l.s.d.25
03/05/2004, 13:54
Las personas viven, habitualmente viven sin demasiada conciencia de cómo viven, de por qué viven, sin tener claros los grandes propósitos de su vida. En síntesis, las personas no viven una vida emanada de la razón, aunque esto no quiere decir que sean irracionales. En principio las personas se guían por preferencias en su vivir, especialmente aquellas personas poco refinadas. No está mal, introducir el cálculo en la vida implica temor, pues se calcula para obtener el máximo de placer y evitar el dolor. En realidad, el cálculo entra para evitar el dolor, fundamentalmente. En realidad la conciencia es conciencia del dolor, una persona se va volviendo consciente a través del dolor. Una persona es precavida cuando debe evitar cometer equivocaciones que le provoquen dolor.
Así como la autoconciencia surge como consecuencia del dolor y de la evitación del dolor, la autoconciencia filosófica, también. Se dice habitualmente que las personas se preguntan de dónde vienen, a dónde van, cuál es el sentido de sus vidas. No es cierto, estas preguntas se realizan verdaderamente sólo cuando el dolor vuelve autoconscientes a las personas.
El dolor convierte a la vida en problema, y cuando se tiene un problema es necesario representarlo para resolverlo; el problema del SER nace como un error de representación.
Al ser seres hablantes y otorgar sentido a nuestra experiencia desde el habla, no nos percatamos de cómo el habla distorsiona nuestra experiencia. ¿Qué es pensar? Hasta no hace mucho hubiera dicho que pensar es hablar con uno mismo, pero no es así. Pensar es consultar nuestras sensaciones acerca de las cosas. Nuestra aproximación a las cosas se da por sensaciones, por sentimientos, por nuestro sentido de uno mismo.
El sentido de uno mismo consiste en la captación organísmica de nuestra vida. Para poder pensar es necesario primero sentirnos, porque pensar es en buena medida convertir nuestro sentir en palabras. Los analíticos no pueden darse cuenta de que existe una función total de nuestro organismo para captar las cosas. La intuición, o mal llamada intuición, no es otra cosa que esto: captar totalidades desde nuestro organismo.
Si le preguntan a alguien cómo se siente, ¿qué hace? Consultar su cuerpo, sentirlo, y expresar el sentir.
Cuando debemos resolver un problema del tipo definir qué es la ética, consultamos nuestro sentido de uno mismo, ese sentido total que nos da la sensación de la ética, y luego intentamos expresar que sentimos por ética, qué entendemos por ética.
El SER de las cosas no es otra cosa que aquello que sentimos son esas cosas.
Captar racionalmente es captar secuencialmente en la modalidad del lenguaje, que para representar algo debe emplear palabras una después de la otra para representar algo. ¿Cómo pueden representar una pintura en palabras? Una pintura es una representación analógica, es una representación total. Mientras no se percaten de los problemas del lenguaje para representar las cosas, no se darán cuenta de la imposibilidad de emplear el lenguaje en la representación de las esencias, especialmente de esencias que requieran de infinidad de notas en su representación.
Ese es el problema del lenguaje, puede representar sólo unas pocas notas de las cosas, si las personas quieren atenerse al lenguaje para comprender, terminan empobreciendo la realidad. Ni hablar cuando una palabra quiere representar infinidad de cosas.
¿Qué es el hombre? Una vieja definición dice que es un animal racional. Como todos sabemos qué es un hombre, entendemos qué quiere decir esta definición, que el hombre participa de la esencia del animal y que lo que lo distingue es el uso de la razón en mayor medida que el animal inferior, porque los animales parecen ser racionales. También se dice que el hombre es un ser social; etc. Las definiciones de este tipo pueden ser entendidas por quienes ya saben qué es el hombre y sólo se pretende destacar algún rasgo distintivo. Pero si alguien no supiera qué es el hombre, difícilmente podría saberlo con esta definición. Pero si queremos saber cómo es Juan, cómo lo definimos. Nuevamente debemos recurrir a una reducción, elegir un conjunto de notas características de Juan, y con esas pocas notas representarlo, de cualquier manera, esas notas estarán colocadas en forma secuencial. Ese es el motivo por el cual se emplea la biografía como representación, pues se traza la personalidad como un desarrollo secuencial. Sin embargo, el habla no puede representar en forma analógica nada, no puede dar una imagen total e inmediata, pero la pintura sí puede. Sin embargo, cuando alguien intenta decir cómo es Juan, parte de lo que siente acerca de él, eso que siente es una totalidad, sentimos a alguien como una totalidad, aquí y ahora. Desde esa totalidad sentida vamos describiendo la esencia de Juan, hacemos elecciones de las mejores notas para dar cuenta de la sensación de Juan.
