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Observador
24/05/2006, 15:41
Parte I



El arrianismo a través de los siglos (X)
El arrianismo a través de los siglos (XII y último)
El arrianismo a través de los siglos (XI)




El arrianismo a través de los siglos (X)
La continuación del artículo anterior (BT nº 112, de fecha 09-01-04, p 15.) dice así: Ahora bien, hay que tener siempre presente que, para el arrianismo, todo gira en torno a su doctrina principal, que es el “unitarismo divino”; es decir, que no admite nada más que la existencia de una sola persona en la Divinidad: Yavé (o Jehová); por tanto, los arrianos niegan rotundamente la divinidad del Logos, el cual, para ellos, sólo es una criatura hecha (o creada) por Dios; por eso, niegan también la naturaleza divina de Cristo, quien, para los arrianos, sólo es un hombre. Dicho esto, pasemos a ver el período histórico arriano en la Península Ibérica. En el año 409, tuvieron lugar “las invasiones pacíficas”; varios pueblos bárbaros arrianos entraron en la Península Ibérica: alanos, suevos y vándalos (asdingos y slingos); vinieron por los Pirineos causando toda suerte de atropellos y saqueos; después tuvieron lugar las invasiones violentas, que acabaron con el Imperio romano occidental en el año 476; en lo sucesivo, los visigodos, que también eran arrianos, se hicieron con el control de la Península Ibérica; desde entonces, unos diez millones de hispanorromanos católicos tuvieron que soportar las imposiciones religiosas de los gobernantes arrianos, que sólo eran unos doscientos mil; baste, como botón de muestra, el asesinato de Hermenegildo, hijo y príncipe heredero del rey Leovigildo, a quien, por haber abrazado el catolicismo y negarse a volver al arrianismo, su padre mandó ejecutar. Por tanto, su hermano Recaredo heredó el reino visigodo en el año 586. Este rey, en el III Concilio de Toledo, abandonó el arrianismo y abrazó el catolicismo; es decir, de un plumazo (con una firma) hizo católico a todo el reino visigodo el día 7 de mayo del año 589.

Recaredo, por medio de una embajada, envió una carta al papa Gregorio I Magno informándole de lo sucedido en dicho Concilio; a la carta acompañaba un regalo consistente en un cáliz de oro y piedras preciosas. El Pontífice respondió con otra carta, que decía: ¿Qué diré en el juicio final cuando me presente con las manos vacías, y vos vayáis seguido de rebaños de fieles cuyas almas habéis ganado a la fe con sólo el imperio de la persuasión?” (Juan Ortega y Rubio: Compendio de Historia de España, tomo I, p. 61). El Papa también agregó, a su carta de respuesta, un regalo de tres reliquias: un pedacito de madera (que, según el Papa, era del lignum crucis), una llave (que el Pontífice decía que estaba hecha con parte del hierro de las cadenas puestas sobre el apóstol Pedro cuando sufrió el martirio), y unos cabellos (que Gregorio I afirmaba que eran de Juan el Bautista). Al parecer, por fin, el catolicismo había triunfado en su lucha secular contra el arrianismo, el cual quedó eliminado en la Península Ibérica. Ahora bien, ¿cuánto tiempo iba a pasar sin volver a ser molestado otra vez el catolicismo por la doctrina arriana del unitarismo divino? Para ver esto, tenemos que dar un salto hacia atrás en la Historia. En efecto, según vimos, el Artículo IX, en el siglo IV, el arrianismo se convirtió en la religión de los pueblos que estaban fuera de las fronteras del Imperio romano. La península Arábiga era uno de esos lugares al Este de dicho Imperio; pues bien, allí también se estableció el arrianismo. Más tarde, los cristianos arrianos, en ese lugar, entraron en contacto con los primeros musulmanes; así lo dice la historia: “En cuanto a los cristianos, es un hecho su presencia en Arabia. […]. Los cristianos de Nachran enviaron una delegación para discutir con los primeros musulmanes la conclusión de un pacto y el Corán (C 3:61) menciona la ordalía que Mahoma les habría propuesto y que los cristianos rechazaron. […]. El desierto ha sido siempre el refugio – o lugar de exilio – de los no conformistas. Se conoce documentalmente el caso de cristianos exiliados del Imperio bizantino que fueron a dar en el oasis de Nachran. Y en Egipto los arrianos fueron enviados a los oasis por por los ortodoxos, […].” (Jacques Jomier [de la Universidad de la Sorbona, de París]: Introducción al Corán, que traduce y edita Julio Cortés [profesor de árabe en la Universidad de Carolina del Norte, EE. EE.], Barcelona, Editorial Herder, S. A., 1989, p. 17). Por eso, como es sabido, el Corán tiene algunas cosas de los cristianos; pero se trata de los cristianos arrianos, como es el unitarismo divino; el Corán lo dice así: “Vuestro Dios es un Dios Uno. No hay más dios que Él, el Compasivo, el Misericordioso.” (Corán 2:163).

