PDA

Ver la versión completa : La historia de Pablo. 1



Observador
08/11/2005, 14:09
El Cristo de las epístolas paulinas


"Pues si de Cristo se predica que ha resucitado de los muertos, ¿Cómo
entre vosotros dicen algunos que no hay resurrección de los muertos?
Si la resurrección de los muertos no se da, tampoco Cristo resucitó.
Y si Cristo no resucitó, vana es nuestra predicación, vana nuestra
fe. Seremos falsos testigos de Dios, porque contra Dios testificamos
que ha resucitado a Cristo, a quien no resucitó, si en verdad los
muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, ni Cristo
resucitó; y si Cristo no resucitó, vana es nuestra fe, aún estáis en
vuestros pecados. Y hasta los que murieron en Cristo perecieron. Si
sólo mirando a esta vida tenemos la esperanza puesta en Cristo, somos
los más miserables de todos los hombres." (I Corintios 15, 12 y ss)

El cometido de nuestro trabajo no es la figura de Pablo, sino la de
Jesús. A pesar de ello es imposible pretender no hablar de Pablo,
porque este persona, si existió, o el que se hizo pasar por él, fue
la que escribió los documentos más antiguos acerca del Cristo, el que
luego más tarde se convertiría en Jesús de Nazaret. Pablo no ideó
solo la primitiva historia del Cristo (ni siquiera fue obra suya,
como sostienen muchos), sino que ésta surgió de reuniones de judíos
desilusionados con la religión judía y la tardanza del Mesías
prometido. De he hecho, en las epístolas podemos ver que Pablo cita a
varios personas que también predicaban, como por ejemplo Apolo o
Cefas. Y parece ser que pronto esas reuniones de judíos dieron lugar
a dos facciones, la encabezada por Pablo y la encabezada por
Santiago, presunto hermano de Jesús. Estas dos facciones tenían
objetivos distintos, pues la de Santiago limitaba el evangelio
exclusivamente a los judíos o a los gentiles que se sometieran a la
ley de Moisés, mientras que la de Pablo pretendía extender el
cristianismo por toda la gentilidad. De la facción de Santiago
tenemos noticias a través del testimonio de Pablo en sus cartas,
especialmente Gálatas. También en los evangelios canónicos quedaron
restos de sentencias de la facción de Santiago, que no fueron
eliminadas por los monjes copistas en los tiempos del Concílio de
Nicea.

Pablo desconoce el Jesús de los evangelios canónicos. Siempre habla
de Jesucristo o el Cristo, pero nunca de Jesús de Nazaret. No tiene
en mente todo lo que años más tarde narraron los evangelistas
referente a la vida de Jesús de Nazaret en Palestina. Tampoco sabía a
ciencia cierta cuándo murió Jesús ni cómo. Los datos que conoce del
Cristo los extrae de la lectura del Antiguo Testamento. Interpreta
las profecías acerca del Mesías, Cristo en griego, y confunde al
varón de dolores de Isaías con ese mismo Mesías, llegando a la
conclusión de que ese Mesías tuvo que morir. En ningún lugar del
libro de Isaías se afirma que el varón de dolores o siervo tenga que
resucitar; tampoco en el Antiguo Testamento se dice que tenga que
resucitar el Mesías. Pero Pablo tenía a mano las religiones
mistéricas, abundantes y comunes en su época, en las que hijos de
dioses volvían victoriosos de la muerte. Pablo no tuvo más que
combinar estas dos ideas religiosas tan distintas y hasta cierto
punto irreconciliables, la de un Mesías prometido y la de un hijo de
un dios que muriera y resutara, para dar origen al cristianismo
primitivo.

Earl Doherty afirma que el Cristo de Pablo es un Cristo cósmico o
mitológico, que realmente no pasó por la tierra, sino que actuó en un
universo paralelo sin mezclarse con los hombres. Nosotros no
compartimos esta teoría. Por el contrario pensamos que Pablo sí creía
que el Cristo había pasado por la tierra, que había sido de carne y
hueso, pero que no había hecho nada de lo que cuentan los evangelios.
Para Pablo lo único que hizo el Cristo fue morir a manos de alguien
desconocido como sacrificio perfecto para limpiar la falta cometida
por Adán y heredada por todos los hombres y resucitar de entre los
muertos ganando de esta manera el título de Hijo de Dios.

Los defensores de la tradición cristiana, los creyentes en
definitiva, afirman que el silencio de Pablo acerca de la vida de
Jesús narrada en los evangelios, no responde a un desconocimiento por
parte del Apóstol, sino a una falta de interés por relatarla. A lo
largo de este trabajo intentaremos rebatir este argumento.

Un personaje llamado Pablo

Vamos a construir una pequeña biografía de Pablo sirviéndonos de lo
que nos cuenta él mismo en sus epístolas, las consideradas auténticas
por los estudiosos, y los datos que nos da Lucas, datos muy dudosos,
en sus Hechos de los Apóstoles. Los datos que aporta Lucas para
nosotros no tienen ningún valor histórico. La tradición considera a
Lucas, autor de un evangelio canónico y de los Hechos de los
apóstoles, como el querido médico de Colosenses 4, 14, carta, por
cierto, de autoría incierta. Pero como veremos, el relato de Lucas en
sus Hechos de los Apóstoles dista tanto de lo que afirma el propio
Pablo en sus cartas, que llegamos a la conclusión de que este Lucas
ni siquiera conoció a Pablo. En cambio, pensamos que algo de médico
sí que tenía, porque se dedica a amputar, coser, y curar las
enfermedades o contradicciones que encontró en las cartas de Pablo y
en los evangelios precedentes al suyo. Así que expondremos los datos
que contiene la obra de Lucas, pero no les daremos ningún crédito.

Estos son los primeros datos personales que encontramos sobre Pablo
en sus epístolas:


"Circuncidado al octavo día, de la raza de Israel, de la tribu de
Benajamín, hebreo hijo de hebreos, y según la ley fariseo, y por el
celo de ella perseguidor de la Iglesia; según la justicia de la Ley
irreprensible." (Filipenses 3, 5 y ss)

sigue en 2...

Observador
08/11/2005, 14:10
Pablo es un judío fariseo que confiesa que en un tiempo pasado fue
perseguidor de los cristianos. Es curioso porque en ninguna de sus
cartas dedica ni una sola línea a pedir perdón a la comunidad
cristiana por sus atrocidades cometidas. Es más, cuando fue a conocer
a los Apóstoles, discípulos de Jesús, éstos no le echaron en cara
para nada su pasado según el relato que hace el propio Pablo, que no
el que da Lucas.

Lucas en Hechos 9, 1 nos da su nombre hebreo: Saulo. Este nombre no
aparece para nada en las cartas de Pablo. En 9, 11 así mismo nos
cuenta que era de Tarso, ciudad al este de Asia menor.

El mismo Pablo nos cuenta en Gálatas 4, 13 que padeció una enfermedad
que podía causar repulsión entre la gente. En II Corintios 12, 7
alude a sus efectos metafóricamente:


"Por lo cual, para que yo no me engría, fueme dado un aguijón de
carne, un ángel de Satanás, que me abofetea para que no me engría."

No sabemos a ciencia cierta de qué enfermedad se trata, aunque
algunos han sostenido que podría ser una epilepsia. Pero además Pablo
confiesa que tiene alucinaciones, lo que nos llevaría a pensar que
era un esquizofrénico:


"Sé de un hombre en Cristo (se refiere a sí mismo evidentemente) que
hace catorce años -si en el cuerpo, no lo sé; si fuera del cuerpo
tampoco lo sé, Dios lo sabe- fue arrebatado hasta el tercer cielo; y
sé que este hombre -si en el cuerpo o fuera del cuerpo, no lo sé,
Dios lo sabe- fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que
el hombre no puede decir." (II Corintios 12, 2 y ss)

Es difícil distinguir con seguridad si son alucinaciones o
simplemente Pablo habla metafóricamente. Suficientes antecedentes
tenía Pablo para utilizar semejantes metáforas. Ya Parménides de
Elea, filósofo griego del siglo V a. C. de la Italia meridional,
afirmaba en su famoso poema "Sobre la naturaleza" que en un carro
tirado por yeguas logró llegar a la divinidad para que ésta le
contara acerca del Ser y del no Ser. El discurso de la diosa era en
verdad inefable, tanto que de los fragmentos conservados todavía los
estudiosos sacan hipótesis sobre lo que quiso decir Parménides. Pero
no sólo Parménides y Pablo viajaron al paraíso, sino que otro chamán
famoso, Pitágoras, también hizo esto mismo. El chamanismo griego
tiene su origen en las estepas rusas. Los chamanes eran curanderos y
se caracterizaban por su actitud espiritual frente a la vida. Habían
recibido una formación religiosa profunda y controlaban su vida con
diversas medidas como el ayuno, la soledad o las técnicas para
control del cuerpo. Los chamanes tenían la capacidad de entrar en
trance logrando así que su espíritu abandonase su cuerpo y viajara a
lugares donde obtenía sabiduría que el común de los mortales no tenía
a su alcance. También tenían capacidad profética y curativa. En el
mundo griego el chamanismo supuso un fuerte cambio cultural, pues en
los poemas arcaicos de Homero, es la divinidad la que acude al hombre
en sueños, mientras que los chamanes tienen la capacidad de entrar en
el ámbito privado de la divinidad y allí escuchar sus secretos, tal y
como nos cuenta Pablo. Los griegos entraron en contacto con el
chamanismo cuando colonizaron el Mar Negro en el siglo VII a. C. Es
entonces cuando surgen los grandes chamanes griegos, como el citado
Pitágoras, del que se decía que escribía poemas sobre la muerte y
resurreción del niño Dioniso pero los firmaba con el nombre de Orfeo.
Pero hay más chamanes griegos: Abarís tenía la capacidad de vivir sin
alimento, según cuenta la leyenda. Era la encarnación del dios Apolo
Hiperbóreo y su alma viajaba. Como reformador religioso y purificador
fue capaz de aplacar un mal que atormentaba a la ciudad de Atenas. En
Esparta fundó un templo en honor de Koré donde se llevaban a cabo
procedimientos catárticos de limpieza espiritual. Era lo que los
griegos llamaban un hombre divino. Aristeas de Proconeso tenía la
facultad de la bilocación, o estar al mismo tiempo en dos lugares
distintos. Escribió varios poemas religiosos. Ermotimo de Clazomenas
era capaz de liberar su alma para viajar a regiones desconocidas.
Cuenta la leyenda que en uno de esos viajes espirituales quedando su
cuerpo abandonado, sus enemigos aprovecharon para quemarlo. Su
espíritu errante terminó encarnándose en Pitágoras. Epiménides es sin
duda el más interesante. Fue un personaje histórico, que existió de
verdad. Era un profesional de la catarsis, tanto que limpió a la
ciudad de Atenas a causa de la violación del derecho de asilo.
Epiménides era un teólogo cretense que tenía fama de milagrero y del
cual tenemos noticias de que escribió una cosmogonía órfica, es decir
un poema religioso que trataba sobre el origen del mundo desde la
perspectiva de la secta griega órfica. Y decimos que Epiménides es
interesante porque precisamente en una carta atribuida a Pablo es
citado uno de sus versos. Es decir, que en el círculo de Pablo era
normal que los textos órficos pasaran de mano en mano. Sobre este
asunto hablaremos más extensamente cuando tratemos acerca de la
relación entre Pablo y el orfismo. Pablo estaba profundamente
impresionado por el chamanismo griego, hasta tal punto que confiesa
que creyó tener una experiencia igual a la que Parménides cuenta en
su poema.

Pablo se presenta a sí mismo como apóstol en Gálatas 1, 1:


"Pablo, apóstol no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y
por Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos..."

Pablo se autodenomina apóstol, pero como él afirma no gracias a los
hombres, sino a Jesucristo y a Dios. La palabra apóstol significa en
griego enviado. Pablo cree que su misión es difundir el evangelio del
Cristo, o de Dios en muchas otras ocasiones. Veamos lo que nos
continúa diciendo en Gálatas 1, 11:


"Porque os hago saber, hermanos, que el evangelio por mí predicado no
es de los hombres, pues yo no lo recibí ni aprendí de los hombres,
sino por revelación de Jesucristo."

Hay que esclarecer qué entiende Pablo por revelación. En I Corintios
9, 1 nos cuenta lo siguiente:


"¿No soy libre yo? ¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús nuestro
Señor?"

Es decir, que Pablo ha tenido un contacto directo con Jesús, y lo ha
visto corporalmente. Sin embargo, Pablo no da datos concretos en sus
cartas acerca de su contacto con Jesucristo. Simplemente afirma que
se le ha aparecido y que le ha mandado evangelizar a las gentes:

sigue en 3...

Observador
08/11/2005, 14:11
"Antes al contrario, cuando vieron (los jefes de la Iglesia de
Jerusalén) que se me había confiado el evangelio de la incircuncisión
(es decir, destinado a los gentiles), como a Pedro el de la
circuncisión (destinado a los judíos), pues el que obró en Pedro para
el apostolado de la circuncisión, obró también en mí para el de los
gentiles, Santiago, Cefas y Juan, que pasan por ser las columnas,
reconocieron la gracia a mí dada, y nos dieron a mí y a Bernabé la
mano en señal de comunión, para que nosotros nos dirigiésemos a los
gentiles y ellos a los circuncisos." (Gálatas 2, 7 y ss)

Por Filipenses 1, 7 sabemos que sufrió prisión a causa de predicar el
evangelio a los gentiles.

Pablo en I Corintios 15, 5 y ss nos da una pequeña relación de las
apariciones de Jesús después de su muerte: primero se apareció a
Pedro, luego a los doce. Tras ellos a más de quinientos hermanos de
los cuales dice que todavía están muchos vivos. Luego se apareció a
Santiago, y después a todos los apóstoles. Finalmente afirma que se
le apareció a él. Esta sucesión de apariciones entra en contradicción
con las contadas por los cuatro evangelios canónicos. Además, Pablo
afirma que después de aparecerse a Pedro se apareció a los doce,
aunque el evangelio de Mateo cuente que Judas se ahorcó después de
entregar a Jesús quedando sólo once apóstoles. Toda esta información
puede ser una interpolación ajena al texto original como veremos más
adelante.

Hemos visto que Pablo afirma que Jesucristo se le apareció
corporalmente, pues lo vio, le nombró apóstol y le encomendó predicar
el evangelio a los gentiles. En cambio, al comienzo de las dos cartas
a los corintios, sostiene que es apóstol por la voluntad de Dios y no
de Cristo. Hay muchos indicios para sospechar que en la mente de
Pablo Dios y Jesucristo no son la misma persona.

Sea como fuere, Pablo no habla del lugar donde se le apareció
Jesucristo, ni lo que estaba haciendo en ese momento, ni siquiera
alude a alguna de las palabras que le dirigió Jesucristo. Será Lucas
en sus Hechos de los apóstoles el que nos dé todos estos datos. Hay
que recordar que la epístola a los Gálatas, en la que Pablo nos habla
de que Jesucristo le encomendó predicar a los gentiles data
aproximadamente del año 56, y que los Hechos de Lucas seguramente
fueron escritos después del año 90. Es decir, que hay entre ambos
documentos más de treinta años de diferencia. Esto es lo que nos
cuenta Lucas:


"Cuando estaba de camino, sucedió que, al acercarse a Damasco, se vio
de repente rodeado de una luz del cielo; y al caer a tierra, oyó una
voz que decía: Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues? Él contestó:
¿Quién eres, Señor? y Él: Yo soy Jesús, a quien tú persigues.
Levántate y entra en la ciudad y se te dirá lo que has de hacer."
(Hechos de los apóstoles 9, 3 y ss.)

