Pompilio Zigrino
05/08/2006, 18:45
Para lograr una mejora del nivel económico y social, existen dos posibles secuencias propuestas: una consiste en mejorar la moral individual para que también mejore la economía. La otra secuencia consiste en mejorar el nivel económico de la sociedad para que, como una consecuencia, mejore también el nivel ético de cada individuo. Además, otros suponen que no existe relación alguna entre ética y economía y que puede establecerse una buena economía sin que exista un buen nivel ético, y viceversa. Henry Hazlitt escribió al respecto: “Se piensa, por lo general, en los enfoques ético y económico, que la ética y la economía tienen poco que ver una con la otra. Sin embargo, ambas se encuentran íntimamente vinculadas. A ambas les interesan los actos de los hombres, la conducta humana, la decisión humana, la elección humana. La economía es una descripción, explicación o análisis de los factores determinantes, consecuencias e implicancias de la conducta y elección humanas. Pero apenas llegamos a lo que es la justificación de esos actos y decisiones o a la cuestión acerca de si este o aquel acto o regla de acción sería más conveniente a largo plazo para el individuo o la comunidad, penetramos en el mundo de la ética. Esto es también verdad si lo que se discute es la conveniencia de una política económica comparada con otra”. “Prácticamente no existe problema ético alguno, en realidad, que no presente un aspecto económico. Nuestras decisiones éticas cotidianas son, en general, decisiones económicas y, a su vez, casi todas nuestras decisiones económicas cotidianas tienen un aspecto ético” (De “Los fundamentos de la moral” – Fundación Bolsa de Comercio de Bs.As).
Algunos autores liberales han propuesto éticas económicas desvinculadas de la ética propuesta por la religión y por la filosofía. En realidad, al existir la actitud característica en cada persona, el hombre muestra una misma actitud en cada circunstancia. Y el egoísta lo será en cada una de sus acciones, sean económicas o de otra índole. De ahí que es necesario buscar una ética única, tal como se viene sosteniendo en estos escritos. Ludwig von Mises escribió: “El papel histórico de la teoría de la división del trabajo tal como la elaborara la economía política inglesa de Hume y Ricardo, consistió en la total demolición de todas las doctrinas metafísicas relativas al origen y funcionamiento de la cooperación social. Dicha teoría consumó la emancipación espiritual, moral e intelectual de la humanidad iniciada por la filosofía del Epicureismo. La ética heterogénea e intuicionista de las épocas anteriores se vio sustituida por una moral autónoma racional. El derecho y la legalidad, el código moral y las instituciones sociales ya no son reverenciados como insondables decretos celestiales. Su origen es humano y el único metro que se les debe aplicar es el de su conveniencia con respecto al bienestar del hombre” (De “La acción humana” – Ed. Sopec SA).
El reemplazo de la “ética de los sentimientos” por la “ética utilitaria” de algunos economistas, implica, nada más y nada menos, que aceptar el “egoísmo de a dos” como válido dentro de este nuevo marco. Como el hombre muestra una misma actitud en las distintas circunstancias de su vida, al aplicar el egoísmo aceptado por la “ética utilitaria”, se encamina en una dirección poco favorable. Ludwig von Mises escribió: “La sociedad liberal prueba que, ante todo, el hombre ve en los demás sólo medios para la realización de sus propósitos, mientras que él a su vez, para los demás, el medio para la realización de los propósitos de los otros; que, finalmente, por esta acción recíproca dentro de la cual cada uno es simultáneamente medio y fin, se llega a la meta más elevada de la vida –el logro de una existencia mejor para todos. Dado que la sociedad sólo es posible si, mientras viven sus propias vidas, todos ayudan a vivir a los demás, si todo individuo es, al mismo tiempo, medio y fin; si cada bienestar individual es simultáneamente la condición necesaria para el bienestar de los demás, es evidente que el contraste entre yo y tú, medio y fin, queda automáticamente resuelto” (De “Socialismo” – Ed. Hermes SA).
