Observador
23/07/2006, 14:11
Parte I
Introducción
Hace poco recibí una carta de una persona que sostiene que hay un solo Dios, que es llamado por diferentes nombres y adorado por muchas personas diferentes con diferentes creencias. Este tipo de pensamiento acerca de Dios es común hoy, pero su popularidad no disminuye los problemas intelectuales que involucra. Por ejemplo, ¿incluye este concepto el dios de los aztecas que requería el sacrificio de niños? ¿Y los dioses guerreros de la mitología nórdica: Odín, Tor y Loki? ¿Cómo encaja en este marco teológico la creencia de los mormones de que todos podemos volvernos dioses si nos unimos a su organización y seguimos su sistema de buenas obras? Aun John Hick, un influyente religioso pluralista, cree que sólo puede considerarse que algunas de las grandes religiones del mundo tienen una visión válida de Dios. El islamismo, el cristianismo, el judaísmo, el budismo y el hinduismo son válidos, pero el satanismo y las religiones del tipo de la secta de Waco, Texas, no. La creencia de que todos los sistemas religiosos adoran a un Dios plantea preguntas difíciles cuando vemos cómo diferentes grupos retratan a Dios y buscan describir cómo debemos relacionarnos con Él.
El tema se vuelve aún más crítico cuando una tradición religiosa dice que Dios se hizo carne, convirtiéndose en hombre, y caminó por la tierra. La tradición cristiana ha afirmado durante casi dos mil años que Dios hizo esto justamente. El Evangelio de Juan proclama que "aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad". Juan, por supuesto, está hablando de Jesús, y su afirmación presenta un interesante desafío para un pluralista religioso. Si lo que dice Juan y el resto de los escritores del Nuevo Testamento acerca de Jesús es cierto, entonces tenemos a Dios, literalmente, en la carne, caminando con una pequeña banda de discípulos a quienes enseñaba. Si Jesús fue Dios encarnado mientras caminó por la tierra, tenemos un relato de primera mano de cómo es Dios en el registro bíblico. Las afirmaciones de verdad acerca de Dios que se oponen a las que da la Biblia deben ser descartadas, entonces. En otras palabras, si Jesús fue Dios en la carne durante su tiempo en la tierra, los demás textos o tradiciones religiosos están equivocados cuando enseñan acerca de Dios o acerca de conocer a Dios de formas que contradicen el registro bíblico.
En este artículo consideraremos la evidencia a favor de la deidad de Cristo. Las afirmaciones de verdad del cristianismo dependen de esta enseñanza central y, una vez aceptada, esta afirmación reduce grandemente la viabilidad del pluralismo religioso, es decir tratar a todas las creencias religiosas como igualmente verdaderas. Porque si Dios verdaderamente se hizo carne y habló directamente a sus discípulos acerca de cosas como el pecado, la redención, un juicio final, religiones falsas y la verdadera adoración, entonces tenemos que el Dios del universo expresa intolerancia hacia otras afirmaciones religiosas -específicamente, afirmaciones que descartan la realidad del pecado y quitan la necesidad de redención o la realidad de un juicio final. Algunos podrían no concordar con la intolerancia religiosa de Dios, pero, de nuevo, discrepar con Dios es lo que la Biblia denomina pecado.
En vez de comenzar con una respuesta a los ataques a la deidad de Cristo hechos por críticos modernos como el Seminario de Jesús o los gnósticos de la nueva era, nuestra discusión comenzará por la propia autoconciencia de Jesús; en otras palabras, lo que Jesús decía y pensaba acerca de sí mismo. Luego consideraremos las enseñanzas de los Apóstoles y la iglesia primitiva. Mi meta es establecer que, desde su creación, el cristianismo ha enseñado y creído que Jesús era Dios en la carne, y que esta creencia fue el resultado de las palabras mismas que habló Jesús acerca de su propia esencia.
La autopercepción de Cristo
Al comenzar a examinar la evidencia que apoya la afirmación de que Jesucristo es Dios en la carne, o Dios encarnado, un buen punto de partida es el propio autoconcepto de Jesús. Debe admitirse primero que Jesús nunca define su lugar en la Trinidad con terminología teológica. Sin embargo, hizo muchas afirmaciones acerca de sí que no sólo serían inadecuadas sino blasfemas si no era Dios encarnado. Es importante recordar que la vida de Jesús no estuvo dedicada a hacer teología o a pensar y escribir acerca de temas teológicos. En cambio, su vida estuvo centrada en relaciones, primero con sus discípulos y luego con el pueblo judío. El propósito de estas relaciones fue engendrar en este pueblo la creencia en Jesús como su Salvador o Mesías, como su única fuente de salvación. Jesús dijo a los fariseos, los líderes religiosos de su tiempo, que morirían en sus pecados si no creían que Él era quien decía ser (Juan 8:24). Y a un fariseo, Nicodemo, Jesús dijo: "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Millard Erickson, en su libro, Christian Theology, logra mostrar muy bien la evidencia de que Jesús se consideraba igual en esencia a Dios. {1} (http://ministeriosprobe.org/docs/deidad.html#text1) A menos que fuera Dios, hubiera sido sumamente inapropiado que Jesús dijera, como lo hace en Mateo 13:41, que tanto los ángeles como el reino son del Él. En otras partes, los ángeles son llamados "los ángeles de Dios" (Lucas 12:8, 9; 15:10) y la frase "reino de Dios" se encuentra a lo largo de toda la Biblia. Pero Jesús dice: "Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y re*****án de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad" (Mateo 13:41).
