Séneca
24/08/2003, 18:39
Parecen eternos los conflictos interétnicos en el territorio que los judíos han definido como suyo desde la remota antigüedad. Primero, en lucha contra fenicios y filisteos. Luego, contra asirios, babilonios, griegos y romanos, quedando extintos de nación bajo estos últimos. Sólo los persas toleraron la persistencia de una nación israelita, aunque bajo su yugo. Fueron los romanos quienes dispersaron al pueblo israelita en la época de Adriano. Desde entonces los tormentos y pesadillas que acompañan normalmente a un exiliado individual persiguieron a veces como sombra, otras como seres al pueblo judío. Durante siglos fueron los plebeyos de todos los pueblos. Pero esa carga avasallante no dobló sus espaldas, sino que les impulsó a dedicarse con más afán al comercio que ningún otro pueblo. Fue el ascenso de los sentimientos nacionalistas del siglo 19 el que mediante el desdén y el aislamiento que otros pueblos le ofrecieron el que determinó el nacimiento del sionismo, es decir, del nacionalismo judío. Sin embargo, como todos los nacionalismos del siglo 19, el sionismo creía que una vez los judíos tuvieran su propia nación podrían vivir en paz con las demás naciones, olvidando o no queriendo reconocer la existencia de poblaciones no judías en la famosa Palestina de la Biblia. Estas poblaciones eran los árabes, pueblo que elevó sus vuelos en el siglo 7mo arabizando gran parte del Cercano Oriente y de paso, el norte de Africa. Cuando llegaron a Israel, se encontraron con pueblos cristianos, pero no a los judíos. Sus huellas apenas eran perceptibles en Palestina. Así los árabes se volvieron los habitantes mayoritarios de Palestina. En el siglo 20 comenzó a despegar la migración de judíos a Israel por influencia del sionismo y la discriminación que sufrían en Europa Oriental. Las luchas entre judíos y árabes palestinos se iniciaron al ninguna de las partes acordar una coexistencia pacífica entre ellos. Hasta el día de hoy los palestinos atentan contra la vida de judíos inocentes y el gobierno de estos últimos responde agrediendo la sana convivencia del pueblo palestino. Sería más agradable ver un futuro libre de baños de sangre para Palestina, pero sus pueblos, con su sacralizada intransigencia, lo impiden.