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Nicasio
01/10/2005, 13:31
La base de Scapa Flow estaba considerada como un centro vital de las actividades navales de Gran Bretaña. Situada en la isla Pomona, perteneciente al archipiélago de las Orcadas junto a la casta noreste de Escocia, ocupaba el espacio de una bahía de veinte kilómetros de longitud por catorce de anchura. Se trataba de un refugio extremadamente seguro para la Royal Navy, que la había utilizado intensamente durante la Primera Guerra Mundial. Desde ella, Inglaterra controlaba el mar del Norte, así como las grandes rutas que cruzaban el océano Atlántico. Ya durante la anterior conflagración Alemania había tratado infructuosamente de lanzar un ataque, debido a la importancia que poseía. De hecho, la base se encontraba protegida ante todo por el mismo físico de su entorno, definido por un paraje desolado -y batido de forma continua por vientos huracanados y persistentes nevadas. Durante la década de los veinte, el interés germano seguría puesto sobre este punto, de cara al posible estallido de otro conflicto generalizado. El almirante Canaris, situado en el puesto más importante de los servicios de espionaje, incidirá en la cuestión y, a partir del año 1929, destacará al oficial de Marina Alfred Wehring como elemento de información en Gran Bretaña. Este, simulando ser relojero se instaló a partir de la primavera de 1933 en la localidad de Kirkwall, en la misma isla de Pomona. Habiendo conseguido la nacionalidad británica, ira recopilando datos acerca de las posibilidades de ataque a la base a partir de los comentarios emitidos por los pescadores y demás habitantes de la población. Una vez comenzada la guerra, los servicios alemanes deciden la puesta en práctica del ataque, denominado "Operación Baldur". Así, a partir del material aportado par el espía Wehring, los primeras días del mes de octubre son los señalados para pasar a la acción. El ocho de ese mes sale de la base de Kiel el submarino U-47 comandado por el capitán Gunther Prien. En la mañana del doce penetró en la rada de Scapa Flow mediante una hábil maniobra realizada a través de la rocosa costa. En la siguiente jornada lanzó sobre las unidades británicas allí estacionadas un total de cuatro torpedos, de los cuales estalló solamente una. Este fue suficiente para hundir al acorazado Royal Oak de 29.150 toneladas, con toda su tripulación, integrada por 786 hombres. El submarino atacante salió de la bahía y pudo llegar a su base de origen. El éxito de la operación fue instrumentado de forma inmediata por los servicios de propaganda nazi, que ponían en cuestión toda el sistema seguridad británico. En aquellos meses, cuando todavía Alemania no había lanzado su ataque contra el oeste, este hecho contribuyó de forma decisiva a incrementar las posiciones de fuerza que la impulsaban a su empresa bélica.