Rosario De Luna
15/06/2005, 17:45
Mucho de lo que hay en la memoria son raíces (capaces de romper el pavimento)que uno engorda por el cariño, el descuido, el odio o el abandono.
Algunas salen a la superficie y tienen tronco y follaje;otras crecen hacía abajo y se vuelven pulpo enquistado, célula extendida del cáncer, larva entre músculo y hueso, o triquina en esa parte del cerebro que sirve como brújula o como instructivo para controlar las extremidades del ciempies que llevamos dentro.
Una raíz-recuerdo que se deja crecer, dificilmente podrá extirparse en el futuro. Convierte en nutrientes tus debilidades; aprende a fortalecerse sin decir palabra, hasta que cierta noche te respira en la oreja: soy tus recuerdos profundos", dice (Una raíz-cáncer-triquina suele causar el insomnio, principalmente en la gente sola, según dicen, aunque también lo sé por experiencia propia). Cuando una raíz te habla y se muestra es porque ha crecido y decidió retarte. Y casi siempre pierdes. Te levanta de la cama y te lleva por agotadores recoridos, de la cocina al estudio y de la cama a la mesa, de una lectura a la televisión, de las fotos a los textos subrayados o al fantasma de pequeños gestos_ ahora agigantados- que se quedó cuando se fué el/ella.
Al final de cada madrugada, el afectado sólo podrá reconocer que ha perdido ante tal raíz-recuerdo.
El dolor de los que cargan demasiadas raices-recuerdo se vuelve tan, pero tan insoportable, que un remedio extendido es dar largos paseos e ir clavando tornillos con la frente en el asfalto. Porque si cierta memoria es conquistada por una mayoría de raíces, entran espasmos para los que, hasta hoy , la ciencia no ha encontrado calmantes suficientes. Se parten las banquetas de una vida, se vienen abajo las paredes de cualquiera. Se revientan las ventanas, y los pisos se inflan como muertos hasta que revientan.
En los casos más graves, estas raíces bloquean tus vías de escape y te quedas encerrado entre ellas.
Las extenciones de mis raices-recuerdo ( lo anoto como objeto de estudio ) controlan casi todo. Encienden y apagan la luz, cocinan a media noche lo que más me engorda; mantienen frío el vodka y los hielos nunca faltan; me toman una orilla de la piel, cuando amanece y me pelan enterita, sin anestesia, como platano. A veces me dejan dormitar media hora y después me despiertan con un estruendo ( porque, eso si, las raices recuerdo son pararrayos insaciables de toda tormenta chica o grande que pase por el vecindario).
Mucho de lo que hay en la memoria son raíces y nubarrones. Nadie muere, dicen, por esta causa, aunque está confirmado (¡ay!) que muy mal si se vive.
Algunas salen a la superficie y tienen tronco y follaje;otras crecen hacía abajo y se vuelven pulpo enquistado, célula extendida del cáncer, larva entre músculo y hueso, o triquina en esa parte del cerebro que sirve como brújula o como instructivo para controlar las extremidades del ciempies que llevamos dentro.
Una raíz-recuerdo que se deja crecer, dificilmente podrá extirparse en el futuro. Convierte en nutrientes tus debilidades; aprende a fortalecerse sin decir palabra, hasta que cierta noche te respira en la oreja: soy tus recuerdos profundos", dice (Una raíz-cáncer-triquina suele causar el insomnio, principalmente en la gente sola, según dicen, aunque también lo sé por experiencia propia). Cuando una raíz te habla y se muestra es porque ha crecido y decidió retarte. Y casi siempre pierdes. Te levanta de la cama y te lleva por agotadores recoridos, de la cocina al estudio y de la cama a la mesa, de una lectura a la televisión, de las fotos a los textos subrayados o al fantasma de pequeños gestos_ ahora agigantados- que se quedó cuando se fué el/ella.
Al final de cada madrugada, el afectado sólo podrá reconocer que ha perdido ante tal raíz-recuerdo.
El dolor de los que cargan demasiadas raices-recuerdo se vuelve tan, pero tan insoportable, que un remedio extendido es dar largos paseos e ir clavando tornillos con la frente en el asfalto. Porque si cierta memoria es conquistada por una mayoría de raíces, entran espasmos para los que, hasta hoy , la ciencia no ha encontrado calmantes suficientes. Se parten las banquetas de una vida, se vienen abajo las paredes de cualquiera. Se revientan las ventanas, y los pisos se inflan como muertos hasta que revientan.
En los casos más graves, estas raíces bloquean tus vías de escape y te quedas encerrado entre ellas.
Las extenciones de mis raices-recuerdo ( lo anoto como objeto de estudio ) controlan casi todo. Encienden y apagan la luz, cocinan a media noche lo que más me engorda; mantienen frío el vodka y los hielos nunca faltan; me toman una orilla de la piel, cuando amanece y me pelan enterita, sin anestesia, como platano. A veces me dejan dormitar media hora y después me despiertan con un estruendo ( porque, eso si, las raices recuerdo son pararrayos insaciables de toda tormenta chica o grande que pase por el vecindario).
Mucho de lo que hay en la memoria son raíces y nubarrones. Nadie muere, dicen, por esta causa, aunque está confirmado (¡ay!) que muy mal si se vive.