La moral basada en los sentimientos humanos es la que ha de lograr los mejores resultados, mientras que los vínculos interpersonales a través de medios materiales, deberían pasar a un segundo plano. Ludwig von Mises escribió: “No existe oposición entre el deber moral y los intereses egoístas. Lo que el individuo da a la sociedad para preservarla como tal lo da, no en beneficio de fines que le son ajenos, sino porque ello consulta su propio interés”.
El problema que puede encontrarse en la anterior expresión es la aceptación del egoísmo como algo normal. El egoísmo existe en todos los seres humanos, pero debemos apuntar hacia el logro de la actitud que nos permita compartir las penas y las alegrías de nuestros semejantes. En esto vemos cierta incompatibilidad entre los principios liberales (al menos por los expresados por este pensador) con la ética cristiana, o con la ética natural. Sin embargo, podemos apuntar a un liberalismo ético, que adopte la ética cristiana, y así armonizarán ambas posturas. Recordemos que la economía de mercado o economía libre, no es una invención humana, sino la resultante del libre comportamiento económico de la sociedad. Desde Adam Smith en adelante se pudo describir aceptablemente este proceso y se pudieron ver los aspectos relevantes para poder adaptarnos a ellos. La adopción de la ética natural ha de ser una mejora adicional.
Debido a que el sistema de libre empresa se da como una consecuencia de la libertad, desde la ciencia económica se dan sugerencias respecto de todo lo que favorezca el mantenimiento de esa libertad. Entre ellas aparece la deseable vigencia de un orden legal estable, de una moneda estable, etc. Debe sugerir, además, un nivel ético adecuado para sustentar el desarrollo económico pleno.
La principal duda aparece cuando se habla del egoísmo, como posible motor del orden económico. No es lo mismo decir que el sistema de la economía de mercado puede funcionar bien, a pesar del egoísmo, a decir que funcionará adecuadamente al estar favorecido por ese egoísmo. Y que, a mayor egoísmo, mayor efectividad. Cuando decimos que alguien es egoísta, lo decimos con cierto fastidio, ya que lo asociamos a una persona que no le interesa lo que le suceda a los demás, sino que sólo le interesa su propia persona. Si ese es el egoísmo al cual se refiere von Mises, podemos decir, con seguridad, que dicha actitud no es la adecuada para el mejoramiento de la sociedad o, incluso, para el buen desarrollo de la economía. Con esa actitud predominante, pronto comenzarán los conflictos de toda clase. Debemos apuntar hacia una actitud cooperativa y solidaria, como lo promueve el cristianismo, y así podremos disponer de una ética general, aplicable a todos los aspectos del comportamiento humano.
(Sigue)
Algunos autores liberales han propuesto éticas económicas desvinculadas de la ética propuesta por la religión y por la filosofía. En realidad, al existir la actitud característica en cada persona, el hombre muestra una misma actitud en cada circunstancia. Y el egoísta lo será en cada una de sus acciones, sean económicas o de otra índole. De ahí que es necesario buscar una ética única, tal como se viene sosteniendo en estos escritos. Ludwig von Mises escribió: “El papel histórico de la teoría de la división del trabajo tal como la elaborara la economía política inglesa de Hume y Ricardo, consistió en la total demolición de todas las doctrinas metafísicas relativas al origen y funcionamiento de la cooperación social. Dicha teoría consumó la emancipación espiritual, moral e intelectual de la humanidad iniciada por la filosofía del Epicureismo. La ética heterogénea e intuicionista de las épocas anteriores se vio sustituida por una moral autónoma racional. El derecho y la legalidad, el código moral y las instituciones sociales ya no son reverenciados como insondables decretos celestiales. Su origen es humano y el único metro que se les debe aplicar es el de su conveniencia con respecto al bienestar del hombre” (De “La acción humana” – Ed. Sopec SA).
