pegaba fuerte, donde las veredas son más altas, se paseaba orgulloso con la azul y oro fuera del pantalón, y en invierno, cuando el aliento se hacia visible como un humito suave: dos camisetas de frisa, la bufanda y encima de todo la misma azul y oro.

Algunos dicen que la única vez que no lo vieron con la xeneize fue el día del casamiento de la hermana, pero otros dicen que la tenía debajo de la camisa, camisa que por no cortar la historia se la compró bien amarilla para que combinará con el traje azul que le prestó el tintorero.

Los andenes de Constitución se lo conocían de memoria, pisando firme con esa caja pesada adornada de chinches brillantes y un escudo con estrellas. Había que bancarse las cargadas de los clientes cuando el equipo perdía pero el que se atrevía se iba seguro con las medias llenas de pomada.

Si habrá dejado pedazos de su vida en esa popular incansable. Si habrá colgado los dedos del alambrado para llenarse los ojos de fútbol con las glorias que pisaron el pasto de Brandsen 805.

Los domingos a la tarde no había otro lugar que la cancha. Durante la semana le sacaba brillo a los zapatos de los trajeados para ir el domingo a ver como los de cortos le sacaban brillo a la pelota.
Una cosa es el laburo y otra es ese vicio de querer ir a la cancha llueva, truene o haga frío, les decía a los que ayer no lo vieron en su puesto por ir a alentar a Boca.

Pero el tiempo no viaja solo; ahora tiene todos los años encima y ya no se apura para llegar porque dice que el partido no empieza hasta que él llega.

En el barrio ya no se escuchan esos gritos en el xeneize que hablaba su padre, y algunas callecitas cambiaron bastante. El agua del río se fue oscureciendo y caminito a veces se llena de cámaras japonesas. Las viejas cantinas ven entrar a los turistas y el puerto ya no labura como lo hacia antes. Pero el olor a pizza sigue en el ambiente, los adoquines se fueron gastando como su piel y la bombonera sigue allí, esperando verlo entrar por la misma puerta de siempre para seguir dejando pedazos de su vida por esa camiseta húmeda de lagrimas y estirada por las victorias, con ese talle 12 que le acaricia el cuello, golpeándole la espalda y el pecho. Porque aunque ahora peina canas y algunos le dicen ! correte viejo !, nunca va a dejar de ser "Boquita", ese que come, duerme y sueña con la azul y oro puesta..

Mircko
15/02/2007, 23:25
- De Reyes y Príncipes (dedicado a los primos plumìferos).
por José M. Pascual

Los domingos a media mañana toda la familia sabía que tenía que estar lista para emprender el viaje a la casa del abuelo.
El camino no era mucho pero a mi me parecía tan largo como largos eran los asientos de aquel Falcon 66.
Cuando llegábamos yo era el primero en bajar para sentir el olorcito y adivinar lo que la abuela estaba cocinando. Siempre eran ravioles, salvo los 29, pero a mi me gustaba gritarlo desde la puerta para que el abuelo se diera cuenta que habíamos llegado.

La puerta siempre estaba abierta y yo corría a buscar al abuelo para que sus manos enormes me alzaran llevándome como un avión. Un bombardero que desde sus brazos era el primero en mojar el pan en la salsa que todavía se estaba cocinando. La abuela hacia como si se enojara y en seguida me revolvía toda la cabeza con las manos enharinadas.

Los domingos no solo era el día del fútbol, único tema para la sobremesa, era también el día de River. Las mujeres preparaban el café mientras yo me aburría escuchando a papá y al abuelo hablando durante horas de quien sabe qué personajes de la historia futbolera.
El abuelo nombraba siempre a un tal Bernabé y papá se le reía cuando decía que jugaba de centrofoward. Decía que el mortero de no se dónde, que la fiera no se qué...Después hablaba de un tal insai que se llamaba Moreno y en seguida como quien estudió una poesía de memoria empezaba a recitar: Barrios, Vaghi y Ferreyra, Yácomo, Rodolfi y Ramos, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau.
De tanto en tanto se oía un Beto Alonso, un Passarella y un J.J al que el abuelo respondía con no se qué Saeta rubia, un tal Pipo Rossi y un Amadeo que parece que se atajaba todo.

Entre esas cosas raras que decía el abuelo como: centrojás, win o fulbác, aparecían los nombres de Artime o de Ermindo Onega. ! Qué jugadores ! decía mientras levantaba los brazos como festejando un recuerdo. Después venía el retruque de la mano del pato Fillol y los goles de Ramón, la patada del Mencho, la fuerza del búfalo Funes y una lista de no se cuantas campañas, copas y golazos. Del equipo del Bambino, de la gloriosa máquina y de aquellas tardes donde el Monumental estallaba en alegrías.
Los dos hablaban de esa franja roja que cruza el pecho blanco. Esa franja que venia como herencia igual que el apellido.

Esas charlas eran eternas y a los dos se les escapaba un brillito especial de los ojos.

Recién ahora, después de varios años, puedo entender de que se hablaba en esas sobremesas, porque cada vez que voy a la cancha y lo veo jugar al Enzo no veo la hora de que llegue el próximo domingo para sentarme a hablar de fútbol con mi viejo y el abuelo.