Según Lucas, Pablo iba a Damasco a detener a cristianos y una luz del
cielo le hizo caer a tierra. Pablo no vio a nadie, sólo una luz. De
hecho sólo oye una voz. En Hechos 9, 7 se afirma que los acompañantes
de Pablo oyeron la voz pero no vieron a nadie. Como vimos
anteriormente, Pablo en sus epístolas afirma que lo vio
corporalmente. Pero más adelante en el relato de Lucas, en Hechos 9,
17, ya se nos cuenta que sí se le había aparecido Jesús
corporalmente. La misma afirmación encontramos en 9, 27. Pero es que
Pablo, una vez que se levanta se da cuenta que está ciego; y en
Damasco permanece tres días sin ver, comer ni beber. En 9, 10
encontramos que Jesús manda a un discípulo llamado Ananías para que
le haga recobrar la vista a Pablo. Ananías responde que Pablo es un
perseguidor de cristianos, pero entonces Jesús le dice que es su
elegido para llevar su nombre a los gentiles. Es decir, que se lo
dice a Ananías, y no a Pablo, el cual está en Damasco ciego y sin
comer ni beber esperando a que alguien le saque de esa situación.
Vimos también que en las cartas paulinas se afirmaba que Jesucristo
personalmente le dio a Pablo la orden de predicar a los gentiles.
Pero en el relato de Lucas es Ananías el que le transmite la orden de
Jesús al que había visto en visión. Pero lo más extraño de todo es
que en el evangelio de Mateo Jesús da la orden explícita a los
apóstoles de que no se dirijan a los gentiles, sino exclusivamente a
los judíos:


"A estos doce los envió Jesús, haciéndoles las siguientes
recomendaciones: No vayáis a los gentiles ni penetréis en ciudad de
samaritanos; id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel,
y en vuestro camino predicad diciendo: El reino de Dios se acerca."
(Mateo 10, 5)

Así que lo que Jesús en vida prohibió a los apóstoles, ahora se lo
manda a Pablo, y no directamente, sino a través de Ananías.
Recordemos las propias palabras de Pablo en Gálatas 1, 1: Pablo,
apóstol no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y por Dios
Padre... Pero acabamos de ver que el que le dio la orden de
evangelizar a los gentiles fue Ananías, del que no hay la más mínima
sospecha de que sea un hombre. Vemos que el relato de Lucas no se
adecúa a las palabras del propio Pablo. También vimos en Gálatas 1,
11 la siguiente afirmación: que el evangelio por mí predicado no es
de hombres, pues yo no lo recibí ni aprendí de los hombres, sino por
revelación de Jesucristo. Pablo habla de que recibió un evangelio, o
buena noticia, y además que lo aprendió directamente de Jesucristo,
lo cual implica un tiempo o proceso. En el relato de Lucas esto es
imposible porque en 9, 18 vemos que después de que Ananías le
comunique a Pablo lo que le dijo recobra la vista automáticamente y
se bautiza, y tras pasar unos días con los discípulos de Damasco
empezó a predicar por las sinagogas que Jesús era Hijo de Dios. No
hay ningún proceso de aprendizaje. Finalmente, añadamos que Pablo nos
dice en Filipenses 3, 9 que lo dejó todo por amor a Cristo, pero no
porque una luz le cegara en Damasco y una voz le preguntara por qué
le perseguía.

Nos cuenta Lucas que como Pablo confundía a los judíos, éstos
resolvieron matarle. Pero Pablo escapó de Damasco descolgándose por
una ventana mediante una espuerta (Hechos 9, 23 y ss). Pablo
referiéndose a este episodio da nombres concretos y no cita a los
judíos como colectividad:


"En Damasco, el etnarca del rey Aretas puso guardias en la ciudad de
los damascenos para prenderme, y por una ventana, en una espuerta,
fui descolgado por el muro y escapé a sus manos." (II Corintios 11,
32)

En ell relato de Lucas observamos antisemitismo, pues acusa a los
judíos en general de querer matar a Pablo. El testimonio del Propio
Pablo es más mesurado, pues sólo se refiere al rey Aretas como
culpable de su huida apresurada de Damasco. Según Lucas, tras huir de
esa manera Pablo se dirigió a Jerusalén de la mano de Bernabé y fue
presentado a los apóstoles, que aunque al principio temieron por su
pasado, terminaron aceptándolo por lo que Bernabé les relató de sus
predicaciones en Damasco. Pero las palabras de Pablo acerca de cómo
sucedieron los hechos contradicen el testimonio de Lucas:


"...no subí a Jerusalén a los apóstoles que eran antes de mí, sino
que partí para la Arabia y de nuevo volví a Damasco. Luego, pasados
tres años, subí a Jerusalén para conocer a Cefas, a cuyo lado
permanecí quince días. A ninguno otro de los apóstoles vi, si no fue
a Santiago, el hermano del Señor. En esto que os escribo, os declaro
ante Dios que no miento." (Gálatas 1, 17 y ss)

sigue en 4...

Observador
08/11/2005, 14:12
Pablo no fue a Jerusalén después de su estancia en Damasco. Prefirió
antes que conocer a los apóstoles irse a Arabia y volverse de nuevo a
Damasco, ciudad en la que no dice que tuviera lugar lo de la
aparición de Jesús, ni la orden de Ananías ni su ceguera milagrosa.
Tuvieron que pasar tres años, los cuales Lucas omite de su relato
pues según él tras huir de Damasco se fue a Jerusalén directamente,
para que Pablo se decidiera a ir a conocer a Cefas a Jerusalén, sin
ser acompañado por Bernabé pues Pablo no lo cita. Además afirma que a
ningún otro apóstol vio, sino sólo a Santiago, el hermano de Jesús,
mientras que en el relato de Lucas se nos dice que fue aceptado por
los apóstoles en general (Hechos 9, 27). El relato del propio Pablo,
jurado ante Dios, tiene muchas discrepancias con lo que nos cuenta
Lucas en sus Hechos de los apóstoles. Como podemos inferir de lo
anteriormente expuesto, Lucas no conoció a Pablo, aunque la tradición
cristiana afirme que era discípulo de Pedro y Pablo. No lo pudo
conocer porque de la comparación entre los relatos de Lucas y Pablo
encontramos grandes contradicciones. Lucas intentó completar las
lagunas que estaban presentes en las cartas de Pablo, y para ello
echó mano de su propio imaginación sin importarle que contradijera en
muchas ocasiones las propias palabras de Pablo.

Pablo en Gálatas 2, 1 afirma que a los catorce años volvió a
Jerusalén acompañado esta vez sí de Bernabé y Tito para presentarles
a los apóstoles su evangelio dirigido a los gentiles. A Santiago, a
Cefas y a Juan, que según Pablo pasaban por ser las columnas (Gálatas
2, 9), les pareció muy bien lo que les presentó Pablo. Pero tras este
encuentro amistoso tuvo lugar el conflicto de Antioquía por el que el
cristianismo primitivo se mostró como la lucha de dos facciones
opuestas e irreconciliabes.

El conflicto de Antioquía o la madeja de Ariadna

Como vimos en la biografía de Pablo, éste nos contaba en Gálatas,
contradiciendo a Lucas, que tras su estancia en Damasco no fue
directamente a conocer a los Apóstoles, sino que después de tres años
marchó a Jerusalén a conocer a Cefas, estando con él quince días. En
esta estancia únicamente conoció a Santiago, hermano del Señor, pero
a ninguno de los otros Apóstoles tuvo la oportunidad de ver; de sus
propias palabras deducimos que tampoco tuvo mucho interés en
conocerlos (Gálatas 1, 17). No quiso conocer a Tomás, aquel que dudó
y metió sus dedos en los costados de Jesús. No buscó a Mateo, el
recaudador de impuestos convertido por Jesús, al cual arrancó de las
manos de los pecadores en aquella famosa cena. Se olvidó de Andrés,
el hermano de Simón Pedro, del que el evangelista Juan nos cuenta que
en un principio era discípulo de Juan el Bautista, el que era la
encarnación de Elías. Tampoco preguntó por Juan, el discípulo amado
de Jesús, el que cariñosamente reclinó su cabeza en el seno del Señor
durante la última cena y acogió a María en su casa después de la
muerte de su maestro. De la madre de Jesús tampoco parece que se
acordara Pablo en su visita a Jerusalén. Pablo no mostró el más
mínimo interés en conocer a estas personalidades, que más tarde
serían figuras claves en la narración de los evangelios. Algunos
exegetas afirman que también es un misterio el por qué Pablo no nos
cuenta que visitara los lugares sagrados como el cenáculo donde tuvo
lugar la última cena, el monte de los olivos o el Calvario. Toda esta
falta de interés de Pablo en conocer lo anteriormente citado lleva a
muchas personas a afirmar que simplemente no conocía ni tenía noticia
ni de los hechos llevados a cabo por los Apóstoles y María, ni tenía
idea de la existencia de los lugares sagrados de Jerusalén. Muchos
afirmarán: Pablo no conoció a Jesús, ni asistió a los hechos de su
vida y por eso no conocía todo lo anterior... Pero hay una objeción:
¿no se lo pudo contar Cefas? Porque recordemos que estuvo con él
quince días. ¿No le contó que él mismo anduvo sobre el agua con la
ayuda de Jesús? ¿Se le olvidó decirle que expulsó demonios por toda
Palestina siguiendo las órdenes de su maestro? ¿No le comentó que el
propio Jesús le nombró Piedra de la Iglesia y que todo lo que el
atara en la tierra quedaría atado en el cielo? Pues parece ser que
no, porque después de catorce años fue cuando Pablo visitó de nuevo a
los Apóstoles en Jerusalén según sus propias palabras (tiempo más que
considerable si pensamos que la piedra de la Iglesia, que era Pedro,
estaba con los apóstoles en Jerusalén); pero fue no porque tuviera
curiosidad por entablar conversación con el resto de Apóstoles que
conocieron a Jesús personalmente a los cuales no vio en su primera y
única visita a Cefas hacía catorce años, ni si quiera movido para
volver a entablar con Cefas esas supuestas pláticas acerca de los
hechos de Jesús y de los Apóstoles... sino para exponerles el
evangelio que él predicaba a los gentiles, para que como el mismo
Pablo afirma supiera si corría o había corrido en vano (Gálatas 2, 1
y ss)

Una cosa llama la atención de la narración de Pablo sobre las
impresiones que tuvo cuando conoció a los Apóstoles en su segundo
viaje a Jerusalén, narrado en Gálatas: la hostilidad y la desidia que
muestra hacia sus personas.


"De los que parecían ser algo, lo que hayan sido en otro tiempo no me
interesa, que Dios no es aceptador de personas, éstos que
representaban algo, nada me impusieron de más." (Gálatas 2, 6)

A Pablo no le importa en absoluto el pasado de los apóstoles, el cual
no le da ninguna autoridad sobre él. No le importa que fuesen
elegidos personalmente por Jesús, ni que Santiago fuera hermano de su
Señor. En definitiva, Pablo actúa realmente como si los apóstoles no
hubieran conocido personalmente a Jesús, ni el tal Santiago fuera en
realidad hermano de Jesús. Los trata como si estuvieran a su mismo
nivel con respecto al Cristo. Incluso se deja entrever en estas
escenas un espíritu de rivalidad. De Pedro dice lo siguiente:


"...cuando vieron que se me había confiado el evangelio de la
incircuncisión, como a Pedro el de la circuncisión, pues el que obró
en Pedro para el apostolado de la circuncisión, obró también en mí
para el de los gentiles..." (Gálatas 2, 7)

Pablo afirma que Jesús obró en Pedro para el apostolado de la
circuncisión igual que obró en él para el apostolado de la
incircuncisión. Pone a Pedro al mismo nivel que él, y no da a
entender que Jesús en vida le diera tal misión. Es como si a Pedro
también se hubiera aparecido Jesucristo, como al mismo Pablo, para
encomendarle su tarea. Realmente, una persona que leyera por primera
vez esta carta y que no hubiera leído los evangelios, sacaría estas
conclusiones; recordemos que esta carta de Gálatas es anterior a
cualquier evangelio.

sigue en 5...

Observador
08/11/2005, 14:12
La narración de Pablo ha llevado a muchas personas a sostener que ni
Cefas, ni Santiago, ni Juan conocieron a Jesús como nos cuentan los
evangelistas. A simple vista, Cefas aparece como un iluminado, igual
que Pablo. Era una persona que afirmaba que Jesucristo se le había
aparecido y le había encomendado predicar el evangelio a los judíos.
De Santiago se sospecha que no era en realidad hermano de Jesús. En
los evangelios canónicos se cita a un Santiago como hermano de Jesús,
pero no tiene ninguna relevancia ni se cuenta nada de su vida. Es
más, Jesús reniega de él, así como de toda su familia en
contraposición con sus discípulos:


"Alguien le dijo: Tu madre y tus hermanos están fuera y desean
hablarte. Él, respondiendo, dijo al que le hablaba: ¿Quién es mi
madre y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano sobre sus
discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos." (Mateo 12, 47 y
ss)

No es posible que este hermano de Jesús, llamado Santiago, del que
los evangelios dan sólo su nombre, pero nunca lo citan junto a Jesús
en ningún momento de su vida, y del que Jesús reniega afirmando que
no tiene familia porque su familia es la que haga la voluntad de su
Padre, sea el mismo Santiago que aparece en Gálatas. Este Santiago de
Gálatas es nombrado por Pablo antes que Cefas (Gálatas 2, 9) como el
jefe de la Iglesia de Jerusalén. Y en el conflicto de Antioquía
veremos que Cefas se plegaba a sus mandatos. Así que misteriosamente
Santiago, el hermano de Jesús, de ser un completo desconocido para
los evangelistas los cuales no cuentan absolutamente nada de él en
los evangelios, e incluso ser tenido en poco por el propio Jesús,
años después de la muerte de Jesús pasó a encabezar la Iglesia de
Jerusalén según relato Pablo en Gálatas. Esto no tiene sentido.
Tenemos que llegar a la conclusión de que el Santiago de Gálatas no
es el mismo Santiago que se nombra en los evangelios. Pero en Gálatas
Pablo afirma que era hermano del Señor... La única explicación para
este sin sentido es que el dato de que Santiago es hermano de Jesús
sea una interpolación. Un monje copista añadió a la personalidad del
Santiago de Gálatas el dato de que era hermano del Señor, porque se
nombra un Santiago como hermano de Jesús en los evangelios. No es
comprensible que Pablo sea enemigo de Santiago, siendo éste hermano
de Jesús, su Señor.

El conflicto de Antioquía entre Pablo, Pedro y Santiago es contado en
Gálatas 2, 11 y ss. Esto es lo que nos cuenta el propio Pablo:


"Pero cuando Cefas fue a Antioquía, en su misma cara le resistí,
porque se había hecho reprensible. Pues antes de venir algunos de los
de Santiago, comía con los gentiles; pero en cuanto aquéllos
llegaron, se retraía y apartaba, por miedo a los de la circuncisión.
Y consintieron con él en la misma simulación los otros judíos; tanto
que hasta Bernabé se dejó arrastrar a su simulación. Pero, cuando yo
vi que no caminaban rectamente según la verdad del Evangelio, dije a
Cefas delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como gentil y no
como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?" (Gálatas 2,
11 y ss)

En esta escena observamos varias cosas llamativas. Cefas se muestra
como un hipócrita, pero no menos hipócrita que Santiago y Juan los
cuales no pusieron ningún reparo al evangelio a los gentiles cuando
Pablo se lo presentó (Gálatas 2, 7). También Cefas se muestra sumiso
a Santiago. Recordemos que Pablo en Gálatas 2, 9 lo nombra después de
Santiago. Esto no concuerda con las palabras de Jesús:


"Y yo te digo a ti que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré
mi iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Yo te daré las llaves del reino de los cielos, y cuanto atares en la
tierra será atado en los cielos, y cuanto desatares en la tierra será
desatado en los cielos." (Mateo 16, 18)

Cefas no es piedra de ninguna iglesia según el relato de Pablo,
porque se somete a los dictados y órdenes de Santiago. Incluso Pablo
parece tener más autoridad que él. Del relato de Pablo podemos
deducir que Jesús no le dio en vida a Cefas ninguna prerrogativa
especial sobre los demás apóstoles. El texto evangélico en el que
Jesús dice que es Piedra de la iglesia es una interpolación sólo
presente en Mateo para justificar el poder del papado de la Iglesia
Católica. Es más, como hemos dicho, hay pruebas de que Cefas no
conoció a Jesús en vida, como ninguno de los apóstoles.

Del conflicto de Antioquía podemos observar claramente la guerra
abierta entre las facciones de Pablo y Santiago: cristianismo
universal o exclusivo del mundo judío. Ciertamente Pablo tenía
mayores expectativas, y sabía que si el cristianismo no se expandía
moriría rápidamente. Pablo no narra ninguna reconciliación con Pedro
y Santiago sino que de manera abrupta termina su relato del conflicto
de Antioquía. Las dos posturas en vida de Pablo fueron
irreconciliables.

