Pompilio Zigrino
08/07/2006, 18:35
Toda crisis social está asociada a las ideas predominantes en una sociedad. Si existe una crisis moral, es probable que exista el predominio de ideas que apuntan hacia el relativismo moral, es decir, una postura que supone la inexistencia del Bien y del Mal, como conceptos independientes de la opinión de los hombres, o que vienen implícitos en las leyes que conforman el orden natural.
No sólo se cuestionan tales conceptos, sino también la posibilidad de que alguien pueda estar más cerca de la verdad que otros seres humanos, simplemente porque se supone que la verdad tampoco existe como algo objetivo e independiente de las opiniones humanas. Tanto el relativismo moral como el escepticismo son sostenidos por los antiguos sofistas griegos, sobre los que Matthew Stewart escribe: "Tendían a ser relativistas morales, toda vez que concebían la moralidad como humanamente creada, más que como un código divinamente inspirado". "Eran escépticos respecto a las posibilidades de conocimiento verdadero o absoluto. Los sofistas creían que también la verdad era una invención más o menos humana" (De "La verdad sobre todo" - Ed. Taurus).
Si no existe el Bien y el Mal, tampoco existiría la ética, ni la filosofía práctica, ni gran parte de las ciencias sociales, ni tampoco tendría la religión validez alguna. De ahí que en las sociedades en crisis, cuando se habla de ética, no se intenta hacer referencia a una ética natural común a todos los hombres, sino a cualquier ética establecida en forma subjetiva. No sólo se desconoce la validez de toda religión, sino que también se la acusa de ser la culpable de gran parte de los males que aquejan a la sociedad. Mientras más se acentúa el pensamiento sofista, mayores son los embates en contra de la religión, de la filosofía y de todo lo que se oponga a dicho pensamiento. Así como los virus informáticos tienden a destruir una valiosa información almacenada, el relativismo moral tiende a borrar gran parte del conocimiento adquirido por la humanidad.
El relativismo moral abre las puertas a la introducción de varias éticas propuestas que no tendrán como referencia al propio orden natural. No será posible contrastarlas con algo que, se supone, no existe. Así aparecerán la ética nazi, la marxista, etc. Las éticas religiosas que no intentan una verificación, o contrastación, con la propia realidad, pueden ser tan inexactas como las éticas subjetivas.
La ética describe los efectos causados por las acciones humanas, es decir, describe causas y efectos asociados a ese accionar. Supone que a iguales causas les seguirán similares efectos, en forma independiente a la época o al lugar en donde ocurran. Así, si compartimos las penas y alegrías de los demás, estaremos actuando en una forma orientada a la cooperación con los demás, mientras que si nos alegramos del dolor ajeno y nos entristecemos por su alegría, estaremos actuando en una forma orientada hacia la competencia con los demás. La búsqueda de la cooperación, o de la competencia, es un hecho objetivo, si bien puede ser difícil de evaluar, aunque éste es otro problema, distinto al de su existencia.
En el primer caso buscamos el bien de los demás, y de nosotros mismos, mientras que en el otro caso buscamos el mal de los demás, que también recaerá en nosotros mismos, aunque no pensemos que así ocurrirá. Sin embargo, quienes son partidarios del relativismo moral, suponen que a las mismas causas les podrán seguir distintos efectos, ya que todo depende de la convención propuesta y aceptada por la sociedad.
Si existiera el relativismo moral, podríamos entonces suponer que la felicidad habría de lograrse a través del odio (burla y envidia). Para incrementar esa "felicidad" deberíamos burlarnos de los demás, en especial de las personas que sufren y deberíamos sentir envidia aún por las cosas más pequeña. Esta "demostración por el absurdo" pone en evidencia algo bastante evidente, esto es, que al camino de la felicidad, y al de la infelicidad, debemos descubrirlo en la propia naturaleza humana, antes que decidirlo en una forma convencional.
La conciencia moral vendría a ser la parte de nuestro cerebro que nos permite vislumbrar los efectos que producirán, en el futuro, cada una de nuestras acciones realizadas en el presente. De ahí que, en forma similar a lo que ocurre con la mayoría de nuestros sistemas psíquicos, es posible "entrenar", o educar, dicha conciencia orientándola hacia la búsqueda del Bien compartido. El crecimiento espiritual del hombre no es otra cosa que el ejercicio pleno y el gobierno de nuestra conciencia sobre cada uno de nuestros actos.
Sí, por el contrario, suponemos que no existe el Bien ni el Mal, en sentido absoluto, dejaremos de lado todo intento por lograr una mejora personal. Gran parte del sentido de la vida ha de estar asociado a la búsqueda de ese perfeccionamiento interior, de ahí que el relativismo moral tiende a que los hombres se sientan desorientados en cuanto al sentido que daràn a sus vidas.
En la sociedad en crisis no se busca la satisfacción moral, sino el placer corporal, en alguna de sus formas. No se busca el mejoramiento ético porque tampoco se supone que existen valores éticos, ya que éstos son considerados relativos. Tampoco se busca el mejoramiento intelectual porque también se considera a la verdad como un "valor relativo", por lo que deja de ser un valor. Al suprimirse los valores éticos e intelectuales (el Bien y la verdad) sólo queda al hombre el placer como la única búsqueda aceptada por la sociedad.
