jorgesalaz
24/08/2005, 04:27
Cuando cumplió 40 años de casada, una linda señora,
Doña LupitaCristianni, escribió unas palabras en su diario.
Comparto con ustedes un fragmento:
-¡Qué rico hueles, mi vida!
-¡Qué perfumada, mi amor!
Eramos recién casados, eran frases de rigor.
Cuando él salía del baño, olía a Yardley o qué sé yo,
mientras yo me perfumaba con frascos de Cristian Dior.
Y ahora...¡qué diferencia! el huele a ungüentos y yo huelo
a "pomada del tigre" que me pongo al por mayor.
Antiguamente lucían, encima de mi buró, una rosa, su retrato,
un perfume y un reloj. Y hoy, el frasco de aspirinas,
el ungüento de rigor, unas vendas, mis anteojos,
el algodón y el alcohol. Y en su buró, amontonados
para que quepan mejor, el vaso para sus puentes,
el frasco con la fricción, un libro abierto, sus lentes,
jarabe para la tos y agua para las aspirinas,
por si nos viene el dolor.
Sin embargo no añoramos lo que el tiempo se llevó.
Recordamos lo que fuimos y vivimos nuestro hoy.
Por las mañanas, sin prisas, siempre la misma canción:
¿Cómo dormiste mi vida? -Me despertó el dolor.
¿Cómo te sientes, mi cielo? - ¡Ay! tengo fuerte el dolor.
Y por las noches, acaso recordando algo mejor,
oliendo a salicilato o pomada y a fricción, repetimos
siempre lo mismo. Lo mismo de ayer y hoy:
¡Que duermas muy bien, mi cielo! ¡Tú también duerme, mi amor!
rezamos un Padre Nuestro...Y damos gracias a Dios...
Doña LupitaCristianni, escribió unas palabras en su diario.
Comparto con ustedes un fragmento:
-¡Qué rico hueles, mi vida!
-¡Qué perfumada, mi amor!
Eramos recién casados, eran frases de rigor.
Cuando él salía del baño, olía a Yardley o qué sé yo,
mientras yo me perfumaba con frascos de Cristian Dior.
Y ahora...¡qué diferencia! el huele a ungüentos y yo huelo
a "pomada del tigre" que me pongo al por mayor.
Antiguamente lucían, encima de mi buró, una rosa, su retrato,
un perfume y un reloj. Y hoy, el frasco de aspirinas,
el ungüento de rigor, unas vendas, mis anteojos,
el algodón y el alcohol. Y en su buró, amontonados
para que quepan mejor, el vaso para sus puentes,
el frasco con la fricción, un libro abierto, sus lentes,
jarabe para la tos y agua para las aspirinas,
por si nos viene el dolor.
Sin embargo no añoramos lo que el tiempo se llevó.
Recordamos lo que fuimos y vivimos nuestro hoy.
Por las mañanas, sin prisas, siempre la misma canción:
¿Cómo dormiste mi vida? -Me despertó el dolor.
¿Cómo te sientes, mi cielo? - ¡Ay! tengo fuerte el dolor.
Y por las noches, acaso recordando algo mejor,
oliendo a salicilato o pomada y a fricción, repetimos
siempre lo mismo. Lo mismo de ayer y hoy:
¡Que duermas muy bien, mi cielo! ¡Tú también duerme, mi amor!
rezamos un Padre Nuestro...Y damos gracias a Dios...