Todo se limitaba a si los gentiles debían someterse a la ley de
Moisés para ser cristianos. La facción de Santiago, de origen judío,
pensaba que sí se debían someter los gentiles a todos los preceptos
de Moisés. Conocían muy bien el Antiguo Testamento y sabían lo que
allí decía Yavé, el dios de Israel, y por ello querían cumplir todos
los preceptos de la Ley:


"Ahora, pues, Israel, guarda las leyes y mandamientos que yo te
inculco, y ponlas por obra, para que vivas y entréis y os posesionéis
de la tierra que os da Yavé, Dios de vuestros padres. No añadáis nada
a lo que yo os prescribo, ni nada quitéis, sino guardad los
mandamientos de Yavé, vuestro Dios, que yo os prescribo. [...] Cuida,
pues, con gran cuidado no olvidarte de cuanto con tus ojos has visto
y no dejarlo escapar de tu corazón por todos los días de tu vida;
antes bien, enséñaselo a tus hijos y a los hijos de tus hijos."
(Deuteronomio 4, 1 y ss; 4, 6 y ss)

Yavé, que según muchas sectas cristianas es el mismo Jesús, en el
Antiguo Testamento manda a Israel que observe y guarde sus leyes sin
cambiar nada de ellas y transmitiéndolas a su descendencia para
siempre. Recordemos aquí que Pablo antes de convertirse al
cristianismo era un fariseo perseguidor de cristianos (Filipenses 3,
5). El fariseísmo era una secta judía que se caracterizaba por el
rigor y la exigencia en el cumplimiento de la Ley de Moisés. Querían
cumplir la Ley letra por letra. Pablo en Filipenses 3, 6 dice de sí
mismo que era según la justicia de la Ley irreprensible. Con todos
estos datos a la vista, son incomprensibles ciertas palabras de Pablo
acerca de la Ley de Moisés y su aplicación. Pablo, a pesar de que era
en su pasado un fariseo acérrimo e irreprensible en cuanto a la Ley
como él mismo informa, y a pesar de que era un excepcional hermeneuta
de los textos del Antiguo Testamento en sus escritos afirma cosas
como las que siguen:


"Más yo por la misma Ley he muerto a la Ley, por vivir para Dios."
(Gálatas 2, 19)

Pablo niega las palabras de Yavé, el que para muchas sectas
cristianas es también Jesús, las cuales palabras vimos anteriormente
y que para su tiempo estaban totalmente vigentes. El argumento para
negar los mandatos de Yavé es incoherente. Dice que ha muerto a la
Ley por la Ley misma, y además lo hace para vivir en Dios. Es decir,
que según Pablo cuando una persona cree en un dios lo que tiene que
hacer para estar en total sintonía con él es hacer lo contrario de lo
que diga ese mismo dios.

Un ex fariseo, que dice de sí mismo que es irreprensible en cuanto a
la justicia de la Ley nos cuenta ahora que para él la Ley ha muerto.
Sin embargo, de los más de seiscientos mandamientos de la Ley de
Moisés, sólo uno, la circuncisión obligatoria como pacto entre Yavé e
Israel, es atacada por Pablo de esta manera:


"Que ni la circuncisión es nada ni el prepucio, sino la nueva
criatura." (Gálatas 6, 15)

Esto entra en total contradicción con lo que dejó dicho Yavé, Padre
de Jesús, y para algunas sectas cristianas Jesús mismo:


"Éste es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y entre la
descendencia después de tí: circuncidad todo varón, circuncidad la
carne de vuestro prepucio, y ésa será la señal de mi pacto entre mí y
vosotros. A los ocho días de nacido, todo varón será circuncidado en
vuestra descendencia, ya sea el nacido en casa o comprado por plata a
algún extranjero, que no es de tu estirpe. Todos, tanto los criados
en casa como los comprados, se circuncidarán, y llevaréis en vuestra
carne la señal de mi pacto por siempre; y el incircunciso que no
circuncidaré la carne de su prepucio será borrado de su pueblo;
rompió mi pacto." (Génesis 17, 10)


sigue en 6...

Observador
08/11/2005, 14:14
Si atendemos a las palabras de Yavé en el Nuevo Testamento, Pablo
está animando a los gentiles a que sean borrados del pueblo de Dios
rompiendo el pacto sagrado. Además afirma lo siguiente de Cristo:


"Pues en Cristo Jesús ni vale la circuncisión ni vale el prepucio,
sino la fe que actúa por la caridad." (Gálatas 5, 6)

El mismo Jesús fue circuncidado al octavo día de su nacimiento como
había mandado su padre Yavé (Lucas 2, 21). María junto con su esposo
José, no dudaron un momento en acatar el mandamiento de circuncidar
al niño divino cayendo, como diría Pablo, en las terribles garras de
la maldición de la Ley.

Tras todo lo expuesto, vamos a exponer una teoría, la cual da cierta
luz al asunto: imagínense en el año cuarenta y tantos de nuestra era.
Usted es un gentil (griego, romano o asiático), y un día conoce a una
persona que le habla de un Dios salvador, el cual le va a limpiar de
sus pecados porque ha muerto por usted. Ante esta idea le da vueltas
a su situación: un trabajo duro de agricultor, una esposa
insoportable, muchos hijos y deudas por todas las partes. Algo ha
tenido que hacer mal en su vida, algún pecado habrá cometido para
tener semejante vida. Éste dios le puede salvar y purificarle, darle
sentido a su vida.Usted se apunta a la nueva religión que le muestra
esa persona. Pero ésta le dice que hay un pequeño problema: es
necesario para ser aceptado en esa comunidad y ser salvado que usted
se deje cortar la piel que rodea el glande del pene, porque así lo
manda Yavé que es el padre de ese dios salvador. Usted le dice: "¿un
cuchillo me va a rebanar parte de un órgano tan sensible? ¿Sin
anestesia, la cual todavía no se ha inventado, y con unas condiciones
higiénicas paupérrimas?" La persona en cuestión le contesta: "todos
los judíos lo sufren a los ocho días de haber nacido". Y usted a su
vez replica: "¡Pero yo tengo cuarenta y nueve años! ¡Eso va a doler
mucho! Mejor me quedo con mi querido Mitra, que también me limpia y
no me pide que me corte nada. Gracias por todo". Esta situación que a
muchos le parecerá grotesca seguramente sucedió muchas veces a lo
largo de todo el Mediterráneo ya que los partidarios de Santiago y
Cefas exigían la circuncisión de los gentiles. Por eso Pablo atacaba
tanto la circuncisión, pues era un problema bastante serio a la hora
de ganar prosélitos para la causa del Cristianismo.

En la figura de Pablo hay datos que él mismo nos da que no encajan
bien. No se entiende que un fariseo irreprensible en cuanto a la
justicia de la Ley antes de convertirse al cristianismo diga cosas
tan contrarias a la Ley. De ser cierto lo que afirma Pablo, el cambio
fue brutal. Por tanto desconfiamos que Pablo fuera un judío como él
mismo afirma. Más lígoco es que Pablo fuera un gentil más, que
hechizado por el Cristo, comprendió que era necesario abolir la Ley,
en concreto la circuncisión, para que los gentiles adoptaran tal
creencia judía. Era imposible que un gentil se hiciera prosélito de
tal religión si le exigían que se cortara una parte de su pene. Así
se entiende la aversión que sentía Pablo ante la idea de que los
gentiles se circuncidasen obligatoriamente como mandaba Yavé. Contra
ningún otro precepto de la Ley mosaica Pablo lanza su acerada
crítica: no le importa, por ejemplo, que esté escrito en el Antiguo
Testamento que a la mujer adúltera haya que apedrearla, a pesar de
que los evangelios cuenten que Jesús salvó a una de esta pena y
condenó tal ley. Tampoco le importa a Pablo la obligada observancia
del descanso en sábado, ley que Jesús en los evangelios viola
continuamente.

Seguramente el cristianismo judío, el que supuestamente iniciaron
Cefas y Santiago, sería de corte mesiánico. Una parte de los judíos
adelantaron la venida del Mesías. Cuando estos judíos heterodoxos
empezaron a abandonar Palestina y a instalarse en Asia menor a causa
de la destrucción de Jerusalén en la guerra entre los judíos y los
romanos acaecida entre los años 66-70 d. C. entraron en contacto con
los gentiles, los cuales ya tenían sus propios dioses salvadores como
Dioniso, Mitra, Osiris, Adonis, Atis... Intercambiaron ideas y de la
confusión se creó el Cristo de Pablo, mezcla de Mesías con dios
salvador mistérico que moría y resucitaba. Pero el problema era la
circuncisión, yugo demasiado pesado como para soportarlo los
gentiles, así que los primeros cristianos se escindieron en dos
bandos, el gentil y el judío. El cristianismo judío, debido a que
negó la entrada a los gentiles que no se circuncidaran, terminó
desapareciendo. El gentil persistió expandiéndose por todo el
Mediterráneo como el fuego y terminó triunfando en el Concíleo de
Nicea.

Lucas seguramente leyó con desagrado la epístola a los Gálatas, donde
era patente la hostilidad entre Pablo y los Ápóstoles de Jerusalén a
causa de los gentiles, los cuales eran aborrecidos por los judíos.
Como vimos, Pablo no dice para nada que Cefas y Santiago terminaran
aceptando a los gentiles. Es más, en Filipenses 3, 2 dice Pablo lo
siguiente:


"Ojo a los perros, guardaos de los malos obreros, cuidado con la
mutilación."

Aquí Pablo utiliza la ironía, porque precisamente el apelativo de
perros era utilizado por los judíos para referirse a los gentiles.
Pablo les devuelve irónicamente el insulto. Los malos obreros son los
que forman la Iglesia de Jerusalén, con Santiago y Pedro a la cabeza
(A éste último Pablo le preguntó que por qué quería judaizar a los
gentiles). Como hemos dicho, en los evangelios canónicos encontramos
pasajes, sentencias o frases puestas en boca de Jesús que defienden
la posición idiológica de lOS Apóstoles de Jerusalén. Veamos un
pasaje muy interesante:


"Saliendo de allí Jesús, se retiró a los términos de Tiro y Sidón.
Una mujer cananea (es decir, gentil o no judía) de aquellos contornos
comenzó a gritar, diciendo: Ten piedad de mí, Señor, Hijo de David;
mi hija es malamente atormentada por el demonio. Pero Él no le
contestaba palabra. Los discípulos se le acercaron y le rogaron,
diciendo: Despídela, pues viene gritando detrás de nosotros. Él
respondió y dijo: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas de la
casa de Israel. Más ella, acercándose, se postró ante Él, diciendo:
¡Señor, socórrome! Contestó Él y dijo: No es bueno tomar el pan de
los hijos y arrojarlo a los perrillos. Más ella dijo: Cierto, Señor,
pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa
de sus señores. Entonces Jesús le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe!
Hágase contigo como tú quieres. Y desde aquella hora quedó curada su
hija." (Mateo 15, 21 y ss)

En este pasaje una mujer cananea, es decir, gentil o no judía,
suplica a Jesús que cure a su hija, y lo único que recibe de Él es
silencio. No le hace caso. Esto implica un desprecio considerable.
Los apóstoles quieren echarla, porque les molesta sus gritos, y Jesús
le parece bien esto porque le dice a la mujer que sólo ha sido
enviado a las ovejas perdidas de Israel. No piensa curar a los
gentiles, ni predicarles el evangelio. Aquí Jesús se muestra como un
racista. Y lo que está haciendo ni más ni menos es exponer las ideas
de la facción de Santiago y Pedro. Pero es que además le dice a la
mujer cananea que no es bueno tomar el pan de los hijos y echarlo a
los perrillos. Evidentemente los hijos son los israelitas. Jesús en
este pasaje sólo considera sus hijos a los judíos. Los perrillos son
los gentiles. Pero sospechamos que el texto original que salió de
manos del Pseudo Mateo no contenía esta palabra tan cariñosa, sino
simplemente perros. Quizás un monje copista manipulara el texto
original porque le parecía demasiado fuerte que Jesús utilizara este
insulto. Ahora comparemos esto con el versículo de Filipenses 3, 2
donde Pablo llama a los que dicen que los no judíos se tienen que
circuncidar perros. Todo cobra sentido: Los judíos llamaban a los
gentiles perros, como el mismo Jesús afirma en el pasaje anterior. Y
Pablo irónicamente les devuelve el insulto en Filipenses 3, 2. Esta
epístola fue escrita entre los años 56 y 57. Así que la guerra entre
la facción de Santiago y la de Pablo aún estaba vigente en esos años.
Lo más llamativo del pasaje citado es que la mujer termina
convenciendo a Jesús de que cure a su hija, porque según dice ella
los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus
señores. Y entonces Jesús exclama: ¡Oh mujer, grande es tu fe!
Precisamente era la fe la que Pablo afirmaba como base de la
salvación en contraposición a las obras de la Ley. La parte final del
pasaje es un añadido de la facción de Pablo. En menos de cuatro
frases vemos a Jesús cambiar de opinión a una velocidad de vértigo.
Evidentemente debido a la manipulación que ha sufrido el texto
original, se nos muestra a un Jesús vacilante, que cambia fácilmente
de opinión.


sigue en 7

Observador
08/11/2005, 14:15
Hemos comprobado con nuestros propios ojos que según Pablo, y quién
mejor que él pues presenció estos hechos, había una confrontación
abierta entre los Apóstoles de Jerusalén y Pablo, y también hemos
visto que esta hostilidad duró mínimo hasta el año 56 o 57, pues en
Filipenses Pablo se refiere a los de la facción de Jerusalén como
perros que obligan a la circuncisión a los gentiles y en Gálatas 5,
12 les desea incluso la mutilación. Pero Lucas nos cuenta otra cosa
distinta. En el capítulo 11 de los Hechos de los Apóstoles, poco
después de la conversión de Saulo nos cuenta esto:


"Oyeron los apóstoles y los hermanos que estaban en Judea que también
los gentiles habían recibido la palabra de Dios. Por eso, cuando
Pedro subió a Jerusalén, discutían con él los que eran de la
circuncisión, diciendo: -¿Por qué has entrado en casa de hombres
incircuncisos y has comido con ellos? Entonces comenzó Pedro a
contarles de forma ordenada lo sucedido, diciendo: -Estaba yo en la
ciudad de Jope orando, y tuve en éxtasis una visión: algo semejante a
un gran lienzo suspendido por las cuatro puntas, que bajaba del cielo
y llegaba hasta mí. Cuando fijé los ojos en él, consideré y vi
cuadrúpedos terrestres, fieras, reptiles y aves del cielo. Y oí una
voz que me decía: Levántate, Pedro, mata y come. Yo dije: Señor, no;
porque ninguna cosa común o impura entró jamás en mi boca. Entonces
la voz me respondió del cielo por segunda vez: Lo que Dios limpió, no
lo llames tú común. Esto se repitió tres veces, y volvió todo a ser
llevado arriba al cielo. En aquel instante llegaron tres hombres a la
casa donde yo estaba, enviados a mí desde Cesárea. Y el Espíritu me
dijo que fuera con ellos sin dudar. Fueron también conmigo estos seis
hermanos, y entramos en casa de un hombre, quien nos contó cómo había
visto en su casa un ángel que, puesto en pie, le dijo: Envía hombres
a Jope y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; él te
hablará palabras por las cuales serás salvo tú y toda tu casa. Cuando
comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos, como también
sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el
Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, pero vosotros
seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió
también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor
Jesucristo, ¿quién era yo que pudiera estorbar a Dios? Entonces,
oídas estas cosas, callaron y glorificaron a Dios, diciendo: -¡De
manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para
vida!" (Hechos de los Apóstoles 11, 1 y ss)

El hombre a cuya casa entra Pedro era el centurión Cornelio del cual
se habla en el capítulo anterior, es decir el diez. Así que era un
gentil que al escuchar predicar a Pedro recibió el Espíritu Santo así
como toda su familia. Lucas nos cuenta que es aquí cuando Pedro
comprendió que Jesús quería salvar también a los judíos. Pero esto
que cuenta Lucas es falso. Esta historia en la narración lucana tiene
lugar antes de que Pablo y Bernabé fueran a Antioquía. Bernabé, según
Lucas, se desplaza de Antioquía a Tarso, donde estaba Pablo, y de
allí se lo lleva a Antioquía donde permanecen un año:


"Bernabé partió a Tarso en busca de Saulo, y hallándole, le condujo a
Antioquía, donde por espacio de un año estuvieron juntos en la
iglesia e instruyeron a una muchedumbre numerosa, tanto que en
Antioquía comenzaron los discípulos a llamarse cristianos." (Hechos
de los Apóstoles 11, 25)

Así que si hacemos caso a Lucas, para cuando Pablo y Bernabé llegaron
a Antioquía, Pedro ya había tenido esa visión celestial del mantel
con toda clase de alimentos, y también había visto el Espíritu Santo
descender sobre el cinturión Cornelio. Pero entonces, ¿Por qué
ocurrió esto que nos cuenta Pablo en Gálatas 2, 11 que ya hemos visto
pero que volvemos a citar para mayor claridad?:


"Pero cuando Cefas fue a Antioquía, en su misma cara le resistí,
porque se había hecho reprensible. Pues antes de venir algunos de los
de Santiago, comía con los gentiles; pero en cuanto aquéllos
llegaron, se retraía y apartaba, por miedo a los de la circuncisión."

