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Ver la versión completa : La idea de Dios



Pompilio Zigrino
30/08/2006, 09:37
Cuando pensamos que estamos inmersos en un mundo que no fue realizado por nosotros, asociamos el nombre de Dios a ese ser imaginario que lo hizo todo. Quizás no exista una idea más simple que ésta. En cuanto a qué es Dios, existe una tendencia a imaginarlo de distintas formas. Muchos lo asocian a un ser humano, otros a la propia naturaleza, o al orden natural.

La palabra “Dios” ha sido aceptada por muchos como significativa de “Dios personal”, y protestan en cuanto alguien la utiliza para designar al propio orden natural. Sin embargo, nadie debería atribuir una significación exclusiva de dicha palabra, por cuanto con ella debemos designar tanto a un Dios personal como a un Dios inmanente al mundo y a la naturaleza. Es más cercano a nosotros un Dios que todo lo incluye, a uno que interviene ocasionalmente, o que no interviene nunca.

No menos importante que la idea de Dios es el efecto que tal idea producirá en cada uno de nosotros. La idea de Dios es, en cierta forma, un concepto que depende bastante de la actitud filosófica que adoptemos, mientras que los efectos de esa actitud se materializarán en una ética derivada de tales creencias, o de tales razonamientos al respecto.

Podemos decir que dos religiones son equivalentes en cuanto producen los mismos efectos en distintas personas. Incluso si al intercambiar, en una expresión, la palabra “Dios” por “dioses”, o por “orden natural”, se mantiene un significado similar, podemos decir que son dos estructuras lógicas idénticas. Ello se debe a que utilizamos, sin saberlo, el concepto de “caja negra”. Dentro de esa caja, de la cual conocemos ciertas propiedades, suponemos que se encuentra un Dios personal, o varios dioses especializados, o solamente la sustancia única regida por leyes naturales invariantes.

Quienes no estén familiarizados con la ciencia y con su método, desconocerán el concepto de ley natural y es posible que sigan asociando al mundo real un Dios que interviene en los fenómenos humanos y naturales. En estas personas pueden surgir dudas respecto de la existencia de tal Dios, mientras que, para quienes identifican a Dios con el orden natural, no cabe ninguna duda al respecto. De esa forma, todos los esfuerzos intelectuales se destinan a conocer la forma de dicho orden, o su aparente finalidad.

Mientras que en el ámbito de la ciencia se aceptan las teorías propuestas según que sus resultados se adapten a la realidad, y no por las características de los principios adoptados, en la religión es posible llegar a resultados éticamente aceptables partiendo de cualquiera de los tres puntos de partida mencionados (dioses, Dios personal, orden natural), si bien esta última posibilidad es la única que queda libre de contradicciones lógicas no dando lugar tampoco a conflictos.

(Sigue)

Pompilio Zigrino
30/08/2006, 09:40
A continuación se mencionan algunos escritos del pensador romano Epicteto, cuya ética es bastante coincidente con la cristiana. Sin embargo, hay veces en que Epicteto se refiere a “los dioses”, antes que a un Dios único. A pesar de esta creencia, su actitud es enteramente compatible con la ética natural. Esto nos indica que hay instancias superiores a la idea de Dios, y que una creencia en sí misma no garantiza una postura moral beneficiosa al individuo y a la sociedad.

Epicteto: “Lo primero que es preciso aprender es que hay un Dios que con su providencia lo gobierna todo, al cual no se le oculta ninguno de nuestros actos, como ninguno de nuestros pensamientos e inclinaciones. Luego hay que examinar cuál es su naturaleza. Conocida ésta, es indispensable que los que quieran agradarle y obedecerle se esfuercen en parecérsele, y, por tanto, que sean libres, fieles, benéficos, misericordiosos y magnánimos. Por consiguiente, que todos tus pensamientos, todas tus palabras y todos tus actos sean los actos, pensamientos y palabras de un hombre que quiere imitar a Dios y parecérsele”.

