apostolvs
12/02/2004, 10:05
Hace aproximadamente dos años, sucedieron hechos muy sorprendentes. Una anciana que conozco desde hace mucho tiempo cayó en un estado de inquietud generalizada. Se sentía "agitada", "muy inquieta" y no sabía expresar muy bien lo que le ocurría, pero era evidente que algo extraño le sucedía. Por medio de un familiar, me enteré de que este cambio se produjo de forma muy repentina y sin razón aparente.
Entre otros hechos hay que mencionar los extraños sonidos que oía al traspasar el umbral de su casa, en las escaleras del edificio, sonidos de pisadas sobre algún suelo crujiente y seco.
Otro hecho sorprendente es que esta anciana mujer se dejase llevar por ciertos instintos sexuales pecaminosos que de ninguna manera encajaban en su forma natural. De hecho, esta mujer parecía haber perdido todo su recato natural y estaba obsesionada con el sexo.
Además era víctima de una sucesión ininterrumpida de desgracias personales, como enfermedades graves en la familia, un acoso malicioso por parte de sus familiares políticos que trataban de despojarla de sus bienes; y ejercía una especial atracción para los ladrones. Incluso una suma considerable de dinero le fue robada por una banda de estafadores.
Una tras otra, las desgracias continuaban y yo mismo tuve que intervenir personalmente para cortar esta inaudita racha de desdichas sin fin. Sin ninguna duda esta señora habría acabado en la más absoluta miseria de haber permitido que las cosas siguiesen aquel curso nefasto.
Esta sucesión ininterrumpida de desgracias resultan estadísticamente muy improbables. Es normal que sucedan percances aislados, y que a partir de éstos se generen algunos más; pero en el caso de esta mujer, se trataba de una sucesión ininterrumpida de desgracias, a cada cual mayor, y sin relación aparente entre ellas. Es como si una especie de imán invisible atrajese hacia ella toda clase de calamidades.
Por otro lado, el brusco cambio de personalidad experimentado por esta mujer no dejaba demasiadas opciones a la duda. Parecía obvio que se trataba de una infestación demoníaca. La infestación no alcanza los niveles de una posesión, pero es lo suficientemente intensa como para provocar un cambio radical de vida como el que sucedía con esta señora.
Tras algunas pesquisas, no fue difícil deducir la raíz del problema. Una joven mujer perteneciente a la familia política de esta señora parecía ser la causante de la infestación a través de algún tipo de ceremonia satánica. Y aunque esta joven fuese la causante primera, sospecho que existía una gran cantidad de personas implicadas, aunque el secretismo que rodea a este tipo de grupúsculos hace muy difícil precisarlo.
A muchos puede resultarles imposible creer todo esto, pero yo doy testimonio de que es real, y la Biblia confirma en numerosas ocasiones la realidad de este tipo de hechos:
Efesios 6:11-12
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que Podáis hacer frente a las intrigas del diablo; porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra los malos Espíritus de los aires.
Mateo 8:28-32
Una vez llegado a la otra orilla, a la Región de los gadarenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que habían salido de los sepulcros. Eran violentos en extremo, tanto que nadie Podía pasar por aquel camino.
Y he Aquí, ellos lanzaron gritos diciendo: --¿Qué tienes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido Acá para atormentarnos antes de tiempo?
Lejos de ellos estaba paciendo un gran hato de cerdos,
y los demonios le rogaron diciendo: --Si nos echas fuera, Envíanos a aquel hato de cerdos.
El les dijo: --¡Id! Ellos salieron y se fueron a los cerdos, y he Aquí todo el hato de cerdos se Lanzó al mar por un despeñadero, y murieron en el agua.
En estos textos, se comprueba la veracidad de este tipo de hechos.
Jesucristo expulsó numerosos demonios durante su estancia entre nosotros, y concedió a Sus apóstoles la facultad de expulsarlos. Y siguiendo esta tradición apostólica, la Iglesia Católica, nombra exorcistas a ciertos sacerdotes para expulsar a este tipo de espíritus malignos.
Una segunda cuestión que deja muy clara la Escritura es que rezar, ayunar y sacrificarse es el medio para acabar con todo este tipo de situaciones.
