jorgesalaz
11/11/2006, 11:57
Jean Cusset, ateo con excepción de cuando sufre, dio un nuevo sorbo a su martini —con dos aceitunas, como siempre—, y continuó: —El persa Manes, que vivió en el siglo tercero de nuestra era, inventó la doctrina de su nombre: maniqueísmo, según la cual la materia es el mal y el espíritu es el bien, y nunca jamás podrán reconciliarse.
—Hace mucho tiempo —siguió diciendo Jean Cusset— Manes murió crucificado, como Cristo. Y sin embargo, hemos vivido siempre entre maniqueísmos. Fueron maniqueos los antiguos teólogos que sostuvieron durante siglos que todas las cosas del cuerpo —como el sexo— son malas, y buenas todas las del alma. Son maniqueos los modernos teólogos de la liberación. Ellos afirman que todos los pobres son buenos y todos los ricos son malos. Al postular eso olvidan el supremo mandamiento de unirlos a todos en el amor.
En eso pasó junto a Cusset una mujer hermosa.
—¡Qué cuerpo, mi alma! —dijo Jean Cusset.
Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre...
Tomado de la columna "Mirador" escrita por D. Armando Fuentes Aguirre. Diario de Yucatán. México.
—Hace mucho tiempo —siguió diciendo Jean Cusset— Manes murió crucificado, como Cristo. Y sin embargo, hemos vivido siempre entre maniqueísmos. Fueron maniqueos los antiguos teólogos que sostuvieron durante siglos que todas las cosas del cuerpo —como el sexo— son malas, y buenas todas las del alma. Son maniqueos los modernos teólogos de la liberación. Ellos afirman que todos los pobres son buenos y todos los ricos son malos. Al postular eso olvidan el supremo mandamiento de unirlos a todos en el amor.
En eso pasó junto a Cusset una mujer hermosa.
—¡Qué cuerpo, mi alma! —dijo Jean Cusset.
Y dio el último sorbo a su martini. Con dos aceitunas, como siempre...
Tomado de la columna "Mirador" escrita por D. Armando Fuentes Aguirre. Diario de Yucatán. México.