Comentario: Esta expresión proviene de considerar a Dios como un hombre, del cual se imaginan atributos que los hombres debemos adoptar. No es difícil suponer que si Epicteto hubiese conocido a Cristo, lo habría aceptado plenamente.

Epicteto: “Seguro estoy que delante de una estatua de los dioses te avergonzaría cometer actos deshonestos. ¿ Cómo, entonces, puesto que te ven y te oyen de continuo, no te ruboriza y espanta tener pensamientos obscenos y hacer actos impuros que les hieren, les deshonran y les afligen ?. ¡Ay, enemigo de los dioses! ¡Cobarde! ¡Miserable que olvidas tu divina naturaleza!”.

Comentario: En este caso asocia a los dioses un requerimiento moral hacia los hombres. Mientras que la religión pagana (no vinculada a la ley natural) busca la realización de un intercambio de pedidos y favores entre creyentes y dioses, la religión moral busca el mejoramiento ético del ser humano.

Epicteto: “¿En qué consiste que los ignorantes son siempre más fuertes que vosotros en las disputas y acaban por reduciros a silencio? Pues, sencillamente, en que si bien profesan errores, están firmemente persuadidos de ellos, mientras que vosotros lo estáis débilmente de vuestras verdades. Como no os brotan del corazón, sino de los labios, son débiles y mortecinas. Por ello también esa deleznable y enclenque virtud que predicáis se expone de continuo a la pública chacota y se derrite, en cuanto la atacan, como la cera con los rayos del sol. Alejaos, pues, del sol mientras no tengáis sino opiniones de cera”.

Comentario: El fanatismo religioso siempre resulta más convincente que el racionalismo que todavía no ha alcanzado la verdad final. El fanático parte de la verdad que cree poseer, el racional encuentra la verdad al final del camino.

Epicteto: “Es mucho mejor perdonar que vengarte. Perdonar es propio de una naturaleza buena y humana. Vengarse, sólo de una naturaleza feroz y brutal”.

Comentario: Cuando encontramos ideas similares a las predicadas por Cristo, ello no hace sino confirmar la existencia de verdades objetivas y accesibles a todos los hombres.

Epicteto: “El ser libres o esclavos no depende de la ley ni del nacimiento, sino de nosotros mismos; porque todas las cadenas y todo el peso de ciertas prescripciones legales serán siempre mucho más leves que el dominio brutal de las pasiones no sometidas, de los apetitos insanos no satisfechos, de las codicias, de las avaricias, de las envidias y demás desenfrenos. Que aquéllas, cuando más, sólo podrán pasar sobre el cuerpo, y éstas, además, sobre el espíritu. Por malo que sea el amo a que aquellas nos sometan, siempre tendremos momentos de respiro y esperanzas de manumisión; éstas nos someten a tantos y tan crueles males, que generalmente sólo la muerte puede librarnos de su yugo”.

“Los dioses me han concedido la libertad, y como conozco y acato sus mandatos, nadie puede hacerme esclavo, porque tengo el libertador y los jueces que necesito”.

“No consiste la felicidad en adquirir y gozar, sino en no desear. En esto es en lo que verdaderamente consiste ser libre”.

Comentario: Epicteto tiene presente la existencia de las pasiones, ligadas a nuestra esencia biológica, que se oponen a las virtudes, ligadas a nuestra esencia cultural. En las prédicas cristianas se habla de la esclavitud asociada al pecado, concepto enteramente similar.

Epicteto: “Siempre prefiero lo que sucede, porque estoy persuadido de que lo que los dioses quieren es mejor para mí que lo que yo quisiera. A ellos, pues, mis movimientos, mis voluntades, mis temores. En una palabra: quiero lo que ellos quieren”.

Comentario: Esta sería la típica actitud de acatamiento, de sumisión o de obediencia a Dios (o a los dioses), lo que posteriormente podrá interpretarse como la actitud de adaptación al orden natural que debe imperar en cada uno de nosotros.

