Frs
17/02/2006, 03:09
Un articulo que me parecio interesante. LO COPIE!!
¿TIENES MYSPACE?
Lilián Bañuelos
“¿Tú tienes myspace?” así, tal cual - con todo el desatino gramatical de la expresión- sale esta frase de la boca de los que nos rodean.
Si es que la respuesta es afirmativa ya se tendrá un nuevo “amigo” en nuestro “myspace” (repito, con todo el desatino gramatical de la expresión).
Una vez adherido el nuevo amigo en nuestro espacio se procede a “postear” un mensaje que viene casi siempre acompañado de una fotografía, ilustración, o cualquier imagen que logre identificarnos. Así, todo aquel que visite nuestro sitio podrá percatarse de la cantidad de “relaciones” inscritas y la cantidad de comentarios posteados por dichas relaciones. De esta manera, se teje una red de contactos casi infinita en este sui generis sitio personal.
Pero ¿existe acaso alguna otra conveniente finalidad de poseer este territorio virtual que vaya más allá del “autobalconeo”?
Los famosos “blogs”, por ejemplo, son, en primera instancia, ciertamente, una herramienta moderna funcional sobre todo para todos aquellos que necesitan de un medio para publicar sus pensamientos y elucubraciones más profundas; incluso escritores como Jorge Volpi, por mencionar alguno, ya gozan de un buen blog.
Sin embargo, los principales cometidos del myspace son: medir la popularidad de cada individuo y ostentar el “yo” en todo lo que lo circunda (llámese amigos, trabajo, signo zodiacal, la cara, ¡la cara! etc.). Por tanto, todo lo anterior se resume en una simple premisa: confirmación del ego.
No obstante, si de lo que se trata es de explorar en nuevas modalidades cibernéticas creo que todo es válido.
Si todavía no eres de los afiliados a este portal, Tom Anderson (uno de los creadores) te está esperando para ser uno de tus primeros contactos. ¿Por qué no? Los invito a myspace, al mío, ¡qué viva el exhibicionismo! Y que se rompa de una vez el frágil hilo del que pende la eterna discusión contemporánea de lo público y lo privado.
¿TIENES MYSPACE?
Lilián Bañuelos
“¿Tú tienes myspace?” así, tal cual - con todo el desatino gramatical de la expresión- sale esta frase de la boca de los que nos rodean.
Si es que la respuesta es afirmativa ya se tendrá un nuevo “amigo” en nuestro “myspace” (repito, con todo el desatino gramatical de la expresión).
Una vez adherido el nuevo amigo en nuestro espacio se procede a “postear” un mensaje que viene casi siempre acompañado de una fotografía, ilustración, o cualquier imagen que logre identificarnos. Así, todo aquel que visite nuestro sitio podrá percatarse de la cantidad de “relaciones” inscritas y la cantidad de comentarios posteados por dichas relaciones. De esta manera, se teje una red de contactos casi infinita en este sui generis sitio personal.
Pero ¿existe acaso alguna otra conveniente finalidad de poseer este territorio virtual que vaya más allá del “autobalconeo”?
Los famosos “blogs”, por ejemplo, son, en primera instancia, ciertamente, una herramienta moderna funcional sobre todo para todos aquellos que necesitan de un medio para publicar sus pensamientos y elucubraciones más profundas; incluso escritores como Jorge Volpi, por mencionar alguno, ya gozan de un buen blog.
Sin embargo, los principales cometidos del myspace son: medir la popularidad de cada individuo y ostentar el “yo” en todo lo que lo circunda (llámese amigos, trabajo, signo zodiacal, la cara, ¡la cara! etc.). Por tanto, todo lo anterior se resume en una simple premisa: confirmación del ego.
No obstante, si de lo que se trata es de explorar en nuevas modalidades cibernéticas creo que todo es válido.
Si todavía no eres de los afiliados a este portal, Tom Anderson (uno de los creadores) te está esperando para ser uno de tus primeros contactos. ¿Por qué no? Los invito a myspace, al mío, ¡qué viva el exhibicionismo! Y que se rompa de una vez el frágil hilo del que pende la eterna discusión contemporánea de lo público y lo privado.