jorgesalaz
03/06/2005, 03:59
Una guapa aunque recatada viuda poseía una granja que heredó de su difunto marido. De todas sus posesiones, tenía un especial afecto por una vaca de un raro color amarillo que le daba diariamente grandes volumenes de cremosa leche con la que fabricaba quesos y diversos derivados muy requeridos por las gentes de la comarca. Pero un dia, la vaca amaneció triste, no quería comer y la producción de leche comenzó a disminuir hasta que por fin cesó por completo. La viuda, preocupada, le habló al médico veterinario, éste la auscultó le recetó unas medicinas, pero no le hicieron ningún efecto. Llegó otro médico y lo mismo, la vaca seguía postrada. Entonces empezaron los consejos de los vecinos: emplastos de lodo con hierbas, cataplasmas en las ubres, ungüentos, sales, collares de frutos cítricos y un sinúmero de remedios que tenían al pobre animal al borde de la muerte. Y claro, no podía faltar la opinión de su querida comadre Clotilde: -Mire comadrita, del otro lado del rio hay un curandero, un chamán, que es muy efectivo en éstas cosas difíciles, ¿Porqué no va a verlo?. La viuda, desesperada, acude con el charlatán que le fué recomendado. El pícaro sujeto, al conocer el caso y ver las apetitosas carnes de la viuda urde de inmediato su plan. -Señora, el asunto es grave, mire, el animalito no es el del problema, sino usted. Alguien, que satanás lo confunda, le ha dejado un "malpuesto" a su vaca para perjudicarla usted. -¡Ayy señor! ¡por lo que más quiera, ayúdeme! ¡dígame que tengo que hacer! -No hay más remedio que usted se someta a una "limpia". -¿Pero que es eso? -replicó la viudita. -Es una ceremonia que proviene de nuestros antepasados. Es un rito en el que usted será liberada de los malos espíritus. -Haga usted lo que sea necesario, señor ¡pero salve a mi vaca amarilla! - Muy bien, pase a ésa habitación por favor y desnúdese. -¡Ayyy señor, me dá mucha pena, yo sólo lo hice y parcialmente, con mi difunto marido y éso ya hace cinco años!. -Señora, -dijo el cínico sujeto -¡quiere o no quiere que se cure su vaca amarilla! -Si, si, señor, pero... -¡me ofende usted, señora, yo soy un profesional y así atiendo mis casos! -Bueno, lo haré, señor, no se moleste, por favor. Cuando el lujurioso individuo vió aquel cuerpo sus ojos casi se salian de sus órbitas. -Acuéstese boca arriba ¡ejem! con las piernas un poco separadas. El tipo primero bailó una especie de danza armado con unas ramas que rozaban partes del tentador cuerpo de la viuda. Luego, sin dejar de decir palabras ininteligibles en voz baja, se montó a horcajadas sobre el curvilineo cuerpo de la paciente y embadurnándose las manos con un tibio y aromático aceite, la untó siguiendo las curvas del cuerpo desde los senos hasta los muslos con movimientos repetidos pronunciando en voz alta las palabras: ¡Por la orilla, por la orilla, para que sane la vaca amarilla! ¡Por la orilla, por la orilla, para que sane la vaca amarilla! Con tanto magreo y con tanto tiempo de no sentir una caricia, la pobre viuda con los ojos en blanco y excitada al máximo, exclamó: ¡¡Por enmedio, por enmedio, aunque la vaca no tenga remedio!!