Epicteto: “Consultamos temblando a los augures y en nuestro miedo insensato dirigimos a los dioses ardientes plegarias como ésta: «¡Dioses, apiadaos de mí y permitid que salga con bien de esta empresa!». Vil esclavo, ¿cómo pretendes de ellos algo que no sea lo mejor para ti? ¿Y qué puede ser lo mejor para ti sino lo que ellos te deparen? ¿Por qué, pues, tratas de sobornar por cuantos medios están a tu alcance a tu juez y árbitro?”.

Comentario: La adulación a Dios, tan común en la religión que perdió su carácter moral para llegar a ser tan sólo un medio para establecer un intercambio de pedidos y concesiones, nos hace recordar las palabras de Cristo: “..porque Dios ya sabe qué os hace falta antes que se lo pidáis”.

Epicteto: “¿Habrá algo más inútil que ir a consultar a augures y adivinos sobre las cosas que ya nos están señaladas? Y si se trata de exponerme a un peligro para salvar a un amigo, o morir por él, ¿qué necesidad tengo de adivino alguno? ¿No llevo en mi interior un adivino más infalible, el cual me ha enseñado la naturaleza del bien y del mal y me ha revelado todas las señales mediante las cuales puedo reconocer todo lo que me sucederá?”.

Comentario: Nuestro futuro ha de depender de nuestras decisiones, antes que de un destino prefijado e independiente de ellas. Tales decisiones estarán orientadas por el criterio del bien y del mal, buscando lo primero y evitando lo segundo.

Epicteto: “Si los dioses me abandonan como me han abandonado en la indigencia, en la oscuridad y en el cautiverio no es porque me tengan odio; ¿qué amo es capaz de aborrecer a su fiel servidor? Tampoco es por descuido, pues los dioses no descuidan ni las cosas al parecer más insignificantes. Lo que quieren es ponerme a prueba para cerciorarse de si tienen en mí a un buen soldado, de si soy un buen ciudadano; es decir, que quieren, éste es su fin inmediato, que les sirva de testigo ante los demás hombres”.

Comentario: Este es el origen, pareciera, de la explicación, que aún hoy se utiliza, para describir la existencia de sufrimiento en quienes llevan una conducta moral intachable. También podemos describir esta situación en base a una ley natural invariable, que no cambia ni aún para acomodarse a las situaciones particulares de los hombres. Por el contrario, es el hombre el que debe prever el futuro para evitar todo mal posible.

Epicteto: “De lo existente, unas cosas dependen de nosotros: otras no dependen de nosotros. De nosotros dependen el juicio, el impulso, el deseo, el rechazo y, en una palabra, cuanto es asunto nuestro. Y no dependen de nosotros el cuerpo, la hacienda, la reputación, los cargos y, en una palabra, cuanto no es asunto nuestro. Y lo que depende de nosotros es por naturaleza libre, no sometido a estorbos ni impedimentos; mientras que lo que no depende de nosotros es débil, esclavo, sometido a impedimentos, ajeno. Recuerda, por tanto, que si lo que por naturaleza es esclavo lo consideras libre y lo ajeno propio, sufrirás impedimentos, padecerás, te verás perturbado, harás reproches a los dioses y a los hombres, mientras que si consideras que sólo lo tuyo es tuyo y lo ajeno, como es en realidad, ajeno, nunca nadie te obligará, nadie te estorbará, no harás reproches a nadie, no irás con reclamos a nadie, no harás ni una sola cosa contra tu voluntad, no tendrás enemigo, nadie te perjudicará ni nada perjudicial te sucederá”.

Comentario: si bien esta distinción es aconsejable respecto de la felicidad que hemos de lograr, la idea es de primordial importancia en el aspecto religioso. Esto se debe a que debemos tener presentes lo que es accesible a nuestras decisiones y lo que no lo es. No debemos preocuparnos por las posibles decisiones de Dios (en caso de que intervenga) o por la posible existencia de la vida eterna, sino tan sólo en adoptar la mejor actitud ética posible.

Emeric
17/03/2007, 21:29
un Dios inmanente al mundo y a la naturaleza. Es más cercano a nosotros un Dios que todo lo incluye ...Eso es panteísmo ...

Emeric
05/06/2007, 16:17
¿ No es así, Pompi ? :yo: