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Frs
08/01/2006, 20:55
Armas legendarias

Las armas químicas no son nuevas; ya en el siglo V a. C. (431-404), durante la guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas, se empleó dióxido de azufre, producto asfixiante que obliga a la evacuación de sitios cerrados como cuevas. Pero no es la referencia más antigua, se dice que los chinos, unos mil años antes de Cristo, ya empleaban humos arsenicales con el mismo fin. En el siglo XVI, los alemanes fabricaban bombas pestilentes a base de pezuñas y cuernos de animales molidos, mezclándolos con una resina vegetal pestilente que recibe el nombre de Asafétida, para posteriormente prender fuego a la mezcla. Como éstos, abundan los ejemplos.
La historia moderna de las armas químicas comienza el l0 de marzo de 1915, durante la Primera Guerra Mundial, cuando el ejército alemán comenzó a colocar cilindros de gas cloro a lo largo de la línea de trincheras de Ypres, en Bélgica, trabajo que duró poco más de un mes. Esperaron a que el viento soplara fuerte hacia el oeste y, finalmente, el 22 de abril de ese año abrieron las válvulas, liberaron más de 150 toneladas del mortífero gas y provocaron cerca de 10 000 casos de intoxicación y 5 000 muertos.

Un cálculo moderado marca que entre 1915 y 1918 se liberaron 125 000 toneladas de compuestos tóxicos distintos, provocando 1 300 000 bajas, entre ellas más de 90 000 muertos. Los productos químicos más empleados fueron el cloro, el fosgeno (un gas asfixiante y casi siempre letal), el gas mostaza (un compuesto que causa graves quemaduras) y los gases lacrimógenos (los mismos que hoy día emplea la policía para disolver manifestaciones). Entre las dos grandes guerras, se firmó el Tratado de Versalles (Protocolo para la prohibición del uso de gases asfixiantes, venenosos u otros gases, y de métodos bacteriológicos de operaciones militares, 1925), que en esa época fue bastante ignorado. Italia y Japón, entre otras naciones, emplearon armas químicas en diversos conflictos bélicos; mientras tanto, los alemanes se dedicaban a investigar sobre un nuevo tipo de armas químicas. Mientras trabajaba en el desarrollo de insecticidas, y por un accidente en el laboratorio, Gerhard Schrader descubrió en 1935 el primer agente neurotóxico, llamado tabún, que en la clasificación militar estadounidense se conocía como GA (German Agent A). En el accidente, Schrader y su ayudante quedaron expuestos durante breves instantes al tabún (que como insecticida había acabado satisfactoriamente con los piojos empleados para prueba), siendo atacados inmediatamente con dificultades respiratorias y dilatación de la pupila. Al descubrimiento del tabún pronto le siguió el del sarín y el somán; los tres son compuestos orgánicos (de carbono) que contienen fósforo y afectan notablemente al sistema nervioso central. A pesar de todo, en la Segunda Guerra Mundial no se emplearon armas químicas contra tropas enemigas, más por temor a las represalias que por falta de ellas; quizá en ello influyó el hecho de que Adolf Hitler fue una de las víctimas de ese tipo de armas en la Primera Guerra Mundial.



Trabajos posteriores al término de la guerra llevaron a la preparación de los compuestos neurotóxicos denominados Vx (en Estados Unidos), RVx (Russian Vx, en la antigua Unión Soviética) y, más recientemente, la serie de agentes denominada Novischok (en Rusia, durante la última década del siglo XX), similares en estructura química al Vx, pero más potentes (el Novischok-5 es unas ocho veces más efectivo que el Vx). Todos estos compuestos son organo fosforados; están hechos a base de cadenas orgánicas unidas a un átomo de fósforo.
Paralelamente se comenzaron a desarrollar en Estados Unidos, las llamadas armas químicas binarias: un par de dispositivos se insertan dentro de un misil, llevando en ellos las materias primas para sintetizar el compuesto químico tóxico, separadas por una membrana relativamente frágil; todo ello evita accidentes al manipular piezas de artillería llenas con el arma terminada. En pocas palabras, se trata de llevar la fábrica dentro del misil; al ser disparado éste, el empuje rompe la membrana de separación permitiendo la mezcla de las materias primas, y el torque proporciona un medio de agitación. La reacción se completa en menos de un minuto, con una conversión casi siempre superior al 95% (mayor que lo que se obtiene en la fabricación de muchas medicinas), de manera que cuando el misil llega a su objetivo, el arma química está lista para actuar. Este sistema se puede utilizar con tabún, sarín y Vx.

Después de la Segunda Guerra Mundial se han reportado diversos incidentes del uso de armamento químico, como los que señalan a Irak por haberlas empleado contra Irán y contra los disidentes kurdos, a finales de la década de 1980. También debe destacarse el empleo por el ejército estadounidense de herbicidas en Vietnam, lo que provocó una contaminación de los suelos escandalosa, al grado de calcularse que muchas áreas tardarán siglos en recuperarse y volver a tener cultivos útiles en ellas.