Lucas miente según las palabras de Pablo. Pedro no vio ningún
Espíritu Santo bajar sobre las cabezas de los gentiles; en Antioquía
Pedro seguía siendo un racista judío fundamentalista, amante de la
ley de Moisés. Pero este hecho desagradaba a Lucas, y por ello
inventó la historia de Pedro y el centurión Cornelio para hacernos
creer que en Jerusalén terminaron por aceptar a los gentiles.

En Hechos 15, 5 vemos que de nuevo surgen problemas a causa de
algunos alborotadores que exigen que se circunciden los gentiles. Lo
peculiar es que los cabecillas de esos alborotadores eran Santiago,
del que se decía que era hermano de Jesús, y Cefas, como afirma
Pablo:


"Pero se levantaron algunos de la secta de los fariseos que habían
creído, los cuales decían: Es preciso que se circunciden (los
gentiles) y mandarles guardar la Ley de Moisés."

Lucas afirma que eran fariseos convertidos al cristianismo los que
querían que los gentiles cumplieran la ley de Moisés. Se podría
deducir que Cefas, Santiago y Juan eran fariseos. Pablo en Gálatas no
se refiere a los fariseos en absoluto, pero se autodenomina
exfariseo. Pablo culpa directamente a Santiago y a Pedro, el cual se
dejó influir totalmente por el primero, pero no dice que eran
fariseos: Pues antes de venir algunos de los de Santiago, comía con
los gentiles; pero en cuanto aquéllos llegaron, se retraía por miedo
a los de la circuncisión (Gálatas 2, 12). Pero hemos dicho que hay
argumentos de sobra para pensar que el tal Pablo no era un judío,
sino un gentil: el que firmó las cartas que se consideran auténticas
de Pablo era un gentil. ¿Por qué un gentil firmó esas cartas con el
nombre de Pablo, afirmando que era un antiguo fariseo perseguidor
antaño de cristianos pero convertido por amor al Cristo en apóstol de
los gentiles? Podría ser para demostrarles a esos fariseos reales que
habían creído en el Mesías o Cristo, separándose así del judaísmo,
que existía un tal Pablo que había sido de su secta antes y que había
pensado como ellos pero que comprendió por revelación divina que los
gentiles debían formar parte de la salvación. En verdad que de ser
así las cosas, el efecto propagandístico era fabuloso: un exfariseo,
no de aquellos fariseos convertidos al cristianismo de los cuales nos
habla Lucas, sino un fariseo de los más intransigentes, de los que
perseguían cristianos y los mataban se había convertido en el
pdefensor de los gentiles y afirmaba que la circuncisión nada valía
ya. Quizás si alguien con el pasado atribuido a ese Pablo defendiera
las posturas y derechos de los gentiles, sobre todo el derecho a no
ser circuncidados obligatoriamente, los cristianos judíos, los que
habían inventado la religión y los que en un principio imponían las
reglas, terminarían aceptando las demandas de los gentiles.

Lucas nos cuenta que los ápóstoles y presbíteros se reunieron para
examinar el asunto de la circuncisión y que Pedro dio un pequeño
discurso en el que dijo estas cosas:


"Hermanos, vosotros sabéis cómo ha mucho tiempo determinó Dios aquí
entre vosotros que por mi boca oyesen los gentiles la palabra del
evangelio y creyesen. Dios, que conoce los corazones, ha testificado
en su favor, dándoles el Espíritu Santo igual que a nosotros y no
haciendo diferencia alguna entre nostros y ellos, purificando con la
fe sus corazones. Ahora, pues, ¿por qué tentáis a Dios, queriendo
imponer sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros
padres ni nosotros fuimos capaces de soportar? Pero por la gracia del
Señor Jesucristo creemos ser salvos nosotros, lo mismo que ellos."
(Hechos de los apóstoles 15, 7 y ss)

Lucas omite totalmente el problema que tuvo Pablo y Pedro en
Antioquía y ahora nos presenta a Pedro defendiendo las teorías
paulinas. Primero hace decir a Pedro que Dios le encomendó predicar a
los gentiles, cuando en Mateo 10, 5 Jesús mandó a los apóstoles todo
lo contrario, además de que Pablo afirmó que a Pedro lo que se le
encomendó fue el evangelio de la circuncisión, es decir el destinado
sólo a los judíos (Gálatas 2, 7). Y después Lucas hace decir a Pedro
que algunos tientan a Dios al querer que los gentiles guarden la ley
de Moisés, yugo que ni sus padres ni ellos fueron capaces de
soportar, cuando el propio Pablo en Gálatas 2, 14 le hace la
siguiente pregunta a Cefas: ¿Por qué obligas a los gentiles a
judaizar?. Y finalmente la afirmación con la que terminó su discurso
Pedro según Lucas tiene muy poca verosimilitud: Por la gracia del
Señor Jesucristo cremos ser salvos nosotros, lo mismo que ellos. De
creer a Pablo, testigo directo de los hechos ocurridos en Antioquía,
Cefas ni de lejos pensaba que los gentiles se iban a salvar.

Y tras Pedro nos cuenta Lucas que tomó la palabra Santiago (Hechos
15, 14), el cual asintió a lo que había dicho Pedro y además añadió
lo siguiente:


"Por lo cual es mi parecer que no se inquiete a los que de los
gentiles se conviertan a Dios..." (Hechos 15, 19)



sigue en 8...

Observador
08/11/2005, 14:16
Nos presenta Lucas a Santiago como conforme en que los gentiles sean
cristianos sin someterse a las leyes de Moisés, especialmente la
circuncisión. Pero nada más lejos de la realidad, porque en la carta
que algún cristiano de la facción de Santiago escribió bajo el nombre
de éste defendiendo su postura leemos esto:


"Porque quien observe la Ley, pero quebrante un solo precepto, viene
a ser reo de todos." (Santiago 2, 10)

El presunto Santiago, hermano del Señor, no puede ser más claro al
respecto: el que quebrante un solo precepto de la ley quebranta
todos, y la circunción es la alianza entre Yavé e Israel. Así que es
imposible que Santiago pronunciara las palabras que le hace decir
Lucas el cual intenta ocultar a toda costa que el cristianismo nació
escindido: la facción encabezada por Santiago pensaba que el
cristianismo sólo se debía predicar a los judíos, y que los gentiles
que quisieran convertirse tenían que someterse a la Ley de Moisés.
Santiago sostenía también que la salvación era por obras, es decir,
que según el ser humano actuara conforme a la antigua Ley de Moisés
así sería salvo. Presumiblemente el Cristo de Santiago y Cefas sería
más judío que pagano. Tendría más de Mesías que vendría a llevar a
cabo la obra de Yavé, que de Jesús, sacrificio perfecto que salvaría
a la humanidad. En cambio Pablo y su grupo pensaban que el
cristianismo moriría pronto si no se expandía por todo el mundo entre
los gentiles. Y para lograr que el cristianismo fuera universal
evidentemente Pablo tenía que destruir toda la Ley de Moisés,
obstáculo para que las puertas del Cristo quedaran abiertas a las
gentes. Y es que Pablo se sentía muy identificado con las creencias
de esas gentes, como por ejemplo la muerte y resurreción de Dioniso o
los grados de iniciación mitraístas. Es más, pensaba que esos
gentiles tenían participación en la verdad del Cristo, pues en sus
dioses mistéricos se acertaba a ver resplandores de la verdad
revelada en el Antiguo Testamento. Así que era de justicia que los
gentiles, cuyas religiones mistéricas ya habían vislumbrado la verdad
divina, tuvieran conocimiento del Cristo y pudieran convertirse a Él.
Y en contraposición a las obras de la facción de Santiago necesarias
para ser gratos a Dios y salvarse, Pablo se inventó la justificación
por la fe, es decir la salvación por el mero hecho de creer que el
Cristo resucitó de los muertos, sin necesidad de circuncidarse. Pablo
simplemente no era judío: defendía demasiado los derechos de los
gentiles gratuitamente. Era un gentil, bastante inteligente por
cierto. Seguro que era romano, centro mundial de ebullición de las
religiones mistéricas de oriente en aquellos tiempos, pues Pablo
viene del latín Paulus, que significa pequeño. Recordemos que en las
cartas atribuidas a Pablo no se dice que antes se llamara Saulo,
nombre judío. Esto fue otro invento de Lucas.

A Lucas le desagradaba leer las cartas de Pablo y ver que la iglesia
primitiva estaba tan dividida. Así que optó por pasar página y
difundir otra historia más bonita: el nacimiento de una Iglesia
unida. Pero la verdad, siempre obstinada, nos recuerda que la
historia no siempre es bella. El cristianismo desde su origen fue un
germen de discordia y disputa.

Citemos palabras del propio Jesús defiendiendo la postura de la
facción de Santiago y Pedro, aquellos fariseos convertidos al
cristianismo según Lucas, por estar desesperados ante la tardanza del
Mesías:


"No penséis que he venido a abrogar la Ley o los Profetas; no he
venido a abrogarla, sino a consumarla. Porque en verdad os digo que
mientras no pasen el cielo y la tierra, ni una jota, ni una tilde
pasará desapercibida de la Ley hasta que todo se cumpla. Si pues,
alguno descuidase uno de esos preceptos menores y enseñare así a los
hombres, será tenido por el menor en el reino de los cielos; pero el
que practicare y enseñare, éste será tenido por grande en el reino de
los cielos." (Mateo 5, 17 y ss)

Jesús es utilizado por los partidarios de Santiago para difundir las
ideas de esos fariseos cristianos de Lucas. Y es que Jesús habla como
un auténtico fariseo: ni una jota, ni una tilde pasará desapercibida
de la Ley... Y además parece que ese alguno que nombra, el cual se
pueda dedicar a violar un solo precepto de la Ley (por ejemplo, la
circuncisión), y encima lo enseñe a los demás y como pago sea el
menor en el reino de los cielos, tiene un nombre: Pablo.


sigue en 9...

Observador
08/11/2005, 14:17
El Jesús que conocía Pablo

Ahora vamos a comprobar que Pablo conocía un Cristo distinto al de
los evangelios. Cualquiera afirmaría que tras su estancia en
Jerusalén, fugaz por otra parte, con Pedro, éste le habría puesto al
día de todos los hechos que presenció. Y si fue fugaz su primera
estancia en Jerusalén, tampoco tuvo mucho interés en volver repetidas
veces y quedarse más tiempo allí, pues Pablo volvió a Jerusalén a los
catorce años. Es decir, que en dos ocasiones visitó a Pedro en
Jerusalén, y sabemos que en Antioquía también estuvo con él, aunque
peleados. Si aceptamos las teorías de los creyentes ortodoxos, Pablo
en su cabeza contendría los evangelios que más tarde escribirían
Marcos, Mateo, Lucas y Juan ya que en sus dos estancias en Jerusalén
Cefás le contaría todo lo que vivió junto a Jesúcristo. Sin embargo,
es extraño que Pablo no se animara a escribir un evangelio de la vida
de su Señor Jesucristo. En lugar de poner por escrito
sistemáticamente todos los hechos que le debieron relatarar los
apóstoles de viva voz, se dedicó a escribir cartas a diversas
iglesias de Asia y Europa, en las que en vez de hablar de episodios
concretos de la vida de Jesús, de sus milagros, de sus enseñanzas,
como el sermón en la montaña por ejemplo, de su Madre y Padre y de
las injusticias que padeció, prefiere dedicarse a tratar cuestiones
doctrinales y de moral, así como consejos varios a las diferentes
iglesias. Su silencio sobre la vida de Jesús, relatada en los
evangelios más tarde, fue sepulcral. Sólo se limita a afirmar que
Jesucristo o el Cristo murió por nuestros pecados y resucitó de entre
los muertos. Nada más. No hacía ni veinte años que Jesús había sido
azotado casi hasta la muerte, escarnecido sin piedad, y clavado en
una cruz en la que murió desamparado y humillado, y Pablo sólo dice
que murió por nuestros pecados y resucitó de entre los muertos... Su
concisión de palabras es simplemente inexplicable. Y más si pensamos
que esas cartas que escribía estaban dirigidas gentiles, los cuales
estaban lejos de Jerusalén y que ciertamente con dificultad
recibirían noticias de lo acontencido a su Señor al que adoraban con
tanta profusión. Pues Pablo tampoco sentía necesidad de darles
noticias de lo ocurrido, ni siquiera se dignaba a glosar sus
comentarios doctrinales haciendo alusión a algún hecho ejemplar
llevado a cabo por Jesús o sus apóstoles. Este silencio paulino es
explicado por los creyentes afirmando que Pablo no estaba interesado
en contar la vida de Jesús pero que sí la conocía. Este argumento es
absurdo. No es razonable que una persona que constantamente en sus
cartas habla a gentiles sobre la resurrección del Cristo diciéndoles
que tengan esperanza en él y se mantengan firmes en sus convicciones
frente a los embates demoniacos, se abstenga de contarles sucesos de
la vida de ese Cristo, que sin duda lo que harían sería reafirmar la
fe de esas gentes. Los estudiosos más críticos con el cristianismo
afirman que simplemente no lo hizo porque Pablo desconocía la vida en
la Tierra de Jesús. No se la contó Pedro, el cual tampoco conoció a
Jesús. Por eso Pablo habla con tanto desdén de los apóstoles, porque
éstos no habían convivido con Jesús. No tendría sentido que Pablo
afirmara que no le importaba el pasado de los apóstoles (Gálatas 2,
6) si éstos en verdad hubieran conocido a Jesús en la Tierra.

