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roxanapiro
23/05/2004, 07:02
ESTE FUE UN TRABAJO QUE REALICÉ PARA TEORÍA LITERARIA. ESPERO QUE LE SIRVA A ALGUIEN.

Los géneros literarios

Los géneros literarios son un tipo especial de género discursivo, un caso particular correspondiente a la actividad creativa llamada literatura.
La constitución o atribución de género que se le otorga a una obra, depende, en gran medida, del teórico de la literatura: es él quien se preocupa por las fronteras del género y selecciona los rasgos que corresponden a cada uno, como si existiera un “texto ideal” sobre el que se construyen todas las obras particulares.
Aunque los géneros no funcionen como sistemas que impongan cómo debe ser una obra, de algún modo organizan y regulan las relaciones literarias, y permiten trazar diferencias entre géneros mayores y menores, literarios o no literarios, cultos o populares. Si bien estos términos se modifican constantemente y dependen de las concepciones literarias imperantes en cada época, siempre proporcionan una “legalidad” o ciertas normas para ordenar o clasificar los textos.

Géneros lírico-poéticos.

Se definen líricos aquellos textos que representan el “yo” o la subjetividad del autor, es decir que satisfacen su necesidad de expresar lo que siente y contempla.
En Grecia, la lírica incluía una gran variedad de subgéneros. Los que tuvieron mayor desarrollo histórico son:

Ditirambo: Canto de petición a Dionisio, el dios de las fiestas y los excesos. Aristóteles sostenía que la tragedia griega se desarrolló a partir del ditirambo, himnos corales en honor del dios Dioniso que no solamente lo alababan sino que a menudo contaban una historia. Según la tradición, Thespis, el director de un coro del siglo VI a.C., creó el drama al separar en un ditirambo el papel del personaje principal del resto del coro: él hablaba y el coro respondía. Según Aristóteles, desde ese hecho sólo había que dar un pequeño paso hacia la evolución del drama como forma independiente con la incorporación de otros actores y personajes.

Himno: Obra que contiene sentimientos ideales religiosos, patrióticos, guerreros, políticos, etc. De un pueblo. Píndaro es muy conocido por sus Epinicios, es decir, himnos triunfales dedicados a los atletas de los juegos realizados en Olimpia (“Olímpicas”), en Delfos o **** (“Píticas”), en Nemea (“Nemeas”) y en el istmo de Corinto (“Ístmicas”). En el siguiente fragmento, elogia a un auriga y al dios Apolo.
(Ej: Fragmento de “Pítica I”. A Hierón Etneo, auriga)


Cítara de oro, presea común
á Febo y las musas de crenchas negrales:
á ti te oye la danza, comienzo
de la fiesta fulgente,
y tus acordes acata el cantor,
cuando los sones primeros,
esos ductores de coros,
con trémula cuerda despides.
Y apagas el rayo furioso, flamante, perenne:
sobre el cetro se aduerme de Jove,
el águila, lánguidas sueltas las rápidas alas,

Antistrofa 1ª.

de las aves la reina; y le tiendes
sobre la corva cabeza nube de faz tenebrosa,
para sus párpados velo anhelado;
ella, enarcando la espalda flexible,
duerme, vencida por tu son de tormenta.

Y Marte violento del fuego espantoso
de la lid se retira y su pecho repara soñando.
Aun de los dioses las mentes hechiza
tu dardo, educado por Febo
y de las musas floridas la ciencia.

Epodo 1º.

Mas aquello que no ama el Saturnio,
se aterra al oir el acento de las cantantes camenas:
por la tierra y el ponto bravío;
y el que en el hórrido tártaro yace,
odio á los dioses, Tifón, de cien testas;
–crióle otros tiempos, el antro cilicio perínclito, y hora
la excelsa marina de Cima le oprime;
oprímele el pecho velloso Sicilia;
la columna celeste le clava del Etna,
el nevoso, de eternas escarchas fontana.

Estrofa 2ª.

