jorgesalaz
22/01/2007, 00:37
India: ¿La próxima superpotencia?
Por Andrés Oppenheimer
NUEVA DELHI.- Vine a la India para ver si este país de mil 100 millones de habitantes se convertirá pronto en la próxima China, una nueva superpotencia mundial que compita con los Estados Unidos en la arena diplomática y supere abrumadoramente a América Latina en los mercados mundiales. India creció el 8 por ciento anual en los últimos dos años, después de crecer 6 por ciento anual durante los 80 y 90
Apocas horas de mi llegada, mi primera impresión fue que no. Es difícil imaginar a la India como superpotencia mundial cuando uno aterriza en el aeropuerto internacional Indira Gandhi de esta capital. En comparación con el aeropuerto de Pekín -un edificio gigantesco que se parece a un estadio de futbol futurista- el aeropuerto de la capital india se parece a una terminal de ómnibus provincial del cuarto mundo.
Las terminales del aeropuerto parecen que nunca fueron modernizadas ni pintadas desde que el edificio se inauguró en mayo de 1986. No hay free-shops ni otros locales comerciales a la vista en la zona de arribos internacionales. Un gerente del aeropuerto hace poco fue internado en un hospital después de haber sido mordido por un perro callejero en la Terminal 1A, en el más reciente de varios incidentes similares en la estación aérea.
Afuera, motocicletas, autos, y rickshaws (vehículos de tres ruedas) con motor -los cuales parecen competir para ver cuál hace sonar la bocina con más estridencia- tratan con maniobras a veces imprudentes de adelantarse unos a otros para llegar primero a la zona para levantar pasajeros. A pocos metros de la principal entrada del aeropuerto vi un taller mecánico improvisado, frente al que yacía un auto desvencijado, que parecía haber estado abandonado durante semanas.
"Tiene un aspecto horrible", me confesó días después el ministro de Planificación, Montek Singh Ahlawalia, en una entrevista, añadiendo que el aeropuerto acababa de ser privatizado y debería ser restaurado en breve. "Y también las rutas. El gobierno reconoce que la infraestructura es el mayor problema que tiene la India", agregó el funcionario.
Por cierto, las calles están llenas de grietas. El tránsito local hace que las más caóticas de las capitales norteamericanas parezcan modelos del comportamiento vial civilizado. Los automovilistas pasan los semáforos en rojo como si fueran señales decorativas, y todos ignoran las líneas divisorias de los carriles pintadas en las calles.Para empeorar las cosas, vi bueyes, vacas, caballos, e incluso camellos y monos vagando por las calles, retrasando y a veces deteniendo el tránsito. Me dijeron que de vez en cuando uno se topa con un elefante en pleno tráfico, aunque confieso que personalmente no me topé con ningún paquidermo.
En contraste con las grandes ciudades chinas, donde en el paisaje urbano abundan las gigantescas grúas en las obras en construcción -había 5000 sólo en Pekín cuando visité China en 2005- en Nueva Delhi no vi ninguna. En realidad, no hay rascacielos en la capital india, y se ve poca restauración de los edificios más viejos.
Pero las primeras impresiones en la India son a menudo engañosas. Este país está atravesando una ola de optimismo rara vez visto en el resto del mundo en desarrollo. Desde que el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos -el centro de estudios e investigaciones estratégicas de la CIA- hace poco pronosticó que la India será la tercera superpotencia mundial en 2020, detrás de los Estados Unidos y China, este país desborda de autoconfianza, empuje, y ambición.
La economía pasa por un momento floreciente. La India creció el 8 por ciento anual en los últimos dos años, después de crecer un promedio de casi el 6 por ciento anual durante los años 80 y 90. Comparativamente, América Latina ha estado creciendo un promedio del 4.5 por ciento desde hace cuatro años.
"Durante un largo periodo, parecía que estábamos creciendo bien, aunque no realmente dentro del grupo de países de mayor crecimiento", comentó el ministro de Planificación Ahluwalia. "Sin embargo, agregó- en los últimos tres años parece que nos hemos sumado al grupo de mayor crecimiento. Realmente comienzan a percibirse los beneficios de las reformas económicas que la India ha estado introduciendo desde 1991".