Por tanto, cuando el Islam entró en el reino visigodo en el año 711, otra vez tuvieron que convivir los católicos con la doctrina arriana del unitarismo divino hasta 1492. A partir de esta fecha, parecería que, en España, la única religión sería sólo el catolicismo para siempre; por lo menos, así se expresó en la Constitución de Cádiz en el año 1812, que, en su artículo 12, dice: “La religión de la nación española es y será perpetuamente la Católica, Apostólica y Romana, única verdadera. La nación la protege por leyes sabias y justas y prohíbe el ejercicio de cualquier otra.” (Historia para el Debate, año 2000, abril-junio, p. 41). Y, en el siglo siguiente, todavía se decía esto: Concordato del Vaticano con España de 1953. Artículo 1.- La Religión Católica, Apostólica, Romana sigue siendo la única de la Nación española y goza de los derechos y de las prerrogativas que le corresponden en conformidad con la Ley Divina y el Derecho Canónico.” (Id., pp. 42-43).

Lo que menos podía imaginarse el catolicismo entonces es que de nuevo iba a tener que vérselas otra vez con el unitarismo divino del arrianismo en España. En efecto, en el tiempo que media entre esas dos citas, esto es, a finales del siglo XIX, el norteamericano Charles T. Russell (m en 1916) fundó, en EE. UU., “... la corporación que ahora se conoce como la Sociedad Watch Tower (Testigos de Jehová). Fue estatuida en 1884.” Russell fue sucedido (como presidente de esa Sociedad) por Joseph F. Rutherfrod (1916-1942) (La Atalaya, 1 de Abril de 1972, p. 25). En 1925, Rutherford envió a un testigo de Jehová (en lo sucesivo TJ), llamado George Yung, a España, para comenzar aquí la obra del jehovismo. Yung, con la ayuda del “embajador británico”, consiguió que las autoridades españolas le dieran permiso para que el propio Rutherford pronunciara una conferencia en Barcelona y, después, en Madrid. Yung anunció esas conferencias en los periódicos. Un domingo, a las 11h. de la maña, tuvo lugar la conferencia en Barcelona en un teatro, que estuvo protegido por la policía. Mientras Rutherford pronunció su conferencia, el gobernador de Barcelona permaneció en el estrado. “No hubo ningún disturbio, y al terminar la reunión se pidió al auditorio que firmara tarjetas en las cuales dieran su dirección. El número de direcciones que se entregaron llegó a 702 y la asistencia pasó de 2.000 personas. Más tarde, se pudo visitar a los que entregaron su nombre y dirección para estimular el interés de ellos en las Escrituras.” En Madrid se repitió la misma experiencia, con una asistencia de 1.200 personas; el subgobernador estuvo en el estrado y unas 400 personas dieron sus direcciones para ser visitadas. El subgobernador dio permiso para que, el 12 de mayo de 1925, se publicara la conferencia de Rutherford en el periódico Informaciones. Los mismos TJ dicen, sobre el resultado de esa visita de su Presidente: “El éxito de la visita del hermano Rutherford le indujo a establecer una oficina sucursal de la Sociedad Watch Tower en España, bajo la superintendencia de George Yung. Su dirección oficial era el domicilio del hermano Eduardo Álvarez Montero, en Madrid. A partir de agosto de 1925 la nueva sucursal empezó a publicar una versión reducida de cuatro páginas de La Torre del Vigía impresa por una firma comercial. (Continuará).

