RodolfoCarmona
10/04/2003, 19:49
Los ojos, los ojos azules del aire
tropezando en los cristales,
alcanzando la cima,
cayendo de bruces en la sima.
Los ojos, los ojos blancos del dolor,
durmiendo en la sala de espera,
aguardando el mordisco,
la lengua podrida,
la campanada de la ausencia.
Los ojos, los ojos verdes de la muerte,
cruzando los pasillos de un hospital,
la cama,
el alma,
un pulmón,
la oscuridad de una radiografía.
Los ojos, los ojos negros de la vida
enfilando los huertos amarillos,
la gangrena fértil de abril,
los nidos,
el cortejo,
la bienvenida.
Los ojos, los ojos del mar
detrás de una llamada de teléfono,
de una voz,
de un amigo,
de la victoria de la primavera
sobre el estiércol de pus.
Los ojos, los ojos,
los ojos incoloros,
trasparentes,
llenos de furia
de la vida luchando por su vida.
Los ojos, los ojos de Dios
nombrando los finales,
la caída del tiempo,
la hora de la lucha.
Los ojos, los ojos del hombre
gritando su blasfemia,
soñando,
finito y mortal,
la luz de su espíritu.
Llegan los ecos,
los restos de la sangre,
los gritos,
los muñones imprecisos,
la caricia,
la bandera blanca de la enfermedad
retirando sus dedos del cuerpo vivo.
tropezando en los cristales,
alcanzando la cima,
cayendo de bruces en la sima.
Los ojos, los ojos blancos del dolor,
durmiendo en la sala de espera,
aguardando el mordisco,
la lengua podrida,
la campanada de la ausencia.
Los ojos, los ojos verdes de la muerte,
cruzando los pasillos de un hospital,
la cama,
el alma,
un pulmón,
la oscuridad de una radiografía.
Los ojos, los ojos negros de la vida
enfilando los huertos amarillos,
la gangrena fértil de abril,
los nidos,
el cortejo,
la bienvenida.
Los ojos, los ojos del mar
detrás de una llamada de teléfono,
de una voz,
de un amigo,
de la victoria de la primavera
sobre el estiércol de pus.
Los ojos, los ojos,
los ojos incoloros,
trasparentes,
llenos de furia
de la vida luchando por su vida.
Los ojos, los ojos de Dios
nombrando los finales,
la caída del tiempo,
la hora de la lucha.
Los ojos, los ojos del hombre
gritando su blasfemia,
soñando,
finito y mortal,
la luz de su espíritu.
Llegan los ecos,
los restos de la sangre,
los gritos,
los muñones imprecisos,
la caricia,
la bandera blanca de la enfermedad
retirando sus dedos del cuerpo vivo.