El gobierno de centroizquierda habla de la "Nueva India". La Fundación India Brand Equity, un centro de promoción encabezado por el sector privado, está promoviendo el país en el extranjero como "la democracia de libre mercado que más crece en el mundo". El diario The Times of India está publicando una serie de artículos titulados "La India está en marcha", mientras que Aroon Purie, editor responsable del semanario India Today, escribió: "La sensación de optimismo no tiene precedente".
El 11 de enero pasado, la primera plana de la prensa local dio cuenta del exitoso lanzamiento de la undécima cápsula espacial Polar, que transporta satélites de varias naciones, incluyendo de la Argentina, al que seguirá una misión no tripulada a la luna el año próximo. Si las cosas andan bien, dentro de ocho años habrá una misión tripulada a la luna totalmente india, según prevén los funcionarios.
El índice Sensex de la bolsa de la India alcanzó un pico sin precedente este mes. La venta de casas y autos está en pleno auge. Cinco millones de nuevos teléfonos celulares se venden cada año, y las empresas multinacionales indias como Tata Industries están invirtiendo y adquiriendo compañías en todo el mundo, al ritmo de 11.000 millones de dólares el año pasado, incluyendo 3000 millones de dólares en América Latina.
El gobierno espera que la India alcance un crecimiento superior al 10 por ciento el año próximo y llegue a índices de crecimiento del 12 por ciento hacia fines de esta década. En comparación con el desarrollo de China, que se basa en exportaciones de manufacturas e inversiones extranjeras, el desarrollo de la India está sustentado en los servicios -especialmente tecnología informática y productos farmacéuticos- e inversiones locales.
"Nuestro crecimiento no está impulsado por el sector estatal, sino por el sector privado", me dijo en otra entrevista el ministro de Comercio e Industria, Kamal Nath.
Las compañías de tecnología informática están convirtiendo a la India en el centro mundial para veintenas de servicios de contratación externa, entre ellos contabilidad, ingeniería y diagnósticos médicos de rayos X. Los servicios significan y equivalen hoy a la mitad de la economía de la India mientras que las manufacturas sólo el 17 por ciento.
De acuerdo con los funcionarios, si la India puede en los próximos cinco años alcanzar la meta de aumentar el sector de manufacturas para que signifique el 25 por ciento de la economía -un objetivo clave en su esfuerzo para sacar de la pobreza a sus, según se estima, 270 millones de pobres- el país podrá tener índices de crecimiento mayores que China.
"Contamos con una enorme ventaja demográfica: una población mucho más joven", añadió el ministro Nath. Con casi un tercio menor de 15 años, la población de la India es mucho más joven que la de China, y por lo tanto lista para ingresar en la fuerza laboral.
Los economistas afirman que la India va a la zaga de China porque comenzó a introducir sus reformas de mercado en 1991, más de una década después que China. Y varios funcionarios me dijeron que, si aquí no hay rascacielos ni modernos aeropuertos como en China, eso se debe a que la democracia vibrante de la India en la que todos se expresan de viva voz hace más difícil que el gobierno expropie tierras o desaloje gente de sus viviendas, tanto en la ciudad como en el campo, como lo hace habitualmente la totalitaria China.
Durante mi visita a la India, reclamos de campesinos obligaron al gobierno a congelar los planes para erigir parques industriales en la provincia de Bengala Occidental, después de que varios manifestantes murieron en enfrentamientos con la policía. Pero la mayoría de los habitantes indios parece pensar que, en la carrera del desarrollo, la India será la tortuga y China la liebre. A la larga, según ellos, su sistema democrático hará a la India más atractiva para el resto del mundo, y hará que sea menos probable un estallido social.
Mi opinión: La India de hoy es la China de hace 15 años. Pero India está ganando terreno rápidamente: tiene una población joven con una élite técnica sumamente capacitada, un sistema democrático, y una tradición espiritual que la ayuda a proyectarse como una potencia regional que no es amenazante, y un consenso general sobre la necesidad de continuar con su apertura económica.
No me sorprendería que, la próxima vez que venga a la India, mirando el horizonte vea gigantescas grúas de obras en construcción, menos bueyes en las calles, y un flamante aeropuerto internacional. India está despegando.