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24/05/2006, 15:42
Parte II




El arrianismo a través de los siglos (XI)

La continuación del artículo anterior (BT nº 116, de fecha 04-05-04, p. 16) dice
así: El año 1925 fue uno de intensa actividad para la oficina de la Sociedad
en Madrid, pues publicaron 5.000 ejemplares en español del libro El Arpa de
Dios y 10.000 de Millones que ahora viven no morirán jamás.” (Anuario
de los testigos de Jehová para 1978, pp. 140-141). (La negrita es
nuestra). Ese libro, que los TJ llaman “de los Millones”, publicado en
EE. UU. En 1925, anunciaba el fin del mundo para 1925; pero, pasada esta fecha
fallida, los TJ dicen esto sobre su autor: “ […] Rutherford reconoció que él
se había hecho aparecer como un ‘asno’.” (Raymond Franz: Crisis de
conciencia, Editorial Clie, 1993, p. 219).


El unitarismo divino de los TJ es como una fotocopia de la doctrina de
Arrio; éste y su amigo Aquiles, según indicamos en el artículo VIII,
obviando los textos bíblicos que hablan de la divinidad de Jesús, reunieron
ciertos textos que se refieren a la naturaleza humana de Cristo después de su
en carnación y nacimiento en Belén, y los aplicaron a Jesús en su naturaleza
divina antes de encarnarse, para demostrar así que Jesús no era Dios además de
hombre, con lo cual le dejaban reducido a un simple ser humano. La Patrología
dice que los textos usados por los arrianos, para negar, con la Biblia,
la divinidad de Cristo, eran, entre otros, los siguientes: Juan 5:19; 14:28
y 20:17 (tomo II, p. 335). Los máximos jefes de los TJ, que se
autodenominan El Cuerpo Gobernante, enseñan lo siguiente a sus
seguidores, para que lo practiquen en sus visitas por las casas: “Evite los
argumentos complicados, técnicos. Por ejemplo, si usted está refutando la
doctrina de la trinidad, use pruebas tales como Juan 14:28; 5:19; 20:17,
e ilustraciones como la de Jesús orando a Jehová como Dios suyo, como en 1
Corintios 15:27, etc. Estos convencerán a la persona honrada del término
medio que quiera razonar, y generalmente la persona de buena voluntan
quedará convencida por argumentos como ésos que se entienden
claramente.” (Capacitados para ser ministros, p. 201). (La negrita
es nuestra). En otro libro de los TJ, usando más textos bíblicos de su Biblia
falsificada que todos los empleados por Arrio (hasta donde podemos tener
noticia), se encuentran frases como éstas: “Jesús no fue Dios-hombre, Dios
en la carne, sino Hijo de Dios, inferior a Dios”. “Se refiere a él
(a Jesucristo) como Dios Poderoso, pero no el Dios Todopoderoso, Jehová”.
(“Asegúrese de todas las cosas...”, pp. 193, 271). (La negrita es
nuestra). Por fin, en otra obra jehovista, se compara a Jesucristo con Satanás;
así lo dice el Cuerpo Gobernante de los TJ: “¿Está en conflicto con la
enseñanza bíblica de que hay un solo Dios el decir que Jesucristo es ‘un dios’?
No, porque a veces la Biblia emplea el término ‘dios’ para referirse a
criaturas poderosas. […[ Hasta a Satanás se le llama ‘el dios de este sistema
de cosas’ en 2 Corintios 4:4” (¿Debería creer usted en la Trinidad?,
p. 28. (La negrita es nuestra). Por otra parte, vimos ( en los artículos
V al VII) que los dirigentes de la Iglesia, a lo largo delos siglos II y
III, dijeron que el Logos había sido engendrado por Dios y, por
tanto, era Hijo de Dios. Arrio se apoyó en esas afirmaciones,
para decir que el Logos no podía ser verdadero Dios, porque tenía
principio al ser Hijo de Dios, mientras que el Padre era eterno (artículos
VII y VIII). Pues bien, los TJ, apoyándose ahora en el mismo argumento de Arrio,
dicen así: “Considerando desde el punto de vista del lenguaje, el mismísimo
hecho de que la Palabra (= al Logos) es el ‘Hijo de Dios’ indica un
principio, ya que un hijo siempre es más joven que su padre. En cuanto al
Padre, él siempre ha existido.” (La Atalaya, 15 de Agosto de 1975,
p. 495).