Llegados a este punto y tras hacer una afirmación tan grave, que
Pablo no conocía la vida terrenal de Jesús contada por los evangelios
años más tarde, muchos creyentes no creerán esta hipótesis, puesto
que en las cartas de Pablo hay alusiones a ciertos episodios de la
vida de Jesús. Ante esta objeción se pueden hacer dos apreciaciones.
En primer lugar que muchos exegetas, los más serios, y los creyentes
más progresistas consideran que no todas las cartas son de Pablo.
Sólo son consideradas de Pablo las siguientes: I Tesalonicenses,
Gálatas, Romanos, I y II Corintios, Filipenses y Filemón. Hay que
decir que la más reciente es Filemón, la cual se estima que data del
año 63 aproximadamente. El primer evangelio que conservamos es el de
Marcos, escrito con toda seguridad no antes del año 70. Así que era
natural que Pablo desconociera la vida terrenal de Jesús, puesto que
todavía no había sido inventada. El resto de Cartas no escritas por
Pablo, posiblemente fueron escritas en el ambiente que Pablo había
frecuentado, pues el autor o autores mantienen sus mismas ideas y
utilizan sus mismas frases prácticamente, pero repiten los mismos
contenidos que las epístolas paulinas auténticas. En las cartas que
son realmente de Pablo hemos detectado sólo cuatro alusiones a hechos
narrados en los evangelios. En Colosenses y Efesios, cartas escritas
entre los años 63 y 64 no hallamos alusiones concretas. Quizás en
Efesios tenemos algo extraño, que comentaremos. Estas dos cartas,
aunque no son de Pablo, también fueron escritas antes del evangelio
de Marcos. Luego también tenemos la carta II Tesalonicenses, ejemplo
perfecto de la manipulación que puede sufrir un texto en la
antigüedad, pues en ella el autor que no es Pablo, afirma que la
carta I Tesalonicenses no es de Pablo, sino de un impostor, cuando en
realidad el impostor es él mismo (II Tesalonicenses 2, 1 y 2). En
esta carta no hay alusiones al Jesús de los evangelios. El resto de
cartas sí que contienen alusiones frecuentes a los evangelios, pero
son tardías; incluso se sospechan que fueron escritas después del
cuarto evangelio. Por eso contienen tantas alusiones, porque ya eran
conocidos esos evangelios por los cristianos. En segundo lugar hay
que decir que en la antigüedad una obra no se consideraba totalmente
acabada una vez que había salido de las manos del autor. Esto nos
parece extraño e incluso deshonesto, pero nuestras mentes
occidentales del siglo XXI no son las de los monjes copistas de los
primeros siglos del cristianismo. Las obras literarias se conservaban
gracias al trabajo de los monjes en los monasterios, los cuales una
vez que el material de escritura empezaba a estropearse, volvían a
copiar el texto para salvarlo de la destrucción del tiempo. El
problema es que el proceso de copia no era fiel al texto original.
Los monjes añadían de su propia cosecha palabras, frases o párrafos
que consideraban que al autor se le había olvidado incluir en la
obra. Así pensaban que lo que hacían era mejorarla. Estos textos
añadidos son los que se llaman interpolaciones. Para los estudiosos
de los textos es muy importante descubrir cuáles son esas
interpolaciones. De hecho, de todas las las obras de la antigüedad
clásica, así como de las obras cristianas, los filólogos editan
ediciones críticas, en las que se muestran a pie de página todas las
variantes de los manuscritos conservados, y se indican los pasajes
que son considerados como añadidos posteriores. En el Nuevo
Testamento ocurre igual, de modo que sólo podemos proponer textos más
acertados que otros tras considerar todas las variantes de los
manuscritos. Así que huelga decir que es evidente que el texto del
Nuevo Testamento que manejemos, sea cual sea la traducción, nunca
será el texto original que salió de la mano de los autores
neotestamentarios, puesto que ese texto que manejamos es simplemente
una propuesta hecha por estudiosos a la vista de las diferentes
lecturas o variantes que hay en los manuscritos. Desde luego que la
elección entre las diferentes variantes en los manuscritos no es
arbitraria sino que responde a criterios lógicos, como por ejemplo
que el manuscrito más antiguo contendrá la versión más cercana al
original, puesto que el número de manos que copiaron ese texto fue
menor. Pero los estudiosos se enfrentan a un gran problema, pues los
manuscritos más antiguos no van más allá del año 325 época del
Concíleo de Nicea. En esta época convulsa se fijó la primacía de la
secta Católica en contraposición con otras sectas como el arrianismo.
Fueron tiempos sin duda de grandes purgas, en las que los que
opinaban en contra de la Iglesia católica se veían condenados al
exilio o a la muerte. Así que hay razones de peso para pensar que los
textos fueron manipulados por el poder de aquel momento. De hecho, en
los textos que han llegado hasta nosotros aún se adivinan esas luchas
de ideas.


sigue en 10...

Observador
08/11/2005, 14:18
Interpolaciones: hablemos en primer lugar de los pasajes de las
auténticas cartas de Pablo que tratan sobre hechos narrados en los
evangelios, y que por tanto contradicen la teoría de que ni Pablo, ni
Pedro ni ninguno de los demás apóstoles conoció a Jesús en vida.
Nosotros sostenemos que estos pasajes son interpolaciones de los
monjes copistas, los cuales aprovecharon un contexto para insertar
datos que ellos ya conocían por la lectura de los evangelios.
Seguramente echaron de menos palabras de Pablo acerca de la última
cena. El texto en negrita es el que consideramos falso:


"Por lo cual, amados míos, huid de la idolatría. Os hablo como a
discretos. Sed vosotros jueces de lo que os digo: El cáliz de
Bendición que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?
Y el pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo?
Porque el pan es uno, somos muchos un solo cuerpo, pues todos
participamos de ese único pan. Mirad al Israel carnal. ¿No participan
del altar de los que comen de las víctimas? ¿Qué digo, pues? ¿Que las
carnes sacrificadas a los ídolos son algo o que los ídolos son algo?
Antes bien, digo que lo que sacrifican los gentiles, a los demonios y
no a Dios lo sacrifican. Y no quiero yo que vosotros tengáis parte
con los demonios. No podéis beber el cáliz del Señor y el cáliz de
los demonios. No podéis tener parte en la mesa del Señor y en la mesa
de los demonios. ¿O queremos provocar la ira del Señor? ¿Somos acaso
más fuertes que Él?"(I Corintios 10, 14 y ss)

Les proponemos ahora que hagan un pequeño experimento: vuelvan a leer
el texto, pero esta vez sólo atendiendo al texto que no está en
negrita. ¿Tiene sentido lo que se dice en ese texto que no está en
negrita? Ciertamente sí: Pablo está hablando de la idolatría de los
gentiles y la compara con la idolatría que practican los judíos, pues
ambas culturas hacen sacrificios. El cristianismo tenía como
principal objetivo, como la mayoría de las religiones mistéricas, el
abolir el sacrificio tradicional e implantar otro método para
relacionarse con Dios, pues aquél lo consideraban obsoleto.

En la misma carta I Corintios, un poco más adelante encontramos a
nuestro juicio otra interpolación sobre el mismo tema:


"Al anunciaros esto que sigue, no os alabo, porque no os congregáis
para lo mejor, sino para lo peor. En primer lugar, cuando os reunís
como iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo
creo. Es preciso que entre vosotros haya divisiones, para que se
pongan de manifiesto entre vosotros los que son aprobados. Cuando,
pues, os reunís vosotros, eso no es comer la cena del Señor. Al
comer, cada uno se adelanta a tomar su propia cena; y mientras uno
tiene hambre, otro se embriaga. Pues qué, ¿no tenéis casas en que
comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis a
los que no tienen nada? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os
alabo. Yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el
Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado
gracias, lo partió, y dijo: «Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por
vosotros es partido; haced esto en memoria de mí». Asimismo tomó
también la copa, después de haber cenado, diciendo: «Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebáis,
en memoria de mí». Así pues, todas las veces que comáis este pan y
bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
De manera que cualquiera que coma este pan o beba esta copa del Señor
indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor. Por
tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la
copa. El que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del
Señor, juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y
debilitados entre vosotros, y muchos han muerto. Si, pues, nos
examináramos a nosotros mismos, no seríamos juzgados; pero siendo
juzgados, somos castigados por el Señor para que no seamos condenados
con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunáis a comer,
esperaos unos a otros. Si alguno tiene hambre, que coma en su casa,
para que no os reunáis para condenación. Las demás cosas las pondré
en orden cuando vaya." (I Corintios 11, 17 y ss)


Si volvemos a hacer el pequeño experimento propuesto anteriormente,
es decir, leer lo que no está en negrita, lo que leemos es que en
primer lugar Pablo recrimina a los corintios por tener disensiones
entre ellos y por no esperarse a comer. Parece ser que los corintios,
en lugar de comer en comunidad eran bastante independientes, y cada
uno hacía su vida sin pensar en los demás. Pablo consideraba esto
poco cristiano. Dudamos mucho que Pablo hablara aquí de ninguna cena
del Señor. Pablo utiliza el infinitivo aoristo del verbo edo que es
fagein, el cual significa comer. En el versículo 20 lo utiliza con un
complemento directo que es kuriakon deipnon que en español significa
la cena del señor. Nosotros sospechamos que este complemento directo
no era originalmente el que aparece sino otra palabra que vendría a
significar banquete (por ejemplo agape). Y ello lo pensamos porque el
contexto invita a pensar más en una comida entre cristianos que en la
conmemoración de la muerte de Jesús, que según los evangelios
canónicos Jesús instituyó en la última cena. Veamos por ejemplo este
pasaje en Mateo:


sigue en 11...

Observador
08/11/2005, 14:19
"Mientras comían, Jesús tomó pan, lo bendijo, lo partió y dándoselo a
los discípulos, dijo: Tomad y comed, este es mi cuerpo. Y tomando un
cáliz y dando gracias, se lo dio, diciendo. Bebed de él todos, que
ésta es mi sangre de la alianza, que será derramada por muchos para
remisión de los pecados. Yo os digo que no beberé más de este fruto
de la vid hasta el día en que lo beba con vosotros de nuevo en el
reino de mi Padre." (Mateo 26, 26 y ss)

Con este texto comprobamos que lo que se comió en la última cena no
era simplemente pan y vino, como parece que el monje copista entendió
y quiso hacernos creer que hacían los corintios, los cuales afirma
que se reunían exclusivamente a comer pan y a beber vino. Lo que se
comió en la última cena fue cordero pascual, y luego Jesús instituyó
la Eucaristía. Por otra parte, como afirma el monje copista, sería
lógico que pasaran hambre, porque con un simple trozo de pan el
estómago no se llena. Pero por otro lado dudamos que se embriagaran
con un sólo vaso de vino, a no ser que las conmemoraciones de la
muerte de Jesús fueran orgías báquicas en Corinto. Luego, el monje
copista hace un excurso acerca del cuerpo y la sangre de Cristo, que
dudamos mucho que Pablo pudiera tener en mente en el momento que
escribió la carta. Pero es que en el versículo 33, verso sin duda
paulino, Pablo ruega a los corintios que se esperen unos a otros para
comer... ¿Esta es la solución que Pablo daría a todos los versículos
anteriores en la que se nos cuenta desmanes tales como borracheras y
consumiciones blasfemas de la sangre y el cuerpo de Cristo?
Evidentemente no, puesto que Pablo no está escribiendo teniendo en
cuenta esos versículos interpolados. Pablo sólo se refiere al
problema de que los corintios no se preocupen en comer todos juntos
cristianamente y cada uno consuma lo suyo (to idion que no to idion
deipnon, añadido del monje copista). Así que ciertamente aquí Pablo
no se refiere a ninguna cena del Señor, sino que fue un monje copista
el que interpoló esta información.

Podemos decir algo más de estas dos interpolaciones. Y no es algo que
nosotros sostengamos, sino que es Pablo quien lo afirma:


"No destruyas por amor de la comida la obra de Dios. Todas las cosas
son puras, pero es malo para el hombre comer escandalizando. Bueno es
no comer carne, ni beber vino, ni hacer nada en que tu hermano
tropiece o se escandalice, o flaquee." (Romanos 14, 20 y ss)

Pablo aconseja en Romanos, carta anterior a I Corintios, que si
nuestros hábitos alimentarios sirven de escándalo a uno de nuestros
hermanos, abstengámonos de ellos. Y pone por ejemplo la carne y el
vino. Se supone que el pan en la eucaristía representa la Carne de
Cristo y el vino la sangre. ¿Cómo es posible que Pablo aconseje no
tomar vino, que es la sangre de Cristo, si esto escandaliza a
alguien? ¿Podría cometer Pablo semejante sacrilegio si tuviera en
mente que Cristo instituyó una eucaristía que se basaba en la
consumición de pan, como si fuera carne, y vino, como si fuera
sangre? Evidentemente no.

De las ocho cartas de Pablo, las auténticas, algunas de las cuales
son considerablemente extensas como Romanos o Corintios, sólo
aparecen estas dos breves alusiones a la institución de la última
cena, episodio histórico de la vida de Jesús narrado en los
evangelios. Además, las dos interpolaciones se dan en capítulos
consecutivos de la misma epístola a los Corintios. Estas dos
interpolaciones tratan, casualmente, sobre un hecho narrado en los
evangelios, la institución de la eucaristía, que en la Iglesia
Católica se practicaba como seña de identidad. Por no decir que los
monjes pudieron interpolar este pasaje estaban a sueldo de la Iglesia
Católica. Además, y para terminar con este tema, la institución de la
Eucaristía se narra en los evangelios canónicos, pero no en el
evangelio díscolo de Juan.

De nuevo en I Corintios encontramos otra pequeña alusión a algo que
nos cuentan a los evangelios:


"Cuanto a los casados, precepto es no mío, sino del Señor, que la
mujer no se separe del marido, y de separarse, que no vuelva a
casarse o se reconcilie con el marido y que el marido no repudie a su
mujer." (I Corintios 7, 10 y ss)

Antes de estos versículos Pablo en I Corintios 7, 1 y ss aconseja a
los no casados que no se casen. Y añade que si tienen ganas de tener
relaciones sexuales que se casen, para evitar la fornicación. ¿Dónde
está aquí el deseo de Pablo de formar familias cristianas y darle
continuidad a la creación de Dios? En ninguna parte, porque Pablo
creía que el fin del mundo era inminente; así que ¿para qué traer más
hijos al mundo? Recordemos aquí esa frase famosa de Pablo: Bueno es
al hombre no tocar mujer (I Corintios 7, 1). Esta frase está en
contraposición con lo que exclamó Yavé al crear al hombre: No es
bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una ayuda proporcionada
a él (Génesis 2, 18). La actitud ante la vida ha cambiado: de un
deseo de creación de vida y de que ésta se expanda sobre la faz de la
tierra en el judaísmo, se ha pasado a una falta de interés total por
el futuro del ser humano en la tierra en la secta paulina. Pues en
este contexto es donde aparece la interpolación citada que recuerda
evidentemente a Mateo 5, 23:


"Pero yo os digo que quien repudia a su mujer, excepto el caso de
fornicación, la expone al adulterio, y el que se casa con la
repudiada comete adulterio."


sigue en 12...

Observador
08/11/2005, 14:19
Es bastante dudoso que Pablo que afirma que lo mejor es no casarse, y
que ve el matrimonio únicamente como un medio de evitar la
fornicación, y no como unidad de la sociedad, ahora se preocupe de
que las personas se separen o no. Y más cuando en las supuestas
palabras de Jesús leemos que la excepción a la regla es la
fornicación. En I Corintios 7, 12 Pablo nos dice incluso que si uno
de los dos cónyuges es infiel, que el fiel no quiera separse. Aquí
las manos de un monje han jugado un gran papel. A Pablo no le
preocuparía mucho la suerte de los matrimonios cuando el Cristo iba a
venir de un día para otro. Estas preocupaciones surgieron con el
tiempo, cuando los monjes comprendieron que la venida del Señor no
era tan inminente. Entonces se hizo necesario opinar sobre el
matrimonio. Pero antes, no.

Para finalizar con la carta I Corintios encontramos finalmente otra
interpolación clara:


"Pues a la verdad os he transmitido en primer lugar, lo que yo mismo
he recibido, que Cristo murió por nuestros pecados, según las
Escrituras; que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las
Escrituras, y que se apareció a Cefas y a los doce." (I Corintios 15,
3 y ss)

Esta interpolación comienza casi con las mismas palabras que la
interpolación que vimos en I Corintios 11, 23. Primero vemos que
Pablo nos cuenta que Cristo murió por nuestros pecados según las
Escrituras. Este dato lo repite Pablo continuamente en sus escritos,
y realmente lo ha sacado de las Escrituras, concretamente de Isaías
53, 4 donde leemos:


"Pero fue él ciertamente quien soportó nuestros sufrimientos y cargó
con nuestros dolores, mientras que nosotros le tuvimos por castigado,
herido por Dios y abatido. Fue traspasado por nuestras iniquidades y
molido por nuestros pecados. Todos nosotros andábamos errantes como
ovejas, siguiendo cado uno su camino, y Yavé cargó sobre él la
iniquidad de todos nosotros."

Los primeros cristianos, quizás sólo los de la facción de Pablo, es
decir los gentiles, vieron en estos versículos de Isaías el retrato
de los padecimientos del Cristo, el Mesías, y como pensaban que Jesús
era el Cristo también dedujeron que había pasado por todo eso que
cuenta Isaías. Es de resaltar que aquí no se habla de ningún Mesías
ya que antes en Isaías 53, 3 se le llama varón de dolores:


"Despreciado y abandonado de los hombres, varón de dolores..."

También se le llama siervo en Isaías 53, 11:


"El justo, mi Siervo, justificará a muchos y cargará con las
iniquidades de ellos."

