Mircko
31/12/2006, 14:09
[Parte I]
Esta sentencia que Heidegger lanza en su Carta sobre el humanismo -en la que expresa, sucintamente, las ideas centrales de su filosofar- puede parecer exagerada, pero también puede sonar como una advertencia que nos lleve a preguntar las razones de tan tajante afirmación. ¿Qué significa, pues, que el pensar está en seco? ¿Acaso no estamos, en nuestra época, arremolinados en la cantidad de teorías, escritos y pensadores que nos muestran un fárrago de novedades en la producción filosófica? ¿No es una pregunta que nos surge habitualmente preguntar por lo nuevo en filosofía?
Tal vez sea esto un indicio de que el pensar está en seco porque este parece moverse cansadamente en la producción de un y mil detalles y estar perdido en los vanos intentos de una acumulación interminable de minucias que transforman el hacer filosófico, al decir de Kant, en "un irrisorio espectáculo de que uno (como decían los antiguos) ordeña el chivo y el otro sostiene abajo un colador". Luce agotado porque no hay nada al principio ni nada al final, porque que haya muchos hombres en esa tarea y que se escriban muchos libros no significa ni que esos hombres sean filósofos -título que se dan muchos a sí mismos sin ningún atisbo de pudor- ni que esas teorías sean dignas de pensar ni que los libros lo sean de leer.
Quizá por eso es que el pensar esté en seco porque tal vez no nos hemos dado cuenta de que las ideas filosóficas son intempestivas y de que lo que hoy nos parece tan actual no es sino el pálido reflejo de un pensamiento fenecido. El pensar está en seco porque está apabullado ante un idear que se ha perdido en los detalles sin alma, en el puro escarbar, en el hurgar en una búsqueda sistematizada que aparenta, tal vez sinceramente, que ha obtenido un resultado que muestra como un triunfo. Aún más, hay quienes han convertido el pensar filosófico en émulo del científico, sin comprender la profunda diferencia que hay entre ellos, o lo han convertido en una ancilla scientiae, subordinando el pensar que debe dar el fundamento a un razonamiento puramente lógico-metodológico, transformándolo en "lo más especial de lo especial".
Esta es la situación actual de un pensar que, alguna vez, fue grande y mostró su influencia, y que ahora nos abre a la sequedad de sus fuentes, como si una época se hubiera agotado y debamos, quizá, esperar y pensar en la espera.
Tal vez si nos aventuramos en el pensar de la modernidad, podamos echar alguna luz que nos permita encontrar la senda y aclarar las razones que avalen la tesis del pensador alemán.
Heidegger nombra las distintas manifestaciones que caracterizan lo que llamamos el pensamiento moderno y que son: la ciencia y la técnica maquinista, el arte como estética, la cultura y el desdiosamiento......
Esta sentencia que Heidegger lanza en su Carta sobre el humanismo -en la que expresa, sucintamente, las ideas centrales de su filosofar- puede parecer exagerada, pero también puede sonar como una advertencia que nos lleve a preguntar las razones de tan tajante afirmación. ¿Qué significa, pues, que el pensar está en seco? ¿Acaso no estamos, en nuestra época, arremolinados en la cantidad de teorías, escritos y pensadores que nos muestran un fárrago de novedades en la producción filosófica? ¿No es una pregunta que nos surge habitualmente preguntar por lo nuevo en filosofía?
Tal vez sea esto un indicio de que el pensar está en seco porque este parece moverse cansadamente en la producción de un y mil detalles y estar perdido en los vanos intentos de una acumulación interminable de minucias que transforman el hacer filosófico, al decir de Kant, en "un irrisorio espectáculo de que uno (como decían los antiguos) ordeña el chivo y el otro sostiene abajo un colador". Luce agotado porque no hay nada al principio ni nada al final, porque que haya muchos hombres en esa tarea y que se escriban muchos libros no significa ni que esos hombres sean filósofos -título que se dan muchos a sí mismos sin ningún atisbo de pudor- ni que esas teorías sean dignas de pensar ni que los libros lo sean de leer.
Quizá por eso es que el pensar esté en seco porque tal vez no nos hemos dado cuenta de que las ideas filosóficas son intempestivas y de que lo que hoy nos parece tan actual no es sino el pálido reflejo de un pensamiento fenecido. El pensar está en seco porque está apabullado ante un idear que se ha perdido en los detalles sin alma, en el puro escarbar, en el hurgar en una búsqueda sistematizada que aparenta, tal vez sinceramente, que ha obtenido un resultado que muestra como un triunfo. Aún más, hay quienes han convertido el pensar filosófico en émulo del científico, sin comprender la profunda diferencia que hay entre ellos, o lo han convertido en una ancilla scientiae, subordinando el pensar que debe dar el fundamento a un razonamiento puramente lógico-metodológico, transformándolo en "lo más especial de lo especial".
Esta es la situación actual de un pensar que, alguna vez, fue grande y mostró su influencia, y que ahora nos abre a la sequedad de sus fuentes, como si una época se hubiera agotado y debamos, quizá, esperar y pensar en la espera.
Tal vez si nos aventuramos en el pensar de la modernidad, podamos echar alguna luz que nos permita encontrar la senda y aclarar las razones que avalen la tesis del pensador alemán.
Heidegger nombra las distintas manifestaciones que caracterizan lo que llamamos el pensamiento moderno y que son: la ciencia y la técnica maquinista, el arte como estética, la cultura y el desdiosamiento......