Nicasio
30/08/2006, 05:07
He encontrado éste post. Lo considero muy interesante. Lastima que he tenido que resumirlo para no pasar de los 10000 caracteres
La batalla de Adrianópolis tiene una importancia decisiva en la Historia ya que fue la derrota más importante de Roma después de Cannas y, a diferencia de ésta, sus consecuencias fueron terribles para el Imperio.
ANTECEDENTES
Como ya hemos visto, los godos procedían de Escandinavia y, tras una larga migración, aparecieron a las puertas del limes romano. A partir del año 240 dC comenzaron a realizar incursiones para depredar la Dacia, costosamente conquistada por el gran emperador Trajano y ********mente abandonada por el intelectual Adriano, cuya cabeza estaba tan ocupada con su amigo Antinoo, que en lugar de pensar en la seguridad del Imperio, se dedicó a abandonar las nuevas conquistas y a construir inútiles muros que de nada sirvieron. La estrategia de César, derrotar al enemigo allí donde se hallara, y si se hallaba en el mismísimo infierno, pues allí que se iba, fue dejada de lado por Augusto, cuya visión estratégica no incluía aspectos meramente militares. Así, el Imperio Romano, diseñado por César, fue edificado por Augusto con un terrible defecto de construcción: sus cimientos, y a pesar de los esfuerzos de Trajano por retomar la idea estratégica de César, sus sucesores se empeñaron en no prestar atención al problema.
Sólo la soberbia superioridad táctica del ejército romano mantenía a salvo esa frontera de juguete llamada "limes", pero como la "Línea Maginot" francesa o la "Muralla Atlántica" alemana, las líneas defensivas estratégicas no son más que un despilfarro que lleva a una ruina segura.
Tarde o temprano, pero a la ruina segura. Como bien supieron los espartanos: no son los muros los que tienen que defender a los hombres, sino los hombres los que tienen que defender los muros.
Y así encontramos a los godos presionando el limes del Danubio, precisamente el más débil, en un momento en el que la superioridad táctica romana sobre sus enemigos se venía abajo. Las sucesivas crisis económicas provocan una drástica reducción de la calidad del equipamiento militar romano cuya más nefasta consecuencia es que las legiones tengan que equiparse con el mismo equipo que las tropas auxiliares y que éstas empiecen a equiparse con lo que pueden encontrar por ahí. De la magnífica lorica segmentata, la coraza de placas articuladas del siglo I dC pasamos de nuevo a la cota de mallas, se abandonan el pilum, el gladius y el scutum y los soldados romanos pasan a equiparse igual que los germanos, incluso las soberbias legiones desaparecen y son sustituidas por dos tipos de unidades: los limitanei o unidades de frontera que más que soldados son aduaneros y los comitatenses, un "ejército móvil" que en teoría debe acudir allí donde esté el peligro. Lo que hizo en realidad esta reforma de Constantino fue desbaratar la superioridad táctica de la infantería romana, la auténtica clave de la hegemonía militar de Roma desde la conquista de Italia. En realidad, Constantino, que acababa de ganar una guerra civil contra Majencio, lo que hizo fue convertir el ejército romano en un elemento meramente defensivo, alejado de las necesidades estratégicas lógicas y cada vez más alejado de los ciudadanos romanos, y de esta manera, la defensa del Imperio era algo que iba cada vez más alejándose de los ciudadanos. Lo verdaderamente milagroso es que con semejante doctrina estratégica, Roma consiguiera subsistir hasta el año 476.
Convertidos en "federados" a sueldo, los godos se especializaron en el chantaje al Imperio que, en lugar de resolver la situación por las bravas, se dedicó a untarles con más oro a cambio de defender sus fronteras ¡que los mismos godos atacaban cada dos por tres! ... y en esto llegaron los hunos desde el Este. En 376 el emperador de Oriente (el Imperio se hallaba dividido en dos mitades), en un nuevo disparate más, les permitió cruzar el Danubio y asentarse dentro de las fronteras imperiales, hecho que los godos agradecieron dedicándose a saquear todo lo que encontraban a su paso. El emperador Valente, comprendió por fin el error cometido y pidió ayuda al emperador de Occidente, su sobrino Graciano, que le envió un ejército, pero Valente, que era un pésimo político, aún era peor militar. Convencido de que podía derrotar a los godos él sólo, marchó con su ejército hacia Adrianópolis sin esperar los refuerzos. Quizás pensaba que igual que los atenienses no necesitaron a los espartanos en Maratón él también era capaz de derrotar a los godos sin ayuda...
Para el relato de la batalla tenemos dos buenas romanas: Paulo Orosio y Amiano Marcelino. Si bien su relato estricto de la batalla es correcto, no lo es su interpretación.