El problema es que las personas no se dan cuenta de este proceso, y sólo ven la explicación verbal, y creen que así es cómo pensamos, que así es el ser de las cosas. También, están los otros, los que sólo atienden a los sentimientos y creen que ellos son el acceso a la realidad, que son infalibles. Así, justifican la existencia de dios, porque lo sienten, sin saber que es posible cultivar el sentimiento de cualquier cosa. Si alguien se encierra en un cuarto a meditar en dios, si se lleva la biblia y repite partes una y otra vez, al poco tiempo se tendrá la sensación de dios, se lo verá, etc. Sólo podemos percibir como totalidades, sentir las cosas, pero también podemos sentir cosas que no existen.
La prosa conceptual no puede representar el ser de las cosas (porque el ser es analógico, contiene infinidad de notas constitutivas), en cambio la poesía con el empleo de imágenes y juegos de sentido, sí es más apta para representar el ser de las esencias. Nadie reconoce en las descripciones filosóficas al amor, en cambio en la poesía sí pueden reconocerlo.
Querer representar el ser de las cosas a través del habla es imposible, porque el ser de las cosas está constituido por infinidad de notas. El habla sólo puede representar el ser de las esencias que contienen un número finito de notas, como el ser de un triángulo, un cuadrado, una mesa si se dice que es una tabla con patas para sostener cosas.
No se puede definir las esencias complejas con palabras, pero se pueden decir cosas, el problema que se toman esas cosas que se pueden decir como el ser.
Cuando los filósofos no son conscientes de los límites de la palabra para representar las cosas, se embarcan en imposibles. Definir qué es el hombre en palabras es una empresa tan imposible como querer representar una ecuación diferencial, musicalmente. No es posible traducir el sentido de un sistema representativo a otro.
Los grandes problemas que tienen las personas para entender qué es la intuición, parte del desconocimiento de que podemos sentir directamente el ser de las cosas, es más, que eso que sentimos es el ser de las cosas, pero como damos cuenta en palabras de ese ser, sólo piensan que existen esas palabras, no pueden dar el salto desde el mapa al territorio representado por ese mapa. Si buscan la intuición en las palabras, jamás podrían encontrarla.
Estas personas son las que dicen que cosas como el espíritu o el alma no existen, porque no es posible representarlas en palabras, no es posible definirlas; entonces, si no es posible definirlas, no existen. Pero, lo curioso es que si de algo tienen evidencia es de que existen y que son una esencia espiritual.
De lo único que tenemos evidencia es de que somos una esencia espiritual, de nuestra alma, aunque no podamos decir más nada acerca de ella. Los tontuelos que no poseen un alto poder de discriminación, un fuerte sentido de ellos mismos, se pierden en las palabras, porque no resuenan en ellos, sólo se guían por las relaciones lógicas, pero no ven ni sienten.
De la existencia del mundo sólo puede tener dudas un enfermo o un tarado, los problemas de Descartes, de Zenón, de los presocráticos, sólo son problemas verbales, nada más, constituyen una muestra de la imposibilidad del habla para representar el ser de las cosas. El máximo ejemplo lo constituye el problema del ser, porque las cosas tienen su ser, hasta as cosas que no existen, sin embargo, estos pensadores extrajeron el ser del ser. ¿Cómo representar el ser del ser? Es un imposible. Es como querer representar un triángulo de cuatro lados.
Sin embargo, estos imposibles tienen su valor, como en el caso del koan en el Zen: delatar la imposibilidad del habla para dar cuenta del ser de las cosas; y lograr desarrollar el sentido de uno mismo y del ser de las cosas. Así es como se agudiza, se refina nuestros sentidos para discriminar hasta la más mínima nota del ser de las cosas. Así es como un maestro Zen puede sintetizar en un haiku experiencias sumamente complejas, porque para poder sintetizar en un medio expresivo una complejidad infinita, es necesario haber refinado nuestro sentir en sumo grado.
De esta manera, mientras los seudofilósofos de Occidente se pierden en disquisiciones verbales y dialécticas, los Zenistas refinan el ser de ellos mismos, su sensibilidad para captar el ser directamente, ser conscientes de él.
Pero, ni los zenistas ni los filósofos, ni los místicos, son completamente conscientes de este problema. Bueno, esto fue visto por Weinttenteng (nunca recuerdo como se escribe su apellido). Hoy, los filósofos deben trabajar en estos problemas del habla y en la posibilidad de la filosofía como disciplina.
