Oscar Javier
10/10/2003, 13:50
Señores, vean esto un momento:
"ENGAÑADORES
¿Qué sucede cuando en una pareja una de las partes se entera que la otra ha tenido una relación paralela? ¿Es posible seguir adelante o el corte es irreversible? Historias de engaños y las opiniones de especialistas.*
De repente, los llamados que se cortan, las llegadas tardes e injustificadas del trabajo o las reuniones exóticas con amigas, convergen en una categoría espinosa e indeseable: el engaño. ¿Qué se hace frente al conocimiento del hecho consumado? ¿Qué pasa con la confianza en uno y el otro, el amor, el futuro?
Abarcar la variedad de experiencias dentro de esta práctica milenaria resulta imposible. Ya la literatura, la pintura, el cine, la TV se han encargado de acariciar -y toquetear- el tema. Pero como una isla imposible de tapar de forma completa, en esta nota, apenas algunas reflexiones y testimonios contemporáneos haciendo el intento de cubrir con palabras imperfectas, sensaciones indecibles.
"Lo recuerdo y me estreso", afirma Leonor Ramírez, 35 años. "Sabía que era súper mujeriego. De hecho, yo empecé siendo su amante. Pero después de que cortara con su mujer anterior, nos fuimos a vivir juntos y todo marchaba más o menos bien. Hasta que empezó a venir cada vez más tarde y un día, encuentro unas fotos que él mismo se había sacado con una empleada. Casi me muero". Rememora: "Cuernearme de esa manera es imperdonable. Lo mandé a la porra, agarré mis cosas y me las tomé". Y tras el suspiro, agrega: "Nunca más me volví a enamorar y me da mucho miedo volver a entregarme".
Por su parte, Matías Ledo, 25 años, cuenta: "Me enteré por terceros y me costó mucho asumirlo. Se hacía la pobrecita y decía que no, que era mentira. Yo estaba completamente comprometido con la relación y creía en sus palabras. Ella estuvo con un amigo suyo un par de veces, en un telo. Una noche de borrachera lo admitió y me pidió perdón. Lo charlamos y yo decidí cortar. Pero cuando el tiempo pasó y ella demostró seguir queriéndome, volvimos y la relación -creáse o no- se hizo más fuerte".
El licenciado en psicología Gabriel Espiño dispara: "Lo primero que me interrogaría es ¿Engañado por quién: por el otro o por uno mismo? Parece una pregunta trivial, pero muchas veces, el que es engañado no quiere ver o escuchar ciertas señales de malestar que manifiesta el otro y se autoengaña". Y añade: "En todo engaño hay una especie de ‘saber no sabido’, indicios casi imposibles de no registrar. Lo que ocurre es que una defensa inconsciente no permite armar cuestionamientos sobre signos extraños. Y se dejan pasar como si nada, claro que el costo existe, y es alto".
En esa línea de pensamiento, la psicóloga Olga Levin afirma: "El engañado no suele saber qué hacer con ese conflicto. Y si bien el eje de la fidelidad se ha corrido en la actualidad, una cosa es hablar del tema en un bar y otra muy distinta, vivirlo de manera emocional, en la carne. Ahí sale a la luz, la faceta oscura de uno, del otro, de la relación construida entre ambos. Hay que ver qué sucede y cómo se articula este dilema entre los dos".
Estrujar el pecho, llorar por los rincones, maldecir hasta el cansancio, bajar las persianas. ¿Cómo convivir con el estigma? O poner cara de acá no pasó nada, estirar los pliegues de la cama y salir a cenar con amigos, con risa de pareja feliz. Las formas de reaccionar ante el engaño son amplias. Sin embargo, la psicología las agrupa en un par de ideas: "siempre es preciso ver el caso por caso. Pero un registro neurótico es el de negar el engaño. Explicarlo por cualquier otra vía, hasta que la realidad se hace evidente", indica Espiño. "Si se es adulto -no en edad, sino en actitud- puede hablarse del tema y analizar qué entidad tiene el engaño. No es lo mismo lo que se llama una cañita al aire que una relación de amantes durante años. De repente, un engaño puede forzar una actualización del vínculo. Más que ponerlo en jaque, renovarlo", afirma.
Y luego, señala: "Otra forma de responder es mediante la conducta fóbica. Una persona se entera de la traición y abandona el vínculo de inmediato, sin conversación ni nada; corta abruptamente. ¿Qué niega con esto? La posibilidad de articular simbólicamente lo acontecido. Como se juegan emociones muy profundas, opta por no enfrentarlas".
En el engañado se encarna el papel del que es "gastado", gozado popularmente. En reiteradas ocasiones, se debe a que prevalece una postura de resignación. Hasta que estalla el problema en la cara. El psicólogo opina: "cuando uno engaña a otro, seguramente, se debe a una relación empobrecida. Hay una resignación para no rediseñar el juego de la pareja. La supuesta buena fe en el otro, se traduce en negación de malestar. Las frases típicas ‘le pasa algo, pero no es conmigo’. Quizás, la pregunta debería ser la contraria: ¿Qué sí le pasa conmigo? ¿Qué sí me pasa a mí con el otro?". Y como de costumbre, de esas respuestas se cerrará una puerta. O viceversa.