Mateo 17:18-21
Jesús le reprendió, y el demonio salió de él; y el niño fue sanado desde aquella hora.
Luego, los Discípulos se acercaron en privado a Jesús y le dijeron: --¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?
Jesús les dijo: --Por causa de vuestra poca fe. Porque de cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Pásate de aquí, allá"; y se pasará. Nada os será imposible.
Pero este género de demonio sale sólo con oración y ayuno.
Los malos espíritus no pueden soportar la oración. La oración es un arma tan poderosa que consigue espantar a cualquier demonio y hacer que incluso el alma más podrida, infecta y corrompida pueda volver a regenerarse hasta alcanzar la perfección.
Estos espíritus actúan movidos por el deseo de echar a perder todas las almas posibles. Estos demonios tienen como finalidad última la de corromper a las almas con todo tipo de vicios, perversiones y pecados para llevarlas al camino del mal. Y una vez que el alma opta por el mal, estos engendros les pondrán las zarpas encima y la arrastrarán sin compasión alguna hacia las llamas infernales.
En principio, el hombre parece nacer con un código moral insertado en su subconsciente. De alguna forma, esta moral parece ser congénita. Pero a través de los vicios se anestesia el sentido de la dignidad, el decoro, e incluso el de la repugnancia, con lo que se engendra más vicio, el cual conduce progresivamente a la degeneración total, al embotamiento de la conciencia, se acaba por no poder diferenciar el bien del mal. Cuando el vicio está ya muy insertado en el cerebro, se acaba justificando abiertamente el mal.
El caso típico de todo esto lo tenemos en los homosexuales. Esta gente, tras años y años de prácticas repulsivas, acaban perdiendo el sentido natural de la repugnancia y llegan incluso a despreciar a los que no comparten su pervertido punto de vista.
Es muy difícil que en una sociedad hedonista como la que vivimos se comprenda este punto, pero ya lo advirtió San Pablo:
1Timoteo 4:2
Con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia.
Resulta muy significativo que esta anciana mujer aludida al principio mostrase esa extraña efusión sexual. Pero no lo es tanto si consideramos que los demonios que nos rodean constantemente conocen muy bien la naturaleza humana, y saben que la mejor manera de echar a perder un alma es intensificar al máximo sus pasiones naturales, incentivar al límite los apetitos animales, exacerbar los instintos depravados para que acaben dominando la voluntad de la persona, haciendo que su espíritu muera.
Por último, sólo me resta decir una cosa más: la justicia divina al final siempre se impone. Por si alguien siente la tentación de la maldad, le diré que el mal siempre pasa factura. Contaré una anécdota que me sucedió a mi mismo. Hace algún tiempo, empecé a tener unos extraños tropezones con la pierna derecha. Sucedía de la forma más imprevista, en cualquier lugar y sin importar el tipo de suelo que pisase, de pronto, mi pie derecho parecía perder el equilibrio y si no conseguía enderezarlo a tiempo, acababa desplomado en el suelo. En principio no le di mayor importancia, y dejé que transcurriesen algunos meses de la misma guisa.
Un día, estando en oración ante el Sagrario, sentí como una especie inspiración para pedir a Dios que me librase de esas caídas. Y así lo hice. Nuevamente volví a asombrarme del inmenso poder de la oración, pues en breve tiempo, esas bruscas caídas cesaron, y ya no volvieron a reproducirse más.
Sólo algún tiempo después comprendí que esto también fue producto de una de infestación. Una mañana me encontré a un viejo conocido especialmente enemistado conmigo desde hacía tiempo. Venía en una silla de ruedas, empujada por su mujer. Unos días antes, andando por la calle, tuvo una extraña caída sobre el bordillo de la acera, con tan mala fortuna que no pudo volver a levantarse por su propio pie. A causa del golpe, permaneció varias semanas con la pierna derecha inmovilizada.
Mi sorpresa fue mayúscula, primero porque no sabía hasta que punto este hombre me odiaba; y, segundo, porque tuve conciencia de que el demonio ya anidaba en él.
