Pompilio Zigrino
18/06/2006, 10:14
Respecto del ordenamiento de todo lo existente, existen tres puntos de vista predominantes. Uno de ellos implica la existencia de un caos básico sobre el cual ha de ser el propio ser humano quien deberá imprimirle un sentido o una finalidad. Otro punto de vista extremo es el que considera la existencia de un riguroso determinismo (fatalismo) sobre el cual no podemos influir, sino que tan sólo nos queda ubicarnos de la mejor manera posible dentro del riguroso orden natural impuesto. Finalmente tenemos la postura que, a la luz de los conocimientos brindados por la ciencia experimental, nos sugiere que existe un orden natural regido por leyes invariantes, con cierta finalidad implícita, pero que permite al hombre tomar decisiones respecto de la orientación que ha de tomar la humanidad.
En épocas primitivas, el hombre atribuye a la voluntad de dioses especializados el comportamiento de las fuerzas de la naturaleza. Luego supone que existiría un solo Dios para dirigir el curso del universo. En ambos casos se realizan oficios religiosos buscando que las decisiones de Dios, o de los dioses, sean favorables a los seres humanos.
A partir de la Ilustración, o del Iluminismo, predomina la idea de que existe un intermediario entre Dios y los hombres, pero distinto de los hombres, tal el caso de la ley natural. No hay una acción directa del Creador sobre la humanidad, ni hace falta realizar pedidos y ruegos, ya que sólo deberemos adaptarnos a dichas leyes. De ahí que la religión del futuro deberá asentarse sobre la base de la existencia de dichas leyes que, además, son estudiadas por la ciencia experimental.
La religión comienza con una idea muy simple, tal la idea de Dios. Cuando vemos la realidad cotidiana, con una enorme variedad de fenómenos naturales y de seres vivientes, nos damos cuenta que todo ello no fue realizado por el hombre. Atribuimos el nombre de Dios a ese ser imaginario que lo hizo todo. Quizás no existe idea más simple que la idea de Dios.
Lo esencial de la religión del futuro consiste en interpretar adecuadamente la aparente finalidad del universo y de la propia humanidad, podemos decir que debemos interpretar al "espíritu de la ley natural". Podemos sintetizar los requisitos de esa religión en los siguientes puntos:
1) En primer lugar, debemos reconocer la existencia de una ley natural que rige todo lo existente. Esta ley nos permite hablar de un orden natural. Luego, es posible asignarle una finalidad implícita. Sin embargo, por el momento, no es lícito hacer suposiciones infundadas sobre tal finalidad. Si somos optimistas, por simple fe en el universo, suponemos una finalidad que beneficia al hombre y que lo ubica en un lugar central. Pero también es posible atribuirle una finalidad distinta. Lo que no resulta conveniente es negar tal finalidad implícita, ya que deberíamos entonces negar al propio orden natural y de ahí a la propia ley natural.
2) La felicidad no se logra cuando la buscamos en forma directa, sino cuando la buscamos en forma indirecta. Esto implica que, a la larga, la obtenemos cuando involucramos a las demás personas en esa búsqueda. De ahí que el orden natural acepta la existencia de la felicidad compartida, y se opone a la felicidad individual.
3) Es evidente, además, que el máximo premio es otorgado a quien posee la máxima virtud, tal la de compartir las penas y las alegrías de los demás. Recibe el mayor premio quien es capaz de promover la mayor felicidad compartida.
4) En forma similar, el máximo castigo, que es el sufrimiento que proviene de la envidia, ha de estar asociado al máximo defecto, que es la burla. Mediante estas actitudes, que en realidad son los aspectos visibles de una misma actitud, nos alegramos del sufrimiento ajeno y nos entristecemos por su alegría.
5) El vínculo entre el orden natural y el hombre contempla cierta justicia natural que, como vemos, sólo tiene presente la felicidad asociada a nuestro aspecto afectivo, lo que da lugar a la ética natural. No tiene en cuenta otros factores que también afectan al nivel de felicidad logrado por cada ser humano.
6) Por justicia natural entendemos a lo que está de acuerdo al orden natural, mientras que injusticia es todo lo que sale fuera de ese orden. De ahí que "justicia natural" no significa que todo lo que le sucede al hombre es "merecido", sino que supone que está, o no, de acuerdo con ese orden.
7) Existe una tendencia natural que busca la mayor diversidad posible entre las distintas especies vivientes. El hombre debe tratar de seguir esa tendencia, por lo que resulta poco natural la existencia de tendencias religiosas, filosóficas y políticas que tienen validez sectorial y que promueven la división de la humanidad en múltiples sectores y que impiden el establecimiento de una humanidad unida y diversa.