Por Andrés Oppenheimer
NUEVA DELHI.- Vine a la India para ver si este país de mil 100 millones de habitantes se convertirá pronto en la próxima China, una nueva superpotencia mundial que compita con los Estados Unidos en la arena diplomática y supere abrumadoramente a América Latina en los mercados mundiales. India creció el 8 por ciento anual en los últimos dos años, después de crecer 6 por ciento anual durante los 80 y 90
Apocas horas de mi llegada, mi primera impresión fue que no. Es difícil imaginar a la India como superpotencia mundial cuando uno aterriza en el aeropuerto internacional Indira Gandhi de esta capital. En comparación con el aeropuerto de Pekín -un edificio gigantesco que se parece a un estadio de futbol futurista- el aeropuerto de la capital india se parece a una terminal de ómnibus provincial del cuarto mundo.
Las terminales del aeropuerto parecen que nunca fueron modernizadas ni pintadas desde que el edificio se inauguró en mayo de 1986. No hay free-shops ni otros locales comerciales a la vista en la zona de arribos internacionales. Un gerente del aeropuerto hace poco fue internado en un hospital después de haber sido mordido por un perro callejero en la Terminal 1A, en el más reciente de varios incidentes similares en la estación aérea.
Afuera, motocicletas, autos, y rickshaws (vehículos de tres ruedas) con motor -los cuales parecen competir para ver cuál hace sonar la bocina con más estridencia- tratan con maniobras a veces imprudentes de adelantarse unos a otros para llegar primero a la zona para levantar pasajeros. A pocos metros de la principal entrada del aeropuerto vi un taller mecánico improvisado, frente al que yacía un auto desvencijado, que parecía haber estado abandonado durante semanas.
"Tiene un aspecto horrible", me confesó días después el ministro de Planificación, Montek Singh Ahlawalia, en una entrevista, añadiendo que el aeropuerto acababa de ser privatizado y debería ser restaurado en breve. "Y también las rutas. El gobierno reconoce que la infraestructura es el mayor problema que tiene la India", agregó el funcionario.
Por cierto, las calles están llenas de grietas. El tránsito local hace que las más caóticas de las capitales norteamericanas parezcan modelos del comportamiento vial civilizado. Los automovilistas pasan los semáforos en rojo como si fueran señales decorativas, y todos ignoran las líneas divisorias de los carriles pintadas en las calles.Para empeorar las cosas, vi bueyes, vacas, caballos, e incluso camellos y monos vagando por las calles, retrasando y a veces deteniendo el tránsito. Me dijeron que de vez en cuando uno se topa con un elefante en pleno tráfico, aunque confieso que personalmente no me topé con ningún paquidermo.
En contraste con las grandes ciudades chinas, donde en el paisaje urbano abundan las gigantescas grúas en las obras en construcción -había 5000 sólo en Pekín cuando visité China en 2005- en Nueva Delhi no vi ninguna. En realidad, no hay rascacielos en la capital india, y se ve poca restauración de los edificios más viejos.
Pero las primeras impresiones en la India son a menudo engañosas. Este país está atravesando una ola de optimismo rara vez visto en el resto del mundo en desarrollo. Desde que el Consejo Nacional de Inteligencia de los Estados Unidos -el centro de estudios e investigaciones estratégicas de la CIA- hace poco pronosticó que la India será la tercera superpotencia mundial en 2020, detrás de los Estados Unidos y China, este país desborda de autoconfianza, empuje, y ambición.
La economía pasa por un momento floreciente. La India creció el 8 por ciento anual en los últimos dos años, después de crecer un promedio de casi el 6 por ciento anual durante los años 80 y 90. Comparativamente, América Latina ha estado creciendo un promedio del 4.5 por ciento desde hace cuatro años.
"Durante un largo periodo, parecía que estábamos creciendo bien, aunque no realmente dentro del grupo de países de mayor crecimiento", comentó el ministro de Planificación Ahluwalia. "Sin embargo, agregó- en los últimos tres años parece que nos hemos sumado al grupo de mayor crecimiento. Realmente comienzan a percibirse los beneficios de las reformas económicas que la India ha estado introduciendo desde 1991".
