Mircko
04/02/2007, 19:41
Occidente es resultado de la confluencia de la cultura griega con la judeocristiana, y en lo atinente al amor esto supone la influencia de dos concepciones diversas, la del Eros griego, que acentúa el deseo, el cultivo egoísta del placer -en su movimiento centrípeto-, y la del ágape cristiano -en su movimiento centrífugo-, que acentúa la acción de dar, la ética de la ternura, la justicia y el respeto por los derechos individuales.
Los antiguos griegos representaron al dios Eros (cupido para los romanos), dios del amor, como un niño ciego, sordo, caprichoso y carente de piedad hasta con su propia madre.
Era el más bello entre los dioses inmortales y sus flechas fulminan con la instantaneidad de un relámpago: el inglés y el francés dan cuenta de este efecto con las metáforas “to fall in love” y “tomber amoureux” (caer enamorado).
Esta dulce caída era provocada por un agente externo, y por ello en la mitología griega el amor aparece como una pasión, es decir, como una alteración del ánimo tan irracional como la ira, la envidia, la alegría, la tristeza o el odio.
Shakespeare describe el temple irracional y caprichoso del amor en “Sueño de una noche de verano”, donde unos duendes mueven los hilos del amor mientras las personas duermen, provocando que al despertar se enamoren caprichosamente tan pronto de una como de otra, la bella de la bestia, el cuerdo de la absurda, la mujer apasionada del varón que la desprecia.
Los expertos dicen que en verano sube la temperatura en todos los sentidos: las personas son más adeptas a tener romances y los casos de infidelidad se disparan, la influencia de la cultura griega clásica se afianza. Se tiende a pensar en el verano como un jubileo, un tiempo en que se va a poner entre paréntesis el encuadre y las normas con las que uno se mueve durante el año. Por ello las condiciones están dadas para que la libido se exprese y, en el caso de jóvenes y adolescentes, sea de una forma más acentuada, además de tener en cuenta que los amores de verano carecen de compromisos.
Mucha gente asegura que en el verano se siente más sensual, además, la ausencia de ropa por las altas temperaturas y el mayor tiempo libre, hacen que la posibilidad de encuentros amorosos sea mayor. Pero no sólo la ausencia de ropa es lo único que sube los termómetros. También existe una razón biológica: en verano, nuestros cuerpos producen más melatonina, una hormona responsable del tono vital que nos pone de mejor humor y más predispuestos al erotismo.
Los expertos dicen que, a la hora de hablar de infidelidades, ambos sexos sufren los engaños. El 88% de los hombres y el 93% de las mujeres afirma no haber tenido ningún idilio en el verano y haberse mantenido fieles a su pareja.
Sin embargo, aunque la mayoría dice haberse mantenido fiel a su compañero/a, casi la mitad tanto de solteros como de personas en pareja, han señalado que alguno de sus amigos íntimos ha tenido alguna en el verano. Un 20% afirma incluso que alguien de su círculo de amistades ha sido infiel con más de dos personas. El pequeño porcentaje que admite haber sido infiel (7% de las mujeres; 12% de los hombres) indica que se trata de un reflejo de cómo está su relación.
Por suerte, unos científicos alemanes están desarrollando un spray que contiene oxitocina, una hormona que se produce en el cerebro y es liberada por la glándula pituitaria, se asocia con la afectividad, la ternura y habilidad para mantener relaciones interpersonales saludables. También influye en funciones tan humanas como el enamoramiento, el orgasmo y el parto. En otros estudios, la «hormona del amor», por otros llamada, la "molécula de la monogamia" o "molécula de la confianza", ha sido ligada a la capacidad de confiar en otras personas y cuidar de ellas. Con dicha aplicación se verían reducido el estrés físico y emocional, que nos lleva a discutir con la pareja.
Los antiguos griegos representaron al dios Eros (cupido para los romanos), dios del amor, como un niño ciego, sordo, caprichoso y carente de piedad hasta con su propia madre.
Era el más bello entre los dioses inmortales y sus flechas fulminan con la instantaneidad de un relámpago: el inglés y el francés dan cuenta de este efecto con las metáforas “to fall in love” y “tomber amoureux” (caer enamorado).
Esta dulce caída era provocada por un agente externo, y por ello en la mitología griega el amor aparece como una pasión, es decir, como una alteración del ánimo tan irracional como la ira, la envidia, la alegría, la tristeza o el odio.
Shakespeare describe el temple irracional y caprichoso del amor en “Sueño de una noche de verano”, donde unos duendes mueven los hilos del amor mientras las personas duermen, provocando que al despertar se enamoren caprichosamente tan pronto de una como de otra, la bella de la bestia, el cuerdo de la absurda, la mujer apasionada del varón que la desprecia.
Los expertos dicen que en verano sube la temperatura en todos los sentidos: las personas son más adeptas a tener romances y los casos de infidelidad se disparan, la influencia de la cultura griega clásica se afianza. Se tiende a pensar en el verano como un jubileo, un tiempo en que se va a poner entre paréntesis el encuadre y las normas con las que uno se mueve durante el año. Por ello las condiciones están dadas para que la libido se exprese y, en el caso de jóvenes y adolescentes, sea de una forma más acentuada, además de tener en cuenta que los amores de verano carecen de compromisos.
Mucha gente asegura que en el verano se siente más sensual, además, la ausencia de ropa por las altas temperaturas y el mayor tiempo libre, hacen que la posibilidad de encuentros amorosos sea mayor. Pero no sólo la ausencia de ropa es lo único que sube los termómetros. También existe una razón biológica: en verano, nuestros cuerpos producen más melatonina, una hormona responsable del tono vital que nos pone de mejor humor y más predispuestos al erotismo.
Los expertos dicen que, a la hora de hablar de infidelidades, ambos sexos sufren los engaños. El 88% de los hombres y el 93% de las mujeres afirma no haber tenido ningún idilio en el verano y haberse mantenido fieles a su pareja.
Sin embargo, aunque la mayoría dice haberse mantenido fiel a su compañero/a, casi la mitad tanto de solteros como de personas en pareja, han señalado que alguno de sus amigos íntimos ha tenido alguna en el verano. Un 20% afirma incluso que alguien de su círculo de amistades ha sido infiel con más de dos personas. El pequeño porcentaje que admite haber sido infiel (7% de las mujeres; 12% de los hombres) indica que se trata de un reflejo de cómo está su relación.
Por suerte, unos científicos alemanes están desarrollando un spray que contiene oxitocina, una hormona que se produce en el cerebro y es liberada por la glándula pituitaria, se asocia con la afectividad, la ternura y habilidad para mantener relaciones interpersonales saludables. También influye en funciones tan humanas como el enamoramiento, el orgasmo y el parto. En otros estudios, la «hormona del amor», por otros llamada, la "molécula de la monogamia" o "molécula de la confianza", ha sido ligada a la capacidad de confiar en otras personas y cuidar de ellas. Con dicha aplicación se verían reducido el estrés físico y emocional, que nos lleva a discutir con la pareja.