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Ver la versión completa : ¿En verdad tiene un fundamento sólido la Pulsión de Muerte?



Jesyd
19/11/2005, 20:37
Esta es una discusión que aun sigue en las teorías psiocoanalíticas, y que muchos podrán opinar que carece de fundamento, que la pulsión de muerte lo único de busca es la descarga absoluta, que el ser humano solo destruye por destruir, busca la muerte solo por muerte, o que tiene un trasfodo libidinal (edípico) me agrdaría saber la opinion de personas que esten verdaderamente involucradas en el tema. Atte. Jesyd

Jesyd
20/11/2005, 03:20
Con anterioridad creía en la existencia de la pulsión de muerte, pero éste cambio tan radical en la teoría Freudiana es tan inminente que provocó muchas más dudas que aclaraciones, como el hecho de cambiar la forma de la terapia (la transferencia) en cuanto a que esta sometida a la compulsión a la repetición, la cual es pura pulsión de muerte, otra pregunta sería en verdad en aparato psíquico tiende al equilibrio, a la homeostasis, a ese principio del nirvana, o la tesis del maestro Freud es más valida en Más allá del principio del placer: Una pulsión sería, pues, una tendencia propia de lo orgánico vivo a la reconstrucción de un estado anterior, que lo animado tuvo que abandonar bajo el influjo de fuerzas exteriores, perturbadoras; una especie de elasticidad orgánica, o, si se quiere, la manifestación de la inercia en la vida orgánica.

Esta concepción del instinto nos parece extraña por habernos acostumbrado a ver en él factor que impulsa a la modificación y evolución, y tener ahora que reconocer en él todo lo contrario: la manifestación de la Naturaleza, conservadora de lo animado. Por otro lado, recordamos en seguida aquellos ejemplos de la vida animal que parecen confirmar la condicionalidad histórica de los instintos. Las penosas emigraciones que ciertos peces emprenden en la época del desove con objeto de dejar la fuerza en determinadas aguas, muy lejanas de los sitios en que de costumbre viven, débense tan sólo, según la opinión de muchos biólogos, a que buscan los lugares en que su especie residió primitivamente. Igual explicación puede aplicarse a las migraciones de las aves de paso; pero la rebusca de nuevos ejemplo nos hace pronto observar que en los fenómenos de la herencia y en los hechos de la Embriología tenemos las más magníficas pruebas de la obsesión orgánica de repetición. Vemos que el germen de un animal vivo se halla forzado a repetir en su evolución -aunque muy abreviadamente- todas las formas de las que el animal desciende, en lugar de marchar rápidamente y por el camino más corto a su definitiva estructura. No pudiendo explicarnos mecánicamente más que una mínima parte de esta conducta, no debemos desechar la explicación histórica. De la misma manera se extiende por la serie animal una capacidad de reproducción que sustituye un órgano perdido por la nueva formación de otro idéntico a él.

La objeción de que además de los instintos conservadores, que fuerzan a la repetición, existen otros, que impulsan a la nueva formación y al progreso, merece ciertamente ser tenida en cuenta, y más adelante trataremos de ella. Pero, por lo pronto, nos atrae la idea de perseguir hasta sus últimas consecuencias la hipótesis de que todos los instintos quieren reconstruir algo anterior. Si lo que de ello resulte parece demasiado «ingenioso» o muestra apariencia del místico, sabemos que no se nos podrá reprochar el haber tendido a ello. Buscamos modestos rebultados de la investigación o de la reflexión en ella fundada, y nuestro deseo sería que no presentaran dichos resultados otro carácter que el de una total certeza.

Si, por tanto, todas las pulsiones orgánicas son conservadoras e históricamente adquiridas, y tienden a una regresión o a una reconstrucción de lo pasado, deberemos atribuir todos los éxitos de la evolución orgánica a influencias exteriores, perturbadoras y desviantes. El ser animado elemental no habría querido transformarse desde su principio y habría repetido siempre, bajo condiciones idénticas, un solo y mismo camino vital. Pero en último término estaría siempre la historia evolutiva de nuestra Tierra y de su relación al Sol, que nos ha dejado su huella en la evolución de los organismos. Las pulsiones orgánicas conservadoras han recibido cada una de estas forzadas transformaciones del curso vital, conservándolas para la repetición, y tienen que producir de este modo la engañadora impresión de fuerzas que tienden que producir de este modo la engañadora impresión de fuerzas que tienden hacia la transformación y el progreso, siendo así que no se proponen más que alcanzar un antiguo fin por caminos tanto antiguos como nuevos. Este último fin de toda la tendencia orgánica podría también ser indicado. El que el fin de la vida fuera un estado no alcanzado nunca anteriormente, estaría en contradicción con la Naturaleza, conservadora de las pulsiones. Dicho fin tiene más bien que ser un estado antiguo, un estado de partida, que lo animado abandonó alguna vez y hacia lo que tiende por todos los rodeos de la evolución. Si como experiencia, sin excepción alguna, tenemos que aceptar que todo lo viviente muere por fundamentos internos, volviendo a lo anorgánico, podremos decir: La meta de toda vida es la muerte. Y con igual fundamento: Lo inanimado era antes que lo animado.

Emeric
02/12/2006, 11:53
La meta de toda vida es la muerte.
Eso creo yo también. Me parece normal, y lógico. :yo: