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valbu
31/03/2005, 01:15
Terrorismo de estado y también fuga hacia adelante

La guerra contra Irak representa una fuga hacia adelante de Bush y su equipo. Su comportamiento por supuesto no se basa en un terrorismo artesanal, sino en un terrorismo de estado sostenido por una formidable potencia de fuerzas destructivas. El peligro para el actual Gobierno no está a nivel de relaciones de fuerzas militares, sino que se refiere a las condiciones en que se lanza la guerra. La administración Bush desencadena mecanismos que no solamente serán catastróficos para los explotados, sino que amenazan revelarse como devastadores a nivel de las relaciones geopolíticas y económicas internacionales. Bush no es Roosevelt, el mandato colonial que va a levantar no es el plan Marshall; Bagdad no es (¿todavía?) Dresde.[3]

La administración Bush se lanza a la guerra contra Irak sacudiendo profundamente el marco institucional de las relaciones económicas y políticas internacionales. La oposición masiva de los pueblos a la guerra es evidentemente un acontecimiento de gran importancia, así como lo es soslayar a las Naciones Unidas. Pero la convulsión alcanza también a la configuración de las relaciones económicas establecidas en los años 1990. La dominación del capital financiero y los procesos de valorización del capital productivo han llevado a un grado muy elevado la interdependencia entre los grandes grupos multinacionales, en primer lugar los de la zona transatlántica. Esta interdependencia combina la cooperación para producir cada vez más valor por parte de los asalariados, y la competencia para conservar las partes del mercado, en un contexto en el que la acumulación del capital a escala mundial se hace a un ritmo muy lento en las últimas décadas.

El impasse al que conduce la dominación del capital rentista, perceptible hoy incluso en los Estados Unidos, refuerza la búsqueda de soluciones donde la preservación de los intereses de las élites políticas y las clases dominantes debe ser directamente asegurada mediante la fuerza. El "clan Bush" fue seriamente depurado de las personalidades "moderadas"que rodeaban a Bush padre. Sus respaldos son los grupos financieros, petroleros y militar-industriales. Representan el grupo de choque de las clases dominantes en Estados Unidos. En el seno de estas, algunas fracciones "ilustradas" pueden estar asustadas por el integrismo religioso y el unilateralismo de la administración, pero en esta etapa tales inquietudes se borran ante la ineluctabilidad de la opción. A despecho de la actual fuga hacia adelante, esta política constituye la única solución de la que disponen las clases dominantes de los Estados Unidos en la actual etapa (lo que vale también para la fracción organizada en Gran Bretaña alrededor de la city, con un elevado grado de interpenetración con los mercados financieros americanos).

Imponer un "mandato" sobre Irak, organizar la depredación de sus recursos petrolíferos y defender mañana el predominio del capital rentista con intervenciones militares aún más poderosas en América Latina y otras partes, indica un cambio radical en el tipo de dominación sobre las clases y los pueblos, pero también en las relaciones con los otros países imperialistas. Esta guerra y las que amenazan con venir mas adelante no anuncian un capitalismo donde reinará la "paz de los mercados". Introduce elementos profundamente perturbadores, incluso de los procesos económicos desarrollados en la última década. El modo de dominación social del capital resultante de la ocupación de Irak tendrá poco que ver con las reglas que se discutieron en el seno de la Organización Mundial del Comercio.

La guerra contra Irak se lanzó en un momento en el que la administración Bush, enfrentada con la recesión y una desocupación que no deja de crecer, quiso adoptar un programa presupuestario del cual incluso los medios de negocios dudan muchísimo que pueda relanzar sustancialmente el crecimiento. Sus rasgos dominantes son una aumentación de los gastos militares y una reducción masiva de los impuestos para la minoría más rica y rentista de la población.[4] De la manera en que termine la guerra contra Irak y del precio del petróleo dependerán la amplitud y duración de la "tranquilidad de los mercados", el volumen de los capitales que afluirán del resto del mundo en busca de seguridad a las plazas financieras americanas y la confianza de los hogares norteamericanos. Sin embargo, el estimulo del que podría beneficiarse la economía americana puede ser de corta duración. La inestabilidad creciente de los ciclos de crecimiento y recesión que caracterizó la economía mundial en el curso de los años 1990 se reforzará más con las guerras e intervenciones militares conducidas por los Estados Unidos en nombre de su seguridad nacional que, recordémoslo una vez más, incluye la defensa de los sistemas financieros, comerciales, de transporte y de energía globales.