Creo que ha quedado bien claro cuál es la diferencia entre filosofía y ciencia. La ciencia es la encargada de establecer las relaciones causales entre los fenómenos, la filosofía es la encargada de determinar el ser de los fenómenos. Para esto es necesario conocer los problemas del habla, y no temer recurrir al medio expresivo que sea para aproximarse al ser de las cosas. También, hay que destacar, que un filósofo actúa como un artista en el sentido que su obra nace de su sensibilidad, es su punto de vista, es su visión del ser de las cosas.
Así como la autoconciencia surge como consecuencia del dolor y de la evitación del dolor, la autoconciencia filosófica, también. Se dice habitualmente que las personas se preguntan de dónde vienen, a dónde van, cuál es el sentido de sus vidas. No es cierto, estas preguntas se realizan verdaderamente sólo cuando el dolor vuelve autoconscientes a las personas.
El dolor convierte a la vida en problema, y cuando se tiene un problema es necesario representarlo para resolverlo; el problema del SER nace como un error de representación.
Al ser seres hablantes y otorgar sentido a nuestra experiencia desde el habla, no nos percatamos de cómo el habla distorsiona nuestra experiencia. ¿Qué es pensar? Hasta no hace mucho hubiera dicho que pensar es hablar con uno mismo, pero no es así. Pensar es consultar nuestras sensaciones acerca de las cosas. Nuestra aproximación a las cosas se da por sensaciones, por sentimientos, por nuestro sentido de uno mismo.
El sentido de uno mismo consiste en la captación organísmica de nuestra vida. Para poder pensar es necesario primero sentirnos, porque pensar es en buena medida convertir nuestro sentir en palabras. Los analíticos no pueden darse cuenta de que existe una función total de nuestro organismo para captar las cosas. La intuición, o mal llamada intuición, no es otra cosa que esto: captar totalidades desde nuestro organismo.
Si le preguntan a alguien cómo se siente, ¿qué hace? Consultar su cuerpo, sentirlo, y expresar el sentir.
Cuando debemos resolver un problema del tipo definir qué es la ética, consultamos nuestro sentido de uno mismo, ese sentido total que nos da la sensación de la ética, y luego intentamos expresar que sentimos por ética, qué entendemos por ética.
El SER de las cosas no es otra cosa que aquello que sentimos son esas cosas.
Captar racionalmente es captar secuencialmente en la modalidad del lenguaje, que para representar algo debe emplear palabras una después de la otra para representar algo. ¿Cómo pueden representar una pintura en palabras? Una pintura es una representación analógica, es una representación total. Mientras no se percaten de los problemas del lenguaje para representar las cosas, no se darán cuenta de la imposibilidad de emplear el lenguaje en la representación de las esencias, especialmente de esencias que requieran de infinidad de notas en su representación.
Ese es el problema del lenguaje, puede representar sólo unas pocas notas de las cosas, si las personas quieren atenerse al lenguaje para comprender, terminan empobreciendo la realidad. Ni hablar cuando una palabra quiere representar infinidad de cosas.
¿Qué es el hombre? Una vieja definición dice que es un animal racional. Como todos sabemos qué es un hombre, entendemos qué quiere decir esta definición, que el hombre participa de la esencia del animal y que lo que lo distingue es el uso de la razón en mayor medida que el animal inferior, porque los animales parecen ser racionales. También se dice que el hombre es un ser social; etc. Las definiciones de este tipo pueden ser entendidas por quienes ya saben qué es el hombre y sólo se pretende destacar algún rasgo distintivo. Pero si alguien no supiera qué es el hombre, difícilmente podría saberlo con esta definición. Pero si queremos saber cómo es Juan, cómo lo definimos. Nuevamente debemos recurrir a una reducción, elegir un conjunto de notas características de Juan, y con esas pocas notas representarlo, de cualquier manera, esas notas estarán colocadas en forma secuencial. Ese es el motivo por el cual se emplea la biografía como representación, pues se traza la personalidad como un desarrollo secuencial. Sin embargo, el habla no puede representar en forma analógica nada, no puede dar una imagen total e inmediata, pero la pintura sí puede. Sin embargo, cuando alguien intenta decir cómo es Juan, parte de lo que siente acerca de él, eso que siente es una totalidad, sentimos a alguien como una totalidad, aquí y ahora. Desde esa totalidad sentida vamos describiendo la esencia de Juan, hacemos elecciones de las mejores notas para dar cuenta de la sensación de Juan.