Fuente:
http://www.ciudad.com.ar/
El Hijo de la Luna
Lírico
"ENGAÑADORES
¿Qué sucede cuando en una pareja una de las partes se entera que la otra ha tenido una relación paralela? ¿Es posible seguir adelante o el corte es irreversible? Historias de engaños y las opiniones de especialistas.*
De repente, los llamados que se cortan, las llegadas tardes e injustificadas del trabajo o las reuniones exóticas con amigas, convergen en una categoría espinosa e indeseable: el engaño. ¿Qué se hace frente al conocimiento del hecho consumado? ¿Qué pasa con la confianza en uno y el otro, el amor, el futuro?
Abarcar la variedad de experiencias dentro de esta práctica milenaria resulta imposible. Ya la literatura, la pintura, el cine, la TV se han encargado de acariciar -y toquetear- el tema. Pero como una isla imposible de tapar de forma completa, en esta nota, apenas algunas reflexiones y testimonios contemporáneos haciendo el intento de cubrir con palabras imperfectas, sensaciones indecibles.
"Lo recuerdo y me estreso", afirma Leonor Ramírez, 35 años. "Sabía que era súper mujeriego. De hecho, yo empecé siendo su amante. Pero después de que cortara con su mujer anterior, nos fuimos a vivir juntos y todo marchaba más o menos bien. Hasta que empezó a venir cada vez más tarde y un día, encuentro unas fotos que él mismo se había sacado con una empleada. Casi me muero". Rememora: "Cuernearme de esa manera es imperdonable. Lo mandé a la porra, agarré mis cosas y me las tomé". Y tras el suspiro, agrega: "Nunca más me volví a enamorar y me da mucho miedo volver a entregarme".
Por su parte, Matías Ledo, 25 años, cuenta: "Me enteré por terceros y me costó mucho asumirlo. Se hacía la pobrecita y decía que no, que era mentira. Yo estaba completamente comprometido con la relación y creía en sus palabras. Ella estuvo con un amigo suyo un par de veces, en un telo. Una noche de borrachera lo admitió y me pidió perdón. Lo charlamos y yo decidí cortar. Pero cuando el tiempo pasó y ella demostró seguir queriéndome, volvimos y la relación -creáse o no- se hizo más fuerte".
El licenciado en psicología Gabriel Espiño dispara: "Lo primero que me interrogaría es ¿Engañado por quién: por el otro o por uno mismo? Parece una pregunta trivial, pero muchas veces, el que es engañado no quiere ver o escuchar ciertas señales de malestar que manifiesta el otro y se autoengaña". Y añade: "En todo engaño hay una especie de ‘saber no sabido’, indicios casi imposibles de no registrar. Lo que ocurre es que una defensa inconsciente no permite armar cuestionamientos sobre signos extraños. Y se dejan pasar como si nada, claro que el costo existe, y es alto".
En esa línea de pensamiento, la psicóloga Olga Levin afirma: "El engañado no suele saber qué hacer con ese conflicto. Y si bien el eje de la fidelidad se ha corrido en la actualidad, una cosa es hablar del tema en un bar y otra muy distinta, vivirlo de manera emocional, en la carne. Ahí sale a la luz, la faceta oscura de uno, del otro, de la relación construida entre ambos. Hay que ver qué sucede y cómo se articula este dilema entre los dos".
Estrujar el pecho, llorar por los rincones, maldecir hasta el cansancio, bajar las persianas. ¿Cómo convivir con el estigma? O poner cara de acá no pasó nada, estirar los pliegues de la cama y salir a cenar con amigos, con risa de pareja feliz. Las formas de reaccionar ante el engaño son amplias. Sin embargo, la psicología las agrupa en un par de ideas: "siempre es preciso ver el caso por caso. Pero un registro neurótico es el de negar el engaño. Explicarlo por cualquier otra vía, hasta que la realidad se hace evidente", indica Espiño. "Si se es adulto -no en edad, sino en actitud- puede hablarse del tema y analizar qué entidad tiene el engaño. No es lo mismo lo que se llama una cañita al aire que una relación de amantes durante años. De repente, un engaño puede forzar una actualización del vínculo. Más que ponerlo en jaque, renovarlo", afirma.
Y luego, señala: "Otra forma de responder es mediante la conducta fóbica. Una persona se entera de la traición y abandona el vínculo de inmediato, sin conversación ni nada; corta abruptamente. ¿Qué niega con esto? La posibilidad de articular simbólicamente lo acontecido. Como se juegan emociones muy profundas, opta por no enfrentarlas".
En el engañado se encarna el papel del que es "gastado", gozado popularmente. En reiteradas ocasiones, se debe a que prevalece una postura de resignación. Hasta que estalla el problema en la cara. El psicólogo opina: "cuando uno engaña a otro, seguramente, se debe a una relación empobrecida. Hay una resignación para no rediseñar el juego de la pareja. La supuesta buena fe en el otro, se traduce en negación de malestar. Las frases típicas ‘le pasa algo, pero no es conmigo’. Quizás, la pregunta debería ser la contraria: ¿Qué sí le pasa conmigo? ¿Qué sí me pasa a mí con el otro?". Y como de costumbre, de esas respuestas se cerrará una puerta. O viceversa.
Fuente:
http://www.ciudad.com.ar/
El Hijo de la Luna
Lírico