De él lánzanse, de sus obscuros abismos,
torrentes de inaccesible, purísimo fuego.
De día rebosan sus líquidos ríos en humo rojizo,
y en las nocturnas tinieblas la llama girante
peñas arroja á los hondos cristales del mar con fragor.
De las honduras envía aquel monstruo
los arroyos de fuego pavorosísimos;
maravilla estupenda á quien con sus ojos lo mira:
maravilla también al que lo oye narrar por testigos:

Antistrofa 2ª.

cómo le cubren y ligan la cima
negra, selvosa del Etna y el suelo,
y cómo su lecho dentado le punza
toda la espalda tendida.
Á ti, Jove, quiero, sí, quiero placerte
que reinas en esa montaña,
sienes de opimas campiñas;
de la cual á la próxima
ciudad diera el nombre su ilustre
fundador que de prez la colmara;
pues en la pítica arena nombróla
el heraldo, anunciando del claro triunfante Hierón

Epodo 2º.

el carro. Á los nautas es gozo infinito
si al hacerse á la mar,
próspero viento les viene;
que próspera vuelta parece augurarles.
Así tal palabra de tales venturas
permite esperar que los siglos futuros
esta ciudad atraviese gloriosa en coronas, corceles;
por sus festines entre himnos hermosos, preclara.
Rey de Licia y de Delos, Apolo,
que en el Parnaso y la fuente Castalia te gozas:
¡oh! da que esa tierra lo sea de fuertes varones;

Estrofa 3ª.

pues de los divos es todo el consejo
que las virtudes humanas engendra;
de allí son los sabios, los firmes de brazo,
los facundos de lengua.
Ese hombre á quien quiero ensalzar,
me prometo que, vibrando, con brazo potente,
su lanza, traspase la meta;
traspase muy lejos los tiros rivales.
¡Oh si, cual hora, la dicha y fortuna
le concediesen olvido de todo trabajo
y le sonrieran por siempre jamás!

Antistrofa 3ª.

Rememorárase entonces cuántos conflictos guerreros
con alma paciente afrontó,
en tiempo que honor por la mano
de los números ellos alcanzan,
y cuánta riqueza al heleno
nunca florece: corona inmortal de tesoros.
Mas hora guerrea, cual nuevo
Filoctetes; y viene por fuerza
algún altanero con blanda careta de amigo.
Vinieron campeones divinos, es fama, á llevar
de Lemnos al triste llagado, progenie

Epodo 3º.

de Poyante: al flechero que demolió la priamea ciudad,
puso fin á las dánaas cuitas,
marchando con planta enfermiza: –pedíalo el sino.
Tal á Hierón encamine los días venturos
un dios protector, sus deseos colmando.
Asísteme, musa, también, porque cante,
con la cuadriga triunfal, á Dinómenes:
no le es ajeno alborozo la palma del padre:
Ea, busquemos ahora para el monarca de Etna amigables acordes.

Estrofa 4ª.

Con libertad, con los dioses creada,
esa ciudad la ha fundado Hierón
en las hílicas leyes severas.
Quiera la casta de Pánfilo y Hércules
que del Taigeto las faldas habita,
guardar para siempre los dóricos usos de Egimio.
Porque felices á Amiclas cultivan,
tras de volar aguerridos del Pindo,
vecinos gloriosos sin par
de los de Tíndaro, célebres
por sus nevados bridones,
y por sus lanzas de gloria florida.

Antistrofa 4ª.

Consumador, oh Saturnio, concede por siempre
al ciudadano, á los reyes
que del Amenas habitan las márgenes;
concédeles tanta ventura
que en verdad la celebren los hombres.
Contigo, el ductor de la patria,
maestro del hijo, su pueblo gobierne,
y ensalce en profunda concordia.
Suplícote, oh Jove, demoren tranquilos
en su hogar el fenice y la grita guerrera tirrena,
mirando el estrago altanero
y el gemir de las naves aquel en la costa de
Cima:

Epodo 4º.

cuánto sufrieron domados del rey
siracusano, que al mar arrojóles,
desde los barcos veleros, las huestes floridas,
lanzando de la Hélada hierros pesados.
Á Salamina yo pido mi premio: loores de Atenas;
en España celebro del Citerón la batalla
donde cayeron los medos arqueros;
en las márgenes rientes del Hímeras
de Dinómenes canto á los hijos el himno
que su denuedo triunfal en la lidia sangrienta
merece.

Estrofa 5ª.

Acabe el loar y breve palabra las muchas reúna,
porque menos censuren los hombres:
la hartura es hastío; fatiga á la oreja vivaz.
El oir las venturas ajenas despierta la envidia,
del ciudadano y deprime en secreto su mente.
Empero más vale el livor
que la lástima: –aspira á lo hermoso:
gobierna con justo timón á los pueblos;
con férreas prisiones al yunque
de la verdad encadena la lengua.

Antistrofa 5ª.