Como hemos dicho, los cristianos de la facción de Pablo, veían en
este varón de dolores o siervo a Jesucristo, a pesar de que en el
libro de Isaías no se le identifique con el Mesías. Muchos podrían
decir que bien podría tratarse de Jesús, puesto que lo que nos cuenta
Isaías concuerda fielmente con lo que nos cuentan los evangelios.
Pero ahí está el error: son los evangelios los que construyeron la
vida de Jesús a partir de estos relatos de Isaías. Además, Yavé mismo
en el libro de Isaías dice claramente quién es su siervo:


"Pero tú, Israel, eres mi siervo." (Isaías 41, 8)

Así que por tanto el varón de dolores, el siervo de Yavé, no es el
Mesías sino Israel. Israel será la que cargue con la iniquidad.
Cuando Isaías habla de muerte del siervo, es ciertamente una
metáfora, pues Israel, como pueblo, no puede morir, pero sí sufrir.
La primera parte del texto presentado no es una interpolación, porque
Pablo estaba en condiciones de saber estas cosas, ya que tenía a mano
el libro de Isaías. Continúa diciendo Pablo que el Cristo fue
sepultado, y este dato también lo pudo sacar de Isaías pues en 53, 9
leemos: "Se dispuso con los impíos su sepultura, más con los ricos
fue en su muerte." Pero este versículo debe entenderse
metafóricamente y no al pie de la letra, pues Israel no puede ser
sepultada; y vimos que se trataba de Israel y no de ningún Mesías. A
continuación nos dice Pablo que el Cristo resucitó. Este dato no está
contenido en el libro de Isaías. Isaías no afirma que el varón de
dolores, el siervo de Yavé, resucitara de ningún modo, ni siquiera
metafóricamente. Pablo obtuvo este dato de las religiones mistéricas,
en las que hijos de dioses parecidos a Yavé, morían a manos de sus
enemigos y resucitaban gloriosamente. Pablo nos dice que resucitó el
Cristo, y que lo hizo además al tercer día, y afirma aquello de según
las Escrituras. En ninguna parte del Antiguo Testamento se dice que
el Mesías tuviera que morir, menos que resucitar y todavía menos que
lo hiciera al tercer día. Aquí tenemos la interpolación del monje,
que según las Escrituras, pero no las del Antiguo Testamento, sino
las del Nuevo testamento, añade estos versículos para completar la
información de todos conocida por aquel entonces cuando copiaba el
texto, pero que a Pablo se le había olvidado escribir. Finalmente el
monje copista comete un craso error, pues nos dice que el Cristo se
apareció a Cefas y luego a los doce. Como todos sabemos esto es
imposible, porque según Mateo, Judas se ahorcó, y según Lucas, se
rompió la cabeza mientras paseaba por el campo que adquirió con las
monedas que le dieron por entregar a Jesús. Otros estudiosos, en tono
distendido, afirman que este versículo prueba que Judas vivió
tranquilamente después de entregar a Jesús y sin ningún tipo de
remordimiento que le hiciera ahocarse, ya que Pablo cita doce
apóstoles.


sigue en 13...

Observador
08/11/2005, 14:20
Éstas son las únicas veces que Pablo tuvo hizo alusión a algo que
contaron los evangelios más tarde. De las ocho cartas consideradas
auténticas de Pablo sólo hay cuatro alusiones a la historia de Jesús,
y además en la misma carta. Estas cuatro alusiones, de alguna u otra
manera son sospechosas de ser interpolaciones, y ha quedado
demostrado que esta posibilidad es algo más que una teoría. En las
demás cartas, silencio profundo y el ruido del mar de Galilea de
fondo; esta región, por cierto, no se nombra ni una sola vez por
Pablo.

Nos tenemos que enfrentar a un último problema si queremos admitir la
teoría de que ni Pablo, ni Cefas, ni Santiago conocían la historia de
Jesús narrada en los evangelios. Queda en los escritos de Pablo una
última alusión, esta vez diseminada en los textos, a la historia de
Jesús: la cruz. De vez en cuando leemos en las cartas de Pablo que el
Cristo murió en la cruz. La alusión más antigua que conservamos de
Pablo acerca de la muerte de Jesús es ésta:


"Pues si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios por
Jesús tomará consigo a los que se durmieron en Él." (I Tesalonicenses
4, 14)

Aquí Pablo no habla de ninguna cruz. Dice escuetamente que murió y
resucitó. No dice cómo ni dónde. En la carta más antigua que
conservamos de Pablo no hay una sola alusión a la cruz en la que
murió el Cristo según los evangelios. En cambio, en las siguientes
cartas sí que encontramos alusiones ocasionales y sin apenas detalles
a la cruz. Hemos contabilizado diez alusiones a la cruz en las cartas
de Gálatas, Romanos, I y II Corintios y Filipenses. En la última
carta, Filemón, al igual que en la primera, no hay ninguna alusión a
la cruz. De las diez alusiones, cuatro están en I Corintios. En esta
epístola, como vimos, estaban todas las interpolaciones que hablaban
de los episodios de la vida de Jesús contados en los evangelios. Casi
la mitad de las alusiones a la cruz están en esta carta, que ha sido
puesta en entredicho por ser sospechosa de contener varias
interpolaciones. Veamos ahora las alusiones a la cruz que hace Pablo
en sus escritos:


"¡Oh insensatos gálatas! ¿Quién os fascinó a vosotros, ante cuyos
ojos fue presentado Jesucristo como muerto en la cruz?" (Gálatas 3, 1)

Esta interpolación no tiene más comentario que lo que ella misma nos
muestra. La pregunta de Pablo seguramente terminaría en Jesucristo y
lo de que fue muerto en la cruz fue un añadido posterior. Como
demostraremos y veremos más adelante, Pablo desconocía el tiempo
exacto en el que murió Jesús, así como quién lo mató... No nos
extrañaría por tanto que desconociera también cómo murió.


"Cristo nos redimió de la maldición de la Ley haciéndose por nosotros
maldición, pues escrito está: Maldito todo el que es colgado del
madero"..." (Gálatas 3, 13)

Esta interpolación resulta curiosa y llamativa. En verdad sería muy
chocante y contradictorio para los monjes copistas, los cuales
conocían bien el Antiguo Testamento, leer Deuteronomio 21,
22: "Cuando uno que cometió un crimen digno de muerte sea muerto
colgado de un madero, su cadáver no quedará en el madero durante la
noche, no dejarás de enterrarle el día mismo, porque el ahorcado es
maldición de Dios, y no has de manchar la tierra que Yavé, tu Dios,
te da en Heredad. Es incomprensible que Yavé promulgara una ley que
convertiría a su Hijo amado en maldito, a pesar de que, como afirman
algunas sectas, todo estaba predestinado desde el principio de los
tiempos. También es incomprensible que judíos como Pedro, Santiago o
Juan, amantes de la Ley de Moisés, adoraran a una persona maldita a
los ojos de Yavé. Y todavía más incomprensible era que Pablo
predicara un Cristo caído en maldición a los ojos de su Padre. Pues a
pesar de todas estas contradicciones, los monjes copistas no dudaron
en añadir este pasaje, que en lugar de explicar e intentar solventar
el problema, lo que provocó fue que el asunto quedó aún más oscuro e
incomprensible. Así que los monjes copistas en lugar de mejorar el
texto, como era su intención, lo empeoraron, pues llegaron a la
conclusión de que sobre Cristo había caído la maldición de su Padre
Yavé.


"Pues sabemos que nuestro hombre viejo ha sido crucificado para que
fuera destruido el cuerpo del pecado y ya no sirvamos al pecado."
(Romanos 6, 6)

sigue en 14...

Observador
08/11/2005, 14:21
Aquí la cruz tiene un significado simbólico de limpieza del pecado.
Los romanos destinaban el tormento de la cruz a los peores
criminales. Nosotros pensamos que si el Cristo hubiera muerto en la
cruz, ésta no se exaltaría por Pablo como un símbolo positivo en una
época tan temprana, cuando no habían pasado más de veinte años. La
cruz en los tiempos de Pablo tenía una connotación demasiado negativa
como para ser presentada en sus predicaciones a los gentiles, los
cuales estaban familiarizados con los horrores de la cruz, como
símbolo de victoria sobre el pecado. Un Cristo presentado de esta
manera ahuyentaría a los gentiles más que atraerlos, puesto que el
que moría en la cruz algo terrible había hecho. Posiblemente en esta
interpolación fue cambiado el verbo original que sería parecido a ha
sido matado o destruido por ha sido crucificado.


"¿Está dividido Cristo? ¿O ha sido Pablo crucificado por vosotros o
habéis sido bautizados en su nombre? (I Corintios 1, 13)

De nuevo se ha sustituido un verbo por otro.


"Que no me envió Cristo a bautizar, sino a evangelizar, y no con
sabia dialéctica, para que no se desvirtúe la cruz del Cristo; porque
la doctrina de la cruz de Cristo es necedad para los que se pierden,
pero es poder de Dios para los que se salvan." (I Conrintios 1, 17)

Aquí el monje copista reconoce lo que hemos afirmado antes: que no
era fácil predicar a Cristo crucificado, porque la cruz tenía
connotaciones muy negativas. Incluso en los tiempos del monje
copista, la cruz seguía manteniendo esa negatividad que era locura
para los que se pierden.


"Porque los judíos piden señales, los griegos buscan sabiduría,
mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado, escándalo para
los judíos, locura para los gentiles, más poder y sabiduría de Dios
para los llamados, ya judíos, ya griegos." (I Corintiios 1, 23 y ss)

El monje copista vuelve a hacer hincapié en la misma idea: la
predicación de un Cristo ajusticiado como un vil criminal hubiera
sido rechazada tanto por judíos como por gentiles.


"...que nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a
Jesucristo, y éste crucificado." (I Corintios 2, 2)

Si nos fijamos en las cuatro alusiones a la cruz de I Corintios y las
comparamos con las alusiones a episodios de los evangelios que vimos
en la misma carta anteriormente, nos daremos cuenta que ocurre los
mismo que con aquéllas: el monje copista interpoló frases de un modo
consecutivo, es decir, las alusiones a la cruz están recogidas sólo
en los dos primeros capítulos de la carta, y ya después no se vuelve
a hablar de la cruz.


"Porque aunque fue crucificado en su debilidad, vive por el poder de
Dios." (II Corintios 13, 4)


"...se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz..." (Filipenses 2, 8)

Compárese ésta interpolación con I Corintios 2, 2. El método que
utiliza el monje copista es igual: simplemente añade información.


"...porque son muchos los que andan, de quienes frecuentemente os
dije, y ahora con lágrimas os lo digo, que son enemigos de la cruz de
Cristo." (Filipenses 3, 18)

Imposible que para la época de Pablo la cruz hubiera adquirido un
simbolismo tan profundo de victoria ante la muerte. Este simbolismo
surgió más tarde, en época de Constantino.

Hasta aquí hemos visto todas las alusiones a la vida de Jesús
contadas en los evangelios. Lo más histórico que hemos encontrado ha
sido alusiones a la última cena, y aún así se ha demostrado que
tienen toda la apariencia de ser interpolaciones. También hemos visto
la utilización de la cruz que supuestamente hizo Pablo, pero hemos
llegado a la conclusión de que Pablo seguramente no tenía en mente la
cruz como símbolo de salvación, limpieza del pecado y victoria sobre
la muerte, pues en sus tiempos era uno de los peores tormentos que
existían. En las auténticas cartas de Pablo, las reconocidas como
suyas por los eruditos más importantes, no se hace mención alguna de
la virgen María por ejemplo, ni de José, su padre. Se menciona a
Cefas y a Juan, pero en ningún momento se nos cuenta nada de lo que
los evangelios le adjudicarían más tarde. Es más, Cefas, luego
convertido en Simón (y no al revés) aparece en las cartas de Pablo
como por debajo de un tal Santiago, a pesar de que en el evangelio de
Mateo leamos que Jesús lo puso a la cabeza de la Iglesia. Y además se
nos cuenta que ese Santiago, enemigo acérrimo de Pablo, era hermano
del Señor Jesús. ¿Pablo podría llevarse tan mal con el hermano carnal
de Jesús? Parece ser que Pablo no respetaba ni la familia de Jesús, y
así lo expresa en Gálatas, pues dice que el pasado de los apóstoles
de Jerusalén no le importa en absoluto... De Judas, el que entregó a
Jesús a la muerte, ni una palabra. De la Magdalena, la que vio
primeramente a Jesús resucitado, silencio. De Pilato, ni le sonaba a
Pablo el nombre. Barrabás quedó en el olvido. De Juan el Bautista, el
mismísimo Elías bajado de nuevo a la tierra en su carro de fuego para
que se cumpliera la profecía de que debía ser degollado ni una sola
noticia. De los Magos de Oriente, de los pastorcillos, de la estrella
celeste, del sanguinario Herodes asesino de infantes nada en
absoluto... Y lo más extraordinario es que ni el propio Cefas informó
de todas estas cosas a Pablo en sus estancias en Jerusalén. Y como
Pedro no le contaba cosas tan interesantes como las anteriores, Pablo
se aburría en su compañía y por eso mostró tanta desidia y desgana en
volver a Jerusalén, pues lo hizo a los catorce años. Ni siquiera
Santiago, el hermano del Señor fue suficiente atractivo como para que
Pablo en catorce años sintiera la necesidad de ir a Jerusalén.
Evidentemente, todo este gran agujero negro en la obra de Pablo nos
lleva a pensar que Pablo no conocía la historia de Jesús contada en
los evangelios más tarde. Y ha llegado el momento de saber cuál era
el Jesús que conocía realmente Pablo.

En primer lugar hemos de preguntarnos de dónde sacaba la información
sobre la vida de Jesús Pablo, puesto que hemos llegado a la
conclusión de que Cefas no se la contó, ya que éste tampoco la
conocía. Pablo en sus epístolas en varias ocasiones dice de dónde
extrae las noticias que tiene acerca de la vida de Jesús en la
tierra:


"Al que puede confirmaros según mi evangelio y la predicación de
Jesucristo -según la revelación del misterio, tenido en secreto en
los tiempos eternos, pero manifestado ahora mediante los escritos
proféticos, conforme a la disposición de Dios eterno, que se dio a
conocer a las gentes para que obedezcan a la fe-, al Dios solo, sea
por Jesucristo la gloria por los siglos de los siglos. Amen."
(Romanos 16, 25 y ss)


sigue en 15...

Observador
08/11/2005, 14:21
Pablo, en un lenguaje realmente propio de los misterios iniciáticos
orientales, confiesa la fuente para sus conocimientos de Jesucristo,
los cuales está predicando a las gentes: los escritos proféticos.
Además afirma que este conocimiento de Jesucristo, este misterio como
él mismo lo llama delatándose a sí mismo como gurú iniciático y los
ambientes que frecuentaba, fue ocultado durante los tiempos eternos,
pero manifestado en sus días. Claramente Pablo nos cuenta que lo que
él conoce del Cristo, y lo que seguramente también conocían Cefas,
Santiago y Juan, de los escritos proféticos lo habían sacado. Y que
además, este conocimiento estuvo velado durante mucho tiempo: esa
interpretación novedosa de que el Mesías debía morir y resucitar
había tardado mucho en ser desvelada por los propios escritos
proféticos. Muchos debates estos nuevos reformadores religiosos
tuvieron que entablar con los escritos proféticos en la mesa para
llegar a tales conclusiones. Ahora es necesario preguntarse: ¿Qué
necesidad tenía Pablo de esgrimir como fuente de sus conocimientos
los escritos proféticos, cuando no hacía más de veinte años que Jesús
había predicado Él mismo el evangelio por las calles de Palestina? Si
Pablo no citó como fuente suya al propio Jesús, que tan recientemente
había pasado por la tierra, era porque simplemente no conocía estos
datos, y tampoco se los había contado Cefas, el cual tenía la misma
ignorancia que él sobre estos hechos.


"Hablamos, sin embargo, entre los perfectos, una sabiduría que no es
de este siglo ni de los príncipes de este siglo, abocados a la
destrucción, sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa,
escondida, predestinada por Dios antes de los siglos para nuestra
gloria; que no conoció ninguno de los príncipes de este siglo; pues
si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de la
gloria. Pero, según escrito está, ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni
vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado para los que le
aman." (I Corintios 2, 6 y ss)

Pablo nos dice que el evangelio no es de este siglo, ni de los
príncipes de este siglo. ¿Acaso no predicó Jesús ese mismo evangelio
en persona en el mismo siglo que Pablo? También afirma Pablo que no
conoció el evangelio ninguno de los príncipes de este siglo, y el
monje copista le interpola la frase de que por eso fue crucificado
Jesús. Quizás en la mente del monje copista estuviera la idea de que
uno de esos príncipes que nombraba Pablo era Poncio Pilato, y como
Poncio Pilato no conoció el evangelio por eso crucificó a Jesús. Pero
Pilato no era ningún príncipe, sino un procurador romano de la
provincia de Judea. Finalmente Pablo vuelve a confesar de dónde saca
lo que afirma, de los escritos del Antiguo Testamento, concretamente
de Isaías 64, 3. Pablo está negando lo que cuentan los evangelios,
según los cuales Jesús predicó por Palestina hacía no más de veinte
años. Jesús en muchas ocasiones dijo aquello de los que tengan oidos
que oigan... ¿Por qué afirma Pablo que nadie tuvo noticia del
evangelio, que nadie lo oyó ni lo vio?