El gobierno de centroizquierda habla de la "Nueva India". La Fundación India Brand Equity, un centro de promoción encabezado por el sector privado, está promoviendo el país en el extranjero como "la democracia de libre mercado que más crece en el mundo". El diario The Times of India está publicando una serie de artículos titulados "La India está en marcha", mientras que Aroon Purie, editor responsable del semanario India Today, escribió: "La sensación de optimismo no tiene precedente".
El 11 de enero pasado, la primera plana de la prensa local dio cuenta del exitoso lanzamiento de la undécima cápsula espacial Polar, que transporta satélites de varias naciones, incluyendo de la Argentina, al que seguirá una misión no tripulada a la luna el año próximo. Si las cosas andan bien, dentro de ocho años habrá una misión tripulada a la luna totalmente india, según prevén los funcionarios.
El índice Sensex de la bolsa de la India alcanzó un pico sin precedente este mes. La venta de casas y autos está en pleno auge. Cinco millones de nuevos teléfonos celulares se venden cada año, y las empresas multinacionales indias como Tata Industries están invirtiendo y adquiriendo compañías en todo el mundo, al ritmo de 11.000 millones de dólares el año pasado, incluyendo 3000 millones de dólares en América Latina.
El gobierno espera que la India alcance un crecimiento superior al 10 por ciento el año próximo y llegue a índices de crecimiento del 12 por ciento hacia fines de esta década. En comparación con el desarrollo de China, que se basa en exportaciones de manufacturas e inversiones extranjeras, el desarrollo de la India está sustentado en los servicios -especialmente tecnología informática y productos farmacéuticos- e inversiones locales.
"Nuestro crecimiento no está impulsado por el sector estatal, sino por el sector privado", me dijo en otra entrevista el ministro de Comercio e Industria, Kamal Nath.
Las compañías de tecnología informática están convirtiendo a la India en el centro mundial para veintenas de servicios de contratación externa, entre ellos contabilidad, ingeniería y diagnósticos médicos de rayos X. Los servicios significan y equivalen hoy a la mitad de la economía de la India mientras que las manufacturas sólo el 17 por ciento.
De acuerdo con los funcionarios, si la India puede en los próximos cinco años alcanzar la meta de aumentar el sector de manufacturas para que signifique el 25 por ciento de la economía -un objetivo clave en su esfuerzo para sacar de la pobreza a sus, según se estima, 270 millones de pobres- el país podrá tener índices de crecimiento mayores que China.
"Contamos con una enorme ventaja demográfica: una población mucho más joven", añadió el ministro Nath. Con casi un tercio menor de 15 años, la población de la India es mucho más joven que la de China, y por lo tanto lista para ingresar en la fuerza laboral.
Los economistas afirman que la India va a la zaga de China porque comenzó a introducir sus reformas de mercado en 1991, más de una década después que China. Y varios funcionarios me dijeron que, si aquí no hay rascacielos ni modernos aeropuertos como en China, eso se debe a que la democracia vibrante de la India en la que todos se expresan de viva voz hace más difícil que el gobierno expropie tierras o desaloje gente de sus viviendas, tanto en la ciudad como en el campo, como lo hace habitualmente la totalitaria China.
Durante mi visita a la India, reclamos de campesinos obligaron al gobierno a congelar los planes para erigir parques industriales en la provincia de Bengala Occidental, después de que varios manifestantes murieron en enfrentamientos con la policía. Pero la mayoría de los habitantes indios parece pensar que, en la carrera del desarrollo, la India será la tortuga y China la liebre. A la larga, según ellos, su sistema democrático hará a la India más atractiva para el resto del mundo, y hará que sea menos probable un estallido social.
Mi opinión: La India de hoy es la China de hace 15 años. Pero India está ganando terreno rápidamente: tiene una población joven con una élite técnica sumamente capacitada, un sistema democrático, y una tradición espiritual que la ayuda a proyectarse como una potencia regional que no es amenazante, y un consenso general sobre la necesidad de continuar con su apertura económica.
No me sorprendería que, la próxima vez que venga a la India, mirando el horizonte vea gigantescas grúas de obras en construcción, menos bueyes en las calles, y un flamante aeropuerto internacional. India está despegando.