Pero también comprobé que, finalmente, el mal retorna al malvado y la justicia se impone.
pax
http://geocities.com/apostolvs
Entre otros hechos hay que mencionar los extraños sonidos que oía al traspasar el umbral de su casa, en las escaleras del edificio, sonidos de pisadas sobre algún suelo crujiente y seco.
Otro hecho sorprendente es que esta anciana mujer se dejase llevar por ciertos instintos sexuales pecaminosos que de ninguna manera encajaban en su forma natural. De hecho, esta mujer parecía haber perdido todo su recato natural y estaba obsesionada con el sexo.
Además era víctima de una sucesión ininterrumpida de desgracias personales, como enfermedades graves en la familia, un acoso malicioso por parte de sus familiares políticos que trataban de despojarla de sus bienes; y ejercía una especial atracción para los ladrones. Incluso una suma considerable de dinero le fue robada por una banda de estafadores.
Una tras otra, las desgracias continuaban y yo mismo tuve que intervenir personalmente para cortar esta inaudita racha de desdichas sin fin. Sin ninguna duda esta señora habría acabado en la más absoluta miseria de haber permitido que las cosas siguiesen aquel curso nefasto.
Esta sucesión ininterrumpida de desgracias resultan estadísticamente muy improbables. Es normal que sucedan percances aislados, y que a partir de éstos se generen algunos más; pero en el caso de esta mujer, se trataba de una sucesión ininterrumpida de desgracias, a cada cual mayor, y sin relación aparente entre ellas. Es como si una especie de imán invisible atrajese hacia ella toda clase de calamidades.
Por otro lado, el brusco cambio de personalidad experimentado por esta mujer no dejaba demasiadas opciones a la duda. Parecía obvio que se trataba de una infestación demoníaca. La infestación no alcanza los niveles de una posesión, pero es lo suficientemente intensa como para provocar un cambio radical de vida como el que sucedía con esta señora.
Tras algunas pesquisas, no fue difícil deducir la raíz del problema. Una joven mujer perteneciente a la familia política de esta señora parecía ser la causante de la infestación a través de algún tipo de ceremonia satánica. Y aunque esta joven fuese la causante primera, sospecho que existía una gran cantidad de personas implicadas, aunque el secretismo que rodea a este tipo de grupúsculos hace muy difícil precisarlo.
A muchos puede resultarles imposible creer todo esto, pero yo doy testimonio de que es real, y la Biblia confirma en numerosas ocasiones la realidad de este tipo de hechos:
Efesios 6:11-12
Vestíos de toda la armadura de Dios, para que Podáis hacer frente a las intrigas del diablo; porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, contra autoridades, contra los gobernantes de estas tinieblas, contra los malos Espíritus de los aires.
Mateo 8:28-32
Una vez llegado a la otra orilla, a la Región de los gadarenos, le vinieron al encuentro dos endemoniados que habían salido de los sepulcros. Eran violentos en extremo, tanto que nadie Podía pasar por aquel camino.
Y he Aquí, ellos lanzaron gritos diciendo: --¿Qué tienes con nosotros, Hijo de Dios? ¿Has venido Acá para atormentarnos antes de tiempo?
Lejos de ellos estaba paciendo un gran hato de cerdos,
y los demonios le rogaron diciendo: --Si nos echas fuera, Envíanos a aquel hato de cerdos.
El les dijo: --¡Id! Ellos salieron y se fueron a los cerdos, y he Aquí todo el hato de cerdos se Lanzó al mar por un despeñadero, y murieron en el agua.
En estos textos, se comprueba la veracidad de este tipo de hechos.
Jesucristo expulsó numerosos demonios durante su estancia entre nosotros, y concedió a Sus apóstoles la facultad de expulsarlos. Y siguiendo esta tradición apostólica, la Iglesia Católica, nombra exorcistas a ciertos sacerdotes para expulsar a este tipo de espíritus malignos.
Una segunda cuestión que deja muy clara la Escritura es que rezar, ayunar y sacrificarse es el medio para acabar con todo este tipo de situaciones.
Mateo 17:18-21
Jesús le reprendió, y el demonio salió de él; y el niño fue sanado desde aquella hora.
