cariátide22
24/10/2002, 07:09
<font color=blue> Y la muerte se puso a beber con los pies cerca del fuego.
Dejó que Dios partiera
sin levantarse a su paso.
Los que la veían sentada
en peligro creyeron
su alma.
Durante días y días la Muerte siguió
sembrando lutos y deudas
en la posada de los Tres Ataúdes.
Una mañana herró su caballo con huesos,
se echó las alforjas al hombro
para irse por los campos.
De pueblos y aldeas
vino a ella gentes con vino,
para que sed no padeciera, ni hambre,
ni se detuviera en las encrucijadas.
Los más viejos carne y pan traían,
y las mujeres, bandejas y cestas
con los frutos de sus huertos,
y los niños miel de abeja.
La Muerte caminó mucho
por el país de la pobre gente.
Como quien no qiere la cosa,
cabeza loca
como una pelota.
Llevaba un jirón de manto rojo,
con botones militares,
prendido en el bicornio un penacho de través,
y botas de caña alta.
Su cabello fantasma
tenía un trote muy lento
como de caballo gotoso
sobre las piedras del camino.
Y seguían las multitudes, hacia no importa dónde,
al gran esqueleto amable y ebrio
que reía de su pánico
y que sin ningún temor, sin horro,
veia retorcerse en la abertura de su túnica
una blanca maraña de gusanos que le chupaban el corazón.</font color=blue>
<font color=green> Verhaeren</font color=green>
Dejó que Dios partiera
sin levantarse a su paso.
Los que la veían sentada
en peligro creyeron
su alma.
Durante días y días la Muerte siguió
sembrando lutos y deudas
en la posada de los Tres Ataúdes.
Una mañana herró su caballo con huesos,
se echó las alforjas al hombro
para irse por los campos.
De pueblos y aldeas
vino a ella gentes con vino,
para que sed no padeciera, ni hambre,
ni se detuviera en las encrucijadas.
Los más viejos carne y pan traían,
y las mujeres, bandejas y cestas
con los frutos de sus huertos,
y los niños miel de abeja.
La Muerte caminó mucho
por el país de la pobre gente.
Como quien no qiere la cosa,
cabeza loca
como una pelota.
Llevaba un jirón de manto rojo,
con botones militares,
prendido en el bicornio un penacho de través,
y botas de caña alta.
Su cabello fantasma
tenía un trote muy lento
como de caballo gotoso
sobre las piedras del camino.
Y seguían las multitudes, hacia no importa dónde,
al gran esqueleto amable y ebrio
que reía de su pánico
y que sin ningún temor, sin horro,
veia retorcerse en la abertura de su túnica
una blanca maraña de gusanos que le chupaban el corazón.</font color=blue>
<font color=green> Verhaeren</font color=green>