El reemplazo de la “ética de los sentimientos” por la “ética utilitaria” de algunos economistas, implica, nada más y nada menos, que aceptar el “egoísmo de a dos” como válido dentro de este nuevo marco. Como el hombre muestra una misma actitud en las distintas circunstancias de su vida, al aplicar el egoísmo aceptado por la “ética utilitaria”, se encamina en una dirección poco favorable. Ludwig von Mises escribió: “La sociedad liberal prueba que, ante todo, el hombre ve en los demás sólo medios para la realización de sus propósitos, mientras que él a su vez, para los demás, el medio para la realización de los propósitos de los otros; que, finalmente, por esta acción recíproca dentro de la cual cada uno es simultáneamente medio y fin, se llega a la meta más elevada de la vida –el logro de una existencia mejor para todos. Dado que la sociedad sólo es posible si, mientras viven sus propias vidas, todos ayudan a vivir a los demás, si todo individuo es, al mismo tiempo, medio y fin; si cada bienestar individual es simultáneamente la condición necesaria para el bienestar de los demás, es evidente que el contraste entre yo y tú, medio y fin, queda automáticamente resuelto” (De “Socialismo” – Ed. Hermes SA).
La moral basada en los sentimientos humanos es la que ha de lograr los mejores resultados, mientras que los vínculos interpersonales a través de medios materiales, deberían pasar a un segundo plano. Ludwig von Mises escribió: “No existe oposición entre el deber moral y los intereses egoístas. Lo que el individuo da a la sociedad para preservarla como tal lo da, no en beneficio de fines que le son ajenos, sino porque ello consulta su propio interés”.
El problema que puede encontrarse en la anterior expresión es la aceptación del egoísmo como algo normal. El egoísmo existe en todos los seres humanos, pero debemos apuntar hacia el logro de la actitud que nos permita compartir las penas y las alegrías de nuestros semejantes. En esto vemos cierta incompatibilidad entre los principios liberales (al menos por los expresados por este pensador) con la ética cristiana, o con la ética natural. Sin embargo, podemos apuntar a un liberalismo ético, que adopte la ética cristiana, y así armonizarán ambas posturas. Recordemos que la economía de mercado o economía libre, no es una invención humana, sino la resultante del libre comportamiento económico de la sociedad. Desde Adam Smith en adelante se pudo describir aceptablemente este proceso y se pudieron ver los aspectos relevantes para poder adaptarnos a ellos. La adopción de la ética natural ha de ser una mejora adicional.
Debido a que el sistema de libre empresa se da como una consecuencia de la libertad, desde la ciencia económica se dan sugerencias respecto de todo lo que favorezca el mantenimiento de esa libertad. Entre ellas aparece la deseable vigencia de un orden legal estable, de una moneda estable, etc. Debe sugerir, además, un nivel ético adecuado para sustentar el desarrollo económico pleno.
La principal duda aparece cuando se habla del egoísmo, como posible motor del orden económico. No es lo mismo decir que el sistema de la economía de mercado puede funcionar bien, a pesar del egoísmo, a decir que funcionará adecuadamente al estar favorecido por ese egoísmo. Y que, a mayor egoísmo, mayor efectividad. Cuando decimos que alguien es egoísta, lo decimos con cierto fastidio, ya que lo asociamos a una persona que no le interesa lo que le suceda a los demás, sino que sólo le interesa su propia persona. Si ese es el egoísmo al cual se refiere von Mises, podemos decir, con seguridad, que dicha actitud no es la adecuada para el mejoramiento de la sociedad o, incluso, para el buen desarrollo de la economía. Con esa actitud predominante, pronto comenzarán los conflictos de toda clase. Debemos apuntar hacia una actitud cooperativa y solidaria, como lo promueve el cristianismo, y así podremos disponer de una ética general, aplicable a todos los aspectos del comportamiento humano.
(Sigue)