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Ver la versión completa : Recordando A Un Gran Poeta (Mi Favorito)



sonja
24/03/2006, 18:20
Si tú me olvidas

Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.



Pablo Neruda


"todos tenemos un pie en el cuento de hadas y otro en el abismo de la realidad"

Claumar
27/03/2006, 19:33
Hermoso poema sonja...gracias por compartirlo....

No-Nirvana
09/10/2006, 10:13
Tristeza en la muerte de un héroe


Los que vivimos esta historia, esta muerte y resurrección de nuestra esperanza enlutada,
los que escogimos el combate y vimos crecer las banderas, supimos que los más callados
fueron nuestros únicos héroes y que después de las victorias llegaron los vociferantes
llena la boca de jactancia y de proezas salivares.
El pueblo movió la cabeza:
y volvió el héroe a su silencio.
Pero el silencio se enlutó hasta ahogarnos en el luto cuando moría en las montañas
el fuego ilustre de Guevara.
El comandante terminó asesinado en un barranco.
Nadie dijo esta boca es mía.
Nadie lloró en los pueblos indios.
Nadie subió a los campanarios.
Nadie levantó los fusiles, y cobraron la recompensa aquellos que vino a salvar
el comandante asesinado.
¿ Qué pasó, medita el contrito, con estos acontecimientos?
Y no se dice la verdad pero se cubre con papel esta desdicha de metal.
Recién se abría el derrotero y cuando llegó la derrota fue como un hacha que cayó
en la cisterna del silencio.
Bolivia volvió a su rencor, a sus oxidados gorilas, a su miseria intransigente,
y como brujos asustados los sargentos de la deshonrra, los generalitos del crimen,
escondieron con eficiencia el cadáver del guerrillero como si el muerto los quemara.
La selva amarga se tragó los movimientos, los caminos, y donde pasaron los pies
de la milicia exterminada hoy las lianas aconsejaron una voz verde de raíces
y el ciervo salvaje volvió al follaje sin estampidos.

Pablo Neruda
Fin del mundo. Santiago, Edición de la Sociedad de Arte Contemporáneo, 1969.

Jim
09/10/2006, 11:19
soneto XC

Pensé morir, sentí de cerca el frío,
y de cuanto viví sólo a ti te dejaba:
tu boca eran mi día y mi noche terrestres
y tu piel la república fundada por mis besos.

En ese instante se terminaron los libros,
la amistad, los tesoros sin tregua acumulados,
la casa transparente que tú y yo construimos:
todo dejó de ser, menos tus ojos.

Porque el amor, mientras la vida nos acosa,
es simplemente una ola alta sobre las olas,
pero ay cuando la muerte viene a tocar a la puerta

hay sólo tu mirada para tanto vacío,
sólo tu claridad para no seguir siendo,
sólo tu amor para cerrar la sombra.

Pablo Neruda
Cien sonetos de amor

No-Nirvana
22/10/2006, 21:10
El Número 5, de aquellos "Veinte Poemas de Amor..."

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.