Por poco que yerres, haciéndolo tú,
los hombres lo tienen por grave.
Eres custodio de mucho: fieles testigos hay muchos
á tu derecha y siniestra.
Tu índole bella siguiendo, florece.
Si amas oir de continuo rumores placibles,
no te canses de dar;
suelta la vela, cual el piloto, á los vientos.
No des oídos, oh amigo, á la egoísta lisonja:
póstuma gloria sublime eterniza,

Epodo 5º.

por la fama y el cántico,
tan sólo á los buenos que fueron.
No muere de Creso la amable clemencia.
Mas aquel que abrasaba los hombres
feroz, en el toro broncíneo:

Fálaris, es execrado por siempre;
no le celebra ni llama doméstica cítara
al dulce concurso y cantar de los niños.
Gozar es el lauro primero; el segundo, la fama;
quien ambos conquista y conserva,
se ciñe corona sin par.

Epigrama: Género resevado a las inscripciones de carácter funerario. Siempre conservó su consición y brevedad. En la poesía, el epigrama, que significa inscripción, forma un género aparte. Dos clases de epigramas recibieron pronto forma artística: las inscripciones grabadas sobre las losas sepulcrales y las dedicatorias con que acompañaban las ofrendas a los dioses. La forma clásica del epigrama es el dístico, verso también empleado para expresar conceptos filosóficos. Convertido luego en poemas cortas, en pareados, este género literario ha conservado la concisión y elocuencia de la inscripción.
El género llegó a ser tan popular que cualquier hombre culto debía saber componer un epigrama, convirtiéndose al fin en un juego intelectual, una distracción de la buena sociedad. Y con epigramas también se acompañan los sacrificios hechos alas dioses.
Los epigramas más interesantes para la historia cultural son las inscripciones funerarias, que nos dan a conocer el pensamiento de los helenos y su concepto de la vida. Las inscripciones más antiguas encontradas datan del siglo VI antes de Cristo, y cuentan cómo perecieron el difunto o la difunta, elogiando sus cualidades:

“Hija y hermana, y mujer y madre, de príncipes poderosos, no per mitió nunca que el orgullo penetrara en su alma.”

De todas las formas de muerte violenta, los naufragios eran los que mayor impresión causaban alas griegos.

“Oh, Kleistenes, tu cuerpo reposa en el polvo decualquier lugar extranjero; la muerte te sorprendió en la mar hospitalaria, donde na vegaba tu buque. No conociste la alegría del retorno, no regresaste a la bella Chías.”

Oda: Poema lírico de gran extensión, destinado a exaltar a una persona o cosa. Safo, Píndaro y Horacio cultivaron este género en la Antigüedad. Las Odas constituyen el género más significativo dentro de la producción literaria de Horacio. Como se aprecia en la "Oda a Julio Antonio", que comienza con un reconocimiento del aporte del poeta griego Píndaro, el homenaje es un pretexto para detenerse en imágenes y analogías con el mundo de la naturaleza. (Ej: “Oda a Julio Antonio”. De Horacio. )

Elegía: Su tema central es el dolor por la muerte de un ser querido o el sufrimiento por amor. Puede representar una desgracia tanto individual como colectiva. Las Coplas a la muerte de su padre, de Jorge Manrique responden al género de la elegía y a la combinación estrófica llamada copla de pie quebrado. Uno de los tópicos más frecuentes en esta obra es el llamado Ubi sunt? (¿Dónde están?), adecuado para manifestar el dolor por la pérdida o la ausencia de un ser querido. La nostalgia en el poema (“todo tiempo pasado fue mejor”) se equilibra al introducir un concepto que anuncia la visión humanista: la idea de la fama en la tierra, es decir, el legado de las obras que ha realizado un ser humano durante su vida.

Recuerde el alma dormida
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando;
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Égloga: Composición de carácter idílico, en que el poeta pone sus sentimientos amorosos en boca de pastores que viven retirados del mundo y en contacto con la naturaleza. Uno de los motivos constantes en la poesía pastoril y sentimental es la imagen del amor capaz de transformar el mundo y la naturaleza a los ojos del amante: la correspondencia reafirma el lugar ameno tan común en la poesía bucólica y todo se embellece; el desdén desencadena las tensiones de la naturaleza y todo se vuelve ruina y desolación: “todo se convertirá en abrojos”. (Ej: Fragmento de la “Égloga tercera”. De Garcilaso de la Vega.)


Tirreno.