Por tanto, los TJ son auténticos arrianos, que niegan la divinidad de
Cristo con los mismos argumentos de Arrio, contradiciendo la
doctrina bíblica del Apóstol Juan, quien, en los textos obviados por los
arrianos y por los TJ (sus herederos doctrinales), dice que el Logos
(antes de su encarnación) era Dios (y no hijo de Dios), Juan 1:1;
y, después de su encarnación, presenta la declaración de Tomás a Cristo, cuando
le dijo: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28); después, Juan,
refiriéndose a Cristo, afirma: “Éste es el verdadero Dios ...” (1 Juan
5:20); y, en otra ocasión, presenta esta declaración de Jesús, según el texto
griego: “Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, que es y que era y
que ha de venir, el Todopoderoso.” (Apocalipsis 1:8); y, concluyentemente,
el que vendrá es Cristo, según Hechos 3:20-21, luego Cristo es el Todopoderoso.


Por otra parte, en las Sagradas Escrituras, sólo se llama Hijo de Dios a Jesús como
hombre; es decir, a la naturaleza humana de Cristo, que empezó a existir a
partir de su encarnación en María; así lo dijo el ángel Gabriel, según el texto
griego: “[…]; por eso también lo santo que es engendrado, será llamado Hijo
de Dios.” (Lucas 1:35). Por esto, el judío llamado Jesús no tenía un padre
humano, sino que era el Hijo primogénito de María y de Dios; así lo dice la Biblia:
“[…], y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le
acostó en un pesebre, […].” (Lucas 2:7). Ahora bien, como el Logos se había
encarnado en María, según Juan 1:14 y Hebreos 2:14, resulta que, en Jesús
hombre, estaba oculta la naturaleza divina del Logos; por esto, el Padre,
cuando nació Jesús, dijo a los ángeles que le adoraran (lo que habría sido un
acto de idolatría, si Jesús hubiera sido sólo un hombre): “[…] cuando
introduce a su Primogénito en el mundo, dice: Adórenle todos los ángeles de
Dios.” (Hebreos 1:6). Lo cual se cumplió al pie de la letra, así: “Díjoles
el ángel (a los pastores): no temáis, os traigo una buena nueva, una
gran alegría, que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador,
que es el Mesías Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal:
encontraréis un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. Al instante
se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios
diciendo: ‘Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de
buena voluntad’.” (Lucas 2: 10-14). Por todo esto, Juan dice: “En el
principio, existía el Logos, y el Logos estaba con el Dios, y Dios era
el Logos. […]. Y el Logos se hizo carne y habitó entre nosotros, […]” (Juan
1:1, 14). Por otra parte, la Biblia dice que, cuando llegó ese momento de la
encarnación, el Logos, en su naturaleza humana
que tomó, llegó a ser Hijo, y el Dios llegó a se Padre,
tal como estaba anunciado en Hebreos 1:5; y ese Hijo es Jesús hombre; el Hijo
que el Padre dio para la salvación de los hombres;así lo afirma Juan,
según el texto griego: “Por que tanto amó el Dios al mundo,
que le dio a su Hijo, para que todo el que cree en El no perezca, sino
que tenga vida eterna.” (Juan 3:16). Y ese Hijo es el que murió, porque se
encarnó para poder morir: “Pues como los niños participan de carne y sangre
él también participó de las mismas, para destruir, por medio de la muerte, al
que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo, […].” (Hebreos
2:14). Y, al haber pasado por la muerte, con su sangre limpia los pecados de
los que creen en él; así lo dice Juan: “Pero si andamos en la luz, como él
está en la luz, entonces estamos en comunión unos con otros y la sangre de
Jesús, su Hijo, nos purifica de todo pecado.” (1 Juan 1:7); cosa que no
podría suceder si el Logos fuera Hijo de Dios; porque, el Logos, al ser Dios,
no puede morir, ya que Dios es “el único que tiene inmortalidad, […].”
(1 Timoteo 6:16). Ahora bien, los TJ falsifican, en su Biblia, los textos que
se refieren a la divinidad de Cristo, de suerte que, en esa Biblia, el Mesías
queda reducido a un simple hombre. No es posible dar aquí una explicación de
todos los textos bíblicos falsificados por los TJ contra la divinidad de Jesús;
pero el lector que desee conocer un análisis detallado y la refutación de esos
textos, puede hallarlo en (Continuará).