Cuando el paralítico de Marcos 2:5 fue bajado del techo por sus amigos, la primera respuesta de Jesús fue decir que los pecados del hombre eran perdonados. Los escribas sabían las implicaciones de esta declaración, porque sólo Dios podía perdonar pecados. Sus comentarios muestran claramente que entendían que Jesús estaba ejerciendo un privilegio divino. Jesús tuvo una oportunidad maravillosa de aclarar las cosas negando que tuviera la autoridad para hacer lo que sólo Dios puede hacer. En cambio, su respuesta sólo refuerza su atribución de divinidad. Jesús dice: "¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa". Para confirmar su autoridad para perdonar pecados, Jesús permitió al hombre levantar su lecho y volver a su casa.
Hay dos áreas más donde Jesús reclamó autoridad, juzgar el pecado y el cumplimiento del día de reposo. Ambas eran consideradas prerrogativa de Dios por los judíos. En Juan 5:22, 23, Jesús dice: "Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre". Jesús también se atribuyó la autoridad para cambiar la relación del hombre con el día de reposo. Honrar el día de reposo es uno de los Diez Mandamientos, y se les había dado instrucciones estrictas a los judíos de que lo guardaran. En el libro de Números, Dios le dice a Moisés que apedreara a todo hombre que recogiera madera el día de reposo. Sin embargo, en Mateo 12:8 Jesús dice que "el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo". Estos ejemplos muestran que Jesús hizo afirmaciones y realizó milagros que revelan una autopercepción de su propia divinidad. En nuestra próxima sección continuaremos en esta línea.
Introducción
Hace poco recibí una carta de una persona que sostiene que hay un solo Dios, que es llamado por diferentes nombres y adorado por muchas personas diferentes con diferentes creencias. Este tipo de pensamiento acerca de Dios es común hoy, pero su popularidad no disminuye los problemas intelectuales que involucra. Por ejemplo, ¿incluye este concepto el dios de los aztecas que requería el sacrificio de niños? ¿Y los dioses guerreros de la mitología nórdica: Odín, Tor y Loki? ¿Cómo encaja en este marco teológico la creencia de los mormones de que todos podemos volvernos dioses si nos unimos a su organización y seguimos su sistema de buenas obras? Aun John Hick, un influyente religioso pluralista, cree que sólo puede considerarse que algunas de las grandes religiones del mundo tienen una visión válida de Dios. El islamismo, el cristianismo, el judaísmo, el budismo y el hinduismo son válidos, pero el satanismo y las religiones del tipo de la secta de Waco, Texas, no. La creencia de que todos los sistemas religiosos adoran a un Dios plantea preguntas difíciles cuando vemos cómo diferentes grupos retratan a Dios y buscan describir cómo debemos relacionarnos con Él.
El tema se vuelve aún más crítico cuando una tradición religiosa dice que Dios se hizo carne, convirtiéndose en hombre, y caminó por la tierra. La tradición cristiana ha afirmado durante casi dos mil años que Dios hizo esto justamente. El Evangelio de Juan proclama que "aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad". Juan, por supuesto, está hablando de Jesús, y su afirmación presenta un interesante desafío para un pluralista religioso. Si lo que dice Juan y el resto de los escritores del Nuevo Testamento acerca de Jesús es cierto, entonces tenemos a Dios, literalmente, en la carne, caminando con una pequeña banda de discípulos a quienes enseñaba. Si Jesús fue Dios encarnado mientras caminó por la tierra, tenemos un relato de primera mano de cómo es Dios en el registro bíblico. Las afirmaciones de verdad acerca de Dios que se oponen a las que da la Biblia deben ser descartadas, entonces. En otras palabras, si Jesús fue Dios en la carne durante su tiempo en la tierra, los demás textos o tradiciones religiosos están equivocados cuando enseñan acerca de Dios o acerca de conocer a Dios de formas que contradicen el registro bíblico.