Flérida, para mí dulce y sabrosa
más que la fruta del cercado ajeno,
más blanca que la leche y más hermosa
que el prado por abril de flores lleno:
si tú respondes, pura y amorosa,
al verdadero amor de tu Tirreno,
a mi majada arribarás primero
que el cielo nos amuestre su lucero.

Alcino.

Hermosa Filis, siempre yo te sea
amargo al gusto más que la retama,
y de ti despojado yo me vea,
cual queda el tronco de su verde rama,
si más que yo el murciélado desea
la escuridad ni más la luz desama,
por ver el fin de un término tamaño
deste día, para mí mayor que un año.

Tirreno.

Cual suele, acompañada de su bando,
aparecer la dulce primavera,
cuando Favonio y Céfiro soplando
al campo tornan su beldad primera,
y van artificiosos esmaltando
de rojo, azul y blanco la ribera:
en tal manera a mí, Flérida mía,
viniendo reverdece mi alegría.

Alcino.

¿Ves el furor del animoso viento,
embravecido en la fragosa sierra,
que los antiguos robles ciento a ciento
y los pinos altísimos atierra,
y, de tanto destrozo aun no contento,
al espantoso mar mueve la guerra?
Pequeña es esta furia comparada
a la de Filis, con Alcino airada.

Tirreno.

El blanco trigo multiplica y crece,
produce el campo en abundancia tierno
pasto al ganado; el verde monte ofrece
a las fieras salvajes su gobierno.
A doquiera que miro, me parece
que derrama la copia todo el cuerno;
mas todo se convertirá en abrojos,
si dello aparta Flérida sus ojos.

Romance: Composición sin estrofas, de versos cortos, preferentemente octosilábicos y rima asonante (sólo coinciden los sonidos vocálicos). El romance atraviesa un periodo de transmisión oral, acompañado de música, que implica adición de variantes, modificaciones y supresiones, hasta que se fija el texto y entra en la poesía culta. Con la difusión de la imprenta, los romances se incluyen a partir del siglo XV en los cancioneros y se convierten en texto para ser leído. (Ej: Fragmento de “Romances históricos”. De Ángel Saavedra, duque de Rivas.)


II.

En una anchurosa cuadra
Del alcázar de Toledo,
Cuyas paredes adornan
Ricos tapices flamencos,
Al lado de una gran mesa
Que cubre de terciopelo
Napolitano tapete
Con borlones de oro y flecos;
Ante un sillón de respaldo,
Que entre bordado arabesco
Los timbres de España ostenta
Y el águila del imperio,
De pie estaba Carlos quinto,
Que en España era primero,
Con gallardo y noble talle,
Con noble y tranquilo aspecto.
De brocado de oro y blanco
Viste tabardo tudesco,
De rubias motas orlando,
Y desabrochado y suelto,
Dejando ver un justillo
De raso jalde, cubierto
Con primorosos bordados
Y costosos sobrepuestos;
Y la excelsa y noble insignia
Del Toisón de Oro, pendiendo
De una preciosa cadena
En la mitad de su pecho.
Un birrete de velludo
Con un blanco airón, sujeto
Por un joyel de diamantes
Y un antiguo camafeo,
Descubre por ambos lados,
Tanta majestad cubriendo,
Rubio, cual barba y bigote,
Bien atusado el cabello.
Apoyada en la cadera
La potente diestra ha puesto,
Que aprieta dos guantes de ámbar
Y un primoroso mosquero.
Y con la siniestra halaga,
De un mastín muy corpulento,
Blanco y las orejas rubias,
El ancho y carnoso cuello.

Soneto: Constituye casi un género en sí mismo, pues propone una gran concentración temática y formal. Consta solamente de catorce versos endecasílabos (de once sílabas cada uno), organizados en dos estrofas de cuatro versos y dos de tres, con posibilidad de rimas variadas. (Ej: “Soneto” de Rafael de León).


Bebiéndome la dulce primavera
me sorprendió la tarde junto al río
y puede contemplar a mi albedrío
el idilio del agua y la palmera.

Me zambullí desnudo en la pecera
buscando un corazón igual que el mío,
y no encontré ni un faro ni un navío
que me hiciera señales de bandera.

La noche iba saltando por la orilla
y puso en mi cabeza despeinada
el filo verde-azul de su cuchilla.

Mas cuando ya se ahogaba mi fortuna,
quiso el viento mandarle a mi jugada
el blanco salvavidas de la luna.

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