8) Las ideologías de validez sectorial deben ser suplantadas por aquéllas que tengan una validez universal. De ahí que la única alternativa posible consiste en tomar como verdadera aquella descripción que sea compatible con la ley natural, es decir, un criterio similar al adoptado por la ciencia experimental.
En épocas primitivas, el hombre atribuye a la voluntad de dioses especializados el comportamiento de las fuerzas de la naturaleza. Luego supone que existiría un solo Dios para dirigir el curso del universo. En ambos casos se realizan oficios religiosos buscando que las decisiones de Dios, o de los dioses, sean favorables a los seres humanos.
A partir de la Ilustración, o del Iluminismo, predomina la idea de que existe un intermediario entre Dios y los hombres, pero distinto de los hombres, tal el caso de la ley natural. No hay una acción directa del Creador sobre la humanidad, ni hace falta realizar pedidos y ruegos, ya que sólo deberemos adaptarnos a dichas leyes. De ahí que la religión del futuro deberá asentarse sobre la base de la existencia de dichas leyes que, además, son estudiadas por la ciencia experimental.
La religión comienza con una idea muy simple, tal la idea de Dios. Cuando vemos la realidad cotidiana, con una enorme variedad de fenómenos naturales y de seres vivientes, nos damos cuenta que todo ello no fue realizado por el hombre. Atribuimos el nombre de Dios a ese ser imaginario que lo hizo todo. Quizás no existe idea más simple que la idea de Dios.
Lo esencial de la religión del futuro consiste en interpretar adecuadamente la aparente finalidad del universo y de la propia humanidad, podemos decir que debemos interpretar al "espíritu de la ley natural". Podemos sintetizar los requisitos de esa religión en los siguientes puntos:
1) En primer lugar, debemos reconocer la existencia de una ley natural que rige todo lo existente. Esta ley nos permite hablar de un orden natural. Luego, es posible asignarle una finalidad implícita. Sin embargo, por el momento, no es lícito hacer suposiciones infundadas sobre tal finalidad. Si somos optimistas, por simple fe en el universo, suponemos una finalidad que beneficia al hombre y que lo ubica en un lugar central. Pero también es posible atribuirle una finalidad distinta. Lo que no resulta conveniente es negar tal finalidad implícita, ya que deberíamos entonces negar al propio orden natural y de ahí a la propia ley natural.
2) La felicidad no se logra cuando la buscamos en forma directa, sino cuando la buscamos en forma indirecta. Esto implica que, a la larga, la obtenemos cuando involucramos a las demás personas en esa búsqueda. De ahí que el orden natural acepta la existencia de la felicidad compartida, y se opone a la felicidad individual.
3) Es evidente, además, que el máximo premio es otorgado a quien posee la máxima virtud, tal la de compartir las penas y las alegrías de los demás. Recibe el mayor premio quien es capaz de promover la mayor felicidad compartida.
4) En forma similar, el máximo castigo, que es el sufrimiento que proviene de la envidia, ha de estar asociado al máximo defecto, que es la burla. Mediante estas actitudes, que en realidad son los aspectos visibles de una misma actitud, nos alegramos del sufrimiento ajeno y nos entristecemos por su alegría.
5) El vínculo entre el orden natural y el hombre contempla cierta justicia natural que, como vemos, sólo tiene presente la felicidad asociada a nuestro aspecto afectivo, lo que da lugar a la ética natural. No tiene en cuenta otros factores que también afectan al nivel de felicidad logrado por cada ser humano.
6) Por justicia natural entendemos a lo que está de acuerdo al orden natural, mientras que injusticia es todo lo que sale fuera de ese orden. De ahí que "justicia natural" no significa que todo lo que le sucede al hombre es "merecido", sino que supone que está, o no, de acuerdo con ese orden.
7) Existe una tendencia natural que busca la mayor diversidad posible entre las distintas especies vivientes. El hombre debe tratar de seguir esa tendencia, por lo que resulta poco natural la existencia de tendencias religiosas, filosóficas y políticas que tienen validez sectorial y que promueven la división de la humanidad en múltiples sectores y que impiden el establecimiento de una humanidad unida y diversa.
8) Las ideologías de validez sectorial deben ser suplantadas por aquéllas que tengan una validez universal. De ahí que la única alternativa posible consiste en tomar como verdadera aquella descripción que sea compatible con la ley natural, es decir, un criterio similar al adoptado por la ciencia experimental.