La ética natural se ha de establecer para que cada individuo disponga de información básica respecto de su comportamiento social y de su posible mejora. No es adecuada, sin embargo, como un instrumento que ha de fomentar la competencia entre seres humanos, de tal forma que algunos hombres se constituyan en jueces de los demás.
No sólo se cuestionan tales conceptos, sino también la posibilidad de que alguien pueda estar más cerca de la verdad que otros seres humanos, simplemente porque se supone que la verdad tampoco existe como algo objetivo e independiente de las opiniones humanas. Tanto el relativismo moral como el escepticismo son sostenidos por los antiguos sofistas griegos, sobre los que Matthew Stewart escribe: "Tendían a ser relativistas morales, toda vez que concebían la moralidad como humanamente creada, más que como un código divinamente inspirado". "Eran escépticos respecto a las posibilidades de conocimiento verdadero o absoluto. Los sofistas creían que también la verdad era una invención más o menos humana" (De "La verdad sobre todo" - Ed. Taurus).
Si no existe el Bien y el Mal, tampoco existiría la ética, ni la filosofía práctica, ni gran parte de las ciencias sociales, ni tampoco tendría la religión validez alguna. De ahí que en las sociedades en crisis, cuando se habla de ética, no se intenta hacer referencia a una ética natural común a todos los hombres, sino a cualquier ética establecida en forma subjetiva. No sólo se desconoce la validez de toda religión, sino que también se la acusa de ser la culpable de gran parte de los males que aquejan a la sociedad. Mientras más se acentúa el pensamiento sofista, mayores son los embates en contra de la religión, de la filosofía y de todo lo que se oponga a dicho pensamiento. Así como los virus informáticos tienden a destruir una valiosa información almacenada, el relativismo moral tiende a borrar gran parte del conocimiento adquirido por la humanidad.
El relativismo moral abre las puertas a la introducción de varias éticas propuestas que no tendrán como referencia al propio orden natural. No será posible contrastarlas con algo que, se supone, no existe. Así aparecerán la ética nazi, la marxista, etc. Las éticas religiosas que no intentan una verificación, o contrastación, con la propia realidad, pueden ser tan inexactas como las éticas subjetivas.
La ética describe los efectos causados por las acciones humanas, es decir, describe causas y efectos asociados a ese accionar. Supone que a iguales causas les seguirán similares efectos, en forma independiente a la época o al lugar en donde ocurran. Así, si compartimos las penas y alegrías de los demás, estaremos actuando en una forma orientada a la cooperación con los demás, mientras que si nos alegramos del dolor ajeno y nos entristecemos por su alegría, estaremos actuando en una forma orientada hacia la competencia con los demás. La búsqueda de la cooperación, o de la competencia, es un hecho objetivo, si bien puede ser difícil de evaluar, aunque éste es otro problema, distinto al de su existencia.
En el primer caso buscamos el bien de los demás, y de nosotros mismos, mientras que en el otro caso buscamos el mal de los demás, que también recaerá en nosotros mismos, aunque no pensemos que así ocurrirá. Sin embargo, quienes son partidarios del relativismo moral, suponen que a las mismas causas les podrán seguir distintos efectos, ya que todo depende de la convención propuesta y aceptada por la sociedad.
Si existiera el relativismo moral, podríamos entonces suponer que la felicidad habría de lograrse a través del odio (burla y envidia). Para incrementar esa "felicidad" deberíamos burlarnos de los demás, en especial de las personas que sufren y deberíamos sentir envidia aún por las cosas más pequeña. Esta "demostración por el absurdo" pone en evidencia algo bastante evidente, esto es, que al camino de la felicidad, y al de la infelicidad, debemos descubrirlo en la propia naturaleza humana, antes que decidirlo en una forma convencional.
La conciencia moral vendría a ser la parte de nuestro cerebro que nos permite vislumbrar los efectos que producirán, en el futuro, cada una de nuestras acciones realizadas en el presente. De ahí que, en forma similar a lo que ocurre con la mayoría de nuestros sistemas psíquicos, es posible "entrenar", o educar, dicha conciencia orientándola hacia la búsqueda del Bien compartido. El crecimiento espiritual del hombre no es otra cosa que el ejercicio pleno y el gobierno de nuestra conciencia sobre cada uno de nuestros actos.
Sí, por el contrario, suponemos que no existe el Bien ni el Mal, en sentido absoluto, dejaremos de lado todo intento por lograr una mejora personal. Gran parte del sentido de la vida ha de estar asociado a la búsqueda de ese perfeccionamiento interior, de ahí que el relativismo moral tiende a que los hombres se sientan desorientados en cuanto al sentido que daràn a sus vidas.
En la sociedad en crisis no se busca la satisfacción moral, sino el placer corporal, en alguna de sus formas. No se busca el mejoramiento ético porque tampoco se supone que existen valores éticos, ya que éstos son considerados relativos. Tampoco se busca el mejoramiento intelectual porque también se considera a la verdad como un "valor relativo", por lo que deja de ser un valor. Al suprimirse los valores éticos e intelectuales (el Bien y la verdad) sólo queda al hombre el placer como la única búsqueda aceptada por la sociedad.
La ética natural se ha de establecer para que cada individuo disponga de información básica respecto de su comportamiento social y de su posible mejora. No es adecuada, sin embargo, como un instrumento que ha de fomentar la competencia entre seres humanos, de tal forma que algunos hombres se constituyan en jueces de los demás.