Lidiae
22/10/2005, 11:08
El Galo Capitolino se dobla lleno de dolor, recogido, estoicamente silencioso, y, tras sus bellas líneas clásicas, revela el pormenorizado estudio de un cráneo braquicéfalo, de una musculatura correosa, hecha con el trabajo y no con la gimnasia, de unos gestos torpes de guerrero brutal. Ciertamente el torques, el escudo y la trompeta larga y curva aluden a su raza, pero aquí no serían siquiera necesarios para la identificación. Es lástima que no sepamos quien fue el autor de tan bella obra: acaso se deba pensar en Epígono. Lord Bayron dedició a esta soberbia escultura pergaménica esta poesía: "Veo ante mí al gladiador yacente: / se apoya en su mano; su ceño viril/ acepta la muerte, pero vence a la agonía, / su inclinada cabeza se hunde poco a poco, / y, a través de su costado, las últimas gotas, fluyendo lentamente / de la roja llaga, caen pesadas, una a una, / como al comienzo de una tormenta". El Galo Ludovisi es su compañero.
http://www.artehistoria.com/historia/jpg/GRG08000.jpg
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