Observador
24/05/2006, 15:42
Parte III




El arrianismo a través de los siglos (XII y último)


El artículo anterior (BT nº 117, de fecha 04-06-04, p. 12) continúa así: nuestro libro titulado Adventismo y Jehovisno (su origen y su peculiar mensaje), Ir al Texto (http://www.rincondelpoeta.com/libros/pedrodefelipe/temas.htm)

Por consiguiente, así se encuentra ahora la cuestión del arrianismo en el mundo católico:

1) Por un lado están los que creen según la doctrina del judío neoplatónico Filón, seguida y reelaborada por los dirigentes de la Iglesia durante los siglos II y III, y elevada a dogma por los concilios de Nicea y I de Constantinopla, y rematada con el absurdo del concilio de Calcedonia en el año 451, que dice que Jesús, además de haber sido engendrado por Dios en su naturaleza humana, también fue engendrado en su naturaleza divina; por lo que el Logos-Dios era Hijo de Dios antes de encarnarse, y, después de su encarnación, volvió a ser otra vez Hijo de Dios como Hombre. Esta doctrina filosófica (porque partió del filósofo Filón) y pagana (porque sólo en paganismo es donde había dioses-hijos, debido a que los dioses se engendraban unos a otros, como ya vimos en el artículo IV; y, en el artículo V, donde Teófilo de Antioquia, dice: "Teniendo, pues, Dios a su Logos inmanente en sus propias entrañas, le engendró con su propia sabiduría, emitiéndole antes de todas las cosas." ¡Qué paganismo!). Todo consiste en que Filón dijo que el Logos había sido engendrado por el Padre; después, al querer cada uno explicar cómo fue ese engendramiento (como eso era explicar algo que nunca había existido), se hartaron todos de decir errores.

2) Por otra parte, esa doctrina pagana sirvió como base a Arrio, para inventar su doctrina del unitarismo divino contra el Logos-Dios y, después, contra la divinidad de Cristo; es decir, nada más admite una sola persona en la Deidad, el Padre, que engendró al Logos (tal como dijo Filón) y, después a Jesús (como corroboró el Concilio de Calcedonia). Por consiguiente, todos los que ahora profesan el unitarismo divino, son arrianos (con diferentes nombres).

3) Por consiguiente, mientras unos siguen la doctrina pagana de Filón, otros siguen la doctrina pagana y errónea de Arrio; pero la doctrina cristiana del apóstol Juan, la única que es bíblica, quedó muerta cuando él murió; a pesar de que, como hemos visto, es muy sencilla: en el principio el Logos era Dios, cuya existencia no tiene comienzo; por tanto, nadie le engendró y, por consiguiente, no tiene padre ni madre. Después el Logos-Dios tomó la naturaleza humana por medio de la encarnación y, así, llegó a ser un hombre llamado Jesús, que tenía oculta en él la naturaleza divina del Logos; por esto era (y es), desde su encarnación, Dios y Hombre; como hombre, su padre es "el Dios" (de Juan 1:1) y su madre es María. Decimos que Jesús continúa siendo Dios y Hombre porque así lo afirma el apóstol Pablo (en contra de los TJ, que dicen que Jesús, a partir de su resurrección, sólo es un espíritu); esto dice Pablo hablando de Cristo: "[…]; porque en él habita toda la plenitud de la Divinidad corporalmente, […]." (Colosenses 2:9).