En este artículo consideraremos la evidencia a favor de la deidad de Cristo. Las afirmaciones de verdad del cristianismo dependen de esta enseñanza central y, una vez aceptada, esta afirmación reduce grandemente la viabilidad del pluralismo religioso, es decir tratar a todas las creencias religiosas como igualmente verdaderas. Porque si Dios verdaderamente se hizo carne y habló directamente a sus discípulos acerca de cosas como el pecado, la redención, un juicio final, religiones falsas y la verdadera adoración, entonces tenemos que el Dios del universo expresa intolerancia hacia otras afirmaciones religiosas -específicamente, afirmaciones que descartan la realidad del pecado y quitan la necesidad de redención o la realidad de un juicio final. Algunos podrían no concordar con la intolerancia religiosa de Dios, pero, de nuevo, discrepar con Dios es lo que la Biblia denomina pecado.
En vez de comenzar con una respuesta a los ataques a la deidad de Cristo hechos por críticos modernos como el Seminario de Jesús o los gnósticos de la nueva era, nuestra discusión comenzará por la propia autoconciencia de Jesús; en otras palabras, lo que Jesús decía y pensaba acerca de sí mismo. Luego consideraremos las enseñanzas de los Apóstoles y la iglesia primitiva. Mi meta es establecer que, desde su creación, el cristianismo ha enseñado y creído que Jesús era Dios en la carne, y que esta creencia fue el resultado de las palabras mismas que habló Jesús acerca de su propia esencia.
La autopercepción de Cristo
Al comenzar a examinar la evidencia que apoya la afirmación de que Jesucristo es Dios en la carne, o Dios encarnado, un buen punto de partida es el propio autoconcepto de Jesús. Debe admitirse primero que Jesús nunca define su lugar en la Trinidad con terminología teológica. Sin embargo, hizo muchas afirmaciones acerca de sí que no sólo serían inadecuadas sino blasfemas si no era Dios encarnado. Es importante recordar que la vida de Jesús no estuvo dedicada a hacer teología o a pensar y escribir acerca de temas teológicos. En cambio, su vida estuvo centrada en relaciones, primero con sus discípulos y luego con el pueblo judío. El propósito de estas relaciones fue engendrar en este pueblo la creencia en Jesús como su Salvador o Mesías, como su única fuente de salvación. Jesús dijo a los fariseos, los líderes religiosos de su tiempo, que morirían en sus pecados si no creían que Él era quien decía ser (Juan 8:24). Y a un fariseo, Nicodemo, Jesús dijo: "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan 3:16).
Millard Erickson, en su libro, Christian Theology, logra mostrar muy bien la evidencia de que Jesús se consideraba igual en esencia a Dios. {1} (http://ministeriosprobe.org/docs/deidad.html#text1) A menos que fuera Dios, hubiera sido sumamente inapropiado que Jesús dijera, como lo hace en Mateo 13:41, que tanto los ángeles como el reino son del Él. En otras partes, los ángeles son llamados "los ángeles de Dios" (Lucas 12:8, 9; 15:10) y la frase "reino de Dios" se encuentra a lo largo de toda la Biblia. Pero Jesús dice: "Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y re*****án de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad" (Mateo 13:41).
Cuando el paralítico de Marcos 2:5 fue bajado del techo por sus amigos, la primera respuesta de Jesús fue decir que los pecados del hombre eran perdonados. Los escribas sabían las implicaciones de esta declaración, porque sólo Dios podía perdonar pecados. Sus comentarios muestran claramente que entendían que Jesús estaba ejerciendo un privilegio divino. Jesús tuvo una oportunidad maravillosa de aclarar las cosas negando que tuviera la autoridad para hacer lo que sólo Dios puede hacer. En cambio, su respuesta sólo refuerza su atribución de divinidad. Jesús dice: "¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa". Para confirmar su autoridad para perdonar pecados, Jesús permitió al hombre levantar su lecho y volver a su casa.
Hay dos áreas más donde Jesús reclamó autoridad, juzgar el pecado y el cumplimiento del día de reposo. Ambas eran consideradas prerrogativa de Dios por los judíos. En Juan 5:22, 23, Jesús dice: "Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre". Jesús también se atribuyó la autoridad para cambiar la relación del hombre con el día de reposo. Honrar el día de reposo es uno de los Diez Mandamientos, y se les había dado instrucciones estrictas a los judíos de que lo guardaran. En el libro de Números, Dios le dice a Moisés que apedreara a todo hombre que recogiera madera el día de reposo. Sin embargo, en Mateo 12:8 Jesús dice que "el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo". Estos ejemplos muestran que Jesús hizo afirmaciones y realizó milagros que revelan una autopercepción de su propia divinidad. En nuestra próxima sección continuaremos en esta línea.