En la mente de Pablo, en efecto, Jesucristo o el Cristo no dedicó su
vida a predicar el evangelio, puesto que como veremos, el evangelio
real del Cristo fue su muerte por los pecados del hombre, y no podía
predicar algo que todavía no había hecho por estar en vida. Pablo
pensaba que el cometido de predicar el evangelio sólo estaba en manos
de los apóstoles y que el Cristo no predicó nada. El Cristo ya hizo
bastante con morir por nuestros pecados y resucitar gloriosamente.
Veamos unos versículos que demuestran esto que afirmamos.
Sobrentiéndase que Pablo está hablando de los judíos:


"Pero ¿Cómo invocarán a aquél en quien no han creído? Y ¿cómo creerán
sin haber oído de Él? Y ¿Cómo oirán si nadie les predica? Y ¿Cómo
predicarán si no son enviados?" (Romanos 10, 14)

Téngase en cuenta que la epístola a los romanos fue escrita cerca del
año 54, y que Jesús entre los años 30 y 33 predicó por Palestina. Así
que hacía poco más de veinte años que Jesús había estado en la tierra
predicando, lo que nos lleva a pensar que muchos de la generación que
tuvo la oportunidad de escuchar en persona a Jesús podían todavía
vivir para el año 54. Sin embargo, Pablo dice que los judíos no creen
en el Cristo porque no han oído de Él. Leamos ahora lo que Juan en su
evangelio cuenta que Jesús respondió ante las preguntas de Caifás:


"Yo públicamente he hablado al mundo; siempre enseñé en las sinagogas
y en el templo, adonde concurren todos los judíos; nada hablé en
secreto." (Juan 18, 20)


sigue en 16...

Observador
08/11/2005, 14:22
¿Cómo es posible que nos diga Pablo que los judíos no han oído de
Jesús? El mismo Jesús se dirigió a ellos no hacía muchos años. ¿Por
qué Pablo delega todo el peso de la evangelización en los apóstoles?
¿Acaso desconocía Pablo que el Cristo en vida había predicado el
evangelio? De las palabras de Pablo se deduce precisamente eso, que
el Cristo vivió en un tiempo indeterminado una vida oscura, como la
de cualquier hombre, pero que fue entregado por Dios a la muerte, y
que lo resucitó de entre los muertos dándole el título de Hijo de
Dios, como igualmente se lo había dado a David o a Saúl. Y todo esto,
Pablo lo sabía por las Escrituras, no porque Cefas ni Santiago se lo
hubieran contado:


"Pues todo cuanto está escrito, para nuestra enseñanza fue escrito, a
fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras
estemos firmes en la esperanza." (Romanos 15, 4)

Bastante descorazonador debía ser para el Cristo la actitud de Pablo
de ser verdad el hecho de que este personaje, como dicen los
creyentes, conociera la vida de Jesús contada en los evangelios más
tarde. Veinte años hacía que Jesús había predicado por varios lugares
de Israel, haciendo milagros portentosos y nunca vistos; y veinte
años hacía que había muerto a manos de los gentiles azuzados por los
judíos. Pero Pablo, en lugar de recomendar a los fieles romanos que
preguntaran a Cefas que lo vivió todo en persona, les dice que en las
Escrituras, las del Antiguo Testamento, es donde tienen que buscar
consolación para mantener la esperanza del Cristo. Ni una sola vez
cita Pablo a Cefas, el que luego sería Simón Pedro, como depositario
de los secretos más íntimos del Cristo. Ni una vez dice que fuera
testigo de nada de lo que le aconteció al Cristo en los evangelios. Y
mucho menos reconoce a Pedro como la piedra de la Iglesia, pues en
Antioquía se peleó abiertamente con él, y lo acusó de ser un
hipócrita y falso. Pablo tenía en Cefas un ejemplo de piedad y
arrepentimiento ante el pecado, pues éste negó tres veces a Cristo
ante los que le acusaban y luego se echó a llorar al recordar que
Jesús le profetizó eso mismo; pero nunca Pablo hizo referencia alguna
a esta historia como modelo ejemplar ante sus fieles. Pablo, si
conocía esa historia tan tremenda, en absoluto le inspiró en su ánimo
ni el más mínimo respeto para Cefas, que tan de cerca había conocido
al Cristo y había sufrido tanto con Él. A pesar de toda la sabiduría
que debía contener Cefas, a pesar de ser el primer apóstol y a pesar
incluso de que el propio Jesús le nombrara piedra de la Iglesia,
Pablo no dudó un momento en pelearse con él en Antioquía, acusarlo de
seguir las órdenes de Santiago y llamar a los dos perros, pues no le
importaba a Pablo en absoluto el pasado de estas personas, uno el
primer Papa de la historia de la Iglesia, otro el hermano carnal de
Jesús.

Pablo en sus escritos habla del Cristo o también de Jesucristo.
Cristo es el término griego traducción de Mesías, que significa
persona ungida por Dios. En muy contadas ocasiones, hace alusión a
Jesús simplemente. En los originales de las cartas de Pablo sólo
aparecería el término Cristo en un principio. Si como hemos visto
Pablo sacaba lo que sabía del Cristo del Antiguo Testamento, en
ninguna parte de libro sagrado de los judíos se dice que el Mesías se
llamara Jesús. Así que muy posiblemente Pablo sólo se referiría en
sus cartas al Cristo a secas, y todas las demás denominaciones serían
añadidos posteriores de los monjes, que extrañados de que no
apareciera el nombre propio del Salvador, lo añadieron aquí y allá
para mejorar el texto paulino. Pablo ni una sola vez llama al Cristo
con el nombre que más aparece en los evangelios: Jesús de Nazaret.
Nazaret, ciudad de crianza del Mesías según Lucas, tan importante en
los evangelios, no es nombrada ni una sola vez en las cartas
auténticas de Pablo. Tampoco es nombrada ni una sola vez Belén, el
lugar de nacimiento del Cristo. Algunos estudiosos afirman que este
Cristo es mitológico o cósmico. Dicen que en la mente de Pablo este
Cristo no habría pasado por la tierra realmente, sino que habría
realizado su autosacrificio en una especie de universo paralelo. Esta
idea en lugar de aclarar las cosas complica aún más la situación. Los
judíos esperaban un Mesías de carne y hueso que vendría a la tierra,
y eso es lo que realmente entendió Pablo, Cefas, Santiago y Juan
entre otros.

El Cristo de Pablo no pudo ser mitológico ni cósmico, pues tenía un
pasado. Pablo nos cuenta que nació de mujer:


"Mas al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para redimir a los que estaban
bajo la Ley, para que recibiésemos la adopción." (Gálatas 4, 4)

Pablo nos dice escuetamente que el Hijo de Dios nació de mujer. ¿Cómo
es posible que Pablo pase por alto su concepción virginal? ¿Se atreve
a concentrar toda la majestad que tiene María en una simple palabra
como mujer? Pues sí. Pablo no se preocupaba mucho de María, la cual
nos cuenta Lucas que presidió la primera reunión de los apóstoles
después de la muerte de Jesús. En los tiempos de Pablo el mito de
María, basado en las grandes diosas madres que lloraban a su paredro
muerto, todavía no se había formado. Fijémonos también en la
imprecisión temporal que nos da Pablo: al llegar la plenitud de los
tiempos.... Pablo no sabe cuándo nació el Cristo, y menos dónde. Lo
que sí parece que sabe es que nació bajo la Ley, es decir que desde
Moisés (siglo XIII a. C) hasta los tiempos de Pablo es la orquilla
temporal que debemos manejar para el nacimiento del Cristo.


sigue en 17...

Observador
08/11/2005, 14:23
"Porque cuando todavía éramos débiles, Cristo, a su tiempo, murió por
los impíos." (Romanos 5, 6)

Para Pablo no es ningún problema no decir ni una sola referencia
temporal para la muerte del Cristo. Esta escasez de datos no le
angustiaba, y lo raro es que tampoco angustiaba a los que tenían
noticias de sus cartas en aquel entonces. Estos agujeros negros en la
obra de Pablo dejaban demasiado en el aire a este Cristo del que
nadie sabía apenas nada, sólo que murió y resucitó. Se hacía
necesario encuadrar la vida de este Cristo en unas coordenadas
espacio temporales precisas, y eso es lo que hicieron los
evangelistas. Comparemos los datos del nacimiento y muerte que nos da
Pablo y los datos que nos dan los evangelistas:


"Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá, en los días del rey
Herodes..." (Mateo 2, 1)


"Decidió, pues, Pilato acceder a su petición. Soltó al que por motín
y homicidio había sido puesto en la cárcel, según le pedían, y
entregó a Jesús a la voluntad de ellos." (Lucas 23, 24)

Pablo perfectamente pudo contar estos datos, pues tuvo la oportunidad
de que Pedro se lo dijera, o que incluso el mismísimo Mateo, del
Pablo no dice una sola palabra, le pusiera al día de todo lo
acontecido. Nada de esto contó Pablo en sus cartas. Y lo que en Pablo
se justifica como falta de interés por hablar de la vida de Jesús, en
los evangelistas se vuelve obsesión por presentar a Jesús siempre en
un punto concreto y en un tiempo preciso. Si alguien predicara por
primera vez al Cristo ante los gentiles, lo normal sería que les
enseñara dando un torrente de datos sobre su vida. Esto es lo que
racionalmente debería haber hecho Pablo; y una vez que esto hubiera
estado hecho, los evangelistas ya no se tendrían que haber dedicado a
ser tan detallistas en la narración de sus evangelios. Pero fue al
revés: primero se predicó a un Cristo del que se dieron escasos datos
de su vida, y luego con el correr de los años otros escritores fueron
sacando a la luz esos datos que a Pablo nada le interesaban según la
teoría de los creyentes.


"...acerca de su Hijo, nacido de la descendencia de David según la
carne, constituido Hijo de Dios, poderoso según el Espíritu de
Santidad a partir de la resurrección de entre los muertos..."
(Romanos 1, 3)

Pablo también nos cuenta que el Cristo, el Hijo de Dios, era
descendiente del rey David. Esto lo pudo saber perfectamente Pablo, y
no tiene por qué ser una interpolación como algunos estudiosos
afirman. En Isaías 11, 1 leemos que de Isaí, padre de David,
descenderá un varón sobre el que reposará el espíritu de Yavé. Por
tanto este dato lo podía conocer Pablo ya que Isaías lo había
recogido en su libro. También Pablo nos dice que el Cristo fue
constituido Hijo de Dios a partir de la resurreción de entre los
muertos... Una persona no puede ser constituida hijo de nadie a no
ser que realmente sea ese alguien su padre. Es decir, el ser hijo de
una persona no es un mero título que se adquiere. Aquí Pablo nos dice
que el Cristo era Hijo de Dios no porque fuera su padre carnal, sino
porque esta condición filial la ganó como título a partir de la
resurreción de los muertos. Recordemos que el Cristo de Pablo no fue
el único ungido Hijo de Dios. Antes que Él, lo fue el rey David, el
cual también obtuvo el título de Mesías e Hijo de Dios.

Por otra parte, Pablo da algunos datos que podrían contradecir el
nacimiento del Cristo de una mujer:


"...Dios, enviando a su propio Hijo en carne semejante a la del
pecado y por el pecado, condenó al pecado en la carne..."

Aquí Pablo afirma que el Cristo fue enviado. El ser enviado y nacer
son cosas distintas. Pero se podría argumentar que ese ser enviado es
una figura poética que en realidad viene a significar nacer. De todas
formas, veamos otro pasaje.


"Tened los mismos sentimientos que tuvo Cristo Jesús; quien a pesar
de tener la forma de Dios, no reputó como botín codiciable el ser
igual a Dios, antes se anonadó, tomando la forma de siervo,
haciéndose semejante a los hombres; y así, por el aspecto, siendo
reconocido como hombre, se humilló, haciéndose obediente hasta la
muerte, y muerte de cruz." (Filipenses 2, 6 y ss)

Pablo interpretó que el Cristo era el siervo del que habla Isaías en
53, 11, siervo que era en realidad Israel según el propio Yavé. En
este pasaje nos dice Pablo que el Cristo tomó forma de siervo y que
se hizo semejante a los hombres. Es más difícil en este pasaje pensar
que el tomar forma de siervo y el hacerse semejante a los hombres
sean sendas figuras poéticas que signifiquen nacer. Sería retorcer el
texto a partir de nuestros prejuicios. Además, el que un hijo de un
dios tomara forma de hombre no era nada extraño para la época de
Pablo. Véase las Bacantes de Eurípides, trágico griego del siglo V
antes de Cristo.


"Dioniso.- Aquí a esta tierra tebana, he venido yo en calidad de hijo
de Zeus, Dioniso, a quien antaño Alumbró Sémele, en un parto asistido
por la llama relampagueante. Y tras mudar de dios a esta figura
mortal aquí presente me hallo cabe la fuente de Dirce y las aguas del
Ismeno."



sigue en 18...

Observador
08/11/2005, 14:23
El paralelismo que se puede hacer entre los versos de Eurípides y el
texto de Pablo es claro. Dioniso es hijo de Zeus, el cual se unió a
Sémele, una mortal, como la virgen María, mediante una llama
relampagueante. Y Dioniso ha mudado su figura de dios en hombre.
Sobran las palabras al respecto. Seguramente el evangelista Juan era
de la opinión de que Jesúcristo no nació en la tierra de una mujer
pues en su evangelio se puede leer: "el Verbo se hizo carne y habitó
entre nosotros" (1, 14). También puso en boca de Jesús las siguientes
palabras: "Yo soy el pan vivo bajado del cielo" (6, 51)

Llegados hay que hablar sobre la divinidad del Cristo según Pablo.
Mucha polémica levanta esta controversia, pues Pablo si consideraba
al Cristo un dios, este diosios no era el mismo que el Padre. Todas
las cartas de Pablo auténticas, comienzan con una presentación o
salutación en la que se suele nombrar a Dios y al Cristo deseando paz
a los miembros de las distintas iglesias:


"Pablo, Silvano y Timoteo, a la iglesia de Tesalónica, en Dios Padre
y en el Señor Jesucristo, gracia a vosotros y paz." (I Tesalonicenses
1, 1)


"Pablo, apóstol no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y
por Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos, y todos los
hermanos que conmigo están, a las iglesias de Galacia: la gracia y la
paz sean con vosotros de parte de Dios Padre y de nuestro Señor
Jesucristo, que se entregó por nuestros pecados para librarnos de
este siglo malo, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien
sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén." (Gálatas 1, 1 y ss)


"Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado al apostolado, elegido para
predicar el evangelio de Dios, que por sus profetas había prometido
en las Santas Escrituras, acerca de su Hijo, nacido de la
descendencia de David según la carne, constituido Hijo de Dios,
poderoso según el Espíritu de Santidad a partir de la resurrección de
entre los muertos, Jesucristo nuestro Señor, por el cual hemos
recibido la gracia y el apostolado para promover la obediencia a la
fe, para gloria de su nombre en todas las naciones, entre las cuales
os contáis también vosotros, los llamados de Jesucristo; a todos los
amados de Dios, llamados santos, que estáis en Roma, la gracia y la
paz con vosotros de parte de Dios nuestro Padre, y del Señor
Jesucristo." (Romanos 1, 1 y ss)


"Pablo, por la voluntad de Dios llamado a ser apóstol de Cristo
Jesús, y Sóstenes, hermano, a la iglesia de en Corinto, a los
santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos, con todos los
que invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo en todo lugar, suyo
y nuestro: la gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del
Señor Jesucristo." (I Corintios 1, 1 y ss)


"Pablo, por la voluntad de Dios apóstol de Jesucristo, y el hermano
Timoteo, a la iglesia de Dios en Corinto, con todos los santos de
toda la Acaya: sea con vosotros la gracia y paz de parte de Dios,
nuestro Padre, y del Señor Jesucristo." (II Corintios 1, 1 y ss)


"Pablo y Timoteo, siervos de Jesucristo, a todos los santos en Cristo
Jesús que están en Filipos con los obispos y diáconos: la gracia y la
paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo sea con
vosotros." (Filipenses 1, 1)


"Pablo, preso de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a Filemón,
nuestro amado y colaborador; a la hermana Apia, a Arquipo, nuestro
camarada, y a la iglesia de su casa: con vosotros sea la gracia y la
paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo."
(Filemón 1, 1)

En todas estas salutaciones hay un denominador común: a Dios se le
llama siempre Padre (Pater en griego) y a Jescristo siempre Señor
(Kurios). Estos apelativos no son intercambiables. Pablo nunca llama
a Dios Padre Yavé a pesar de que el mismo Dios dijo que ese era su
nombre, el cual significa algo así como "yo soy el que soy". Dios es
Padre de Jesucristo, y éste es a su vez Señor de los hombres. Lo
normal es que Pablo siempre nombre antes a Dios que a Cristo, y muy
contadas veces ocurre al revés. En la salutación de Romanos se nombra
el Espíritu de Santidad, que sería el Espíritu Santo. Pero es curioso
que a este Espíritu Santo, nunca se le nombre junto con el Padre y el
Señor en las salutaciones: la gracia y la paz nunca vienen dadas a
los hombres de parte del Espíritu Santo, sólo de parte del Padre y
del Señor.