4) Por si no estuviera el asunto que hemos tratado hasta aquí suficientemente enfollonado con las doctrinas de Filón y de Arrio, y las calles llenas de predicadores del unitarismo divino, aparece ahora un nuevo filoarriano, del cual y de su condena ya hemos hablado en el artículo I. En efecto, en él, vemos que el teólogo y profesor Tamayo expresa su simpatía por Arrio, pues dice: "Recuerdo a Arrio (256-336), sacerdote piadoso, que situaba a Jesús en la máxima cercanía de Dios, pero no lo reconocía como Dios […]." Y, en su libro titulado Dios y Jesús , p. 125, se sirve de un texto bíblico que parece ser el caballo de batalla de los arrianos de todos los tiempos para mostrar que Cristo no puede ser verdadero Dios, porque él dice que es inferior a su Padre: el texto es el de Juan 14:28 (Vimos, en el artículo XI, que ese texto fue empleado por Arrio y , ahora, por los TJ), y, en parte, dice así: "[…] el Padre es mayorque yo." En esta frase, se apoyan los arrianos; pero obvian la otra frase del mismo Jesús, que dice: "Yo y el Padre somos una cosa." (Juan 10:30). Es difícil llegar leyendo al texto anterior sin haber pasado por éste; pero así de absurdos son los arrianos. No quieren reconocer que al ser, Jesús, Dios y hombre, se refiere a su humanidad en el primero de estos dos textos, y, a su divinidad, en el segundo. Esto lo hizo Jesús en más de una ocasión, para desesperación de los judíos, que no entendían nada; como cuando dice: "[…], antes que Abraham llegara a existir, yo soy. Cogieron entonces piedras para arrojárselas; […]." (Juan 8:58-59). Aquí, es eviden - te que Jesús se refiere a su existencia prehumana como el Logos- Dios, y, además, se identifica con el Dios que mandó a Moisés que fuera a Egipto, quien le dijo: "[…]. Así responderás a los hijos de Israel: Yo soy me manada a vosotros." (Éxodo 3:14). Jesús insistió en identificarse con el Yavé (el Yo soy) del Antiguo Testamento: "[…]; porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados." (Juan 8:24); y, en el AT, leemos: "Así habla Yavé, el rey de Israel, su redentor, Yavé de los ejércitos: Yo soy el primero y el último y no hay otro Dios fuera de mí." (Isaías 44:6); y ese Yavé se identifica con Cristo, así: "No temas, yo soy el primero y el último, el viviente, que fui muerto y ahora vivo por los siglos de los siglos, […]." (Apocalipsis 1:18). "Esto dice el primero y el ú l t i m o, que estuvo muerto y ha vuelto a la vida […]" (Apocalipsis 2:8), etc. Por esto, cuando un arriano recurre a los escritos del apóstol Juan para negar la divinidad de Jesús, comete su suicidio teológico, como ha hecho el teólogo Tamayo en su libro precitado Dios y Jesús; del que se dice así: "La Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe, […], considera necesario hacer algunas aclaraciones sobre la enseñanza contenida en el libro de Don Juan José Tamayo Acosta, Dios y Jesús […], selección arbitraria – no justificada – de pasajes del Nuevo Testamento con abandono expreso de otros […]. La aportación del autor no es sino una versión renovada del antiguo error arriano: negación de la divinidad de Jesucristo, presentación de Jesús como un mero hombre, […]." (ECCLESIA, 18 de enero de 2003, p. 10). Por lo visto hasta aquí, dedicamos estos sonetillos a todos los arrianos:

Observador
24/05/2006, 15:43
Parte IV


LOS ARRIANOS ANTIGUOS

Unos Padres semiarrianos falsa doctrina inventaron, un falso Logos crearon, intelectuales enanos, iletrados, no cristianos, que la fe abandonaron, y al Logos-Dios falsearon con caracteres humanos. Entre ellos, surgió un tal Arrio, que el arrianismo inventó con talante temerario, con un credo estrafalario, do al Logos-Dios él negó, el engreído y falsario.

LOS ARRIANOS MODERNOS

En USA, nació el jehovismo, que falsea la doctrina, del cristianismo, prístina, y predica el arrianismo. Es un falso cristianismo, que a muchos causa la ruina, los sume en una rutina, mas a ellos les da lo mismo. Al Logos-Dios ellos niegan y adulteran su doctrina, su divinidad reniegan con tesón y con inquina, y todos los días bregan en la plaza o en la esquina.

LOS ARRIANOS ACTUALES

Surgen los nuevos arrianos ahora en el siglo veintiuno, no lo esperaba ninguno de los llamados cristianos. De unos teólogos enanos, en momento inoportuno, de pronto va y sale uno, de un grupo de semiarrianos. Nuevo Arrio innecesario, engreído como un gallo, le apoya un evangélico, lo cual no era necesario, casi al verlo me desmayo, es un proceder diabólico.



TODO EL ARTÍCULO EN:

http://www.rincondelpoeta.com/libros/pedrodefelipe/elarrianismoatraves.htm

Emeric
31/05/2006, 14:24
Gracias, Observador, por toda esa información tan interesante.

Decididamente, tanto los paleoarrianos como los neoarrianos tienen una terrible confusión entre el monoteísmo y la monolatría.

De ahí la cristofobia y la pneumatofobia de los Testigos de Jehová ... :biggrin:

Emeric
20/06/2006, 16:52
Gracias, Observador, por toda esa información tan interesante.

Decididamente, tanto los paleoarrianos como los neoarrianos tienen una terrible confusión entre el monoteísmo y la monolatría.

De ahí la cristofobia y la pneumatofobia de los Testigos de Jehová ... :biggrin:
¿ No es así, Jorhta ? :smile:

Emeric
28/07/2006, 19:56
Desapareció Jorhta ...