apostolvs
07/07/2003, 09:05
EL QUE NO CREE, YA ESTÁ CONDENADO (Jn 3:18), dice Jesús en la Escritura.
Ésta es una afirmación extremadamente contundente que no deja lugar a dudas. La falta de fe en el mensaje cristiano supone la condenación eterna en los infiernos. Hoy tuve la oportunidad de exponer esta perspectiva a un ateo recalcitrante, y, para mi sorpresa, la reacción fue de extremo disgusto. Ahondando más en el tema, comprendí que el motivo del desagrado extremo de mi contertulio se debía a que él se consideraba por encima de todas aquellas "tonterías" religiosas, y le desagradaba comprobar que esos a los que él consideraba un producto de la ignorancia, lo certificaban a él, un ateo racionalista, como un pobre pecador condenado al infierno eterno. Este hombre, al parecer, consideraba que por el hecho de ser ateo, no le afectaba para nada todo el tema religioso, y que podía limitarse a despreciar la religión y a los religiosos sin que ello le supusiese mayores consecuencias. Por eso, al comprobar que esa misma religión que tanto despreciaba, lo condenaba al infierno, montó en cólera. Después de algunas palabras le hice notar que su negativa a aceptar la religión como su credo personal ya suponía en si mismo un acto de fe. Una fe negativa, pero fe a fin de cuentas. Fe en la no existencia de Dios. Él volvió a la carga argumentando que el hecho de no tener fe no significaba que fuese merecedor del infierno -a pesar de las palabras de Jesús-, que la carencia de fe no significaba que fuese un malvado. Mi respuesta fue que, como la Escritura asegura, hasta el justo peca siete veces al día. No existe nadie que sea lo mínimamente perfecto como para entrar en relación con Dios sin una purificación previa. "Pues todos pecaron y carecen de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Sólo reconociéndose pecador previamente, y pidiendo perdón a Dios a continuación, es posible conseguir que el alma quede lo suficientemente limpia de impurezas. No importa la magnitud de los pecados cometidos, Jesucristo puede eliminarlos con el poder de Su Sangre divina ofrecida al Padre para borrar los crímenes del pecador que sinceramente se arrepiente de ellos. Pero, es que no es suficiente con ser bueno para salvarse, además es necesario ACEPTAR A DIOS. Dios respeta nuestra libertad -le expliqué- y si la decisión del hombre es rechazar a Dios, el Creador aceptará esta decisión.
Entonces la agitación de mi contertulio alcanzó el paroxismo, hasta el punto de temer que la discusión degenerase en un altercado. Y es que este hombre se negaba a aceptar que Alguien pudiese condenarlo cuando él no creía en religión alguna. De alguna forma, este hombre actuaba como Pilatos, creyendo que un lavado de manos podría disculpar su crimen.
Esto mismo es aplicable a todos los ateos. Cuando un ateo es interpelado sobre la religión, valora el tema y emite una decisión final. El tema de la salvación o de la condenación es tan esencial que nadie puede mirar hacia otro lado. En un tema tan crucial no es posible ser neutral y quedar al margen, como pretendía mi furibundo contertulio.
Hasta el último suspiro es posible renegar del ateísmo y aceptar a Dios. Dios es misericordioso y perdona a todo aquel que desea Su perdón. De lo contrario, que nadie se engañe. El ateísmo no sirve de disculpa, porque el no creer ya supone en si mismo una toma de postura. El que no cree rechaza a Dios. Y Dios no obliga a nadie a convivir con Él a la fuerza.
pax
http://geocities.com/apostolvs
Ésta es una afirmación extremadamente contundente que no deja lugar a dudas. La falta de fe en el mensaje cristiano supone la condenación eterna en los infiernos. Hoy tuve la oportunidad de exponer esta perspectiva a un ateo recalcitrante, y, para mi sorpresa, la reacción fue de extremo disgusto. Ahondando más en el tema, comprendí que el motivo del desagrado extremo de mi contertulio se debía a que él se consideraba por encima de todas aquellas "tonterías" religiosas, y le desagradaba comprobar que esos a los que él consideraba un producto de la ignorancia, lo certificaban a él, un ateo racionalista, como un pobre pecador condenado al infierno eterno. Este hombre, al parecer, consideraba que por el hecho de ser ateo, no le afectaba para nada todo el tema religioso, y que podía limitarse a despreciar la religión y a los religiosos sin que ello le supusiese mayores consecuencias. Por eso, al comprobar que esa misma religión que tanto despreciaba, lo condenaba al infierno, montó en cólera. Después de algunas palabras le hice notar que su negativa a aceptar la religión como su credo personal ya suponía en si mismo un acto de fe. Una fe negativa, pero fe a fin de cuentas. Fe en la no existencia de Dios. Él volvió a la carga argumentando que el hecho de no tener fe no significaba que fuese merecedor del infierno -a pesar de las palabras de Jesús-, que la carencia de fe no significaba que fuese un malvado. Mi respuesta fue que, como la Escritura asegura, hasta el justo peca siete veces al día. No existe nadie que sea lo mínimamente perfecto como para entrar en relación con Dios sin una purificación previa. "Pues todos pecaron y carecen de la gloria de Dios" (Romanos 3:23). Sólo reconociéndose pecador previamente, y pidiendo perdón a Dios a continuación, es posible conseguir que el alma quede lo suficientemente limpia de impurezas. No importa la magnitud de los pecados cometidos, Jesucristo puede eliminarlos con el poder de Su Sangre divina ofrecida al Padre para borrar los crímenes del pecador que sinceramente se arrepiente de ellos. Pero, es que no es suficiente con ser bueno para salvarse, además es necesario ACEPTAR A DIOS. Dios respeta nuestra libertad -le expliqué- y si la decisión del hombre es rechazar a Dios, el Creador aceptará esta decisión.
Entonces la agitación de mi contertulio alcanzó el paroxismo, hasta el punto de temer que la discusión degenerase en un altercado. Y es que este hombre se negaba a aceptar que Alguien pudiese condenarlo cuando él no creía en religión alguna. De alguna forma, este hombre actuaba como Pilatos, creyendo que un lavado de manos podría disculpar su crimen.
Esto mismo es aplicable a todos los ateos. Cuando un ateo es interpelado sobre la religión, valora el tema y emite una decisión final. El tema de la salvación o de la condenación es tan esencial que nadie puede mirar hacia otro lado. En un tema tan crucial no es posible ser neutral y quedar al margen, como pretendía mi furibundo contertulio.
Hasta el último suspiro es posible renegar del ateísmo y aceptar a Dios. Dios es misericordioso y perdona a todo aquel que desea Su perdón. De lo contrario, que nadie se engañe. El ateísmo no sirve de disculpa, porque el no creer ya supone en si mismo una toma de postura. El que no cree rechaza a Dios. Y Dios no obliga a nadie a convivir con Él a la fuerza.
pax
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