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Ver la versión completa : La Fragancia del Amor



jorgesalaz
29/11/2005, 20:57
Si, ése es el puente donde la vió por última vez. El paso lento y acompasado, el vaivén de sus caderas, su pelo castaño y la fragancia que dejaba tras de sí era el recuerdo que tenía de ella. Su timidez no le permitió acercarse, además iba acompañada y no era cosa de dejarse lastimar por ése grandulón, siendo tan débil. Ahora las cosas habían cambiado. El ejercicio, la buena alimentación y algunos años más le habían dado una buena figura, fuerte y decidida. Hacía varios días que la esperaba en vano, pero no se rendiría fácilmente. Cruzó el puente observando con cuidado en todas direcciones. El registro que su cerebro había hecho de áquel aroma embriagador pareció activarse. Cerró los ojos levemente y aspiró con fruición. Una fuerza desconocida parecía conducirlo en volandas, esquivó unos autos que raudos pasaban por la ancha avenida hacia el norte y se sumergió entre el mar de gente que caminaba en dirección contraria a él, hacia sus trabajos. Sólo él iba en pos del amor, de su propia naturaleza que exigía apagar el fuego de una pasión que incontrolable surgía del centro de su cuerpo flexible y vigoroso. El olor de la comida de los puestos callejeros se mezclaba con el del humo de los autos. La obsesión por contemplarla, por estar cerca de ella, por hacerla suya era todo lo que ocupaba su pensamiento. No, no quería ni pensar que fuera de otro. Desesperado, cambió de acera, imprimió velocidad a su paso hasta casi llegar a una carrera. La calle desembocaba en el Parque Central y hacia allá se dirigió con cierta precipitación. Su corazón latía agitado por la emoción del cercano encuentro y por su veloz caminata. Pensó que no podía estar lejos, algo se lo advertía. Las aletas de su nariz aspiraron el aroma que invadía el área central del parque. Rodeó un monumento de cantera y ...ahí estaba, bajo el árbol de grandes flores perfumadas. No estaba sola, éso el ya lo suponía. Estaba áquel viejo Dálmata del barrio de abajo, el peludo Collie de la casa junto a la iglesia, el acicalado French de la viuda y un Doberman desconocido cubierto de cicatrices rodeando a su pequeña Cocker, todos disputándose silenciosamente sus favores, pero él sabía que ella lo elegiría a él, lo había sentido en su perfume que había seguido con tanta ansiedad por medio pueblo y ahora estaba fuerte y preparado para defender lo suyo. Ya estaba listo, ya era un adulto.