Horacio Sachetto
05/07/2006, 23:56
El Sr. Presidente de la Nación expresó que «la Argentina necesita un profundo debate que nos permita elaborar un Proyecto de Ley de Educación Nacional ampliamente legitimado por la opinión y la participación de la ciudadanía».
Antes de, siquiera, pensar en el mismo título de esta ley, surgen algunos interrogantes:
¿Cómo es posible llevar a cabo ese «profundo debate» en sólo cuatro o cinco horas de trabajo?
¿En verdad es viable tabular e interpretar la información recogida en 44.000 establecimientos públicos y privados del país en un mes?
¿Tenemos que pensar que quienes pergeñaron este despropósito adolecen de pobreza intelectual?
¿O que francamente debemos creer aquello de que «los docentes y el conjunto de los actores del sistema educativo jugarán un rol protagónico en este debate»?
¿Por qué el Foro para el debate que dispuso el Ministerio de la Nación cerró el 4 de julio, a pocos días de haberse habilitado?
¿Realmente supondrán que el pueblo argentino es tan imbécil como para caer en este tipo de maniobras que sólo buscan convalidar una ley ya escrita?
¿Cuántos millones de pesos habrá costado este flagrante insulto a la ciudadanía?
En mi escuela hemos rechazado enfáticamente participar de este debate general relacionado con la Ley de Educación Nacional por considerar que es un absurdo mayúsculo intentar discutir cuestiones tan profundas y esenciales para la educación de nuestro país, en tan sólo una jornada de trabajo.
La tarea que se nos pretendió encomendar trasunta una intencionalidad manifiesta de avalar decisiones ya tomadas.
En consecuencia, hemos demandado que se concrete un tratamiento a conciencia, en tiempo y en forma, en el que se contemple una participación pluralista y real con todos los estamentos de la nación
Estamos convencidos de que el Estado debe crear equipos interdisciplinarios de trabajo que atiendan y den respuesta efectiva a las demandas de los distintos sectores sociales. En este contexto, la resignificación y función de la Escuela y los docentes permitirán que recuperemos nuestro auténtico rol de educadores.
Horacio Sachetto.
Maestro de la Nación.
Antes de, siquiera, pensar en el mismo título de esta ley, surgen algunos interrogantes:
¿Cómo es posible llevar a cabo ese «profundo debate» en sólo cuatro o cinco horas de trabajo?
¿En verdad es viable tabular e interpretar la información recogida en 44.000 establecimientos públicos y privados del país en un mes?
¿Tenemos que pensar que quienes pergeñaron este despropósito adolecen de pobreza intelectual?
¿O que francamente debemos creer aquello de que «los docentes y el conjunto de los actores del sistema educativo jugarán un rol protagónico en este debate»?
¿Por qué el Foro para el debate que dispuso el Ministerio de la Nación cerró el 4 de julio, a pocos días de haberse habilitado?
¿Realmente supondrán que el pueblo argentino es tan imbécil como para caer en este tipo de maniobras que sólo buscan convalidar una ley ya escrita?
¿Cuántos millones de pesos habrá costado este flagrante insulto a la ciudadanía?
En mi escuela hemos rechazado enfáticamente participar de este debate general relacionado con la Ley de Educación Nacional por considerar que es un absurdo mayúsculo intentar discutir cuestiones tan profundas y esenciales para la educación de nuestro país, en tan sólo una jornada de trabajo.
La tarea que se nos pretendió encomendar trasunta una intencionalidad manifiesta de avalar decisiones ya tomadas.
En consecuencia, hemos demandado que se concrete un tratamiento a conciencia, en tiempo y en forma, en el que se contemple una participación pluralista y real con todos los estamentos de la nación
Estamos convencidos de que el Estado debe crear equipos interdisciplinarios de trabajo que atiendan y den respuesta efectiva a las demandas de los distintos sectores sociales. En este contexto, la resignificación y función de la Escuela y los docentes permitirán que recuperemos nuestro auténtico rol de educadores.
Horacio Sachetto.
Maestro de la Nación.