El problema es que las personas no se dan cuenta de este proceso, y sólo ven la explicación verbal, y creen que así es cómo pensamos, que así es el ser de las cosas. También, están los otros, los que sólo atienden a los sentimientos y creen que ellos son el acceso a la realidad, que son infalibles. Así, justifican la existencia de dios, porque lo sienten, sin saber que es posible cultivar el sentimiento de cualquier cosa. Si alguien se encierra en un cuarto a meditar en dios, si se lleva la biblia y repite partes una y otra vez, al poco tiempo se tendrá la sensación de dios, se lo verá, etc. Sólo podemos percibir como totalidades, sentir las cosas, pero también podemos sentir cosas que no existen.
La prosa conceptual no puede representar el ser de las cosas (porque el ser es analógico, contiene infinidad de notas constitutivas), en cambio la poesía con el empleo de imágenes y juegos de sentido, sí es más apta para representar el ser de las esencias. Nadie reconoce en las descripciones filosóficas al amor, en cambio en la poesía sí pueden reconocerlo.
Querer representar el ser de las cosas a través del habla es imposible, porque el ser de las cosas está constituido por infinidad de notas. El habla sólo puede representar el ser de las esencias que contienen un número finito de notas, como el ser de un triángulo, un cuadrado, una mesa si se dice que es una tabla con patas para sostener cosas.
No se puede definir las esencias complejas con palabras, pero se pueden decir cosas, el problema que se toman esas cosas que se pueden decir como el ser.
Cuando los filósofos no son conscientes de los límites de la palabra para representar las cosas, se embarcan en imposibles. Definir qué es el hombre en palabras es una empresa tan imposible como querer representar una ecuación diferencial, musicalmente. No es posible traducir el sentido de un sistema representativo a otro.
Los grandes problemas que tienen las personas para entender qué es la intuición, parte del desconocimiento de que podemos sentir directamente el ser de las cosas, es más, que eso que sentimos es el ser de las cosas, pero como damos cuenta en palabras de ese ser, sólo piensan que existen esas palabras, no pueden dar el salto desde el mapa al territorio representado por ese mapa. Si buscan la intuición en las palabras, jamás podrían encontrarla.
Estas personas son las que dicen que cosas como el espíritu o el alma no existen, porque no es posible representarlas en palabras, no es posible definirlas; entonces, si no es posible definirlas, no existen. Pero, lo curioso es que si de algo tienen evidencia es de que existen y que son una esencia espiritual.
De lo único que tenemos evidencia es de que somos una esencia espiritual, de nuestra alma, aunque no podamos decir más nada acerca de ella. Los tontuelos que no poseen un alto poder de discriminación, un fuerte sentido de ellos mismos, se pierden en las palabras, porque no resuenan en ellos, sólo se guían por las relaciones lógicas, pero no ven ni sienten.
De la existencia del mundo sólo puede tener dudas un enfermo o un tarado, los problemas de Descartes, de Zenón, de los presocráticos, sólo son problemas verbales, nada más, constituyen una muestra de la imposibilidad del habla para representar el ser de las cosas. El máximo ejemplo lo constituye el problema del ser, porque las cosas tienen su ser, hasta as cosas que no existen, sin embargo, estos pensadores extrajeron el ser del ser. ¿Cómo representar el ser del ser? Es un imposible. Es como querer representar un triángulo de cuatro lados.
Sin embargo, estos imposibles tienen su valor, como en el caso del koan en el Zen: delatar la imposibilidad del habla para dar cuenta del ser de las cosas; y lograr desarrollar el sentido de uno mismo y del ser de las cosas. Así es como se agudiza, se refina nuestros sentidos para discriminar hasta la más mínima nota del ser de las cosas. Así es como un maestro Zen puede sintetizar en un haiku experiencias sumamente complejas, porque para poder sintetizar en un medio expresivo una complejidad infinita, es necesario haber refinado nuestro sentir en sumo grado.
De esta manera, mientras los seudofilósofos de Occidente se pierden en disquisiciones verbales y dialécticas, los Zenistas refinan el ser de ellos mismos, su sensibilidad para captar el ser directamente, ser conscientes de él.
Pero, ni los zenistas ni los filósofos, ni los místicos, son completamente conscientes de este problema. Bueno, esto fue visto por Weinttenteng (nunca recuerdo como se escribe su apellido). Hoy, los filósofos deben trabajar en estos problemas del habla y en la posibilidad de la filosofía como disciplina.
Creo que ha quedado bien claro cuál es la diferencia entre filosofía y ciencia. La ciencia es la encargada de establecer las relaciones causales entre los fenómenos, la filosofía es la encargada de determinar el ser de los fenómenos. Para esto es necesario conocer los problemas del habla, y no temer recurrir al medio expresivo que sea para aproximarse al ser de las cosas. También, hay que destacar, que un filósofo actúa como un artista en el sentido que su obra nace de su sensibilidad, es su punto de vista, es su visión del ser de las cosas.