Si tuviéramos que dar una primera impresión de la comparación de
todas las salutaciones, diríamos que Pablo no creía que Dios y el
Cristo fueran la misma divinidad, y menos que el Espíritu Santo
formara con ellos una triada. A Dios y a Cristo les llama de forma
distinta, y el Espíritu Santo nunca aparece relacionado con ellos en
las salutaciones. Pablo nunca dice explicitamente que Dios, Cristo y
el Espíritu Santo sean tres personas que conformen un único Dios.
Semejante misterio cristiano parece que nunca le importó a Pablo
tratarlo; nunca surgieron en su mente los problemas que más tarde
aparecerían entre los creyentes, parte de los cuales con el tiempo
crearían un dogma acerca de este problema.

Esta es la afirmación más rotunda y esclarecedora de Pablo acerca de
esta cuestión:


"Pues bien: acerca de comer las carnes sacrificadas a los ídolos,
sabemos que el ídolo no es nada en el mundo y que no hay más Dios que
uno solo. Porque algunos sean llamados dioses, ya en el cielo, ya en
la tierra, de manera que haya muchos dioses y muchos señores, para
nosotros no hay más Dios que un Dios Padre, de quien todo procede y
para quien somos nosotros, y un solo Señor, Jesucristo, por quien son
todas las cosas y nosotros también." (I Corintios 8, 4 y ss)


sigue en 19...

Observador
08/11/2005, 14:25
Pablo insiste en la misma idea expresada en las salutaciones, y
además la desarrolla: el único Dios es el Padre, pues Jesús es Señor.
Pablo siempre hace esta distinción, y además aquí atribuye funciones
distintas a los dos: Dios es el inicio de todas las cosas y el Cristo
es el sentido de todas esas cosas. Así que con este testimonio
deducimos que Cristo no es la misma divinidad que el Padre. También
deducimos que no es otro dios, puesto que el único Dios que hay es el
Padre.

Pablo también describe vagamente la relación que hay entre el Dios
Padre y el Señor Jesucristo: esta relación es de subordinación del
Cristo al Dios Padre. De esto ya nos dimos cuenta en las
salutaciones, pues Pablo casi siempre nombraba al Dios Padre antes
que al Cristo:


"Nadie, pues, se gloríe en los hombres, que todo es vuestro; ya
Pablo, ya Apolo, ya Cefas; ya el mundo, ya la vida, ya la muerte; ya
lo presente, ya lo venidero, todo es vuestro; y vosotros de Cristo, y
Cristo de Dios" (I Corintios 3, 21 y ss)

Cristo pertenece a Dios, es suyo. No podemos pensar que sean la misma
persona. Cristo es posesión de Dios, y para que esto suceda
lógicamente tienen que ser dos seres distintos, pues nadie se puede
poseer materialmente a sí mismo.


"Pues bien: quiero que sepáis que la cabeza de todo varón es Cristo,
y la cabeza de la mujer, el varón, y la cabeza del Cristo, Dios." (I
Corintios 11, 3)

Es claro que para Pablo el Cristo estaba subordinado al Dios Padre.


"...la gloria del Cristo, que es imagen de Dios" (II Corintios 4, 4)

El Cristo es imagen (eikon en el griego original) de Dios. La imagen
que reproduce un espejo no es en realidad el objeto reflejado.


"Porque Dios, que dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas, es
el que ha hecho brillar la luz en nuestros corazones para hacer
resplandecer la ciencia de la gloria de Dios en el rostro del
Cristo." (II Corintios 4, 6 y ss)

Así que en el rostro de Cristo resplandece la gloria de Dios, pero
eso no quiere decir que sea Dios mismo. Es una imagen, un eikon, pero
no es Dios.

Sin embargo, a pesar de todo lo expuesto anteriormente, encontramos
el siguiente versículo en la obra de Pablo.


"cuyos son los patriarcas y de quienes según la carne procede Cristo,
que está por encima de todas las cosas, Dios bendito por los siglos.
Amén." (Romanos Romanos 9, 5)

Este final de frase chirría en nuestra mente, después de haber visto
los versículos anteriores, que claramente diferenciaban entre Dios,
el Padre, y el Cristo, el Señor. Es, evidentemente, una interpolación
de un monje copista. En toda la obra de Pablo éste es el único
versículo que diga semejante cosa, que Cristo es Dios. Y si repasamos
las interpolaciones vistas hasta ahora, nos daremos cuenta que la
mayoría de las veces eran añadidos a la frase original de Pablo, casi
siempre al final. Lo más fácil es añadir, que quitar y reelaborar el
texto. Y tengamos presente que los monjes creían que a Pablo se le
había olvidado incluir frases tan importantes como ésta, y por eso
ellos las añadían.

Contrapongamos al versículo anterior éste, el cual no comentaremos
por ser realmente clarificador del asunto:


"Dios es uno solo." (Gálatas 3, 20)

En conclusión, nosotros pensamos que para Pablo no era un gran
problema delimitar la naturaleza de Cristo: para él era el Mesías
prometido en las Sagradas Escrituras. Seguramente, lo consideraba un
hombre ungido por Dios, como por ejemplo el rey David. Ciertamente,
antecedentes había de sobra. No lo consideraba un dios, aunque en las
religiones paganas los hijos de dioses o eran dioses o héroes
(semidioses mortales), porque esto atentaba contra el monoteísmo
hebreo, y si lo hubiera hecho así habría dado un gran paso hacia
atrás. Por eso, como vimos, fue declarado Hijo de Dios a partir de la
resurreción de los muertos. No nació como Hijo de Dios, sino que este
título lo logró después de morir y resucitar.

Pablo sólo da datos de la vida del Cristo acerca de su pasión, y es
en ella en la que se explaya dando más noticias. Su Cristo no predicó
ni hizo milagros ni tuvo ninguna clase de enfrentamiento con las
autoridades judías religiosas. No sabemos quién pudo matar al Cristo
de Pablo, puesto que Pablo no dice nada en absoluto de esa persona o
personas. Hay en la carta I Tesalonicenses un dato que parece
contradecir esta última afirmación:


"...pues habéis padecido de vuestros conciudadanos, lo mismo que
ellos de los judíos, de aquéllos que dieron muerte al Señor Jesús y a
los profetas, y a nosotros nos persiguen, y que no agradan a Dios y
están contra todos los hombres; que impiden que se hable a los
gentiles y se procure su salvación." (I Tesalonicenses 2, 15 y ss)

Lo subrayado es otra interpolación. Pablo saca los datos que conoce
de la existencia de Jesús del Antiguo Testamento, pero en ninguna
parte de este libro se dice que el Cristo fuera a morir a manos de
los propios judíos. Esta interpolación recuerda lo que varias veces
dice Jesús en los evangelios acusando a los escribas judíos, que sus
antepasados mataron a los profetas. Pablo nos contaba que Jesús nació
llegada la plenitud de los tiempos bajo la Ley y que murió a su
tiempo. Con estos datos tan vagos e imprecisos y con la alusión a la
Ley, que fue impuesta por Moisés trece siglos antes de Cristo (en
esta orquilla temporal nació Cristo según Pablo), no nos encaja el
dato tan directo y preciso, y tan parejo a los datos de los
evangelios. Por tanto es un añadido posterior.

La pasión del Cristo de Pablo comienza con su entrega:


"...nuestro Señor Jesús, que fue entregado por nuestros pecados y
resucitado para nuestra justificación." (Romanos 4, 24)



sigue en 20...

Observador
08/11/2005, 14:25
¿Quién entregó al Cristo? La inmensa mayoría de la gente contestaría:
Judas Isacariote, uno de sus doce discípulos. Lo traicionó por
treinta monedas de plata que le dieron los sacerdotes judíos, y luego
se ahorcó o se rompió la crisma. Esto es lo que cuentan los
evangelios y los Hechos de los apóstoles, pero Pablo no dice nada de
esto en sus cartas. No nombra ni una sola vez Judas, prototipo de la
traición por excelencia. No lo menciona ni cuando anima a los
miembros de la Iglesia a que permanezcan fieles al Cristo; podría
haber dicho Pablo a éstos que no actuaran como lo hizo Judas, y el
ejemplo habría venido perfecto. Pero no lo hizo. Judas brilla por su
ausencia en las cartas de Pablo.


"Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no perdonó
a su propio Hijo, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos
ha de dar con Él todas las cosas?" (Romanos 8, 32)

Fue Dios Padre el que entregó al Cristo a la muerte, no Judas. Y
además no lo perdonó, como si el Cristo hubiera cometido alguna
falta. Judas fue un invento de los evangelios, pues Pablo ni lo tiene
en mente. Fue el Dios Padre, terrible e implacable el que sin
perdonar a su propio Hijo, lo entregó a la muerte como sacrificio
expiatorio. Lo que en el relato de Génesis mandó hacer Yavé a Abraham
con su propio hijo, pero en el momento final evitó, lo hace ahora con
su propio Hijo el Cristo.

Pablo no dice nada acerca de cómo fue su muerte, en qué lugar, en qué
preciso instante. Las alusiones a la cruz, tienen toda la pinta de
ser interpolaciones, pues Pablo utiliza como símbolo de victoria un
instrumento que en aquella época era de tortura. Esto no podía caber
en la cabeza de Pablo. Tampoco dice el nombre del que mató al Cristo,
ni se refiere siquiera a gentiles o a judíos. Hay que tener en cuenta
que los documentos cristianos más antiguos son precisamente las
cartas de Pablo, y por eso es incomprensible que si en verdad hubiera
conocido Pablo la vida del Cristo en todos sus detalles, no hubiera
hecho alusión a ninguno de estos datos tan importantes. Con el tiempo
surgieron los evangelios, cuyos autores se encargaron de rellenar
todos los huecos que Pablo había dejado al descubierto, porque éste
simplemente hablaba del Cristo teniendo principalmente en su mente el
libro de Isaías: allí se hablaba de un siervo de Yavé que torturado
servía de chivo expiatorio por el pecado de todo Israel. Pablo y
todos los primeros cristianos confundieron a este siervo de Yavé con
el Mesías, cuando en realidad este siervo era la parte de la
población judía que fue deportada a Babilonia, la cual en verdad
sufrió muchas penalidades. El libro de Isaías en ningún momento dice
que el siervo de Yavé muera y resucite. Fue la mente de Pablo y de
esos reformadores religiosos los que sobreentendieron que el Mesías
tenía que haber muerto y resucitado, de igual modo que lo hacían
infinidad de divinidades de la fertilidad que en aquellos tiempos
eran conocidísimas. El resultado fue el escueto Cristo de Pablo, el
cual más tarde los evangelios se encargaron de vestir de los ropajes
mitológicos más de moda en aquella época.

Pablo nos dice que el Cristo no se agradó a sí mismo en el momento de
su muerte, y reconoce que este dato lo tiene en mente porque lo ha
leído en el libro de los Salmos al cual cita:


"Cada uno cuide de complacer al prójimo para su bien, para su
edificación, según está escrito: Sobre mí cayeron los ultrajes de
quienes me ultrajaban." (Romanos 15, 3; Salmos 69, 10)

Perfectamente Pablo podría haber dicho que este hecho lo conocía
porque Cefas se lo había contado, y no porque estuviera escrito en
ningún libro. Pero no lo dijo en ese momento ni en ningún otro. Los
versículos que los salmistas hicieron creer que habían salido de la
pluma del rey David, también fueron malinterpretados por los primeros
cristianos, los cuales vieron en ellos las penurias del Cristo. Es de
notar que la historia de los evangelios cuidadosamente fue tejida por
los evangelistas basándose en muchos versículos de los salmos y de
Isaías, haciéndolos casar unas veces con fortuna otras veces sin ella
con el mito de Jesús de Nazaret que estaban construyendo.

Una vez muerto el Cristo, y tras informarnos escuetamente que no se
agradó así mismo, lo siguiente que nos cuenta es que fue resucitado
por Dios. Esta noticia es la que más está presente en sus cartas, y a
la vez es la que más extraña podía ser a un judío como supuestamente
Pablo afirmaba ser. La idea de la resurrección de los muertos era
realmente una creencia pagana, intolerable para la mente judía.


"Pablo, apóstol no de hombres ni por hombres, sino por Jesucristo y
por Dios Padre,, que le resucitó de entre los muertos..." (Gálatas 1,
1)

Una vez resucitado por Dios encontramos en I Corintios 15, 4 una
interpolación ya vista en el apartado de las interpolaciones. Allí se
nos contaba que Cristo había sido sepultado y que resucitó al tercer
día, y se añadía aquello de según las Escrituras. Y el monje copista
no mentía, pues era según las Escrituras de los evangelios, donde se
cuentan estos datos. Pablo cita continuamente el Antiguo Testamento
como su fuente, pero en el Antiguo Testamento no se dice en ningún
lugar que el Cristo fuera sepultado y que resucitara a los tres días.
A continuación el monje copista inventa nuevas aparaciones del
Cristo, que se contradicen con las apariciones contadas por los
propios evangelios:


"...se apareció a Cefas, luego a los doce. Después se apareció una
vez más de quinientos hermanos, de los cuales muchos permanecen
todavía, y algunos durmieron; luego se apareció a Santiago, luego a
todos los apóstoles; y después, como un aborto, también se apareció a
mí." (I Corintios 15, 5)


http://es.geocities.com/origenesdelcristianismo/pablo.html

raslion18
14/01/2007, 12:42
Pablo no es un apostol no creo en sus epistolas. Sigo las enseñanzas del maestro de maestros JESUS el CRISTO , una ves ams vallamos a la fuente no a lo creado (inclusive a los ungidos se le encontraron pecado en su boca).

AMOR y PAZ para todos ______ YAVEH Guie

Emeric
20/03/2007, 20:26
Como podemos inferir de lo
anteriormente expuesto, Lucas no conoció a Pablo, aunque la tradición
cristiana afirme que era discípulo de Pedro y Pablo. No lo pudo
conocer porque de la comparación entre los relatos de Lucas y Pablo
encontramos grandes contradicciones. Lucas intentó completar las
lagunas que estaban presentes en las cartas de Pablo, y para ello
echó mano de su propio imaginación sin importarle que contradijera en
muchas ocasiones las propias palabras de Pablo.Bueno, dejando de lado las discrepancias cronológicas que podemos constatar al comparar la epístola de Pablo a los Gálatas con la narrativa lucaniana del libro de los Hechos de los apóstoles, creo que podemos pensar que Lucas y Pablo sí que se conocieron, por cuanto Lucas, el autor de Hechos (compárese Hech. 1:1 con Lc. 1:1-4) se incluye en varias ocasiones en eventos de la actividad evangelizadora de Pablo, usando verbos en la primera persona del plural :"nosotros". Véase Hch. 20:5,6,13,14, 15; 21:1-9, 11, 12, 14, 15-18; 27:1-8, 15, 16, 19, 20, 21, 37; 28:1, 2, 7, 10-16.

Y Lucas, incluso, acompañó a Pablo durante su cuarto viaje, hasta Roma, tal como lo vemos en Hechos, caps. 27 y 28. :yo:

Emeric
20/03/2007, 22:50
Pablo no es un apostol no creo en sus epistolas. Sigo las enseñanzas del maestro de maestros JESUS el CRISTO , una ves ams vallamos a la fuente no a lo creado (inclusive a los ungidos se le encontraron pecado en su boca).¡ Claro que Pablo fue un apóstol ! No fue uno de los 12 primeros apóstoles, pero sí que fue apóstol, 1 Cor. 1:1, etc., etc. Cristo no dejó ningún escrito, mientras que Pablo nos dejó por lo menos 14 epístolas ...