La batalla de Adrianópolis tiene una importancia decisiva en la Historia ya que fue la derrota más importante de Roma después de Cannas y, a diferencia de ésta, sus consecuencias fueron terribles para el Imperio.
ANTECEDENTES
Como ya hemos visto, los godos procedían de Escandinavia y, tras una larga migración, aparecieron a las puertas del limes romano. A partir del año 240 dC comenzaron a realizar incursiones para depredar la Dacia, costosamente conquistada por el gran emperador Trajano y ********mente abandonada por el intelectual Adriano, cuya cabeza estaba tan ocupada con su amigo Antinoo, que en lugar de pensar en la seguridad del Imperio, se dedicó a abandonar las nuevas conquistas y a construir inútiles muros que de nada sirvieron. La estrategia de César, derrotar al enemigo allí donde se hallara, y si se hallaba en el mismísimo infierno, pues allí que se iba, fue dejada de lado por Augusto, cuya visión estratégica no incluía aspectos meramente militares. Así, el Imperio Romano, diseñado por César, fue edificado por Augusto con un terrible defecto de construcción: sus cimientos, y a pesar de los esfuerzos de Trajano por retomar la idea estratégica de César, sus sucesores se empeñaron en no prestar atención al problema.
Sólo la soberbia superioridad táctica del ejército romano mantenía a salvo esa frontera de juguete llamada "limes", pero como la "Línea Maginot" francesa o la "Muralla Atlántica" alemana, las líneas defensivas estratégicas no son más que un despilfarro que lleva a una ruina segura.
Tarde o temprano, pero a la ruina segura. Como bien supieron los espartanos: no son los muros los que tienen que defender a los hombres, sino los hombres los que tienen que defender los muros.
Y así encontramos a los godos presionando el limes del Danubio, precisamente el más débil, en un momento en el que la superioridad táctica romana sobre sus enemigos se venía abajo. Las sucesivas crisis económicas provocan una drástica reducción de la calidad del equipamiento militar romano cuya más nefasta consecuencia es que las legiones tengan que equiparse con el mismo equipo que las tropas auxiliares y que éstas empiecen a equiparse con lo que pueden encontrar por ahí. De la magnífica lorica segmentata, la coraza de placas articuladas del siglo I dC pasamos de nuevo a la cota de mallas, se abandonan el pilum, el gladius y el scutum y los soldados romanos pasan a equiparse igual que los germanos, incluso las soberbias legiones desaparecen y son sustituidas por dos tipos de unidades: los limitanei o unidades de frontera que más que soldados son aduaneros y los comitatenses, un "ejército móvil" que en teoría debe acudir allí donde esté el peligro. Lo que hizo en realidad esta reforma de Constantino fue desbaratar la superioridad táctica de la infantería romana, la auténtica clave de la hegemonía militar de Roma desde la conquista de Italia. En realidad, Constantino, que acababa de ganar una guerra civil contra Majencio, lo que hizo fue convertir el ejército romano en un elemento meramente defensivo, alejado de las necesidades estratégicas lógicas y cada vez más alejado de los ciudadanos romanos, y de esta manera, la defensa del Imperio era algo que iba cada vez más alejándose de los ciudadanos. Lo verdaderamente milagroso es que con semejante doctrina estratégica, Roma consiguiera subsistir hasta el año 476.
Convertidos en "federados" a sueldo, los godos se especializaron en el chantaje al Imperio que, en lugar de resolver la situación por las bravas, se dedicó a untarles con más oro a cambio de defender sus fronteras ¡que los mismos godos atacaban cada dos por tres! ... y en esto llegaron los hunos desde el Este. En 376 el emperador de Oriente (el Imperio se hallaba dividido en dos mitades), en un nuevo disparate más, les permitió cruzar el Danubio y asentarse dentro de las fronteras imperiales, hecho que los godos agradecieron dedicándose a saquear todo lo que encontraban a su paso. El emperador Valente, comprendió por fin el error cometido y pidió ayuda al emperador de Occidente, su sobrino Graciano, que le envió un ejército, pero Valente, que era un pésimo político, aún era peor militar. Convencido de que podía derrotar a los godos él sólo, marchó con su ejército hacia Adrianópolis sin esperar los refuerzos. Quizás pensaba que igual que los atenienses no necesitaron a los espartanos en Maratón él también era capaz de derrotar a los godos sin ayuda...
Para el relato de la batalla tenemos dos buenas romanas: Paulo Orosio y Amiano Marcelino. Si bien su relato estricto de la batalla es correcto, no lo es su interpretación.