Luego, los Discípulos se acercaron en privado a Jesús y le dijeron: --¿Por qué no pudimos nosotros echarlo fuera?
Jesús les dijo: --Por causa de vuestra poca fe. Porque de cierto os digo que si tenéis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: "Pásate de aquí, allá"; y se pasará. Nada os será imposible.
Pero este género de demonio sale sólo con oración y ayuno.
Los malos espíritus no pueden soportar la oración. La oración es un arma tan poderosa que consigue espantar a cualquier demonio y hacer que incluso el alma más podrida, infecta y corrompida pueda volver a regenerarse hasta alcanzar la perfección.
Estos espíritus actúan movidos por el deseo de echar a perder todas las almas posibles. Estos demonios tienen como finalidad última la de corromper a las almas con todo tipo de vicios, perversiones y pecados para llevarlas al camino del mal. Y una vez que el alma opta por el mal, estos engendros les pondrán las zarpas encima y la arrastrarán sin compasión alguna hacia las llamas infernales.
En principio, el hombre parece nacer con un código moral insertado en su subconsciente. De alguna forma, esta moral parece ser congénita. Pero a través de los vicios se anestesia el sentido de la dignidad, el decoro, e incluso el de la repugnancia, con lo que se engendra más vicio, el cual conduce progresivamente a la degeneración total, al embotamiento de la conciencia, se acaba por no poder diferenciar el bien del mal. Cuando el vicio está ya muy insertado en el cerebro, se acaba justificando abiertamente el mal.
El caso típico de todo esto lo tenemos en los homosexuales. Esta gente, tras años y años de prácticas repulsivas, acaban perdiendo el sentido natural de la repugnancia y llegan incluso a despreciar a los que no comparten su pervertido punto de vista.
Es muy difícil que en una sociedad hedonista como la que vivimos se comprenda este punto, pero ya lo advirtió San Pablo:
1Timoteo 4:2
Con hipocresía hablarán mentira, teniendo cauterizada la conciencia.
Resulta muy significativo que esta anciana mujer aludida al principio mostrase esa extraña efusión sexual. Pero no lo es tanto si consideramos que los demonios que nos rodean constantemente conocen muy bien la naturaleza humana, y saben que la mejor manera de echar a perder un alma es intensificar al máximo sus pasiones naturales, incentivar al límite los apetitos animales, exacerbar los instintos depravados para que acaben dominando la voluntad de la persona, haciendo que su espíritu muera.
Por último, sólo me resta decir una cosa más: la justicia divina al final siempre se impone. Por si alguien siente la tentación de la maldad, le diré que el mal siempre pasa factura. Contaré una anécdota que me sucedió a mi mismo. Hace algún tiempo, empecé a tener unos extraños tropezones con la pierna derecha. Sucedía de la forma más imprevista, en cualquier lugar y sin importar el tipo de suelo que pisase, de pronto, mi pie derecho parecía perder el equilibrio y si no conseguía enderezarlo a tiempo, acababa desplomado en el suelo. En principio no le di mayor importancia, y dejé que transcurriesen algunos meses de la misma guisa.
Un día, estando en oración ante el Sagrario, sentí como una especie inspiración para pedir a Dios que me librase de esas caídas. Y así lo hice. Nuevamente volví a asombrarme del inmenso poder de la oración, pues en breve tiempo, esas bruscas caídas cesaron, y ya no volvieron a reproducirse más.
Sólo algún tiempo después comprendí que esto también fue producto de una de infestación. Una mañana me encontré a un viejo conocido especialmente enemistado conmigo desde hacía tiempo. Venía en una silla de ruedas, empujada por su mujer. Unos días antes, andando por la calle, tuvo una extraña caída sobre el bordillo de la acera, con tan mala fortuna que no pudo volver a levantarse por su propio pie. A causa del golpe, permaneció varias semanas con la pierna derecha inmovilizada.
Mi sorpresa fue mayúscula, primero porque no sabía hasta que punto este hombre me odiaba; y, segundo, porque tuve conciencia de que el demonio ya anidaba en él.
Pero también comprobé que, finalmente, el mal retorna al malvado y la justicia se impone.
pax
http://geocities.com/apostolvs