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Cevastyan
18/02/2005, 01:18
La clonación automotriz ya esta en Sudamérica.

Fuertes inversiones en tecnología y diseño permiten que los automóviles chinos entren al mercado Latinoamericano a precios 30% más bajos. Ya están en Colombia, Ecuador y pron to ingresarán a Estados Unidos.

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La rapidez con la que China crece y se introduce en todas las ramas industriales no tiene paralelo en la historia moderna. Apenas los productores se están adaptando a la competencia aplicando los métodos administrativos tradicionales, cuando ya tienen encima nuevos retos. La industria automotriz no es ajena a esta realidad, y China dio su primera y potente señal.

Por ello, no sería extraño que muy pronto las palabras Chana, Chery y Hafey sean parte de las conversaciones diarias entre los Latinoamericanos. Dichas marcas representan a las firmas chinas que comercializan sus autos en Sudamérica.

Es tan grande el crecimiento de la demanda de carros en China que el año 2005 los asiáticos desplazarán a los Estados Unidos de su primer puesto en el mundo como país consumidor de automóviles. Gracias al desarrollo tecnológico mostrado por China en los últimos años y a la instalación de numerosas y modernas plantas de producción de autos en su territorio, los modelos chinos cuentan con todos los adelantos y accesorios logrados recientemente por la industria automotriz.

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De hecho, muchos de sus modelos vienen dotados con cajas secuenciales, aire acondicionado, espejos, vidrios y seguros eléctricos, llantas deportivas y otros accesorios presentes en vehículos de valor muy superior. Pese a todas estas bondades, el gran atractivo de las versiones de carros chinos, lo constituye su bajo precio.

Y si a eso se suma que en unos años autos con dichas marcas podrían estar circulando por calles y carreteras de la mayoría de l os países de Sudamérica en desmedro, tal vez, de los aparentemente "todopoderosos" fabricantes europeos, estadounidenses y japoneses.

Sin embargo, en Chile creen que aún están lejanos los días en que el dragón asiático empiece a colocar sus unidades, ya que no cumplen con las normas europeas de emisiones vigentes en el país Latinoamericano.

En Santiago rigen las normativas Euro 3 y Euro 4, más estrictas que las vigentes en el resto de Latinoamérica. Pero, si la tecnología china de motores evoluciona podrían llegar, pero todavía no es el caso y pasarán años para que lo sea.

También hay razones de costos para creer que falta bastante para que los chinos tomen por asalto el mercado chileno. La logística es una, puesto que su producción se encuentra dispersa en muchas plantas. Otra barrera son los fletes, tanto los internos -por lo grande del país- como los internacionales.

CAUTELOSOS

"Preocupación y cautela" , son las sensaciones que tienen los concesionarios automotrices chilenos por la futura llegada de los productos chinos.

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Con un precio que se anticipa 30% menor que modelos de similares prestaciones (dados sus bajos costos de producción), marcas como Lubao, Saima, Chana y Sabre, podrían remecer el competitivo mercado nacional en el mediano plazo. "No estoy seguro de que se empiecen a vender este año. Se han escuchado varios rumores, pero no hay que perder de vista que el proceso de homologación para los carros en general es cada vez más exigente y eso hace difícil entrar a competir en Chile", explicó a la prensa chilena hace un tiempo Daniel Rojas, gerente de ventas de Maco, representante en Chile, de marcas como Volkswagen, Audi y Skoda.

"Si llegan a un precio 30% más bajo, alguien tendrá que asumir ese costo. Por precio, esto puede producir un efecto dominó, ya que el resto de las marcas podrían terminar bajando sus precios", afirmó.

Rojas asegura que "si llegan con una baja de precios tan grande me parece que este tipo de vehículos tendrían más aceptación entre personas de menores ingresos. Se abriría la oferta a estratos socioeconómicos a los que hoy no se está llegando".

EL DRAGÓN ESTÁ MÁS CERCA DE LO QUE SE CREE

No obstante, a pesar de las opiniones discordantes, "el dragón" está instalándose. A Colombia entraron las primeras partidas y hace poco los carros de esa procedencia fueron una de las mayores atracciones del IX Salón Internacional del Automóvil de Bogotá. En el 2001 desembarc aron en Ecuador a precios 20% más bajos, y podrían hacer lo mismo en Argentina de la mano del poderoso grupo Macri. Y la industria automovilística de Estados Unidos los tendrá como un nuevo rival a contar de 2007, puesto que un importador norteamericano llegó a un acuerdo con Chery para ingresar 250,000 vehículos anuales a precios 30% menores al de modelos comparables.

Pero los carros se están esforzando por mejorar sus estándares. Las copias están dando paso a desarrollos originales, algunas plantas cuentan con certificaciones ISO 9001 y famosos diseñadores italianos (Pininfarina y Bertone) están siendo contratados para crear modelos adaptados al gusto occidental.

En China los productores son Harbin Hafei, Geely, Chery, Great Wall Motor Company, Changan o Jilin Tongtian. La más grande es Shangai Automotive Industry Corp. (Saic), que ilustra el rol protagónico que los orientales quieren jugar.

Durante el 2004, Saic pasó a controlar a la coreana SsangYong y, además, suscribió un acuerdo con la británica MG Rover para el desarrollo tecnológico conjunto de nuevos modelos. Estrategia que puede ser un salvavidas para la alicaída marca inglesa, o bien el primer paso para que Saic compre una participación en Rover.

Por ello, las automotrices extranjeras están incrementando su producción en China, aprovechando el apetito de ese país por los automóviles, y complicando los esfuerzos de Pekín para enfriar su economía.

Incluso mientras el gobierno chino intenta frenar a ciertos sectores, incluyendo el automotriz, al reducir la inversión y el acceso a crédito, las multinacionales automotrices están dirigiendo m iles de millones de dólares a China en una carrera exuberante por obtener una tajada del mercado de autos con el mayor crecimiento en el mundo.

Actualmente, el ritmo de crecimiento de las ventas totales de vehículos se está enfriando rápidamente respecto al año pasado cuando el crecimiento fue de un 36%. Pero con tanto en juego para China, en términos de empleo, el gobierno está marcando una línea sumamente fina para balancear a la industria.

Analistas prevén que una desaceleración de la industria automotriz china sería algo positivo para la economía mundial. La demanda del país asiático ha sido causante del alza en precios del petróleo, y el aumento en la demanda de autos ha sido, a su vez, promotor del incremento en el uso de combustible en China.

Ejecutivos de la industria están empezando a predecir que la pelea entre los fabricantes globales de autos en el congestionado mercado chino precipitará una sacudida, produciendo una consolidación entre los jugadores más pequeños y golpeando a los menos competitivos.

La interrogante está lanzada, ¿se sumará Latinoamérica al poderío del gigante asiático o las firmas automotrices de la región mantendrán resistencia? El desafío, por ahora, está pendiente.