rapipu
17/03/2006, 04:48
A veces a gritos, otras en silencio muchas mas a media voz, otras con el pensamiento, la verdad es que llevaba tiempo convocándola, supongo que se resistió hasta que aquel día llamó a mi puerta, cerré mi corazón y la ví allí, en la entrada, como si no estuviera, como si no existiera, sin invitarla a entrar cruzó el umbral de mi alma y se sentó en el sofá de mi memoria, acomodó sus brazos en las evocaciones y puso sus pies, sus enormes pies, sobre la cómoda conciencia, acostumbrada a la molicie y el abandono se soliviantó al sentir el peso, me dolía esparcida en el mantel del escrúpulo, me dolía como un clavo que lentamente se hunde en la pared de los recuerdos, y me acostumbré casi enseguida, sin querer era ya parte de mi, no me contrariaba verla allí como si hubiera estado siempre, como si fuera un miembro mas de mi cuerpo o una pupila imagen de mi cerebro, me sentaba con ella y charlabamos, a veces durante horas, con la sensación de cuando hablas con la piedra, con el muro de tus lamentos, cuando nadie te contesta porque tus preguntas están fuera del tiempo.
Aquella tarde, la misma que se hizo cargo de mi vida, recuerdo invitarla al cine, en silencio asintió y con sus manos en mis bolsillos, soledad y yo vimos nuestra primera película.
Aquella tarde, la misma que se hizo cargo de mi vida, recuerdo invitarla al cine, en silencio asintió y con sus manos en mis bolsillos, soledad y yo vimos nuestra primera película.